Desde niños se nos vende la idea, gracias a la educación estatizada, que es el gobierno quien “puede” y “debe” solucionar casi todos los problemas que nos aquejan. Que si el gobierno no interviene para poner orden, aquello será un caos.
Los de mentalidad estatista son de la idea que el gobierno “debería” cuidar de los niños, de los ancianos, de los alcohólicos y demás. Que el gobierno “debería” supervisar lo que comemos o bebemos, que “debería” ayudar a los más necesitados, que “debería” educarnos, que “debería” cuidar de nuestro futuro, pensando en nuestra pensión, y tal vez, lo único que les falta pensar es que también “debería” asegurarnos un entierro “digno”, “solidario”, “seguro” o “democrático”.
Ahora bien, quienes así piensan olvidan que para hacer todo lo que le piden al gobierno, este último necesita dinero para poder hacer todo lo que “debería” y que, como no produce riqueza sino que la consume y la redistribuye, entonces son los impuestos su fuente de financiamiento. Es decir, la riqueza que producimos los demás es utilizada, aparentemente, en financiar todo lo que el gobierno “debería” hacer.
Ludvig von Mises nos advierte que: “mientras más gasta el gobierno, menos puede gastar el ciudadano. Las obras públicas no se hacen con el poder milagroso de una varita mágica. Son pagadas con fondos arrancados a los ciudadanos”. Así, con cada tarea que le asignan con la frase “el gobierno debería” es un permiso implícito que le dan a los políticos para meter la mano en nuestros bolsillos y disponer de nuestro dinero. Todo con la excusa de cumplir con las “nobles” tareas que les han asignado.
Aquéllos que tienen una mentalidad estatista, muchas veces olvidan que quienes administran ese dinero son precisamente esos políticos que tanto critican, denotan y hasta llegan al punto del repudio.
Los parásitos vividores del gobierno son los más beneficiados de la mentalidad estatista ya que estas ideas sirven de excusas para la expoliación legal de nuestra riqueza. Lo mejor que les puede suceder a estos parásitos, es que olvidemos que “el Estado es la gran ficción a través de la cual todo el mundo trata de vivir a costa de todos los demás”, F. Bastiat.
Pocas veces los estatistas ingenuos se dan cuenta de la contradicción en la que viven, por un lado piden más gobierno y por el otro repudian a los políticos que están en el gobierno. Por un lado le dan las excusas para obtener mayores recursos y por el otro, desconfían de la honradez y buen manejo de los recursos.
Los de mentalidad estatista confunden un gobierno fuerte con un gobierno grande, piensan que el tamaño del gobierno está relacionado con la fortaleza del mismo. Sin embargo, la evidencia nos demuestra que no hay tal correlación y que, por el contrario, en muchos casos los gobiernos con múltiples funciones son ineficientes y hasta un estorbo para quienes desean producir los mismos servicios de manera más eficiente.
Actualmente , los emprendedores están poniendo a prueba la mentalidad estatista con modelos de negocios como Uber o Airbnb donde las personas se organizan sin intervención del gobierno, establecen reglas de uso iguales y se suscriben contratos o acuerdos voluntarios. Esto funciona sin una regulación o permiso expreso del gobierno, los mismos usuarios y proveedores se califican entre sí y son expulsados del sistema aquellos que no cumplen. Aquí el papel del gobierno es proteger los derechos individuales, hacer que se respeten los contratos e impartir justicia.
Ahora, en este descanso pregúntese cuánto de lo que disfruta, por el fruto de su trabajo, es “creado” por el gobierno y cuál es la calidad del mismo y cuánto es creado en forma privada y la calidad de lo que recibe. Por último reflexione, cuál de los dos necesita servir bien a su cliente si quiere permanecer funcionando.
Si después de varios argumentos no logran convencer o hacer dudar a los de mentalidad estatista, puede ser que son deshonestos intelectualmente o les da miedo aceptar la responsabilidad de sus vidas. Después de todo, los de mentalidad estatista encuentran más sencillo decir “el gobierno debería”, a decir te voy a obligar a través del gobierno a financiar lo que yo considero es correcto.
@Md30
Facebook.com/Mda30
República es ajena a la opinión expresada en este artículo
Desde niños se nos vende la idea, gracias a la educación estatizada, que es el gobierno quien “puede” y “debe” solucionar casi todos los problemas que nos aquejan. Que si el gobierno no interviene para poner orden, aquello será un caos.
Los de mentalidad estatista son de la idea que el gobierno “debería” cuidar de los niños, de los ancianos, de los alcohólicos y demás. Que el gobierno “debería” supervisar lo que comemos o bebemos, que “debería” ayudar a los más necesitados, que “debería” educarnos, que “debería” cuidar de nuestro futuro, pensando en nuestra pensión, y tal vez, lo único que les falta pensar es que también “debería” asegurarnos un entierro “digno”, “solidario”, “seguro” o “democrático”.
Ahora bien, quienes así piensan olvidan que para hacer todo lo que le piden al gobierno, este último necesita dinero para poder hacer todo lo que “debería” y que, como no produce riqueza sino que la consume y la redistribuye, entonces son los impuestos su fuente de financiamiento. Es decir, la riqueza que producimos los demás es utilizada, aparentemente, en financiar todo lo que el gobierno “debería” hacer.
Ludvig von Mises nos advierte que: “mientras más gasta el gobierno, menos puede gastar el ciudadano. Las obras públicas no se hacen con el poder milagroso de una varita mágica. Son pagadas con fondos arrancados a los ciudadanos”. Así, con cada tarea que le asignan con la frase “el gobierno debería” es un permiso implícito que le dan a los políticos para meter la mano en nuestros bolsillos y disponer de nuestro dinero. Todo con la excusa de cumplir con las “nobles” tareas que les han asignado.
Aquéllos que tienen una mentalidad estatista, muchas veces olvidan que quienes administran ese dinero son precisamente esos políticos que tanto critican, denotan y hasta llegan al punto del repudio.
Los parásitos vividores del gobierno son los más beneficiados de la mentalidad estatista ya que estas ideas sirven de excusas para la expoliación legal de nuestra riqueza. Lo mejor que les puede suceder a estos parásitos, es que olvidemos que “el Estado es la gran ficción a través de la cual todo el mundo trata de vivir a costa de todos los demás”, F. Bastiat.
Pocas veces los estatistas ingenuos se dan cuenta de la contradicción en la que viven, por un lado piden más gobierno y por el otro repudian a los políticos que están en el gobierno. Por un lado le dan las excusas para obtener mayores recursos y por el otro, desconfían de la honradez y buen manejo de los recursos.
Los de mentalidad estatista confunden un gobierno fuerte con un gobierno grande, piensan que el tamaño del gobierno está relacionado con la fortaleza del mismo. Sin embargo, la evidencia nos demuestra que no hay tal correlación y que, por el contrario, en muchos casos los gobiernos con múltiples funciones son ineficientes y hasta un estorbo para quienes desean producir los mismos servicios de manera más eficiente.
Actualmente , los emprendedores están poniendo a prueba la mentalidad estatista con modelos de negocios como Uber o Airbnb donde las personas se organizan sin intervención del gobierno, establecen reglas de uso iguales y se suscriben contratos o acuerdos voluntarios. Esto funciona sin una regulación o permiso expreso del gobierno, los mismos usuarios y proveedores se califican entre sí y son expulsados del sistema aquellos que no cumplen. Aquí el papel del gobierno es proteger los derechos individuales, hacer que se respeten los contratos e impartir justicia.
Ahora, en este descanso pregúntese cuánto de lo que disfruta, por el fruto de su trabajo, es “creado” por el gobierno y cuál es la calidad del mismo y cuánto es creado en forma privada y la calidad de lo que recibe. Por último reflexione, cuál de los dos necesita servir bien a su cliente si quiere permanecer funcionando.
Si después de varios argumentos no logran convencer o hacer dudar a los de mentalidad estatista, puede ser que son deshonestos intelectualmente o les da miedo aceptar la responsabilidad de sus vidas. Después de todo, los de mentalidad estatista encuentran más sencillo decir “el gobierno debería”, a decir te voy a obligar a través del gobierno a financiar lo que yo considero es correcto.
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República es ajena a la opinión expresada en este artículo