La famosa, elástica y manipulada, Declaración Universal de los Derechos Humanos habla claramente de personas, hombres y mujeres, sin distinción de edad, clase social, ocupación, raza etc. Habla simplemente de hombres y mujeres. Es evidente que los derechos humanos para alguien que cree en la pena de muerte, no sea igual para todos. Para quienes la apoyamos, no como disuasorio sino como castigo económicamente viable (fondos invertidos en salud en vez de alimentar y cuidar de asesinos etc). Los derechos humanos debieran ser para las víctimas no para los delincuentes (psicópatas o asesinos en serie, pedófilos, sicarios, violadores seriales, guerrilleros, narcos y mareros) al ser condenados en un proceso legal eficiente y correcto, debieran simplemente ser ejecutados ya que con sus acciones son inhumanas por definición. Pero no es este el tema que inspira esta columna de opinión. El punto es que derechos humanos se supone que tienen TODOS los seres humanos por igual, y que así como a mí no me gusta que se los apliquen a todas esas lacras del planeta, a los oenegeros y defensores de los derechos humanos no les gusta que los apliquen a quienes visten uniforme. Lo que importa no es que nos guste, es lo que la Ley dicta.
Con esa premisa como base, pregunto a la Procuraduría de Derechos Humanos (PDH) ¿qué esfuerzos están haciendo para aportar algo a la captura de quienes hirieron a los tres policías en Semuc Champey? Esos tres policías no son precisamente gente de holgados recursos. Esos tres policías son personas humildes que tomaron esa profesión seguramente con la dignidad del caso, que eligieron ese uniforme y no el de marero o narco (esos también tienen su uniforme), para cumplir una labor. Pero son sobre todo, tres seres humanos con claros y completos derechos humanos, al igual que lo son sus familias que ahora verán sus ingresos y quizás supervivencia afectados por estos eventos. Pero todo eso a la PDH, le resulta irrelevante. Tal parece que a la PDH y compañía poco les importa la vida de estos 3 policías y sus familias, que parecieran ver como ciudadanos de quinta. Ah, pero bien les gusta que los protejan y cuiden sus pusilánimes espaldas. Vergüenza debiera darles auto proclamarse defensores de derechos humanos.
Las fuerzas del orden son, gusten o no, necesarias para vivir en una sociedad en relativa paz. Sólo en el Estado del Vaticano no existe policía, si bien tienen la Guardia Suiza que protege a Su Santidad. Sin duda, Guatemala tiene un serio problema de delincuencia, etc, pero no es Mogadiscio, no es tierra de nadie. Nos quejamos todo el santo día, pero todos vemos gente comiendo en los restaurantes, disfrutando de los centros comerciales etc. Si Guatemala fuese el infierno que tanto describen muchos, la gente no saldría, no tendríamos el tráfico endiablado que tenemos, que no es 100% producto del trabajo. Y en el interior, por ejemplo, en la Carretera al Atlántico, a las horas de comer, ve uno a la gente comiendo sus dobladas con queso y loroco, con su gaseosa, felices y contentos. O gente comiendo elotes asados en el camino a Chimaltenango. Mi punto es, que si bien tenemos mil retos, como se vive en Guatemala no se vive en ninguna parte. Me contaba alguien de un viaje reciente en el interior que cuando pasó por un río quedó perplejo ante la humanidad de las personas que se bañaban riendo de lo lindo, felices a pesar de su pobreza. Guatemala es pobre, pero la mayoría de la gente tiene buen corazón. Eso es ya un tesoro, y no debemos perderlo. Las personas que eligen servir a su país para defendernos son gente como usted y como yo. Personas decentes, porque para mí la gente es inocente hasta prueba contraria, y merecen respeto. Cada oficial de policía con que me he topado me ha respondido con respeto y buena educación. Sé que muchos habrán vivido experiencias horribles con agentes de las fuerzas del orden y han sido víctimas de abuso de autoridad, pero no por eso vamos a decir que todos los policías son iguales, porque si así fuera… Sabían que Guatemala no figura entre los 10 países con las fuerzas de policía más corruptas, en ninguno de los listados, y busqué desde Hellotravel.com hasta Wikipedia. Para colmo, en una encontré en el número 10 a nada más y nada menos que los Estados Unidos. ¿Y ellos se la pasan criticándonos a nosotros? En la mayoría de las listas aparecen en distinto orden México, Rusia, Haití, Paquistán, Somalia y Brasil y en algunas Myamar, Chad, y similares. El punto es que aquí no todo está perdido. Basta con la actitud derrotista, con la crítica estéril y con la negatividad. Guatemala tiene mucho que ofrecer, y nuestro mal no es terminal.
Aterricemos pues el tema. Tanta gente se queja de la falta de seguridad, pero detestan a los policías y a quienes portan uniforme. Consideran la profesión como denigrante (los “chontes”), sin detenerse a pensar la importancia de la labor que esos hombres y mujeres realizan. Queremos más seguridad, pero vemos con desprecio a quienes portan uniforme. Queremos que atrapen a los delincuentes, que tienen las mejores armas, pero que lo hagan con arrumacos y flores porque Dios libre que usen las armas o cualquier tipo de violencia. Queremos personas con ética para que garanticen nuestra seguridad, que no se dejen corromper, que no se vendan y no sean corruptos, pero les pagamos no mal sino pésimo. Para rematarla, quien en su sano juicio querrá arriesgar su vida para proteger una sociedad que no los respeta. Usted se arriesgaría sabiendo que a la hora en que sea usted el herido o asesinado, la sociedad mirará para el otro lado porque siendo uniformados es usted un ciudadano de segunda y ni sueñe con que remotamente reconozcan que tiene derechos humanos. Quién querría arriesgar su pellejo cuando las instituciones que deben velar por el orden y el respeto para todos los guatemaltecos, como la PDH los ignoran.
Queremos mejores fuerzas del orden, paguemos mejor. Exijamos pero demos respeto a cambio. Exijamos eficiencia pero no provoquemos ilegalidades. Como digo siempre, construir país empieza por casa, por cada uno de nosotros. Si usted ama a Guatemala, si se siente patriota, empiece por hacer su trabajo a conciencia, por tratar bien a quien le sirve, por respetar al prójimo. Desde no tirarle el carro cuando maneja, sólo porque su carro es más grande, hasta tratar con respeto a sus empleados. Enseñe a sus hijos a ser considerados, a decir “por favor” y “gracias”. En realidad, es mucho más fácil de lo que parece.
La famosa, elástica y manipulada, Declaración Universal de los Derechos Humanos habla claramente de personas, hombres y mujeres, sin distinción de edad, clase social, ocupación, raza etc. Habla simplemente de hombres y mujeres. Es evidente que los derechos humanos para alguien que cree en la pena de muerte, no sea igual para todos. Para quienes la apoyamos, no como disuasorio sino como castigo económicamente viable (fondos invertidos en salud en vez de alimentar y cuidar de asesinos etc). Los derechos humanos debieran ser para las víctimas no para los delincuentes (psicópatas o asesinos en serie, pedófilos, sicarios, violadores seriales, guerrilleros, narcos y mareros) al ser condenados en un proceso legal eficiente y correcto, debieran simplemente ser ejecutados ya que con sus acciones son inhumanas por definición. Pero no es este el tema que inspira esta columna de opinión. El punto es que derechos humanos se supone que tienen TODOS los seres humanos por igual, y que así como a mí no me gusta que se los apliquen a todas esas lacras del planeta, a los oenegeros y defensores de los derechos humanos no les gusta que los apliquen a quienes visten uniforme. Lo que importa no es que nos guste, es lo que la Ley dicta.
Con esa premisa como base, pregunto a la Procuraduría de Derechos Humanos (PDH) ¿qué esfuerzos están haciendo para aportar algo a la captura de quienes hirieron a los tres policías en Semuc Champey? Esos tres policías no son precisamente gente de holgados recursos. Esos tres policías son personas humildes que tomaron esa profesión seguramente con la dignidad del caso, que eligieron ese uniforme y no el de marero o narco (esos también tienen su uniforme), para cumplir una labor. Pero son sobre todo, tres seres humanos con claros y completos derechos humanos, al igual que lo son sus familias que ahora verán sus ingresos y quizás supervivencia afectados por estos eventos. Pero todo eso a la PDH, le resulta irrelevante. Tal parece que a la PDH y compañía poco les importa la vida de estos 3 policías y sus familias, que parecieran ver como ciudadanos de quinta. Ah, pero bien les gusta que los protejan y cuiden sus pusilánimes espaldas. Vergüenza debiera darles auto proclamarse defensores de derechos humanos.
Las fuerzas del orden son, gusten o no, necesarias para vivir en una sociedad en relativa paz. Sólo en el Estado del Vaticano no existe policía, si bien tienen la Guardia Suiza que protege a Su Santidad. Sin duda, Guatemala tiene un serio problema de delincuencia, etc, pero no es Mogadiscio, no es tierra de nadie. Nos quejamos todo el santo día, pero todos vemos gente comiendo en los restaurantes, disfrutando de los centros comerciales etc. Si Guatemala fuese el infierno que tanto describen muchos, la gente no saldría, no tendríamos el tráfico endiablado que tenemos, que no es 100% producto del trabajo. Y en el interior, por ejemplo, en la Carretera al Atlántico, a las horas de comer, ve uno a la gente comiendo sus dobladas con queso y loroco, con su gaseosa, felices y contentos. O gente comiendo elotes asados en el camino a Chimaltenango. Mi punto es, que si bien tenemos mil retos, como se vive en Guatemala no se vive en ninguna parte. Me contaba alguien de un viaje reciente en el interior que cuando pasó por un río quedó perplejo ante la humanidad de las personas que se bañaban riendo de lo lindo, felices a pesar de su pobreza. Guatemala es pobre, pero la mayoría de la gente tiene buen corazón. Eso es ya un tesoro, y no debemos perderlo. Las personas que eligen servir a su país para defendernos son gente como usted y como yo. Personas decentes, porque para mí la gente es inocente hasta prueba contraria, y merecen respeto. Cada oficial de policía con que me he topado me ha respondido con respeto y buena educación. Sé que muchos habrán vivido experiencias horribles con agentes de las fuerzas del orden y han sido víctimas de abuso de autoridad, pero no por eso vamos a decir que todos los policías son iguales, porque si así fuera… Sabían que Guatemala no figura entre los 10 países con las fuerzas de policía más corruptas, en ninguno de los listados, y busqué desde Hellotravel.com hasta Wikipedia. Para colmo, en una encontré en el número 10 a nada más y nada menos que los Estados Unidos. ¿Y ellos se la pasan criticándonos a nosotros? En la mayoría de las listas aparecen en distinto orden México, Rusia, Haití, Paquistán, Somalia y Brasil y en algunas Myamar, Chad, y similares. El punto es que aquí no todo está perdido. Basta con la actitud derrotista, con la crítica estéril y con la negatividad. Guatemala tiene mucho que ofrecer, y nuestro mal no es terminal.
Aterricemos pues el tema. Tanta gente se queja de la falta de seguridad, pero detestan a los policías y a quienes portan uniforme. Consideran la profesión como denigrante (los “chontes”), sin detenerse a pensar la importancia de la labor que esos hombres y mujeres realizan. Queremos más seguridad, pero vemos con desprecio a quienes portan uniforme. Queremos que atrapen a los delincuentes, que tienen las mejores armas, pero que lo hagan con arrumacos y flores porque Dios libre que usen las armas o cualquier tipo de violencia. Queremos personas con ética para que garanticen nuestra seguridad, que no se dejen corromper, que no se vendan y no sean corruptos, pero les pagamos no mal sino pésimo. Para rematarla, quien en su sano juicio querrá arriesgar su vida para proteger una sociedad que no los respeta. Usted se arriesgaría sabiendo que a la hora en que sea usted el herido o asesinado, la sociedad mirará para el otro lado porque siendo uniformados es usted un ciudadano de segunda y ni sueñe con que remotamente reconozcan que tiene derechos humanos. Quién querría arriesgar su pellejo cuando las instituciones que deben velar por el orden y el respeto para todos los guatemaltecos, como la PDH los ignoran.
Queremos mejores fuerzas del orden, paguemos mejor. Exijamos pero demos respeto a cambio. Exijamos eficiencia pero no provoquemos ilegalidades. Como digo siempre, construir país empieza por casa, por cada uno de nosotros. Si usted ama a Guatemala, si se siente patriota, empiece por hacer su trabajo a conciencia, por tratar bien a quien le sirve, por respetar al prójimo. Desde no tirarle el carro cuando maneja, sólo porque su carro es más grande, hasta tratar con respeto a sus empleados. Enseñe a sus hijos a ser considerados, a decir “por favor” y “gracias”. En realidad, es mucho más fácil de lo que parece.