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Lecciones de 12 Hombres en Pugna

Betty Marroquin
17 de julio, 2016

Cuando Reginald Rose escribió su obra 12 Angry men en 1957, dudo haya imaginado el alcance que tendría y como llegaría a reflejar lo que casi 60 años más tarde viviría un país tan lejano de su entorno, como lo es Guatemala. Esta obra, también conocida en español como 12 Hombres sin piedad, expone el dilema que enfrentan 12 hombres muy distintos, en su calidad de miembros del jurado, para decidir si un joven acusado de homicidio vivirá o morirá. Se las recomiendo, está aún siendo presentada en el teatro Lux. Recuerden que apoyar el arte también es esencial para vivir en una sociedad en paz y porqué no decirlo, más civil.

Lo que me viene compartirles tratando de picar su curiosidad, es que durante el dialogo que intercambian estos 12 hombres, todos desesperados por terminar su trabajo como jurados para proseguir con sus vidas normales, si bien algunos más conscientes de la magnitud de la tarea que enfrentan, ejemplifican desde lo más mezquino del ser humano, hasta lo que más nos hace humanos.

La Constitución Política de la República de Guatemala dice que somos inocentes hasta prueba contraria. Sin embargo, si nos detenemos a analizarlo, en los últimos años muchos han sido condenados por la opinión pública inclusive antes de haber sido condenados en un juicio. ¿Qué nos hace una nación civilizada? Una nación civilizada es una nación en la que los ciudadanos viven interactuando con el mayor apego posible a la Ley. Es decir, una sociedad donde impera el respeto mutuo y la tolerancia. Lejos estamos de ser así, pero considero que con lo que muchos analizamos el tema, tratamos de dar el ejemplo respetando las leyes, etc, vamos por buen camino.

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La obra nos muestra como por salir del paso, la gente es capaz de dar por sentado lo que quiere, lavarse las manos, e ignorar las consecuencias de sus actos por drásticas que éstas puedan ser. ¿Suena familiar? Deseamos justicia, pero sólo para algunos. Deseamos que paguen, pero sólo quienes nos son antipáticos. Basamos nuestra visión de los temas en nuestras pasiones, y no en nuestra lógica. Creo que con frecuencia sería bueno tratar de pensar como nos gustaría que se desenvolvieran las situaciones si fuera nuestro hijo, nuestro marido, nuestra hermana, o cualquier otro ser muy querido quien afrontara las situaciones extremas que algunos enfrentan. Sin duda, muchos de los que están pasando por los tribunales y muchos de los que vendrán, merecen afrontar hasta las últimas consecuencias de sus actos, responsabilizarse y pagar por ellos. Pero en un proceso justo, ético y apegado al debido proceso. Esto significa que los juicios debieran realizarse respetando todas las normas relativas a testigos, pruebas, y demás, con investigaciones exhaustivas y profundas, no llevadas a cabo con ligereza, sesgos ideológicos o agendas lejanas a la ética.

Tratemos de no juzgar tan a la ligera, de no condenar sin un proceso, de esperar que la Ley siga su justo curso. Tratemos a los demás como desearíamos que nos traten a nosotros.

Guatemala merece que todos seamos responsables de nuestros actos. Sin duda, no es fácil, y con frecuencia es más bien mucho más fácil velar por nuestra propia nariz, sin importar lo que tengamos que hacer o por encima de quien debamos pasar para alcanzar nuestros objetivos. El famoso bien común parece un concepto tan abstracto, pero no lo es.
¡Animo Guatemala! Juntos podemos… los buenos somos más.

Lecciones de 12 Hombres en Pugna

Betty Marroquin
17 de julio, 2016

Cuando Reginald Rose escribió su obra 12 Angry men en 1957, dudo haya imaginado el alcance que tendría y como llegaría a reflejar lo que casi 60 años más tarde viviría un país tan lejano de su entorno, como lo es Guatemala. Esta obra, también conocida en español como 12 Hombres sin piedad, expone el dilema que enfrentan 12 hombres muy distintos, en su calidad de miembros del jurado, para decidir si un joven acusado de homicidio vivirá o morirá. Se las recomiendo, está aún siendo presentada en el teatro Lux. Recuerden que apoyar el arte también es esencial para vivir en una sociedad en paz y porqué no decirlo, más civil.

Lo que me viene compartirles tratando de picar su curiosidad, es que durante el dialogo que intercambian estos 12 hombres, todos desesperados por terminar su trabajo como jurados para proseguir con sus vidas normales, si bien algunos más conscientes de la magnitud de la tarea que enfrentan, ejemplifican desde lo más mezquino del ser humano, hasta lo que más nos hace humanos.

La Constitución Política de la República de Guatemala dice que somos inocentes hasta prueba contraria. Sin embargo, si nos detenemos a analizarlo, en los últimos años muchos han sido condenados por la opinión pública inclusive antes de haber sido condenados en un juicio. ¿Qué nos hace una nación civilizada? Una nación civilizada es una nación en la que los ciudadanos viven interactuando con el mayor apego posible a la Ley. Es decir, una sociedad donde impera el respeto mutuo y la tolerancia. Lejos estamos de ser así, pero considero que con lo que muchos analizamos el tema, tratamos de dar el ejemplo respetando las leyes, etc, vamos por buen camino.

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La obra nos muestra como por salir del paso, la gente es capaz de dar por sentado lo que quiere, lavarse las manos, e ignorar las consecuencias de sus actos por drásticas que éstas puedan ser. ¿Suena familiar? Deseamos justicia, pero sólo para algunos. Deseamos que paguen, pero sólo quienes nos son antipáticos. Basamos nuestra visión de los temas en nuestras pasiones, y no en nuestra lógica. Creo que con frecuencia sería bueno tratar de pensar como nos gustaría que se desenvolvieran las situaciones si fuera nuestro hijo, nuestro marido, nuestra hermana, o cualquier otro ser muy querido quien afrontara las situaciones extremas que algunos enfrentan. Sin duda, muchos de los que están pasando por los tribunales y muchos de los que vendrán, merecen afrontar hasta las últimas consecuencias de sus actos, responsabilizarse y pagar por ellos. Pero en un proceso justo, ético y apegado al debido proceso. Esto significa que los juicios debieran realizarse respetando todas las normas relativas a testigos, pruebas, y demás, con investigaciones exhaustivas y profundas, no llevadas a cabo con ligereza, sesgos ideológicos o agendas lejanas a la ética.

Tratemos de no juzgar tan a la ligera, de no condenar sin un proceso, de esperar que la Ley siga su justo curso. Tratemos a los demás como desearíamos que nos traten a nosotros.

Guatemala merece que todos seamos responsables de nuestros actos. Sin duda, no es fácil, y con frecuencia es más bien mucho más fácil velar por nuestra propia nariz, sin importar lo que tengamos que hacer o por encima de quien debamos pasar para alcanzar nuestros objetivos. El famoso bien común parece un concepto tan abstracto, pero no lo es.
¡Animo Guatemala! Juntos podemos… los buenos somos más.

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