Varios eventos de la semana recién pasada me hicieron pensar en el valor de la libertad, en todas sus formas. Creo que es el elemento más valioso de la vida. Mucho se ha dicho y escrito sobre la libertad. Algunos como Maya Angelou dicen que es el amor lo que nos hace libres. Thomas Merton dice que es la humildad. Otros le atañen esta condición a la sabiduría, y muchos a la verdad o a la integridad. Es complejo definir que de todos esos elementos vino primero. Es algo así como el huevo y la gallina. Creo sea una combinación de ellos, pero el punto es que la libertad es verdaderamente sagrada. La libertad nos permite soñar, crear, amar, ser productivo y por ende, positivo para la sociedad y para uno mismo. Usada con responsabilidad y respeto al prójimo, es cuando se torna más positiva. Personalmente, pienso que sólo libremente, libre de tabúes y ataduras sociales, de clichés y limitantes, puede el ser humano conocerse a sí mismo verdaderamente. Y sólo un ser humano que se conoce a sí mismo, es realmente libre.
La libertad de soñar permite al ser humano idear cosas que quizás de otra forma no existirían. La libertad de crear ha hecho al ser humano inventar todo lo bueno, y lo malo, que hoy día hacen de nuestras vidas algo más cómodo, o más complejo. Dependiendo de las circunstancias y del color del cristal con que se mire. Mentes libres han creado vacunas, tratamientos médicos, avances tecnológicos, expresiones artísticas de todo género, y tantas cosas más. Todas las industrias se han beneficiado del pensamiento creativo libre. Incluyendo la nefasta industria de la guerra. Por ende, inclusive en esto es el ser humano libre de inclinar el producto de su mente hacia algo positivo, o hacia algo negativo.
¿Cómo sería el mundo sin celulares, sin cable, sin computadoras, sin vehículos de todo tipo, sin medicinas, sin museos, sin música, sin avances para los deportes, avances educativos o sin ideas nuevas?
La libertad implica libre albedrío. El libre albedrío nos permite elegir como comportarnos, elegir entre hacer el bien o el mal. Esa forma de libertad nos permite elegir si ser seres sociales, o antisociales. Todo en la vida es una opción. Uno decide si quiere estudiar, alimentar su mente, o desperdiciarla en banalidades. Aunque viva en un medio limitante y autoritario, quien busca encuentra el modo de aprender. Uno elige si ser buen hijo, buen padre, buen amigo, buena pareja. Uno decide si acepta una acción o un sentimiento. Uno elige amar o no amar a alguien. Contrariamente a lo que se piensa, el amor es de hecho, cuestión de elección. Uno decide si basa su valor como persona en lo que posee materialmente, o en lo que tiene en su mente y en su corazón. Seguro disentirán muchos, pero en mi experiencia de vida, estoy convencida que uno elige si quiere permitirse amar y ser amado. De igual forma, uno elige si quiere profesar una Fe, o no hacerlo.
Las ideologías, imperfectas por ser creadas por humanos, han sido ideadas por libres pensadores. Siempre he sostenido que nadie tiene el monopolio de la razón, precisamente porque como una persona de Fe, para mí Sólo Dios es perfecto. También creo firmemente que sólo viviendo en una sociedad libre puede el ser humano desarrollarse de la mejor forma, en todo sentido. Ayn Rand nos dice “Yo no acepto ninguna culpa inmerecida, y por ende he sido libre de ganarme y de conocer mi propio valor”.
Hasta para amar de verdad se necesita ser libre. Nadie es ni debe ser propiedad de nadie. El amor implica respeto, aprecio, estima, y libertad para uno y para el ser amado. A la fuerza ni el agua es buena, decía mi abuelita. Que razón tenía. Así que hasta para lo más hermoso de la vida, se necesita lo más valioso. Atesore su libertad de pensar, de sentir, de expresarse de ser usted mismo. Defiéndala y úsela con respeto y responsabilidad. Proteja su libertad y la de sus semejantes. Nuestra Guatemala, su empresa, su trabajo, su familia, su pareja y usted mismo verán los frutos.
Varios eventos de la semana recién pasada me hicieron pensar en el valor de la libertad, en todas sus formas. Creo que es el elemento más valioso de la vida. Mucho se ha dicho y escrito sobre la libertad. Algunos como Maya Angelou dicen que es el amor lo que nos hace libres. Thomas Merton dice que es la humildad. Otros le atañen esta condición a la sabiduría, y muchos a la verdad o a la integridad. Es complejo definir que de todos esos elementos vino primero. Es algo así como el huevo y la gallina. Creo sea una combinación de ellos, pero el punto es que la libertad es verdaderamente sagrada. La libertad nos permite soñar, crear, amar, ser productivo y por ende, positivo para la sociedad y para uno mismo. Usada con responsabilidad y respeto al prójimo, es cuando se torna más positiva. Personalmente, pienso que sólo libremente, libre de tabúes y ataduras sociales, de clichés y limitantes, puede el ser humano conocerse a sí mismo verdaderamente. Y sólo un ser humano que se conoce a sí mismo, es realmente libre.
La libertad de soñar permite al ser humano idear cosas que quizás de otra forma no existirían. La libertad de crear ha hecho al ser humano inventar todo lo bueno, y lo malo, que hoy día hacen de nuestras vidas algo más cómodo, o más complejo. Dependiendo de las circunstancias y del color del cristal con que se mire. Mentes libres han creado vacunas, tratamientos médicos, avances tecnológicos, expresiones artísticas de todo género, y tantas cosas más. Todas las industrias se han beneficiado del pensamiento creativo libre. Incluyendo la nefasta industria de la guerra. Por ende, inclusive en esto es el ser humano libre de inclinar el producto de su mente hacia algo positivo, o hacia algo negativo.
¿Cómo sería el mundo sin celulares, sin cable, sin computadoras, sin vehículos de todo tipo, sin medicinas, sin museos, sin música, sin avances para los deportes, avances educativos o sin ideas nuevas?
La libertad implica libre albedrío. El libre albedrío nos permite elegir como comportarnos, elegir entre hacer el bien o el mal. Esa forma de libertad nos permite elegir si ser seres sociales, o antisociales. Todo en la vida es una opción. Uno decide si quiere estudiar, alimentar su mente, o desperdiciarla en banalidades. Aunque viva en un medio limitante y autoritario, quien busca encuentra el modo de aprender. Uno elige si ser buen hijo, buen padre, buen amigo, buena pareja. Uno decide si acepta una acción o un sentimiento. Uno elige amar o no amar a alguien. Contrariamente a lo que se piensa, el amor es de hecho, cuestión de elección. Uno decide si basa su valor como persona en lo que posee materialmente, o en lo que tiene en su mente y en su corazón. Seguro disentirán muchos, pero en mi experiencia de vida, estoy convencida que uno elige si quiere permitirse amar y ser amado. De igual forma, uno elige si quiere profesar una Fe, o no hacerlo.
Las ideologías, imperfectas por ser creadas por humanos, han sido ideadas por libres pensadores. Siempre he sostenido que nadie tiene el monopolio de la razón, precisamente porque como una persona de Fe, para mí Sólo Dios es perfecto. También creo firmemente que sólo viviendo en una sociedad libre puede el ser humano desarrollarse de la mejor forma, en todo sentido. Ayn Rand nos dice “Yo no acepto ninguna culpa inmerecida, y por ende he sido libre de ganarme y de conocer mi propio valor”.
Hasta para amar de verdad se necesita ser libre. Nadie es ni debe ser propiedad de nadie. El amor implica respeto, aprecio, estima, y libertad para uno y para el ser amado. A la fuerza ni el agua es buena, decía mi abuelita. Que razón tenía. Así que hasta para lo más hermoso de la vida, se necesita lo más valioso. Atesore su libertad de pensar, de sentir, de expresarse de ser usted mismo. Defiéndala y úsela con respeto y responsabilidad. Proteja su libertad y la de sus semejantes. Nuestra Guatemala, su empresa, su trabajo, su familia, su pareja y usted mismo verán los frutos.