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Toca construir puentes

Betty Marroquin
08 de junio, 2016

El periodista estadounidense Richard Lapper ha visitado Guatemala en muchas oportunidades, desde su primera visita a finales de los setentas y ha seguido de relativamente cerca lo que ha acontecido desde entonces. Cuando vino por primera vez a estudiar español en Antigua, conoció a muchos personajes del momento, incluyendo a la ahora diputada Nineth Montenegro. Entonces, al entrevistarla, ella le describió un país privado de libertad, en el que se vivía bajo la “zozobra” del gobierno militar (siendo ella simpatizante de la izquierda, era lógico que la viera así). Durante una de sus visitas más recientes a nuestro país conversó nuevamente con la Diputada Montenegro, quien le describió un país en el que existe libertad de agrupación y de todo, si bien en una democracia imperfecta. Siempre he creído que como todo lo que el ser humano hace, y si bien es el mejor sistema para vivir, es intrínsecamente falible. Lapper coincidió conmigo que eso así, ejemplificando que todas las naciones del planeta enfrentan serias imperfecciones. Ahora bien, curiosamente, la percepción de Lapper es que Guatemala estaba más polarizada entonces que ahora. Dijo que la violencia entonces era ordenada, con un target específico, mientras que hoy día la violencia es anárquica y generalizada. A diferencia de los tiempos del conflicto armado, la libertad de expresión es hoy día cuasi absoluta (exceptuando algunos medios que pasan script a sus periodistas), y la sociedad civil ha aprendido a manifestarse usando el internet. Es interesante escuchar de alguien que nos ve desde fuera, que la Guatemala de hoy, con todos sus retos y problemas, es mucho mejor que la Guatemala de hace 20 años.

Si bien algunos siguen protestando por absolutamente todo, parecen no percatarse del cambio. Hace 25 años había que hacer cola para hacer una llamada en un teléfono público. Los jóvenes que en Twitter despotrican e insultan a quienes defendemos la democracia y la filosofía libertaria, ni cuenta se dan de esto porque no lo vivieron. Hoy día vemos a los vendedores ambulantes empujando sus carretas con el celular en la mano. Eso también es progreso. Hace 25 años era costosísimo tener cable en la casa y sólo algunas zonas tenían acceso a la señal. Hoy día, veo parabólicas de las diversas empresas proveedoras de servicio en casas de personas que no son ricas, hasta entre manglares en Izabal. Ya no digamos vehículos. Nos quejamos del tráfico, pero sin analizar que la cantidad de vehículos no es la que es porque sean todos carros de oligarcas (para usar su propio lenguaje) y que reflejan un mayor acceso a tener un vehículo, como debe de ser. Eso también es progreso.

Falta invertir en salud, educación e infraestructura. Y me pregunto si no sería mejor invertir en esos rubros los fondos que hoy nos piden en resarcimientos. Fondos que dicho sea de paso, no tenemos.

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Es obvio que no coincidimos en la forma o la visión de cómo lograr sacar a Guatemala del atolladero. Pero creo que debiéramos buscar los puntos de convergencia para ponerlos como metas comunes: erradicar la corrupción al máximo posible, solucionar los retos mayores (salud, educación, infraestructura, generación de empleo, etc), pero preservando nuestra libertad. Necesitamos mejorar los retos sin destruir lo que ya ha sido construido y avanzado. Queremos mejores políticos, pero sólo criticamos, sin tirarnos al agua nosotros mismos. Iniciar con las soluciones actuales y puntuales requiere coraje y sobre todo, que los chapines trabajemos unidos. Continuar peleando por ideologías es estéril, pero será imposible dejarlo de lado mientras nuestra libertad esté en riesgo. Ser político o burócrata, como ha dicho la Licda. Raquel Zelaya de ASIES, es visto hoy día como si fuera algo negativo, despreciable. Eso debiera cambiar. Si queremos mejores líderes, mejor calidad de burócratas, y tenemos gente que despotrica criticando que lo que se hace está mal hecho, entonces ¿porqué no sirven al país y ponen en práctica lo que dicen?

Si no somos parte de la solución, no debiéramos ser parte del problema. Mientras sea productivo continuar echando leña al fuego del antagonismo y el odio, y manteniendo la polarización al máximo, será difícil que logremos construir esos puentes necesarios para trabajar unidos. Mientras la industria de resarcimientos esté pujante, será un esfuerzo cuesta arriba. Sería interesante ver cuál sería el resultado si se hiciera una encuesta de cuantos guatemaltecos están a favor de pagar las multimillonarias sumas en resarcimientos, que ya sobrepasan el millardo, y cuantas preferirían que se invirtiera en los problemas actuales. ¿Qué creen que ganaría?

Toca construir puentes

Betty Marroquin
08 de junio, 2016

El periodista estadounidense Richard Lapper ha visitado Guatemala en muchas oportunidades, desde su primera visita a finales de los setentas y ha seguido de relativamente cerca lo que ha acontecido desde entonces. Cuando vino por primera vez a estudiar español en Antigua, conoció a muchos personajes del momento, incluyendo a la ahora diputada Nineth Montenegro. Entonces, al entrevistarla, ella le describió un país privado de libertad, en el que se vivía bajo la “zozobra” del gobierno militar (siendo ella simpatizante de la izquierda, era lógico que la viera así). Durante una de sus visitas más recientes a nuestro país conversó nuevamente con la Diputada Montenegro, quien le describió un país en el que existe libertad de agrupación y de todo, si bien en una democracia imperfecta. Siempre he creído que como todo lo que el ser humano hace, y si bien es el mejor sistema para vivir, es intrínsecamente falible. Lapper coincidió conmigo que eso así, ejemplificando que todas las naciones del planeta enfrentan serias imperfecciones. Ahora bien, curiosamente, la percepción de Lapper es que Guatemala estaba más polarizada entonces que ahora. Dijo que la violencia entonces era ordenada, con un target específico, mientras que hoy día la violencia es anárquica y generalizada. A diferencia de los tiempos del conflicto armado, la libertad de expresión es hoy día cuasi absoluta (exceptuando algunos medios que pasan script a sus periodistas), y la sociedad civil ha aprendido a manifestarse usando el internet. Es interesante escuchar de alguien que nos ve desde fuera, que la Guatemala de hoy, con todos sus retos y problemas, es mucho mejor que la Guatemala de hace 20 años.

Si bien algunos siguen protestando por absolutamente todo, parecen no percatarse del cambio. Hace 25 años había que hacer cola para hacer una llamada en un teléfono público. Los jóvenes que en Twitter despotrican e insultan a quienes defendemos la democracia y la filosofía libertaria, ni cuenta se dan de esto porque no lo vivieron. Hoy día vemos a los vendedores ambulantes empujando sus carretas con el celular en la mano. Eso también es progreso. Hace 25 años era costosísimo tener cable en la casa y sólo algunas zonas tenían acceso a la señal. Hoy día, veo parabólicas de las diversas empresas proveedoras de servicio en casas de personas que no son ricas, hasta entre manglares en Izabal. Ya no digamos vehículos. Nos quejamos del tráfico, pero sin analizar que la cantidad de vehículos no es la que es porque sean todos carros de oligarcas (para usar su propio lenguaje) y que reflejan un mayor acceso a tener un vehículo, como debe de ser. Eso también es progreso.

Falta invertir en salud, educación e infraestructura. Y me pregunto si no sería mejor invertir en esos rubros los fondos que hoy nos piden en resarcimientos. Fondos que dicho sea de paso, no tenemos.

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Es obvio que no coincidimos en la forma o la visión de cómo lograr sacar a Guatemala del atolladero. Pero creo que debiéramos buscar los puntos de convergencia para ponerlos como metas comunes: erradicar la corrupción al máximo posible, solucionar los retos mayores (salud, educación, infraestructura, generación de empleo, etc), pero preservando nuestra libertad. Necesitamos mejorar los retos sin destruir lo que ya ha sido construido y avanzado. Queremos mejores políticos, pero sólo criticamos, sin tirarnos al agua nosotros mismos. Iniciar con las soluciones actuales y puntuales requiere coraje y sobre todo, que los chapines trabajemos unidos. Continuar peleando por ideologías es estéril, pero será imposible dejarlo de lado mientras nuestra libertad esté en riesgo. Ser político o burócrata, como ha dicho la Licda. Raquel Zelaya de ASIES, es visto hoy día como si fuera algo negativo, despreciable. Eso debiera cambiar. Si queremos mejores líderes, mejor calidad de burócratas, y tenemos gente que despotrica criticando que lo que se hace está mal hecho, entonces ¿porqué no sirven al país y ponen en práctica lo que dicen?

Si no somos parte de la solución, no debiéramos ser parte del problema. Mientras sea productivo continuar echando leña al fuego del antagonismo y el odio, y manteniendo la polarización al máximo, será difícil que logremos construir esos puentes necesarios para trabajar unidos. Mientras la industria de resarcimientos esté pujante, será un esfuerzo cuesta arriba. Sería interesante ver cuál sería el resultado si se hiciera una encuesta de cuantos guatemaltecos están a favor de pagar las multimillonarias sumas en resarcimientos, que ya sobrepasan el millardo, y cuantas preferirían que se invirtiera en los problemas actuales. ¿Qué creen que ganaría?

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