Una salsa, siempre tendrá una razón de ser dentro del platillo. De manera que se debe comprender el conjunto de ingredientes, preparaciones, sabores, texturas y aromas para determinar la salsa que lo acompañará.
Una salsa, complementa al igual que potencia los sabores. Es decir, que se debe prestar atención a la selección de la misma y comprender que las salsas van bien o no combinan con los diferentes tipos de alimentos como puede ser una carne por ejemplo; aunque en algunos casos también se pueden utilizar indistintamente en las diversas preparaciones. Por tanto, se busca que al igual que aporta sabor, luzca bien, combine los colores y ofrezca un gusto o textura agradable al paladar. Por lo que se espera que la salsa sea la apropiada para cada comida, para realzar su sabor sin llegar a opacar y en algunos casos el objetivo de la salsa será contrarrestar con el resto de ingredientes pero en su justa medida.
Una salsa deberá ser agradable a la vista, lucir tersa y con cierto brillo natural y presentar una consistencia o textura justa. Una salsa, es más que una sopa, sin llegar a ser una pasta, debe poderse servir de forma que cubra un ingrediente o área del plato y con cierto movimiento. Considere que en un establecimiento de alimentos se debe servir cantidades de platos y en poco tiempo, por lo que la consistencia de la salsa debe contribuir con este proceso.
Las carnes blancas como el pollo combinan bien con salsas neutras y cremosas, mientras una carne de cerdo precisa de salsas más intensas como por ejemplo con mostaza. Las salsas, requieren de precisión y buenas técnicas para su elaboración, por lo que incluso miden las habilidades de quiénes las preparan.
Existen las salsas clásicas o las contemporáneas que responden a creaciones e inspiraciones debido a la evolución de la cocina o a las tendencias actuales. Un ejemplo de una salsa clásica es una velouté elaborada con un fondo claro y espesada con un roux claro (grasa y harina). Una salsa de inspiración podía recurrir a jugos o coulies de frutas o notas cítricas, en respuesta a ofrecer salsas más livianas y frescas. Es así, como una salsa será una gran aliada y podrá hacer la diferencia en el platillo a servir.
Una salsa, siempre tendrá una razón de ser dentro del platillo. De manera que se debe comprender el conjunto de ingredientes, preparaciones, sabores, texturas y aromas para determinar la salsa que lo acompañará.
Una salsa, complementa al igual que potencia los sabores. Es decir, que se debe prestar atención a la selección de la misma y comprender que las salsas van bien o no combinan con los diferentes tipos de alimentos como puede ser una carne por ejemplo; aunque en algunos casos también se pueden utilizar indistintamente en las diversas preparaciones. Por tanto, se busca que al igual que aporta sabor, luzca bien, combine los colores y ofrezca un gusto o textura agradable al paladar. Por lo que se espera que la salsa sea la apropiada para cada comida, para realzar su sabor sin llegar a opacar y en algunos casos el objetivo de la salsa será contrarrestar con el resto de ingredientes pero en su justa medida.
Una salsa deberá ser agradable a la vista, lucir tersa y con cierto brillo natural y presentar una consistencia o textura justa. Una salsa, es más que una sopa, sin llegar a ser una pasta, debe poderse servir de forma que cubra un ingrediente o área del plato y con cierto movimiento. Considere que en un establecimiento de alimentos se debe servir cantidades de platos y en poco tiempo, por lo que la consistencia de la salsa debe contribuir con este proceso.
Las carnes blancas como el pollo combinan bien con salsas neutras y cremosas, mientras una carne de cerdo precisa de salsas más intensas como por ejemplo con mostaza. Las salsas, requieren de precisión y buenas técnicas para su elaboración, por lo que incluso miden las habilidades de quiénes las preparan.
Existen las salsas clásicas o las contemporáneas que responden a creaciones e inspiraciones debido a la evolución de la cocina o a las tendencias actuales. Un ejemplo de una salsa clásica es una velouté elaborada con un fondo claro y espesada con un roux claro (grasa y harina). Una salsa de inspiración podía recurrir a jugos o coulies de frutas o notas cítricas, en respuesta a ofrecer salsas más livianas y frescas. Es así, como una salsa será una gran aliada y podrá hacer la diferencia en el platillo a servir.