Hoy se cierran las inscripciones a candidatos para las próximas elecciones en Guatemala y queda comprobado que la oferta política deja mucho que desear. Son contadas las excepciones de quienes logran hacer un papel decente como candidatos y muchos menos quienes son candidatos a reelección respetables.
El próximo 6 de septiembre se deberá elegir al Presidente, Vicepresidente, diputados al Congreso, diputados al Parlamento Centroamericano –Parlacen- y alcaldes. En caso de ser necesario, habrá una segunda vuelta entre los dos primeros binomios presidenciales para definir quiénes serán los mandatarios durante los próximos cuatro años.
Ante este panorama surge el cuestionamiento de cómo mejorar la oferta política, cómo hacer que haya mejores candidatos y que el nivel de ofrecimientos sean en realidad para mejorar la calidad de vida en el país a largo plazo y no sólo para satisfacer deseos momentáneos de electores, financistas y grupos de presión. Cómo hacer para que el sistema político electoral sea de altura y no de subsuelo por no decir de abismo.
Para eso debemos revisar las reglas del juego con que los políticos acceden al poder, es decir, a la Ley Electoral y de Partidos Políticos –LEPP-. Actualmente se discuten las reformas a dicha Ley e incluso ya hay una propuesta en el Congreso de parte de los magistrados del Tribunal Supremo Electoral –TSE-. Esta reforma tiene aciertos y desaciertos que deberán ser discutidos ampliamente por los diputados.
Cuando se habla de reformar leyes, se debe tener mucho cuidado con respecto a varios aspectos, tales como: ¿es una reforma o un maquillaje para aparentar cambios? Si es una reforma debemos entonces preguntarnos ¿qué tipo de reforma es? Aquí debemos ser acuciosos para identificar si son reformas de fondo que van encaminadas a un sistema republicano que persigue la igualdad ante la Ley o si por el contrario se alejan del mismo y se convierte en una reforma populista, fuente de privilegios para unos –grupos de presión y allegados al poder- a costa del resto.
También es importante tomar en cuenta si las reformas se basan en principios como la igualdad ante la Ley, el poder del mandante, la fiscalización y la rendición de cuentas del mandatario, entre otros. O si por el contrario obedecen a la coyuntura política que tanto encanta a los politiquillos populistas –con vocación maquillista- para quedar bien con las “minorías” que hacen creer a las “mayorías” que son sus representantes.
Sólo mencionaré –por cuestiones de espacio- algunos aspectos de estas reformas. Uno de sus aciertos es la apertura a la competencia, ya que ahora los Comités Cívicos también podrán postular candidatos a diputados distritales del Congreso y a la Asamblea Nacional Constituyente, es lamentable que no lo hayan dejado también para Presidente y Vicepresidente. Además de que no se hayan considerado la postulación de candidatos independientes, pero por algo se empieza.
Este intento de romper el cartel de los partidos políticos para postular candidatos es plausible ya que dejan de ser meros vehículos electorales y negocio cada cuatro años, aunque se contradice con el castigo a los diputados que cambien de partido durante la legislatura. Al final de cuentas el ciudadano lo que ha pedido en innumerables ocasiones es votar por el candidato y no por el partido.
La validez jurídica del voto nulo como una expresión del votante hacia la oferta política es un tema que trataré en otro artículo.
Considero –en lo personal- que lo peor de esta propuesta es el intento de imponer cuotas a la lista de candidatos. Con el pretexto de la igualdad y la alternabilidad, pretenden que mujeres indígenas, ladinas y mestizas sean incluidas en el listado, así como hombres indígenas. Olvidan que la única igualdad posible y que promueve la paz es la igualdad ante la Ley, mientras la que pretenden imponer es arbitraria y violenta.
Esta reforma lo único que logrará es nepotismo y corrupción ya que serán las esposas, amantes, hijas y demás parentela de los politiquillos quienes lleguen al poder y sirvan de sus peones. Con esto la capacidad requerida para aspirar al cargo no será necesaria, bastará con ser mujer o indígena o ambos. Si no me cree, revise el Congreso actual y las listas de candidatos, encontrará a varias esposas, exesposas y demás parientes de alcaldes, exalcaldes, directores de fondos y demás burócratas.
Queda pendiente en esta reforma cambios de fondo como establecer un número fijo de diputados y la creación de subdistritos que trataré con más detalle en otro artículo.
Las reformas a la LEPP presentadas por el TSE deben analizarse detenidamente, ya que como dije anteriormente tienen sus claroscuros. Además que las reformas a la misma harán que mejore o empeore el sistema electoral. Es por eso que las presiones de diplomáticos, grupos organizados y aquellos que dicen representar el “clamor popular” deben convertirse en un debate serio y profundo de las consecuencias a largo plazo de dichas reformas. Así que cuando leas la reformas pregúntese ¿reforma o maquillaje?
Hoy se cierran las inscripciones a candidatos para las próximas elecciones en Guatemala y queda comprobado que la oferta política deja mucho que desear. Son contadas las excepciones de quienes logran hacer un papel decente como candidatos y muchos menos quienes son candidatos a reelección respetables.
El próximo 6 de septiembre se deberá elegir al Presidente, Vicepresidente, diputados al Congreso, diputados al Parlamento Centroamericano –Parlacen- y alcaldes. En caso de ser necesario, habrá una segunda vuelta entre los dos primeros binomios presidenciales para definir quiénes serán los mandatarios durante los próximos cuatro años.
Ante este panorama surge el cuestionamiento de cómo mejorar la oferta política, cómo hacer que haya mejores candidatos y que el nivel de ofrecimientos sean en realidad para mejorar la calidad de vida en el país a largo plazo y no sólo para satisfacer deseos momentáneos de electores, financistas y grupos de presión. Cómo hacer para que el sistema político electoral sea de altura y no de subsuelo por no decir de abismo.
Para eso debemos revisar las reglas del juego con que los políticos acceden al poder, es decir, a la Ley Electoral y de Partidos Políticos –LEPP-. Actualmente se discuten las reformas a dicha Ley e incluso ya hay una propuesta en el Congreso de parte de los magistrados del Tribunal Supremo Electoral –TSE-. Esta reforma tiene aciertos y desaciertos que deberán ser discutidos ampliamente por los diputados.
Cuando se habla de reformar leyes, se debe tener mucho cuidado con respecto a varios aspectos, tales como: ¿es una reforma o un maquillaje para aparentar cambios? Si es una reforma debemos entonces preguntarnos ¿qué tipo de reforma es? Aquí debemos ser acuciosos para identificar si son reformas de fondo que van encaminadas a un sistema republicano que persigue la igualdad ante la Ley o si por el contrario se alejan del mismo y se convierte en una reforma populista, fuente de privilegios para unos –grupos de presión y allegados al poder- a costa del resto.
También es importante tomar en cuenta si las reformas se basan en principios como la igualdad ante la Ley, el poder del mandante, la fiscalización y la rendición de cuentas del mandatario, entre otros. O si por el contrario obedecen a la coyuntura política que tanto encanta a los politiquillos populistas –con vocación maquillista- para quedar bien con las “minorías” que hacen creer a las “mayorías” que son sus representantes.
Sólo mencionaré –por cuestiones de espacio- algunos aspectos de estas reformas. Uno de sus aciertos es la apertura a la competencia, ya que ahora los Comités Cívicos también podrán postular candidatos a diputados distritales del Congreso y a la Asamblea Nacional Constituyente, es lamentable que no lo hayan dejado también para Presidente y Vicepresidente. Además de que no se hayan considerado la postulación de candidatos independientes, pero por algo se empieza.
Este intento de romper el cartel de los partidos políticos para postular candidatos es plausible ya que dejan de ser meros vehículos electorales y negocio cada cuatro años, aunque se contradice con el castigo a los diputados que cambien de partido durante la legislatura. Al final de cuentas el ciudadano lo que ha pedido en innumerables ocasiones es votar por el candidato y no por el partido.
La validez jurídica del voto nulo como una expresión del votante hacia la oferta política es un tema que trataré en otro artículo.
Considero –en lo personal- que lo peor de esta propuesta es el intento de imponer cuotas a la lista de candidatos. Con el pretexto de la igualdad y la alternabilidad, pretenden que mujeres indígenas, ladinas y mestizas sean incluidas en el listado, así como hombres indígenas. Olvidan que la única igualdad posible y que promueve la paz es la igualdad ante la Ley, mientras la que pretenden imponer es arbitraria y violenta.
Esta reforma lo único que logrará es nepotismo y corrupción ya que serán las esposas, amantes, hijas y demás parentela de los politiquillos quienes lleguen al poder y sirvan de sus peones. Con esto la capacidad requerida para aspirar al cargo no será necesaria, bastará con ser mujer o indígena o ambos. Si no me cree, revise el Congreso actual y las listas de candidatos, encontrará a varias esposas, exesposas y demás parientes de alcaldes, exalcaldes, directores de fondos y demás burócratas.
Queda pendiente en esta reforma cambios de fondo como establecer un número fijo de diputados y la creación de subdistritos que trataré con más detalle en otro artículo.
Las reformas a la LEPP presentadas por el TSE deben analizarse detenidamente, ya que como dije anteriormente tienen sus claroscuros. Además que las reformas a la misma harán que mejore o empeore el sistema electoral. Es por eso que las presiones de diplomáticos, grupos organizados y aquellos que dicen representar el “clamor popular” deben convertirse en un debate serio y profundo de las consecuencias a largo plazo de dichas reformas. Así que cuando leas la reformas pregúntese ¿reforma o maquillaje?