La semana pasada estuvo en Guatemala la experta argentina en educación Doctora Irma Briasco. Su especialidad es la formación de los jóvenes para poder ingresar a la fuerza laboral, por medio del desarrollo de los talentos individuales, permitiendo y promoviendo la creatividad y la innovación.
Su ponencia se dividió en dos momentos: el desarrollo de los jóvenes como misión de tres actores que deben trabajar en conjunto: el Estado, la Academia y el empresariado, como políticas públicas.
El resultado secundario de este trabajo consensuado es una fuerza laboral mejor calificado, y por ende mayor prosperidad individual y colectiva. Pero no es el resultado primario, ni la misión primaria. El desarrollo integral del alumno lo es, otorgándole la posibilidad de descubrir las competencias personales, profundizarlas y luego profesionalizarlas.
Se discutió que el aprendizaje es una experiencia de prueba y error; el resultante descubrimiento de si mismo, y la satisfacción por haber aprehendido conocimientos y lo más importante, como aplicarlos. Todo esto en un proceso constante de aprendizaje, que en si es otro reconocimiento sine qua non; el ser humano nunca deja de aprender. El dicho folclórica, “todos los días se aprende algo” es cierto, y por medio de la experiencia in situ, con éxitos y fracasos, se aprende que nunca de deja de aprender.
Se trasladan estos conceptos al aula; sobre todo del nivel medio; debiea ser desde el nivel preprimario, porque es el desarrollo de las destrezas, y entre más pronto fuese, mejor. El nivel educativo tradicional para elegir una carrera, para estudiar nociones básicas y elementales que fortalecerán la vocación incipiente del joven, es el nivel de diversificado, de los dieciséis a los dieciocho años aproximadamente. Se finaliza el nivel de Básicos, y se opta o por un Bachillerato que llevará a estudios superiores, o a alguna carrera vocacional, que permitirá que el graduado ingrese a la fuerza laboral al no más completar sus estudios del nivel medio.
En cualquier de los dos ambientes, el desarrollo del emprendedurismo es una herramienta que responde a las necesidades del siglo veintiuno: creatividad, comunicación, poder trabajar cooperativamente, el desarrollo del liderazgo, poder analizar y luego resolver los problemas. Las llamadas destrezas suaves, soft skills, que todo empresario busca en sus colaboradores siendo éstas necesarios para las exigencias de los mercados, tanto locales y globalizados.
Estas destrezas no se pueden aprender en una asignatura, se aprenden en base de la experiencia, la vivencia, y la ambientación y ubicación del aprendizaje dentro de la vida diaria; volver el aprendizaje pertinente a la vocación, el sueño, el diario vivir.
En la discusión de cómo promover este espíritu de emprededurismo, que no necesariamente es un espíritu empresarial, se comenta sobre el cambio de metodología educativa, a un proceso de aprender haciendo, Aprendizaje Basado en Proyectos, ABP. Se ha comentado en este espacio, en semanas atrás, de las bondades de esta metodología, porque se integra el aprendizaje de todas las asignaturas en un proceso vivencial, con sobre todo, la posibilidad de cometer errores, los cuales son oportunidades únicas y sin comparación para aprender.
Se fortalecen las destrezas del siglo veintiuno; se aprende a trabajar en grupo, analizar las propuestas, experimentar con el rol de líder, y se desarrolla la percepción personal y de los demás. Se reconocen los talentos individuales de los integrantes del grupo, se desarrolla la tolerancia para las personas que necesitan más apoyo, y el auto conocimiento de los limites personales, y la inclusión. Todos estos aprendizajes que no se adquieren ni en un libro ni en una asignatura, ni con un estudio individual.
La Doctora Briasco, quien compartió con gran generosidad sus amplios conocimientos y experiencia, dejó patente el reto del desarrollo del emprendedurismo en la educación guatemalteca. El cambio de metodología es imperante, proveer las oportunidades a los jóvenes que quieren optar por una carrera vocacional es necesario, y ubicarse en la realidad nacional.
La semana pasada estuvo en Guatemala la experta argentina en educación Doctora Irma Briasco. Su especialidad es la formación de los jóvenes para poder ingresar a la fuerza laboral, por medio del desarrollo de los talentos individuales, permitiendo y promoviendo la creatividad y la innovación.
Su ponencia se dividió en dos momentos: el desarrollo de los jóvenes como misión de tres actores que deben trabajar en conjunto: el Estado, la Academia y el empresariado, como políticas públicas.
El resultado secundario de este trabajo consensuado es una fuerza laboral mejor calificado, y por ende mayor prosperidad individual y colectiva. Pero no es el resultado primario, ni la misión primaria. El desarrollo integral del alumno lo es, otorgándole la posibilidad de descubrir las competencias personales, profundizarlas y luego profesionalizarlas.
Se discutió que el aprendizaje es una experiencia de prueba y error; el resultante descubrimiento de si mismo, y la satisfacción por haber aprehendido conocimientos y lo más importante, como aplicarlos. Todo esto en un proceso constante de aprendizaje, que en si es otro reconocimiento sine qua non; el ser humano nunca deja de aprender. El dicho folclórica, “todos los días se aprende algo” es cierto, y por medio de la experiencia in situ, con éxitos y fracasos, se aprende que nunca de deja de aprender.
Se trasladan estos conceptos al aula; sobre todo del nivel medio; debiea ser desde el nivel preprimario, porque es el desarrollo de las destrezas, y entre más pronto fuese, mejor. El nivel educativo tradicional para elegir una carrera, para estudiar nociones básicas y elementales que fortalecerán la vocación incipiente del joven, es el nivel de diversificado, de los dieciséis a los dieciocho años aproximadamente. Se finaliza el nivel de Básicos, y se opta o por un Bachillerato que llevará a estudios superiores, o a alguna carrera vocacional, que permitirá que el graduado ingrese a la fuerza laboral al no más completar sus estudios del nivel medio.
En cualquier de los dos ambientes, el desarrollo del emprendedurismo es una herramienta que responde a las necesidades del siglo veintiuno: creatividad, comunicación, poder trabajar cooperativamente, el desarrollo del liderazgo, poder analizar y luego resolver los problemas. Las llamadas destrezas suaves, soft skills, que todo empresario busca en sus colaboradores siendo éstas necesarios para las exigencias de los mercados, tanto locales y globalizados.
Estas destrezas no se pueden aprender en una asignatura, se aprenden en base de la experiencia, la vivencia, y la ambientación y ubicación del aprendizaje dentro de la vida diaria; volver el aprendizaje pertinente a la vocación, el sueño, el diario vivir.
En la discusión de cómo promover este espíritu de emprededurismo, que no necesariamente es un espíritu empresarial, se comenta sobre el cambio de metodología educativa, a un proceso de aprender haciendo, Aprendizaje Basado en Proyectos, ABP. Se ha comentado en este espacio, en semanas atrás, de las bondades de esta metodología, porque se integra el aprendizaje de todas las asignaturas en un proceso vivencial, con sobre todo, la posibilidad de cometer errores, los cuales son oportunidades únicas y sin comparación para aprender.
Se fortalecen las destrezas del siglo veintiuno; se aprende a trabajar en grupo, analizar las propuestas, experimentar con el rol de líder, y se desarrolla la percepción personal y de los demás. Se reconocen los talentos individuales de los integrantes del grupo, se desarrolla la tolerancia para las personas que necesitan más apoyo, y el auto conocimiento de los limites personales, y la inclusión. Todos estos aprendizajes que no se adquieren ni en un libro ni en una asignatura, ni con un estudio individual.
La Doctora Briasco, quien compartió con gran generosidad sus amplios conocimientos y experiencia, dejó patente el reto del desarrollo del emprendedurismo en la educación guatemalteca. El cambio de metodología es imperante, proveer las oportunidades a los jóvenes que quieren optar por una carrera vocacional es necesario, y ubicarse en la realidad nacional.