Kafka dijo que “un idiota es un idiota; dos idiotas, son dos idiotas; diez mil idiotas, son un partido político” y con enorme pena confieso que creo que hasta ahora, viendo los resultados obtenidos de gobiernos anteriores en Guatemala, eso no ha estado tan lejos de la verdad. Es hora de cambiar esa mentalidad, de ofrecer a la ciudadanía una propuesta moderna, acorde con estos vientos de cambio que estamos viviendo.
No se usted, pero yo no quiero en cuatro años tener que votar en contra de algún candidato o candidata nefastos, sino más bien quiero votar por estar convencida de que la propuesta es proactiva, factible y progresista. Quiero un candidato que no sea de dedo, que surja de plenarias dentro de un partido que se base en conceptos, en ideas, en propuestas concretas.
Roma no se hizo en un día, como todos sabemos. En Guatemala existe una generación que casi no está representada. Con todo respeto, es hora de dejar a la sangre nueva entrar en acción. Tenemos una partida de dinosaurios en cargos públicos del más alto nivel, que ya dieron lo que podían al país y se les agradece la buena intención que hayan podido tener. Digo dinosaurios, porque como esas especies, son dignas de admiración y respeto, pero no se adaptan a la realidad actual. Estamos en el Siglo XXI, y somos muchos los que estamos hartos de hablar de la guerra, de ver al pasado. El pasado es algo que debemos conocer y comprender, para que no se repita nunca. Eso, sin duda. Pero debemos construir, trazar puentes de convergencia, viendo hacia adelante.
Soy Libertaria de corazón y convicción, pero creo que nadie posee el monopolio de la razón. Toda ideología es concebida por mentes humanas, y la mente humana es intrínsecamente falible. Por ende, todas las corrientes de pensamiento son imperfectas. Si, todas. Todas tienen resquicios, fisuras que no son siempre fáciles de resolver sin importar ideas de otra fuente. Considero que es hora de dialogar, de encontrar puntos en común, y de hacerlo con quienes sabemos tienen el mismo objetivo nuestro: una Guatemala próspera, libre y en paz.
Claro está, no todos en el otro extremo del espectro están interesados en ese objetivo y por ende, no son materia de diálogo. Pero a su vez, pienso que no todos los del otro extremo del espectro son mal intencionados y obtusos. O al menos, eso espero.
Quisiera ver pues una propuesta política donde la generación de los 35 a los 60 entre en acción decididamente. Gente educada en el exterior, o con visión amplia, que funden un partido basado en conceptos claros: respeto a la libertad privada, respeto al individuo, protección al medioambiente, propuestas de incentivo al pequeño y mediano empresario, propuestas de incentivo a las comunidades indígenas (bancos comunales son mis favoritos porque he visto resultados excepcionales), municipalidades descentralizadas y con reglamentos claros (no cacicatos donde el alcalde maneja su comunidad a su sabor y antojo). Una propuesta que traiga leyes concisas, concretas y claras sobre las cuales basar nuestro actuar, pero que no dicten cada detalle del mismo y nos aten de pies y manos. Quiero ver una plataforma política con propuestas concretas sobre salud, educación, pero no con miras paternalistas sino con verdadera conciencia social porque si bien los Libertarios no hemos sido tradicionalmente fans del concepto, a mi humilde criterio, en nuestra realidad, conciencia social no es sinónimo de paternalismo. Creo que es necesario implementar políticas que ayuden a las personas más necesitadas en las áreas urbanas y a las comunidades indígenas, especialmente en las partes más remotas del país, a construirse una vida y a ofrecer un mejor futuro a sus propios hijos. Pero esas herramientas, esa ayuda, debe venir de entes externos, no como regalo, sino como incentivos.
Un partido con una base sólida partidaria, que nos ofrezcan una propuesta política donde el candidato final surja de la libre competencia entre todos los potencialmente idóneos dentro del mismo partido, es decir, con primarias y ya no porque compró su candidatura o como si fuera “el ungido”.
Quisiera un partido formado por líderes de todos los sectores: política, empresarial, artistas e intelectuales. Yo no tengo nada contra el Ejército, porque pienso que como todo sector, tiene elementos buenos y elementos malos. Pero sería ideal no ver ni militares ni ex guerrilleros en esta nueva propuesta. De nuevo me disculpo, pero su discurso es literalmente “del siglo pasado” y allí se debiera quedar. Muchos están en el ocaso de sus vidas, y ya dieron lo que podían. De la ex guerrilla quedan sólo señores de la tercera edad, y el ejército moderno no tiene porqué miliar en política. Su labor debiera ser otra y totalmente apolítica.
En conclusión, quisiera que con una propuesta con visión del Siglo XXI entre en acción. Ya no pesimismos, antagonismos y discos rallados. Es hora que la gente positiva, visionaria entre al ruedo político, pero ojo: las manzanas podridas no deben entrar a formar parte de esta propuesta porque sólo la contaminarán, entorpecerán y estancarán.
Con esto, quiero lanzar un reto a los líderes de Guatemala de todos los sectores. ¿Pueden y quieren sentarse a dialogar para finalmente construir la nación que estamos exigiendo los ciudadanos? ¿Pueden hacer tiempo en sus ocupadas agendas para pensar en el país y poner sus acciones donde han puesto sus palabras? Todos decimos amar a nuestro país. John Dos Pasos nos dice que “La creación de una visión del mundo es el trabajo de una generación más que de una persona, pero cada uno de nosotros, para bien o para mal, añade su propio ladrillo.” Qué dicen entonces, líderes actuales, amantes de Guatemala, ¿quieren o no añadir su buen ladrillo a la construcción de esta nueva Guatemala?
Kafka dijo que “un idiota es un idiota; dos idiotas, son dos idiotas; diez mil idiotas, son un partido político” y con enorme pena confieso que creo que hasta ahora, viendo los resultados obtenidos de gobiernos anteriores en Guatemala, eso no ha estado tan lejos de la verdad. Es hora de cambiar esa mentalidad, de ofrecer a la ciudadanía una propuesta moderna, acorde con estos vientos de cambio que estamos viviendo.
No se usted, pero yo no quiero en cuatro años tener que votar en contra de algún candidato o candidata nefastos, sino más bien quiero votar por estar convencida de que la propuesta es proactiva, factible y progresista. Quiero un candidato que no sea de dedo, que surja de plenarias dentro de un partido que se base en conceptos, en ideas, en propuestas concretas.
Roma no se hizo en un día, como todos sabemos. En Guatemala existe una generación que casi no está representada. Con todo respeto, es hora de dejar a la sangre nueva entrar en acción. Tenemos una partida de dinosaurios en cargos públicos del más alto nivel, que ya dieron lo que podían al país y se les agradece la buena intención que hayan podido tener. Digo dinosaurios, porque como esas especies, son dignas de admiración y respeto, pero no se adaptan a la realidad actual. Estamos en el Siglo XXI, y somos muchos los que estamos hartos de hablar de la guerra, de ver al pasado. El pasado es algo que debemos conocer y comprender, para que no se repita nunca. Eso, sin duda. Pero debemos construir, trazar puentes de convergencia, viendo hacia adelante.
Soy Libertaria de corazón y convicción, pero creo que nadie posee el monopolio de la razón. Toda ideología es concebida por mentes humanas, y la mente humana es intrínsecamente falible. Por ende, todas las corrientes de pensamiento son imperfectas. Si, todas. Todas tienen resquicios, fisuras que no son siempre fáciles de resolver sin importar ideas de otra fuente. Considero que es hora de dialogar, de encontrar puntos en común, y de hacerlo con quienes sabemos tienen el mismo objetivo nuestro: una Guatemala próspera, libre y en paz.
Claro está, no todos en el otro extremo del espectro están interesados en ese objetivo y por ende, no son materia de diálogo. Pero a su vez, pienso que no todos los del otro extremo del espectro son mal intencionados y obtusos. O al menos, eso espero.
Quisiera ver pues una propuesta política donde la generación de los 35 a los 60 entre en acción decididamente. Gente educada en el exterior, o con visión amplia, que funden un partido basado en conceptos claros: respeto a la libertad privada, respeto al individuo, protección al medioambiente, propuestas de incentivo al pequeño y mediano empresario, propuestas de incentivo a las comunidades indígenas (bancos comunales son mis favoritos porque he visto resultados excepcionales), municipalidades descentralizadas y con reglamentos claros (no cacicatos donde el alcalde maneja su comunidad a su sabor y antojo). Una propuesta que traiga leyes concisas, concretas y claras sobre las cuales basar nuestro actuar, pero que no dicten cada detalle del mismo y nos aten de pies y manos. Quiero ver una plataforma política con propuestas concretas sobre salud, educación, pero no con miras paternalistas sino con verdadera conciencia social porque si bien los Libertarios no hemos sido tradicionalmente fans del concepto, a mi humilde criterio, en nuestra realidad, conciencia social no es sinónimo de paternalismo. Creo que es necesario implementar políticas que ayuden a las personas más necesitadas en las áreas urbanas y a las comunidades indígenas, especialmente en las partes más remotas del país, a construirse una vida y a ofrecer un mejor futuro a sus propios hijos. Pero esas herramientas, esa ayuda, debe venir de entes externos, no como regalo, sino como incentivos.
Un partido con una base sólida partidaria, que nos ofrezcan una propuesta política donde el candidato final surja de la libre competencia entre todos los potencialmente idóneos dentro del mismo partido, es decir, con primarias y ya no porque compró su candidatura o como si fuera “el ungido”.
Quisiera un partido formado por líderes de todos los sectores: política, empresarial, artistas e intelectuales. Yo no tengo nada contra el Ejército, porque pienso que como todo sector, tiene elementos buenos y elementos malos. Pero sería ideal no ver ni militares ni ex guerrilleros en esta nueva propuesta. De nuevo me disculpo, pero su discurso es literalmente “del siglo pasado” y allí se debiera quedar. Muchos están en el ocaso de sus vidas, y ya dieron lo que podían. De la ex guerrilla quedan sólo señores de la tercera edad, y el ejército moderno no tiene porqué miliar en política. Su labor debiera ser otra y totalmente apolítica.
En conclusión, quisiera que con una propuesta con visión del Siglo XXI entre en acción. Ya no pesimismos, antagonismos y discos rallados. Es hora que la gente positiva, visionaria entre al ruedo político, pero ojo: las manzanas podridas no deben entrar a formar parte de esta propuesta porque sólo la contaminarán, entorpecerán y estancarán.
Con esto, quiero lanzar un reto a los líderes de Guatemala de todos los sectores. ¿Pueden y quieren sentarse a dialogar para finalmente construir la nación que estamos exigiendo los ciudadanos? ¿Pueden hacer tiempo en sus ocupadas agendas para pensar en el país y poner sus acciones donde han puesto sus palabras? Todos decimos amar a nuestro país. John Dos Pasos nos dice que “La creación de una visión del mundo es el trabajo de una generación más que de una persona, pero cada uno de nosotros, para bien o para mal, añade su propio ladrillo.” Qué dicen entonces, líderes actuales, amantes de Guatemala, ¿quieren o no añadir su buen ladrillo a la construcción de esta nueva Guatemala?