Roberto Hernández: “Escalar el Island Peak nos abrió las puertas para aspirar al Everest”
Los guatemaltecos Roberto Hernández (36 años), Alejandro Morales (27) y Jonathan —Jonny— Macario (30) cumplieron el objetivo de alcanzar la cima del Island Peak y colocar la bandera del país en lo más alto. Esta montaña es conocida por ser una de las más emblemáticas de los Himalayas.
Hernández organizó esta expedición en 2023. Pero su experiencia en el campo se remonta a 2011 cuando escaló sus primeros volcanes a los 22 años. Desde entonces ha sido muy activo en el tema.
República conversó con el montañista luego de alcanzar este hito y conocer un poco más sobre la experiencia de llegar a la cima de una de las montañas más conocidas —y difíciles—. También platicó sobre lo que sigue para el grupo.
¿Por qué asumir el reto de escalar el Island Peak? ¿Cómo es la preparación física y mentalmente para esta expedición?
— Conozco a Alejandro hace 10 años y a Jonny hace uno. A los tres nos gusta la aventura, la naturaleza y los volcanes. Cuando uno se involucra en el montañismo, comienza a nivel local, pero llega un momento donde uno sabe que es momento de buscar expediciones en el extranjero.
Los tres ya teníamos un poco de experiencia en alta montaña, inclusive yendo por separado a otros países de Latinoamérica, entonces entendíamos técnicas especializadas y la demanda física que este tipo de expediciones requiere.
En noviembre del 2023 armé esta expedición. Se lo comenté a ambos y empezamos a trabajar con un plan de entrenamiento en marzo de este año: gimnasio, salir a correr y trotar, y subir volcanes.
Nos fuimos de Guatemala el 25 de octubre y llegamos a Nepal el 27. Al día siguiente descansamos y el 29 volamos hacia las montañas. Ese día empezó todo. Fueron ocho días de caminata al campo base en el que recorríamos entre 10 y 15 km diarios.
Logramos la cumbre del Island Peak el 9 de noviembre. El ascenso fue de dos días, pero todo el recorrido previo nos ayudó en preparación física y aclimatación. Uno puede pensar subir 5000 metros y ver esa cordillera que está a un costado del Everest, pero otra cosa ya es subirlos. Además, es una montaña peligrosa, pero la adrenalina prevalece.
¿Qué fue lo más sorprendente o inesperado que vivieron durante la expedición?
— Creo que las dificultades fueron en cuanto a exigencia física. Pocos guatemaltecos logran ascender a esas alturas. No es lo mismo hacer ejercicio aquí en la ciudad, que a 5000 metros sobre el nivel del mar.
Hice algunas convocatorias porque quería armar un bonito grupo, y, sobre todo, quería que hubiera presencia femenina. Lo chistoso fue que estando allá nos encontramos a tres chicas de Quetzaltenango.
¿Se puede comparar la experiencia de escalar el Island Peak con los volcanes de Guatemala? ¿Hay similitudes o no?
— Para mí todas tienen sus dificultades. He escuchado que muchos menos precian los volcanes y montañas de aquí cuando viven una experiencia internacional, pero el país tiene alturas de buen calibre para entrenar. El Tajumulco con sus 4200 metros de altura, es un ejemplo.
Considero que la mayoría de los volcanes son un buen terreno para entrenar. Quizá en comparación lo que no encontramos son las alturas, pero de ahí tenemos todo lo necesario para practicar.
¿Qué reflexiones personales se lleva de esta experiencia?
— Me deja algo que es aplicable en muchas áreas de la vida y es que a veces uno no se anima a realizar proyectos o actividades por miedo a fracasar o no lograrlo. Pero al final estas cosas son posibles y alcanzables como cualquier otra si se trabaja y esfuerza por ello.
¿Cómo describiría la experiencia con una metáfora?
— Los montañistas hacemos mucho la comparación de que la vida es una montaña también. Tiene sus dificultades. La vida tiene esa tendencia de ir declinando y ascendiendo. Cumplimos años, maduramos, crecemos y nos desarrollamos como humanos.
Una montaña es similar, uno empieza de a poco, asciende paso a paso y de repente en el camino hay dificultades que sobrepasar y hay que ingeniárselas para lograrlo.
A veces hay momentos de tranquilidad o dificultad, pero al final la cúspide son los logros, como las cimas de una montaña.
Después del Island Peak, ¿qué sigue?
— Empezamos un proyecto codicioso. Queremos alcanzar las cumbres continentales: el Aconcagua en Argentina, Denali en Alaska, Kilimanjaro en África, Monte Elbrus en Rusia, Monte Vinson en Antártida y la cima más alta del mundo, el Everest.
Todas las primeras nos servirán de entrenamiento para alcanzar la última. El Everest es realmente la meta, pero sabemos que conlleva mucho trabajo, preparación y tiempo. Se debe tener experiencia previa para subir esa cumbre.
Esto que acabamos de nacer nos abrió las puertas para aspirar al Everest. Nuestro objetivo a corto plazo es subir la montaña más alta de cada continente.
¿Qué mensaje les dejaría a las personas que están comenzando con el montañismo?
— Es un deporte muy bonito. Muchos le llaman el deporte noble, porque nos permite convivir con más personas. No se trata de llegar o alcanzar las cimas en solitario, a veces no se saborean igual. Lo bonito es llegar con un grupo y acompañado.
También les diría que se animen a practicarlo, como cualquier deporte hay que entrenar y prepararse. La perseverancia es importante.
Roberto Hernández: “Escalar el Island Peak nos abrió las puertas para aspirar al Everest”
Los guatemaltecos Roberto Hernández (36 años), Alejandro Morales (27) y Jonathan —Jonny— Macario (30) cumplieron el objetivo de alcanzar la cima del Island Peak y colocar la bandera del país en lo más alto. Esta montaña es conocida por ser una de las más emblemáticas de los Himalayas.
Hernández organizó esta expedición en 2023. Pero su experiencia en el campo se remonta a 2011 cuando escaló sus primeros volcanes a los 22 años. Desde entonces ha sido muy activo en el tema.
República conversó con el montañista luego de alcanzar este hito y conocer un poco más sobre la experiencia de llegar a la cima de una de las montañas más conocidas —y difíciles—. También platicó sobre lo que sigue para el grupo.
¿Por qué asumir el reto de escalar el Island Peak? ¿Cómo es la preparación física y mentalmente para esta expedición?
— Conozco a Alejandro hace 10 años y a Jonny hace uno. A los tres nos gusta la aventura, la naturaleza y los volcanes. Cuando uno se involucra en el montañismo, comienza a nivel local, pero llega un momento donde uno sabe que es momento de buscar expediciones en el extranjero.
Los tres ya teníamos un poco de experiencia en alta montaña, inclusive yendo por separado a otros países de Latinoamérica, entonces entendíamos técnicas especializadas y la demanda física que este tipo de expediciones requiere.
En noviembre del 2023 armé esta expedición. Se lo comenté a ambos y empezamos a trabajar con un plan de entrenamiento en marzo de este año: gimnasio, salir a correr y trotar, y subir volcanes.
Nos fuimos de Guatemala el 25 de octubre y llegamos a Nepal el 27. Al día siguiente descansamos y el 29 volamos hacia las montañas. Ese día empezó todo. Fueron ocho días de caminata al campo base en el que recorríamos entre 10 y 15 km diarios.
Logramos la cumbre del Island Peak el 9 de noviembre. El ascenso fue de dos días, pero todo el recorrido previo nos ayudó en preparación física y aclimatación. Uno puede pensar subir 5000 metros y ver esa cordillera que está a un costado del Everest, pero otra cosa ya es subirlos. Además, es una montaña peligrosa, pero la adrenalina prevalece.
¿Qué fue lo más sorprendente o inesperado que vivieron durante la expedición?
— Creo que las dificultades fueron en cuanto a exigencia física. Pocos guatemaltecos logran ascender a esas alturas. No es lo mismo hacer ejercicio aquí en la ciudad, que a 5000 metros sobre el nivel del mar.
Hice algunas convocatorias porque quería armar un bonito grupo, y, sobre todo, quería que hubiera presencia femenina. Lo chistoso fue que estando allá nos encontramos a tres chicas de Quetzaltenango.
¿Se puede comparar la experiencia de escalar el Island Peak con los volcanes de Guatemala? ¿Hay similitudes o no?
— Para mí todas tienen sus dificultades. He escuchado que muchos menos precian los volcanes y montañas de aquí cuando viven una experiencia internacional, pero el país tiene alturas de buen calibre para entrenar. El Tajumulco con sus 4200 metros de altura, es un ejemplo.
Considero que la mayoría de los volcanes son un buen terreno para entrenar. Quizá en comparación lo que no encontramos son las alturas, pero de ahí tenemos todo lo necesario para practicar.
¿Qué reflexiones personales se lleva de esta experiencia?
— Me deja algo que es aplicable en muchas áreas de la vida y es que a veces uno no se anima a realizar proyectos o actividades por miedo a fracasar o no lograrlo. Pero al final estas cosas son posibles y alcanzables como cualquier otra si se trabaja y esfuerza por ello.
¿Cómo describiría la experiencia con una metáfora?
— Los montañistas hacemos mucho la comparación de que la vida es una montaña también. Tiene sus dificultades. La vida tiene esa tendencia de ir declinando y ascendiendo. Cumplimos años, maduramos, crecemos y nos desarrollamos como humanos.
Una montaña es similar, uno empieza de a poco, asciende paso a paso y de repente en el camino hay dificultades que sobrepasar y hay que ingeniárselas para lograrlo.
A veces hay momentos de tranquilidad o dificultad, pero al final la cúspide son los logros, como las cimas de una montaña.
Después del Island Peak, ¿qué sigue?
— Empezamos un proyecto codicioso. Queremos alcanzar las cumbres continentales: el Aconcagua en Argentina, Denali en Alaska, Kilimanjaro en África, Monte Elbrus en Rusia, Monte Vinson en Antártida y la cima más alta del mundo, el Everest.
Todas las primeras nos servirán de entrenamiento para alcanzar la última. El Everest es realmente la meta, pero sabemos que conlleva mucho trabajo, preparación y tiempo. Se debe tener experiencia previa para subir esa cumbre.
Esto que acabamos de nacer nos abrió las puertas para aspirar al Everest. Nuestro objetivo a corto plazo es subir la montaña más alta de cada continente.
¿Qué mensaje les dejaría a las personas que están comenzando con el montañismo?
— Es un deporte muy bonito. Muchos le llaman el deporte noble, porque nos permite convivir con más personas. No se trata de llegar o alcanzar las cimas en solitario, a veces no se saborean igual. Lo bonito es llegar con un grupo y acompañado.
También les diría que se animen a practicarlo, como cualquier deporte hay que entrenar y prepararse. La perseverancia es importante.