Fundada en 1960, La Mezquita es mucho más que un restaurante: es una cápsula viva de historia en el corazón de la Zona 1. En sus salones han compartido mesas artistas, escritores y políticos como Efraín Recinos, Mario Monteforte Toledo, Humberto Acal, Manolo Gallardo y hasta figuras internacionales como Paloma San Basilio, Julio Iglesias o los jugadores del Real Madrid de las cinco Copas de Europa. Sus paredes, inspiradas en la Mezquita de Córdoba, guardan recuerdos de una época en la que la cultura y la amistad se encontraban entre copas de vino y partidas de dominó.
Hoy, ese espíritu se mantiene intacto. Su cocina, fiel a la tradición, ofrece una experiencia que va más allá del sabor.
Esta clásica taberna ibérica apuesta por la autenticidad. Lo hace con una selección de tapas bien ejecutadas.
Croquetas de jamón
Una buena presencia de jamón —no solo aroma—, bechamel. De textura cremosa, con el interior sedoso y el rebozado dorado y crujiente en su punto. Muy recomendables como apertura.
Ensalada de pimientos
Tiras de pimiento con brillo de aceite de oliva y una ligera acidez. Buena caramelización y humo; el aliño es simple y efectivo (aceite, quizá vinagre de jerez, sal). Textura melosa que contrastaba bien con las croquetas. Fresca y necesaria para limpiar el paladar entre bocados más contundentes.
Callos
Fondo gelatinoso bien trabajado; callos tiernos y no gomosos. Contundentes y confortantes, ideal para quienes buscan sabor casero y potente.
Un guiso tradicionalista, con perfil especiado (pimentón) y profundidad gracias al largo cocinado. Destacarían los matices de tomate y legumbres si las llevaran.
Bacalao a la vizcaína
Pescado jugoso y en su punto, con las lascas bien separadas. La salsa tenía buena base de pimiento choricero/tomate; equilibrio entre dulzor y acidez. Recomendable.
A veces la intensidad de la salsa competía con el bacalao; quizá hubiera sido preferible una porción ligeramente más generosa de pescado frente a la salsa para poder evidenciar la calidad del bacalao.
Chistorras
Pequeñas, suculentas y bien hechas, con piel crujiente exterior y jugo interior que explotaba al morder.
Condimento especiado, ligeramente picante y ahumado; acompañamiento (pan o pimientos) ayudaba a combinar.
Tortilla de patatas con chorizo
Textura jugosa por dentro (punto semifluido) y bien cuajada en el exterior. El chorizo aportaba manchas rojizas y sabor ahumado.
Equilibrio entre la dulzura de la patata, la grasa del huevo y la fuerza del chorizo. Sabor reconfortante.
Preferimos la tortilla más hecha, lo que el servicio –atento y conocedor– se aprestó a cumplir de manera eficaz y diligente.
Imbatible como plato para compartir, ración generosa y sabrosa.
Bebida — El Coto (Rioja) Crianza 2019
Una elección acertada. Aportó notas de fruta roja madura, toques de vainilla y madera bien integrados por el tiempo en barrica.
En cuanto al maridaje, acompañó con elegancia las tapas más grasas aguantando bien la intensidad de los callos y el bacalao. Aportó la acidez suficiente para limpiar el paladar entre bocados.
Postre — Queso manchego
Selección tradicional, correcta y efectiva. El manchego ofreció la salinidad y textura firme esperada.
Un toque dulce –membrillo– o fruta seca hubiera mejorado la experiencia final elevando el cierre.
Pacharán Zoco y Brandy Torres 10
Digestivos bien escogidos. Cumplieron su función de digestivo y remate elegante.
El pacharán añadió un cierre afrutado y anisado suave, ideal después de quesos y platos grasos; el Brandy Torres 10 aportó calidez, notas de roble y final largo, perfecto como remate.
Conclusión
La Mezquita ofrece raciones generosas y productos con buena técnica. Vino y digestivos mantienen un estándar razonable. En conjunto, la relación calidad/precio es muy buena: se percibe honestidad en la materia prima. Cocina tradicional sin pretensiones o modas. Podrían pulirse pequeños detalles. Con todo, el establecimiento es un sitio donde la experiencia sensorial devuelve más de lo que exige la cuenta.
Fundada en 1960, La Mezquita es mucho más que un restaurante: es una cápsula viva de historia en el corazón de la Zona 1. En sus salones han compartido mesas artistas, escritores y políticos como Efraín Recinos, Mario Monteforte Toledo, Humberto Acal, Manolo Gallardo y hasta figuras internacionales como Paloma San Basilio, Julio Iglesias o los jugadores del Real Madrid de las cinco Copas de Europa. Sus paredes, inspiradas en la Mezquita de Córdoba, guardan recuerdos de una época en la que la cultura y la amistad se encontraban entre copas de vino y partidas de dominó.
Hoy, ese espíritu se mantiene intacto. Su cocina, fiel a la tradición, ofrece una experiencia que va más allá del sabor.
Esta clásica taberna ibérica apuesta por la autenticidad. Lo hace con una selección de tapas bien ejecutadas.
Croquetas de jamón
Una buena presencia de jamón —no solo aroma—, bechamel. De textura cremosa, con el interior sedoso y el rebozado dorado y crujiente en su punto. Muy recomendables como apertura.
Ensalada de pimientos
Tiras de pimiento con brillo de aceite de oliva y una ligera acidez. Buena caramelización y humo; el aliño es simple y efectivo (aceite, quizá vinagre de jerez, sal). Textura melosa que contrastaba bien con las croquetas. Fresca y necesaria para limpiar el paladar entre bocados más contundentes.
Callos
Fondo gelatinoso bien trabajado; callos tiernos y no gomosos. Contundentes y confortantes, ideal para quienes buscan sabor casero y potente.
Un guiso tradicionalista, con perfil especiado (pimentón) y profundidad gracias al largo cocinado. Destacarían los matices de tomate y legumbres si las llevaran.
Bacalao a la vizcaína
Pescado jugoso y en su punto, con las lascas bien separadas. La salsa tenía buena base de pimiento choricero/tomate; equilibrio entre dulzor y acidez. Recomendable.
A veces la intensidad de la salsa competía con el bacalao; quizá hubiera sido preferible una porción ligeramente más generosa de pescado frente a la salsa para poder evidenciar la calidad del bacalao.
Chistorras
Pequeñas, suculentas y bien hechas, con piel crujiente exterior y jugo interior que explotaba al morder.
Condimento especiado, ligeramente picante y ahumado; acompañamiento (pan o pimientos) ayudaba a combinar.
Tortilla de patatas con chorizo
Textura jugosa por dentro (punto semifluido) y bien cuajada en el exterior. El chorizo aportaba manchas rojizas y sabor ahumado.
Equilibrio entre la dulzura de la patata, la grasa del huevo y la fuerza del chorizo. Sabor reconfortante.
Preferimos la tortilla más hecha, lo que el servicio –atento y conocedor– se aprestó a cumplir de manera eficaz y diligente.
Imbatible como plato para compartir, ración generosa y sabrosa.
Bebida — El Coto (Rioja) Crianza 2019
Una elección acertada. Aportó notas de fruta roja madura, toques de vainilla y madera bien integrados por el tiempo en barrica.
En cuanto al maridaje, acompañó con elegancia las tapas más grasas aguantando bien la intensidad de los callos y el bacalao. Aportó la acidez suficiente para limpiar el paladar entre bocados.
Postre — Queso manchego
Selección tradicional, correcta y efectiva. El manchego ofreció la salinidad y textura firme esperada.
Un toque dulce –membrillo– o fruta seca hubiera mejorado la experiencia final elevando el cierre.
Pacharán Zoco y Brandy Torres 10
Digestivos bien escogidos. Cumplieron su función de digestivo y remate elegante.
El pacharán añadió un cierre afrutado y anisado suave, ideal después de quesos y platos grasos; el Brandy Torres 10 aportó calidez, notas de roble y final largo, perfecto como remate.
Conclusión
La Mezquita ofrece raciones generosas y productos con buena técnica. Vino y digestivos mantienen un estándar razonable. En conjunto, la relación calidad/precio es muy buena: se percibe honestidad en la materia prima. Cocina tradicional sin pretensiones o modas. Podrían pulirse pequeños detalles. Con todo, el establecimiento es un sitio donde la experiencia sensorial devuelve más de lo que exige la cuenta.
EL TIPO DE CAMBIO DE HOY ES DE: