Antigua ya es un escenario. Pero en la 2a avenida Sur 51A hay una puerta que abre a otro plano: velas que parecen flotar, guardianes de piedra custodiando rincones y estanterías de “pociones”. Es El Alquimista, el primer café y bar de fantasía de Guatemala, un concepto inmersivo pensado para que adultos y niños entren, literalmente, en un cuento.
La decoración es una declaración de intenciones. El salón principal luce muros dorados y armaduras; por la noche, luces que simulan auroras pintan el techo y transforman el ambiente en un pequeño “castillo” de bolsillo. Cada vela, cada vitrina, cada gadget de laboratorio fue colocado para sostener la ilusión de un taller de magos donde el detalle importa. Es el tipo de lugar que hace que mires hacia arriba antes de sentarte.
La carta también juega. Aquí los cocteles llegan humeantes, brillan, cambian de color o se sirven en frascos que parecen salidos de una clase de ciencias encantadas. Si te quedas en lo clásico, acertarás; si te animas al universo de “pociones”, mejor aún: pruebas algo distinto y te llevas la foto. La casa presume tragos como Poison No.7, Unicorn Essence o una margarita que muta frente a tus ojos; hay opciones sin alcohol y mocktails igual de teatrales.
Además de beber, aquí se hace. Puedes reservar una Clase de Pociones (coctelería guiada) y mezclar ingredientes al calor de un caldero —sombrero incluido—; es experiencia, risa y aprendizaje al mismo tiempo. Si prefieres la tarde suave, su Tea Party de estilo inglés llega en una jaula de hierro con tres niveles: salados, dulces e infusión humeante. Es perfecto para parejas o grupos pequeños que buscan algo diferente a la cafetería de siempre.
La agenda suma trivias temáticas, noches de juegos y talleres que congregan a la tribu geek y a curiosos por igual. Ese pulso comunitario —entre show y sobremesa— es lo que convierte a El Alquimista en un pequeño club de fans de la fantasía, abierto y amable.
Si necesitas otro empujón, piensa en la escena: una mesa con luz tenue, una jaula con bocados, una tetera roja que perfuma el aire, dos tazas listas y el rumor de la Antigua entrando por la ventana. No hace falta más para sentir que el tiempo se estira un poco, que la ciudad se queda afuera y que aquí, por una hora, la adultez puede jugar.
No es solo un “lugar bonito”, es una fantasía íntima que se toma en serio el detalle; porque sales con una historia que contar; y porque, entre luces y pociones, Antigua te regala un capítulo distinto. Cruza la puerta, pide algo que burbujee y deja que la magia haga el resto.
Antigua ya es un escenario. Pero en la 2a avenida Sur 51A hay una puerta que abre a otro plano: velas que parecen flotar, guardianes de piedra custodiando rincones y estanterías de “pociones”. Es El Alquimista, el primer café y bar de fantasía de Guatemala, un concepto inmersivo pensado para que adultos y niños entren, literalmente, en un cuento.
La decoración es una declaración de intenciones. El salón principal luce muros dorados y armaduras; por la noche, luces que simulan auroras pintan el techo y transforman el ambiente en un pequeño “castillo” de bolsillo. Cada vela, cada vitrina, cada gadget de laboratorio fue colocado para sostener la ilusión de un taller de magos donde el detalle importa. Es el tipo de lugar que hace que mires hacia arriba antes de sentarte.
La carta también juega. Aquí los cocteles llegan humeantes, brillan, cambian de color o se sirven en frascos que parecen salidos de una clase de ciencias encantadas. Si te quedas en lo clásico, acertarás; si te animas al universo de “pociones”, mejor aún: pruebas algo distinto y te llevas la foto. La casa presume tragos como Poison No.7, Unicorn Essence o una margarita que muta frente a tus ojos; hay opciones sin alcohol y mocktails igual de teatrales.
Además de beber, aquí se hace. Puedes reservar una Clase de Pociones (coctelería guiada) y mezclar ingredientes al calor de un caldero —sombrero incluido—; es experiencia, risa y aprendizaje al mismo tiempo. Si prefieres la tarde suave, su Tea Party de estilo inglés llega en una jaula de hierro con tres niveles: salados, dulces e infusión humeante. Es perfecto para parejas o grupos pequeños que buscan algo diferente a la cafetería de siempre.
La agenda suma trivias temáticas, noches de juegos y talleres que congregan a la tribu geek y a curiosos por igual. Ese pulso comunitario —entre show y sobremesa— es lo que convierte a El Alquimista en un pequeño club de fans de la fantasía, abierto y amable.
Si necesitas otro empujón, piensa en la escena: una mesa con luz tenue, una jaula con bocados, una tetera roja que perfuma el aire, dos tazas listas y el rumor de la Antigua entrando por la ventana. No hace falta más para sentir que el tiempo se estira un poco, que la ciudad se queda afuera y que aquí, por una hora, la adultez puede jugar.
No es solo un “lugar bonito”, es una fantasía íntima que se toma en serio el detalle; porque sales con una historia que contar; y porque, entre luces y pociones, Antigua te regala un capítulo distinto. Cruza la puerta, pide algo que burbujee y deja que la magia haga el resto.