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Edgar Carrillo: “El miedo nunca se vence del todo, pero sí se aprende a caminar con él”

.
Miguel Rodríguez
30 de noviembre, 2025

A los 39 años, una infección dañó el nervio óptico de ambos ojos. El diagnóstico fue contundente: no había nada que hacer. Poco a poco, la vista comenzó a apagarse. En ese momento, cuando la oscuridad parecía cerrarle el mundo, Edgar Carrillo eligió otra ruta: la de reinventarse.

Edgar no habla de pérdidas, sino de caminos que se abren donde otros solo ven finales. Entre carreras, entrenamientos y desafíos, convirtió el silencio visual en disciplina, en fuerza y en un modo distinto de mirar la vida. Cada meta alcanzada lleva consigo un matiz de nostalgia y reflexión, pero también una certeza luminosa: la determinación puede transformar el miedo en impulso y los límites en horizontes infinitos de posibilidad.

Ese recorrido de resistencia se despliega en su libro Alma de hierro. La historia de Edgar Carrillo. Y su mayor hazaña —convertirse, a los 55 años, en el primer atleta latinoamericano no vidente en completar el Ironman Cozumel, en México— no solo testimonia su coraje, sino que reafirma su mensaje: incluso en la oscuridad, siempre hay un camino que se puede encender.

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¿Cómo fue el proceso de adaptarse a la discapacidad?

—Fue un proceso complejo, lleno de frustración, dudas y momentos de depresión. El deporte me ayudó a cambiar esos sentimientos negativos y darme cuenta de que, a pesar de la ceguera, podía lograr cosas significativas.

¿Cómo fue su vida deportiva antes de perder la vista?

—Antes de perder la vista, practicaba deporte de manera recreativa, corría y asistía al gimnasio, pero nada formal. Era un pasatiempo, una forma de mantenerme activo y saludable. Tras perder la vista, mi rutina cambió drásticamente y decidí involucrarme en el triatlón como desafío personal y forma de ocupar mi tiempo de manera constructiva. 

¿Cuál fue el primer paso para involucrarse en competencias?

—El primer paso fue familiarizarme con la natación, la bicicleta y la carrera, enfrentando desafíos que nunca imaginé. Poco a poco, cada entrenamiento me permitió desarrollar habilidades, confianza y disciplina. El deporte se convirtió en un motor de motivación, enseñándome que podía superar cualquier obstáculo con esfuerzo y determinación. 

¿Qué ha sido más importante, el apoyo de su entorno o la fortaleza mental, para superar los retos?

—Ambos factores son fundamentales y se complementan. Sin el apoyo de familiares, amigos y guías, la fortaleza mental por sí sola no sería suficiente para avanzar. Del mismo modo, tener apoyo externo no garantiza resultados si no se cuenta con resiliencia y disciplina interna.

La combinación de ambas fortalezas me permite enfrentar desafíos constantemente. La motivación externa me impulsa y la fortaleza interna me sostiene. Cada logro alcanzado es fruto del equilibrio entre el respaldo cercano y la convicción de que puedo superar cualquier dificultad.

¿Cómo descubrió su verdadero potencial deportivo?

—Lo descubrí de manera gradual. Comencé con carreras cortas y fui ampliando distancias progresivamente. Cada meta cumplida reforzaba mi confianza y me enseñaba que los límites que percibía estaban más en la mente que en mi capacidad física. La constancia fue clave para superar barreras y descubrir mi verdadero potencial. 

¿Qué impulsa su deseo de seguir adelante y enfrentar nuevos desafíos a pesar de las dificultades?

—La sensación de logro tras cumplir objetivos me motiva constantemente. Cada meta alcanzada me recuerda que soy capaz de superar cualquier obstáculo. Además, la inspiración que recibo de otras personas, quienes se sienten motivadas por mi ejemplo, fortalece aún más mi determinación.

Mi compromiso no es solo personal, también lo es con quienes me apoyan. Cada reto superado refleja el esfuerzo conjunto con mis guías, familiares y amigos. Esta combinación de motivación interna y reconocimiento externo me impulsa a enfrentar nuevos desafíos y mantenerme activo en el deporte. 

¿Cómo enfrenta el miedo en la vida y en deportes de alto rendimiento?

—El miedo es natural y cumple un papel de protección, pero también puede ser un estímulo si se aprende a manejar. En triatlones, la natación en aguas abiertas con corrientes y olas genera temor, pero enfrentarlo es imprescindible para progresar en la competencia.

Con experiencia, he aprendido a dominarlo mediante disciplina, preparación y concentración. Cada logro se convierte en una prueba de que el miedo puede transformarse en motivación. Afrontar estas situaciones fortalece la confianza y demuestra que los límites personales pueden superarse con constancia y enfoque. 

¿Sintió en algún momento que tenía límites deportivos?

—Al iniciar en triatlón, me limitaron a la distancia sprint por ser ciego. Acepté inicialmente, pero decidí que podía ir más allá. Con guías y preparación constante, avancé a distancias estándar, medias y finalmente Ironman, superando las restricciones iniciales.

Romper límites requiere disciplina, constancia y confianza. Cada desafío superado demuestra que los límites son principalmente mentales. El apoyo de guías y familiares fue importante, pero la determinación interna fue el motor que me permitió avanzar, establecer nuevas metas y expandir mis horizontes deportivos sin restricciones.

Durante todo este recorrido, ¿hubo algún momento en el que pensó en rendirse y cómo logró sobreponerse a él?

—Sí, claro que hubo momentos de duda, sobre todo al enfrentar entrenamientos largos o cuando sufrí lesiones. Hubo días en que sentía que no podía más, que el esfuerzo no valía la pena. Pero recordaba a las personas que confiaban en mí, mis guías, mi familia, y ese compromiso con ellos me hacía levantarme.

¿Qué mensaje daría a personas que están enfrentando una discapacidad y dudan de su potencial?

—Que nunca dejen de esforzarse, trabajar y creer en sí mismos. Con perseverancia y determinación, siempre habrá oportunidades y alguien que los apoye. La discapacidad no define el potencial ni limita la capacidad de alcanzar metas.

Es fundamental reconocer el valor propio y mantener la motivación constante. Cada pequeño avance refuerza la confianza y abre nuevas posibilidades. La constancia, el esfuerzo diario y la creencia en uno mismo permiten superar obstáculos significativos y alcanzar objetivos que parecían inalcanzables, demostrando que siempre es posible avanzar. 

—Ha mencionado que sus guías fueron esenciales en su trayectoria. ¿Qué aprendió de ellos más allá del deporte?

—Mis guías me enseñaron la importancia de la confianza, la paciencia y la empatía. No solo me ayudaron a correr o nadar, sino que me demostraron que los lazos humanos son fundamentales. Aprendí que confiar en alguien y dejar que otros te acompañen en tu camino no es debilidad, sino fortaleza. Cada consejo, cada palabra de ánimo, cada gesto de apoyo me mostró que los logros individuales siempre son colectivos en esencia.

¿Cómo surgió la idea de escribir su libro?

—La idea nació al compartir experiencias en redes sociales tras cada competencia. Con el tiempo, reuní textos, fotografías y vivencias que documentaban mi trayectoria personal y deportiva.

¿Cuál fue el proceso de estructuración del contenido?

—El libro combina mi historia antes de perder la vista y mi vida como atleta, organizada cuidadosamente en capítulos que reflejan aprendizajes, caídas y logros. El objetivo principal fue motivar e inspirar a otros, mostrando que los desafíos pueden superarse con disciplina, esfuerzo y apoyo, y que cada obstáculo es una oportunidad para crecer y aprender. 

¿Qué representa para usted el título Alma de hierro y cómo lo relaciona con su experiencia de vida?

—Simboliza resiliencia y fortaleza frente a adversidades. El hierro se purifica con esfuerzo y resistencia, al igual que el ser humano debe superar desafíos para desarrollar su máximo potencial.

La disciplina, constancia y superación personal forman un “alma de hierro” que resiste y brilla a pesar de dificultades. Cada obstáculo enfrentado fortalece la convicción y me demostró que, con determinación y perseverancia, es posible transformar la vida, alcanzar objetivos y construir un carácter sólido que inspire a otros a perseverar ante la adversidad.

¿Qué sintió y en quién pensó al cruzar la meta del Ironman por primera vez, tras tantos sacrificios?

—Al cruzar la meta, sentí dolor extremo, agotamiento y emoción indescriptible. Las lesiones y sacrificios previos hicieron que cada paso tuviera un valor inmenso, y las lágrimas fueron inevitables.

Pensé en mi guía Álvaro, en familiares, en mi madre y los esfuerzos que hizo para que saliera adelante, amigos y entrenadores que hicieron posible el logro. Cada meta alcanzada refleja no solo mi esfuerzo, representa el respaldo de quienes creen en mí. La experiencia fue un reconocimiento a la perseverancia, el trabajo constante y la colaboración que permitió cumplir un objetivo que parecía inalcanzable. 

Su obra no solo habla de deporte, sino también de su vida. ¿Qué mensaje espera que llegue a quienes enfrentan desafíos?

—Espero que comprendan que no importa cuál sea el obstáculo, siempre hay una manera de seguir adelante. Que cada persona tiene un potencial que a veces ni siquiera imagina y que, con constancia, disciplina y apoyo, se pueden transformar los desafíos en oportunidades. Quiero que quienes lean mi historia se inspiren a actuar, a no rendirse y a creer en su capacidad de superación, incluso en momentos que parecen imposibles.

Si pudiera hablar con el Edgar de hace veinte años, ¿qué mensaje le daría para prepararlo para lo que vendrá?

—Le diría que no sabe a lo que se va a enfrentar… pero que dentro de él ya existe la fuerza, el coraje y la valentía que necesitará para superar cada prueba. Le recordaría que lo que está viviendo no es nada comparado con las recompensas que encontrará en el futuro, y que confíe en ese camino aunque a veces parezca incierto.

Le diría que siga avanzando, que no dude de sí mismo, porque tiene todo lo necesario para levantarse una y otra vez. Y, sobre todo, le diría que un día entenderá que cada caída, cada pérdida y cada duda tenían un propósito, y que ese propósito lo llevará a convertirse en la persona que siempre estuvo destinada a ser.

 

 

 

Edgar Carrillo: “El miedo nunca se vence del todo, pero sí se aprende a caminar con él”

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Miguel Rodríguez
30 de noviembre, 2025

A los 39 años, una infección dañó el nervio óptico de ambos ojos. El diagnóstico fue contundente: no había nada que hacer. Poco a poco, la vista comenzó a apagarse. En ese momento, cuando la oscuridad parecía cerrarle el mundo, Edgar Carrillo eligió otra ruta: la de reinventarse.

Edgar no habla de pérdidas, sino de caminos que se abren donde otros solo ven finales. Entre carreras, entrenamientos y desafíos, convirtió el silencio visual en disciplina, en fuerza y en un modo distinto de mirar la vida. Cada meta alcanzada lleva consigo un matiz de nostalgia y reflexión, pero también una certeza luminosa: la determinación puede transformar el miedo en impulso y los límites en horizontes infinitos de posibilidad.

Ese recorrido de resistencia se despliega en su libro Alma de hierro. La historia de Edgar Carrillo. Y su mayor hazaña —convertirse, a los 55 años, en el primer atleta latinoamericano no vidente en completar el Ironman Cozumel, en México— no solo testimonia su coraje, sino que reafirma su mensaje: incluso en la oscuridad, siempre hay un camino que se puede encender.

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¿Cómo fue el proceso de adaptarse a la discapacidad?

—Fue un proceso complejo, lleno de frustración, dudas y momentos de depresión. El deporte me ayudó a cambiar esos sentimientos negativos y darme cuenta de que, a pesar de la ceguera, podía lograr cosas significativas.

¿Cómo fue su vida deportiva antes de perder la vista?

—Antes de perder la vista, practicaba deporte de manera recreativa, corría y asistía al gimnasio, pero nada formal. Era un pasatiempo, una forma de mantenerme activo y saludable. Tras perder la vista, mi rutina cambió drásticamente y decidí involucrarme en el triatlón como desafío personal y forma de ocupar mi tiempo de manera constructiva. 

¿Cuál fue el primer paso para involucrarse en competencias?

—El primer paso fue familiarizarme con la natación, la bicicleta y la carrera, enfrentando desafíos que nunca imaginé. Poco a poco, cada entrenamiento me permitió desarrollar habilidades, confianza y disciplina. El deporte se convirtió en un motor de motivación, enseñándome que podía superar cualquier obstáculo con esfuerzo y determinación. 

¿Qué ha sido más importante, el apoyo de su entorno o la fortaleza mental, para superar los retos?

—Ambos factores son fundamentales y se complementan. Sin el apoyo de familiares, amigos y guías, la fortaleza mental por sí sola no sería suficiente para avanzar. Del mismo modo, tener apoyo externo no garantiza resultados si no se cuenta con resiliencia y disciplina interna.

La combinación de ambas fortalezas me permite enfrentar desafíos constantemente. La motivación externa me impulsa y la fortaleza interna me sostiene. Cada logro alcanzado es fruto del equilibrio entre el respaldo cercano y la convicción de que puedo superar cualquier dificultad.

¿Cómo descubrió su verdadero potencial deportivo?

—Lo descubrí de manera gradual. Comencé con carreras cortas y fui ampliando distancias progresivamente. Cada meta cumplida reforzaba mi confianza y me enseñaba que los límites que percibía estaban más en la mente que en mi capacidad física. La constancia fue clave para superar barreras y descubrir mi verdadero potencial. 

¿Qué impulsa su deseo de seguir adelante y enfrentar nuevos desafíos a pesar de las dificultades?

—La sensación de logro tras cumplir objetivos me motiva constantemente. Cada meta alcanzada me recuerda que soy capaz de superar cualquier obstáculo. Además, la inspiración que recibo de otras personas, quienes se sienten motivadas por mi ejemplo, fortalece aún más mi determinación.

Mi compromiso no es solo personal, también lo es con quienes me apoyan. Cada reto superado refleja el esfuerzo conjunto con mis guías, familiares y amigos. Esta combinación de motivación interna y reconocimiento externo me impulsa a enfrentar nuevos desafíos y mantenerme activo en el deporte. 

¿Cómo enfrenta el miedo en la vida y en deportes de alto rendimiento?

—El miedo es natural y cumple un papel de protección, pero también puede ser un estímulo si se aprende a manejar. En triatlones, la natación en aguas abiertas con corrientes y olas genera temor, pero enfrentarlo es imprescindible para progresar en la competencia.

Con experiencia, he aprendido a dominarlo mediante disciplina, preparación y concentración. Cada logro se convierte en una prueba de que el miedo puede transformarse en motivación. Afrontar estas situaciones fortalece la confianza y demuestra que los límites personales pueden superarse con constancia y enfoque. 

¿Sintió en algún momento que tenía límites deportivos?

—Al iniciar en triatlón, me limitaron a la distancia sprint por ser ciego. Acepté inicialmente, pero decidí que podía ir más allá. Con guías y preparación constante, avancé a distancias estándar, medias y finalmente Ironman, superando las restricciones iniciales.

Romper límites requiere disciplina, constancia y confianza. Cada desafío superado demuestra que los límites son principalmente mentales. El apoyo de guías y familiares fue importante, pero la determinación interna fue el motor que me permitió avanzar, establecer nuevas metas y expandir mis horizontes deportivos sin restricciones.

Durante todo este recorrido, ¿hubo algún momento en el que pensó en rendirse y cómo logró sobreponerse a él?

—Sí, claro que hubo momentos de duda, sobre todo al enfrentar entrenamientos largos o cuando sufrí lesiones. Hubo días en que sentía que no podía más, que el esfuerzo no valía la pena. Pero recordaba a las personas que confiaban en mí, mis guías, mi familia, y ese compromiso con ellos me hacía levantarme.

¿Qué mensaje daría a personas que están enfrentando una discapacidad y dudan de su potencial?

—Que nunca dejen de esforzarse, trabajar y creer en sí mismos. Con perseverancia y determinación, siempre habrá oportunidades y alguien que los apoye. La discapacidad no define el potencial ni limita la capacidad de alcanzar metas.

Es fundamental reconocer el valor propio y mantener la motivación constante. Cada pequeño avance refuerza la confianza y abre nuevas posibilidades. La constancia, el esfuerzo diario y la creencia en uno mismo permiten superar obstáculos significativos y alcanzar objetivos que parecían inalcanzables, demostrando que siempre es posible avanzar. 

—Ha mencionado que sus guías fueron esenciales en su trayectoria. ¿Qué aprendió de ellos más allá del deporte?

—Mis guías me enseñaron la importancia de la confianza, la paciencia y la empatía. No solo me ayudaron a correr o nadar, sino que me demostraron que los lazos humanos son fundamentales. Aprendí que confiar en alguien y dejar que otros te acompañen en tu camino no es debilidad, sino fortaleza. Cada consejo, cada palabra de ánimo, cada gesto de apoyo me mostró que los logros individuales siempre son colectivos en esencia.

¿Cómo surgió la idea de escribir su libro?

—La idea nació al compartir experiencias en redes sociales tras cada competencia. Con el tiempo, reuní textos, fotografías y vivencias que documentaban mi trayectoria personal y deportiva.

¿Cuál fue el proceso de estructuración del contenido?

—El libro combina mi historia antes de perder la vista y mi vida como atleta, organizada cuidadosamente en capítulos que reflejan aprendizajes, caídas y logros. El objetivo principal fue motivar e inspirar a otros, mostrando que los desafíos pueden superarse con disciplina, esfuerzo y apoyo, y que cada obstáculo es una oportunidad para crecer y aprender. 

¿Qué representa para usted el título Alma de hierro y cómo lo relaciona con su experiencia de vida?

—Simboliza resiliencia y fortaleza frente a adversidades. El hierro se purifica con esfuerzo y resistencia, al igual que el ser humano debe superar desafíos para desarrollar su máximo potencial.

La disciplina, constancia y superación personal forman un “alma de hierro” que resiste y brilla a pesar de dificultades. Cada obstáculo enfrentado fortalece la convicción y me demostró que, con determinación y perseverancia, es posible transformar la vida, alcanzar objetivos y construir un carácter sólido que inspire a otros a perseverar ante la adversidad.

¿Qué sintió y en quién pensó al cruzar la meta del Ironman por primera vez, tras tantos sacrificios?

—Al cruzar la meta, sentí dolor extremo, agotamiento y emoción indescriptible. Las lesiones y sacrificios previos hicieron que cada paso tuviera un valor inmenso, y las lágrimas fueron inevitables.

Pensé en mi guía Álvaro, en familiares, en mi madre y los esfuerzos que hizo para que saliera adelante, amigos y entrenadores que hicieron posible el logro. Cada meta alcanzada refleja no solo mi esfuerzo, representa el respaldo de quienes creen en mí. La experiencia fue un reconocimiento a la perseverancia, el trabajo constante y la colaboración que permitió cumplir un objetivo que parecía inalcanzable. 

Su obra no solo habla de deporte, sino también de su vida. ¿Qué mensaje espera que llegue a quienes enfrentan desafíos?

—Espero que comprendan que no importa cuál sea el obstáculo, siempre hay una manera de seguir adelante. Que cada persona tiene un potencial que a veces ni siquiera imagina y que, con constancia, disciplina y apoyo, se pueden transformar los desafíos en oportunidades. Quiero que quienes lean mi historia se inspiren a actuar, a no rendirse y a creer en su capacidad de superación, incluso en momentos que parecen imposibles.

Si pudiera hablar con el Edgar de hace veinte años, ¿qué mensaje le daría para prepararlo para lo que vendrá?

—Le diría que no sabe a lo que se va a enfrentar… pero que dentro de él ya existe la fuerza, el coraje y la valentía que necesitará para superar cada prueba. Le recordaría que lo que está viviendo no es nada comparado con las recompensas que encontrará en el futuro, y que confíe en ese camino aunque a veces parezca incierto.

Le diría que siga avanzando, que no dude de sí mismo, porque tiene todo lo necesario para levantarse una y otra vez. Y, sobre todo, le diría que un día entenderá que cada caída, cada pérdida y cada duda tenían un propósito, y que ese propósito lo llevará a convertirse en la persona que siempre estuvo destinada a ser.

 

 

 

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