América Latina, un mejor amigo de EE. UU., en el mundo post Coronavirus, artículo escrito por Mario Duarte, exsecretario de Inteligencia Estratégica de Guatemala.
Cuando Estados Unidos vuelva a reactivar su economía, la administración Trump tendrá que tomar varias decisiones que impactarán su posición geopolítica y su poder e influencia en los próximos años.
Ninguna otra región podría resultar ser tan importante para EE. UU. en el mundo post Wuhan-coronavirus de Wuhan como Latinoamérica.
¿Podría volverse más inestable esta región, y desestabilizada aun más por los juegos de poder de China (RPC), Rusia e Irán, convirtiéndose así en una amenaza a la seguridad nacional de EE. UU.?
¿O podría ser vista como una región aleada que presenta oportunidades para las empresas que se saldrán de China (RCP) y como un enroque estratégico de inversionistas que en esencia prevendría que la región se hunda en el caos y la pobreza?
Expertos en varios campos estiman que el mundo cambiará significativamente después de que el coronavirus de Wuhan sea derrotado o los países aprendan a enfrentarlo como un riesgo recurrente para la salud.
Cambios en la industria
Varias industrias cambiarán su forma de hacer negocios y sin duda, miles de empresas finalmente aceptarán que la oficina remota / doméstica aporta importantes ahorros en costos, pero también mejora la eficiencia, la productividad y el bienestar y satisfacción de los empleados.
Como resultado directo de la histeria de contagio, las tiendas, los supermercados y los centros comerciales podrían ver una reducción significativa en el tráfico de clientes, lo que los empujaría hacia la industria del comercio electrónico, ya en crecimiento, y los obligaría a desinvertir en bienes raíces para invertir en tecnologías y capacidades de comercio en línea.
La economía de EE. UU. se disparará sin duda alguna, una vez que se eliminen las medidas draconianas de cuarentena y las empresas y las personas vuelvan a trabajar.
Sin embargo, los países del hemisferio occidental tardarán más en reactivar sus economías, y en algunos países podrían no recuperarse por sí solas.
Varios países latinoamericanos se quedarán con cientos de miles, sino millones de personas desempleadas, como resultado de que algunas empresas cierren permanentemente y las empresas sobrevivientes inviertan más en tecnología y reduzcan su cantidad de empleados.
Para empeorar las cosas, los gobiernos no podrán absorber los pasivos laborales, porque los programas de asistencias social se verán directamente afectado por la falta de recaudación fiscal.
Esos millones de personas, como ha sucedido durante las crisis del siglo pasado, mirarán hacia el norte, hacia los Estados Unidos y migrarán en busca del nuevo sueño americano.
Un ofensiva comercial estratégica, podría ser la mejor defensa en seguridad nacional
Economía y migración
La economía de EE. UU. estará en auge, cuando se celebren las elecciones en noviembre y al igual que sucedió después de la Segunda Guerra Mundial, la sociedad en general disfrutará nuevamente de la libertad, la oportunidad de trabajar, de disfrutar la vida y de un crecimiento rápido económico.
Desafortunadamente, Estados Unidos podría ser el único país en el mundo, que se recuperará económicamente tan rápido y esto colocará a la Administración Trump en una posición única para liderar al mundo, fuera del estancamiento económico y la dependencia crítica de fabricación y manufactura.
Es un hecho que los países de América Latina se han visto gravemente afectados por la crisis del coronavirus de Wuhan y el desempleo y la falta de ayuda oportuna impulsarán la migración hacia los EE. UU., trayendo nuevamente una crisis de seguridad nacional (y posiblemente de salud) a su frontera sur.
Al concluir la actual crisis de salud de la Covid-19, los EE. UU. deben centrarse en hacer que los estadounidenses vuelvan a trabajar, e incluso las oportunidades para los migrantes altamente calificados deben ser muy limitadas.
Después del fracaso de China (RPC) o su maliciosa falta de intención por contener la propagación del coronavirus de Wuhan, y la postura casi criminal y apologista de la Organización Mundial de la Salud, los EE. UU. y otros países deben reconsiderar si el dinero de sus contribuyentes y las empresas deberían seguir beneficiando a quienes voluntariamente han puesto en riesgo al mundo entero por razones políticas e ideológicas.
Cuando los países y las empresas decidan trasladar su fabricación fuera de China (RPC), se creará un vacío de capacidad de producción y disponibilidad de mano de obra, y los gobiernos latinoamericanos que vean la oportunidad de abrir sus países podrían atraer inversores privados y por tanto, traer prosperidad y desarrollo a su gente.
Durante décadas, América Latina ha tenido una relación de amor y odio con los Estados Unidos, y en un futuro muy cercano la administración Trump podría asegurar una coalición de países aliados y dispuestos, si lidera y promueve una ola de inversión pública y privada para atraer capacidad de fabricación y manufactura y por tanto, garantizar la estabilidad, la creación de empleos y el desarrollo de la región.
Hay dos amenazas inmediatas a tal estrategia: las maniobras insidiosas y agresivas para establecer presencia e influencia política en el hemisferio occidental por parte de China (RPC) y Rusia, y una estructura diplomática y burocrática que favorece el globalismo sobre los intereses de los EE. UU.
Del globalismo a redes regionales de estados-nación más fuertes y confiables
Dando el beneficio de la duda y suponiendo que el coronavirus de Wuhan (SARS-CoV-2) se originó de forma natural, hay sin embargo evidencia irrefutable de que, al ocultar, limitar y manipular la información, y no accionar agresivamente para contenerlo, el coronavirus de Wuhan utilizado como arma (por omisión o comisión) para afectar al mundo entero.
La propagación de este virus ha demostrado las vulnerabilidades y los riesgos de la globalización liberal, los peligros de los actores estatales agresivos y la obsolescencia, la politización y la corrupción de las organizaciones multinacionales o sus representantes.
No podemos hacer retroceder la interconectividad, sin embargo, los países deben ver la era de la interconexión, como el camino a seguir para que todos los países trabajen y funcionen juntos, y no como la plataforma para someter a los estados-nación y su soberanía bajo una sola autoridad globalizada.
La crisis del coronavirus de Wuhan presenta una oportunidad para volver a visualizar cómo las empresas, las economías y los países se relacionan entre sí y con sus homólogos internacionales.
La sostenibilidad a largo plazo, la resistencia, la calidad, la estabilidad regional y los beneficios mutuamente garantizados, deberían superar la reducción de costos a corto plazo.
Incluso si suena utópico, la pandemia de la Covid-19 no deja espacio para la mezquindad y la codicia oligopólica, y los verdaderos visionarios políticos y empresariales comprenderán que la economía mundial tal como la conocemos, no sobrevivirá a otra pandemia, a menos que se forjen alianzas estratégicas de negocios con aquellos países más cercanos (geopolítica y sociológicamente) a los Estados Unidos.
¿Cuáles serán los juegos de poder de aquellos que más perderán en la próxima era de disrupción posterior al coronavirus de Wuhan? ¿Qué harán los globalistas y las organizaciones multilaterales para mantener su cuota de poder?
¿Las superpotencias mundiales competidoras que más perderán, iniciarán una serie de guerras prolongadas (diplomáticas, políticas, económicas y geográficas) para mantener el status quo?
Los Estados Unidos y otros países no pueden darse el lujo de “esperar y ver”. Es hora de jugar a la defensa implementando una ofensiva fuerte.
América Latina, un mejor amigo de EE. UU., en el mundo post Coronavirus, artículo escrito por Mario Duarte, exsecretario de Inteligencia Estratégica de Guatemala.
Cuando Estados Unidos vuelva a reactivar su economía, la administración Trump tendrá que tomar varias decisiones que impactarán su posición geopolítica y su poder e influencia en los próximos años.
Ninguna otra región podría resultar ser tan importante para EE. UU. en el mundo post Wuhan-coronavirus de Wuhan como Latinoamérica.
¿Podría volverse más inestable esta región, y desestabilizada aun más por los juegos de poder de China (RPC), Rusia e Irán, convirtiéndose así en una amenaza a la seguridad nacional de EE. UU.?
¿O podría ser vista como una región aleada que presenta oportunidades para las empresas que se saldrán de China (RCP) y como un enroque estratégico de inversionistas que en esencia prevendría que la región se hunda en el caos y la pobreza?
Expertos en varios campos estiman que el mundo cambiará significativamente después de que el coronavirus de Wuhan sea derrotado o los países aprendan a enfrentarlo como un riesgo recurrente para la salud.
Cambios en la industria
Varias industrias cambiarán su forma de hacer negocios y sin duda, miles de empresas finalmente aceptarán que la oficina remota / doméstica aporta importantes ahorros en costos, pero también mejora la eficiencia, la productividad y el bienestar y satisfacción de los empleados.
Como resultado directo de la histeria de contagio, las tiendas, los supermercados y los centros comerciales podrían ver una reducción significativa en el tráfico de clientes, lo que los empujaría hacia la industria del comercio electrónico, ya en crecimiento, y los obligaría a desinvertir en bienes raíces para invertir en tecnologías y capacidades de comercio en línea.
La economía de EE. UU. se disparará sin duda alguna, una vez que se eliminen las medidas draconianas de cuarentena y las empresas y las personas vuelvan a trabajar.
Sin embargo, los países del hemisferio occidental tardarán más en reactivar sus economías, y en algunos países podrían no recuperarse por sí solas.
Varios países latinoamericanos se quedarán con cientos de miles, sino millones de personas desempleadas, como resultado de que algunas empresas cierren permanentemente y las empresas sobrevivientes inviertan más en tecnología y reduzcan su cantidad de empleados.
Para empeorar las cosas, los gobiernos no podrán absorber los pasivos laborales, porque los programas de asistencias social se verán directamente afectado por la falta de recaudación fiscal.
Esos millones de personas, como ha sucedido durante las crisis del siglo pasado, mirarán hacia el norte, hacia los Estados Unidos y migrarán en busca del nuevo sueño americano.
Un ofensiva comercial estratégica, podría ser la mejor defensa en seguridad nacional
Economía y migración
La economía de EE. UU. estará en auge, cuando se celebren las elecciones en noviembre y al igual que sucedió después de la Segunda Guerra Mundial, la sociedad en general disfrutará nuevamente de la libertad, la oportunidad de trabajar, de disfrutar la vida y de un crecimiento rápido económico.
Desafortunadamente, Estados Unidos podría ser el único país en el mundo, que se recuperará económicamente tan rápido y esto colocará a la Administración Trump en una posición única para liderar al mundo, fuera del estancamiento económico y la dependencia crítica de fabricación y manufactura.
Es un hecho que los países de América Latina se han visto gravemente afectados por la crisis del coronavirus de Wuhan y el desempleo y la falta de ayuda oportuna impulsarán la migración hacia los EE. UU., trayendo nuevamente una crisis de seguridad nacional (y posiblemente de salud) a su frontera sur.
Al concluir la actual crisis de salud de la Covid-19, los EE. UU. deben centrarse en hacer que los estadounidenses vuelvan a trabajar, e incluso las oportunidades para los migrantes altamente calificados deben ser muy limitadas.
Después del fracaso de China (RPC) o su maliciosa falta de intención por contener la propagación del coronavirus de Wuhan, y la postura casi criminal y apologista de la Organización Mundial de la Salud, los EE. UU. y otros países deben reconsiderar si el dinero de sus contribuyentes y las empresas deberían seguir beneficiando a quienes voluntariamente han puesto en riesgo al mundo entero por razones políticas e ideológicas.
Cuando los países y las empresas decidan trasladar su fabricación fuera de China (RPC), se creará un vacío de capacidad de producción y disponibilidad de mano de obra, y los gobiernos latinoamericanos que vean la oportunidad de abrir sus países podrían atraer inversores privados y por tanto, traer prosperidad y desarrollo a su gente.
Durante décadas, América Latina ha tenido una relación de amor y odio con los Estados Unidos, y en un futuro muy cercano la administración Trump podría asegurar una coalición de países aliados y dispuestos, si lidera y promueve una ola de inversión pública y privada para atraer capacidad de fabricación y manufactura y por tanto, garantizar la estabilidad, la creación de empleos y el desarrollo de la región.
Hay dos amenazas inmediatas a tal estrategia: las maniobras insidiosas y agresivas para establecer presencia e influencia política en el hemisferio occidental por parte de China (RPC) y Rusia, y una estructura diplomática y burocrática que favorece el globalismo sobre los intereses de los EE. UU.
Del globalismo a redes regionales de estados-nación más fuertes y confiables
Dando el beneficio de la duda y suponiendo que el coronavirus de Wuhan (SARS-CoV-2) se originó de forma natural, hay sin embargo evidencia irrefutable de que, al ocultar, limitar y manipular la información, y no accionar agresivamente para contenerlo, el coronavirus de Wuhan utilizado como arma (por omisión o comisión) para afectar al mundo entero.
La propagación de este virus ha demostrado las vulnerabilidades y los riesgos de la globalización liberal, los peligros de los actores estatales agresivos y la obsolescencia, la politización y la corrupción de las organizaciones multinacionales o sus representantes.
No podemos hacer retroceder la interconectividad, sin embargo, los países deben ver la era de la interconexión, como el camino a seguir para que todos los países trabajen y funcionen juntos, y no como la plataforma para someter a los estados-nación y su soberanía bajo una sola autoridad globalizada.
La crisis del coronavirus de Wuhan presenta una oportunidad para volver a visualizar cómo las empresas, las economías y los países se relacionan entre sí y con sus homólogos internacionales.
La sostenibilidad a largo plazo, la resistencia, la calidad, la estabilidad regional y los beneficios mutuamente garantizados, deberían superar la reducción de costos a corto plazo.
Incluso si suena utópico, la pandemia de la Covid-19 no deja espacio para la mezquindad y la codicia oligopólica, y los verdaderos visionarios políticos y empresariales comprenderán que la economía mundial tal como la conocemos, no sobrevivirá a otra pandemia, a menos que se forjen alianzas estratégicas de negocios con aquellos países más cercanos (geopolítica y sociológicamente) a los Estados Unidos.
¿Cuáles serán los juegos de poder de aquellos que más perderán en la próxima era de disrupción posterior al coronavirus de Wuhan? ¿Qué harán los globalistas y las organizaciones multilaterales para mantener su cuota de poder?
¿Las superpotencias mundiales competidoras que más perderán, iniciarán una serie de guerras prolongadas (diplomáticas, políticas, económicas y geográficas) para mantener el status quo?
Los Estados Unidos y otros países no pueden darse el lujo de “esperar y ver”. Es hora de jugar a la defensa implementando una ofensiva fuerte.