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¿Cambió Guatemala después del caso La Línea?

Eder Juarez
07 de abril, 2016

A nueve días de que se cumpla un año del caso que causó un cisma en el sistema político guatemalteco y que mantiene en vilo a los exgobernantes Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti, así como a varios funcionarios denunciados de cometer actos de corrupción, surge la pregunta, ¿cambió Guatemala tras estos hechos que sacudieron al país?

La percepción de la ciudadanía en general es que la situación continúa tal como hace un año, con impunidad y corrupción, pese a ello, expertos consideran que existen cambios sustanciales, principalmente en la conciencia de la población.

De acuerdo con exvicepresidente, Eduardo Stein, “hay una ciudadanía más despierta, más consciente, más pendiente de sus derechos y aspiraciones, así como de las responsabilidades que las diversas instituciones tienen para producir los servicios de calidad que la población está pidiendo”.

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“Hay una auditoría más robusta, consciente y constante que lo que había antes (del caso La Línea), además se ha reconocido ampliamente la necesidad de fortalecer algunas instituciones clave con los recursos adecuados y reformas legales necesarias”, dice Stein.

Según el exvicemandatario, “el comportamiento de los  votantes abundó con su expresión antipolítica tradicional y sistemas políticos mafiosos, el rechazo que ya se había expresado en la Plaza a las políticas mafiosas. Es un llamado muy elocuente para el nuevo Gobierno que asumió hace poco menos de tres meses y sobre todo a los partidos políticos”.

Se reacomodan

Stein indica que existe más sensibilidad respecto de los rezagos que deben atenderse no solo por el Gobierno, sino por la sociedad entera, “En este marco general sí se observan cambios importantes, pero hay un muy decepcionante reacomodo de las fuerzas políticas tradicionales, que no quieren perder su esquema de privilegios y controles”.

“Las demandas de transparencia, probidad y entrega de cuentas públicas van a chocar más temprano que tarde con los comportamientos de desatención ciudadana en el Congreso”, señala. Además, indica que “hay una percepción generalizada, por lo menos en la población que se expresa en los centros urbanos por medio de las redes sociales, y también en el interior, que a pesar de lo ocurrido el año pasado y de una expresión pública impecable de protesta ciudadana, todo sigue igual”.

“El mundo político y los poderes fácticos se la han arreglado para que, haciendo unos poquitos cambios, incluso cosméticos, todo siga igual, como en la genial novela del “Gatopardo”, hay que cambiar un poco para que todo siga igual”, señala Stein.

“La población reclamaba constantemente que devolvieran lo robado, que se sometiera a los funcionarios a la justicia, pero que sobre todo, que devolvieran todo lo robado. Hay una sensación ciudadana de que los esquemas de corrupción siguen funcionando, con rostros distintos, con actores distintos, pero que hasta ahora poco ha cambiado”, manifiesta el Exvicepresidente.

Los males siguen

Según Luis Mack, de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), los grandes problemas de Guatemala no han cambiado, porque de alguna manera se continúa con una institucionalidad débil y con una serie de problemas como la corrupción.

“Sin embargo, pensar que no ha cambiado nada, también es demasiado pesimista y no se ajusta a la realidad, en primera instancia, el que se haya abierto una serie de causas judiciales contra personajes que antes eran intocables, es un gran cambio, no es suficiente, pero es el inicio de un cambio”, dice Mack.

Además, refiere que la segunda dimensión de cambio es que a partir de la crisis que se desató el año anterior, se tiene una ciudadanía un poco más consciente y exigente, de la que existía en ese entonces. En tercer lugar, la crisis generada el año pasado dio como resultado una serie de iniciativas y mecanismos de coordinación que han empezado a florecer, que han acercado a actores de diferente tendencia en búsqueda de soluciones.

“Estamos empezando a sentar las bases para un cambio”, asegura el analista político. De acuerdo con Mack, derivado de las demandas ciudadanas, se avanzó en cambios a la Ley Electoral y de Partidos Políticos que ha tenido algnos cambios, que no son “suficientes para la dimensión de la crisis.

“La Ley Electoral que se discute en el Legislativo, no es la más ideal, pero contiene algunos avances que tendrán cambios a mediano y largo plazo”.

Mientras que Luis Linares, de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (Asies), dice que hubo un cambio en la medida en que lo que parecía impensable, que un gobernante fuera obligado a renunciar, sometido a proceso y con altas posibilidades de ser condenado, se logró. Para ese entonces la corrupción se veía como un mal incurable y mucho menos ver un castigo contra quienes incurrían en ese delito.

Linares indica que “el cambio cualitativo” será cuando sean condenados y se aplique la extinción de dominio de los funcionarios sindicados de los delitos de corrupción, tráfico de influencias, enriquecimiento ilícito y defraudación aduanera, y que las penas sean severas. “Ahí será el momento clave de un verdadero cambio, mientras sólo se tienen expectativas”, asegura.

Además, refiere que las demandas han sido atendidas de forma parcial, aunque considera, era “la oportunidad de una reforma profunda del sistema política. Si no se logra de inmediato y no hay un verdadero cambio de la forma de hacer política, la población tendrá un sentimiento de frustración”, advierte el analista.

c

Marielos Fuentes de Guatemala Visible, comenta que, sí se puede contar una historia antes y después del caso La Línea, porque los guatemaltecos tuvieron evidencias de algo que siempre se supo. “Siempre se supo que había corrupción, de políticos que hacían negocios, se sabía de toda clase de ilícitos, pero no se tenía la evidencia y un sistema de justicia con la suficiente independencia y fortaleza para hacer lo que se hizo”.

Con el apoyo del jefe de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala, Iván Velásquez y la Fiscal General, Thelma Aldana, se tuvo las condiciones propicias para que un caso como este impactará, “con la esperanza que llegue hasta las últimas consecuencias, entonces a partir de ello los guatemaltecos están más atentos que antes”.

“Que hayan cambiado los corruptos y que a partir de La Línea ya nadie hace trances, eso es lo que todavía no ha pasado, entonces lo que se espera es que se vayan fortaleciendo las instituciones y que los guatemaltecos tengan la confianza de denunciar y que cada vez se tengan personas probas que se acerquen a la política”, dice Fuentes.

De acuerdo con la activista, el primer susto de la demanda ciudadana que propició un cambio radical fue que no ganó la persona que más había invertido y que más dinero puso sobre la mesa en todo sentido en sus diputaciones, alcaldías y su candidatura, que fue un cambio muy positivo.

Ahora, ¿usted cree que cambió Guatemala después de conocerse el caso La Línea?, ¿Existe mayor fiscalización de la ciudadanía en los actos de corrupción? ¿Se cumplieron las demandas que se exigían la plaza?

¿Cambió Guatemala después del caso La Línea?

Eder Juarez
07 de abril, 2016

A nueve días de que se cumpla un año del caso que causó un cisma en el sistema político guatemalteco y que mantiene en vilo a los exgobernantes Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti, así como a varios funcionarios denunciados de cometer actos de corrupción, surge la pregunta, ¿cambió Guatemala tras estos hechos que sacudieron al país?

La percepción de la ciudadanía en general es que la situación continúa tal como hace un año, con impunidad y corrupción, pese a ello, expertos consideran que existen cambios sustanciales, principalmente en la conciencia de la población.

De acuerdo con exvicepresidente, Eduardo Stein, “hay una ciudadanía más despierta, más consciente, más pendiente de sus derechos y aspiraciones, así como de las responsabilidades que las diversas instituciones tienen para producir los servicios de calidad que la población está pidiendo”.

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“Hay una auditoría más robusta, consciente y constante que lo que había antes (del caso La Línea), además se ha reconocido ampliamente la necesidad de fortalecer algunas instituciones clave con los recursos adecuados y reformas legales necesarias”, dice Stein.

Según el exvicemandatario, “el comportamiento de los  votantes abundó con su expresión antipolítica tradicional y sistemas políticos mafiosos, el rechazo que ya se había expresado en la Plaza a las políticas mafiosas. Es un llamado muy elocuente para el nuevo Gobierno que asumió hace poco menos de tres meses y sobre todo a los partidos políticos”.

Se reacomodan

Stein indica que existe más sensibilidad respecto de los rezagos que deben atenderse no solo por el Gobierno, sino por la sociedad entera, “En este marco general sí se observan cambios importantes, pero hay un muy decepcionante reacomodo de las fuerzas políticas tradicionales, que no quieren perder su esquema de privilegios y controles”.

“Las demandas de transparencia, probidad y entrega de cuentas públicas van a chocar más temprano que tarde con los comportamientos de desatención ciudadana en el Congreso”, señala. Además, indica que “hay una percepción generalizada, por lo menos en la población que se expresa en los centros urbanos por medio de las redes sociales, y también en el interior, que a pesar de lo ocurrido el año pasado y de una expresión pública impecable de protesta ciudadana, todo sigue igual”.

“El mundo político y los poderes fácticos se la han arreglado para que, haciendo unos poquitos cambios, incluso cosméticos, todo siga igual, como en la genial novela del “Gatopardo”, hay que cambiar un poco para que todo siga igual”, señala Stein.

“La población reclamaba constantemente que devolvieran lo robado, que se sometiera a los funcionarios a la justicia, pero que sobre todo, que devolvieran todo lo robado. Hay una sensación ciudadana de que los esquemas de corrupción siguen funcionando, con rostros distintos, con actores distintos, pero que hasta ahora poco ha cambiado”, manifiesta el Exvicepresidente.

Los males siguen

Según Luis Mack, de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), los grandes problemas de Guatemala no han cambiado, porque de alguna manera se continúa con una institucionalidad débil y con una serie de problemas como la corrupción.

“Sin embargo, pensar que no ha cambiado nada, también es demasiado pesimista y no se ajusta a la realidad, en primera instancia, el que se haya abierto una serie de causas judiciales contra personajes que antes eran intocables, es un gran cambio, no es suficiente, pero es el inicio de un cambio”, dice Mack.

Además, refiere que la segunda dimensión de cambio es que a partir de la crisis que se desató el año anterior, se tiene una ciudadanía un poco más consciente y exigente, de la que existía en ese entonces. En tercer lugar, la crisis generada el año pasado dio como resultado una serie de iniciativas y mecanismos de coordinación que han empezado a florecer, que han acercado a actores de diferente tendencia en búsqueda de soluciones.

“Estamos empezando a sentar las bases para un cambio”, asegura el analista político. De acuerdo con Mack, derivado de las demandas ciudadanas, se avanzó en cambios a la Ley Electoral y de Partidos Políticos que ha tenido algnos cambios, que no son “suficientes para la dimensión de la crisis.

“La Ley Electoral que se discute en el Legislativo, no es la más ideal, pero contiene algunos avances que tendrán cambios a mediano y largo plazo”.

Mientras que Luis Linares, de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (Asies), dice que hubo un cambio en la medida en que lo que parecía impensable, que un gobernante fuera obligado a renunciar, sometido a proceso y con altas posibilidades de ser condenado, se logró. Para ese entonces la corrupción se veía como un mal incurable y mucho menos ver un castigo contra quienes incurrían en ese delito.

Linares indica que “el cambio cualitativo” será cuando sean condenados y se aplique la extinción de dominio de los funcionarios sindicados de los delitos de corrupción, tráfico de influencias, enriquecimiento ilícito y defraudación aduanera, y que las penas sean severas. “Ahí será el momento clave de un verdadero cambio, mientras sólo se tienen expectativas”, asegura.

Además, refiere que las demandas han sido atendidas de forma parcial, aunque considera, era “la oportunidad de una reforma profunda del sistema política. Si no se logra de inmediato y no hay un verdadero cambio de la forma de hacer política, la población tendrá un sentimiento de frustración”, advierte el analista.

c

Marielos Fuentes de Guatemala Visible, comenta que, sí se puede contar una historia antes y después del caso La Línea, porque los guatemaltecos tuvieron evidencias de algo que siempre se supo. “Siempre se supo que había corrupción, de políticos que hacían negocios, se sabía de toda clase de ilícitos, pero no se tenía la evidencia y un sistema de justicia con la suficiente independencia y fortaleza para hacer lo que se hizo”.

Con el apoyo del jefe de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala, Iván Velásquez y la Fiscal General, Thelma Aldana, se tuvo las condiciones propicias para que un caso como este impactará, “con la esperanza que llegue hasta las últimas consecuencias, entonces a partir de ello los guatemaltecos están más atentos que antes”.

“Que hayan cambiado los corruptos y que a partir de La Línea ya nadie hace trances, eso es lo que todavía no ha pasado, entonces lo que se espera es que se vayan fortaleciendo las instituciones y que los guatemaltecos tengan la confianza de denunciar y que cada vez se tengan personas probas que se acerquen a la política”, dice Fuentes.

De acuerdo con la activista, el primer susto de la demanda ciudadana que propició un cambio radical fue que no ganó la persona que más había invertido y que más dinero puso sobre la mesa en todo sentido en sus diputaciones, alcaldías y su candidatura, que fue un cambio muy positivo.

Ahora, ¿usted cree que cambió Guatemala después de conocerse el caso La Línea?, ¿Existe mayor fiscalización de la ciudadanía en los actos de corrupción? ¿Se cumplieron las demandas que se exigían la plaza?

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