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Sanciones a Rusia amenazan al agro latinoamericano

.
Natalie Chang
30 de julio, 2025

La amenaza de Donald Trump de imponer aranceles secundarios de hasta el 100 % a los países que mantengan relaciones comerciales con Rusia, marca una escalada dramática en el frente económico del conflicto.

  • En el centro de esta posible crisis se encuentra un insumo estratégico y a menudo pasado por alto: el fertilizante. Y en su punto más vulnerable, los campos agrícolas de Latinoamérica y EE. UU.

  • Trump ha dado a Rusia un plazo de 50 días para negociar la paz, mientras que el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, advierte que países como Brasil, China e India podrían ser “duramente golpeados” si no rompen sus lazos comerciales con Moscú.

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  • La retórica es audaz. Las consecuencias podrían serlo aún más. El fertilizante —que hasta ahora había quedado al margen de las sanciones— se encuentra en el ojo de la tormenta. 

En perspectiva. Washington ha destinado más de USD 182 800M en ayuda a Ucrania desde 2022, aumentando la presión para forzar un desenlace. Sin embargo, esta nueva herramienta política podría fracturar más de lo que corrige.

  • Para Rusia, el fertilizante es mucho más que un insumo agrícola: constituye una fuente estratégica de ingresos. Mientras la guerra entra en su cuarto año, con más de 1M de bajas rusas, y una economía cada vez más aislada de Occidente, sectores de exportación como el de fertilizantes se han vuelto esenciales para el Kremlin.

  • Para Latinoamérica, las consecuencias son inmediatas. El fertilizante ruso sostiene las cosechas de exportación que alimentan la generación de divisas, el empleo rural y la seguridad alimentaria. Una ruptura provocada por los aranceles no solo reduciría las cosechas, sino que también podría alimentar la inflación, la migración y la inestabilidad regional.

  • Moscú, por su parte, apuesta a los mercados emergentes con el objetivo de capturar el 25 % del comercio mundial de fertilizantes para 2030, enfocándose en los países BRICS y el mundo en desarrollo. 

Entre líneas. Rusia es el mayor exportador mundial de fertilizantes, con ingresos anuales de USD 13 900M y una participación del 16.6 % en el mercado global.

  • Brasil, principal productor mundial de soya, importó fertilizantes rusos por USD 3700M en 2024, equivalentes a un tercio de su demanda total. Colombia, a su vez, obtiene de Rusia el 25 % de los insumos que utiliza en la producción de café, flores y frutas tropicales.

  • México también depende de estos suministros: en 2024 adquirió más de USD 580M en fertilizantes, principalmente urea, un insumo clave para los cultivos de maíz, trigo y aguacate.

  • Inclusive, EE. UU. está significativamente expuesto; en 2024 importó fertilizantes rusos por USD 1300M, entre ellos insumos esenciales como urea y nitrato de amonio. Estos productos representan hasta el 15 % de los costos totales para los agricultores estadounidenses, en particular para los productores de maíz y soya.

Por qué importa. El Banco Mundial ha identificado los choques de precios en fertilizantes como un factor clave en la inflación alimentaria y la migración en Centroamérica, una dinámica que podría repetirse en todo el sur global, donde la agricultura es una de las principales fuentes de ingresos.

  • En Brasil, el agronegocio representa el 27 % del PIB y genera exportaciones anuales por más de USD 160 000M.

  • Otro ejemplo es la industria mexicana del aguacate, valorada en USD 3000M —de los cuales el 80 % se exporta a EE. UU.—, es especialmente dependiente de la urea.

  • Incluso, algunos líderes del sector exportador en la región, ya desvinculados de los proveedores rusos, advierten que nuevas sanciones podrían provocar retrasos en las entregas, volatilidad de precios y disrupciones en temporadas críticas de siembra. 

Lo que sigue. Los “aranceles secundarios” impulsados por Trump podrían ofrecer un margen de maniobra geopolítico en el corto plazo, pero a un costo estratégico elevado. En el intento de privar a Putin de ingresos, Washington corre el riesgo de sembrar escasez, tanto en el extranjero como en casa.

  • La consecuencia persistente de una diplomacia binaria podría ser el alejamiento de Latinoamérica, empujando a socios clave hacia China y Rusia y profundizando la brecha que Washington busca cerrar.

  • Aunque la intención de poner fin a la guerra en Ucrania mediante presión económica es clara, difícilmente estas medidas obliguen a Putin a ceder.

  • Por el contrario, corren el riesgo de provocar una crisis más profunda: la desestabilización del suministro alimentario mundial en su nivel más básico.

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Sanciones a Rusia amenazan al agro latinoamericano

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30 de julio, 2025

La amenaza de Donald Trump de imponer aranceles secundarios de hasta el 100 % a los países que mantengan relaciones comerciales con Rusia, marca una escalada dramática en el frente económico del conflicto.

  • En el centro de esta posible crisis se encuentra un insumo estratégico y a menudo pasado por alto: el fertilizante. Y en su punto más vulnerable, los campos agrícolas de Latinoamérica y EE. UU.

  • Trump ha dado a Rusia un plazo de 50 días para negociar la paz, mientras que el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, advierte que países como Brasil, China e India podrían ser “duramente golpeados” si no rompen sus lazos comerciales con Moscú.

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  • La retórica es audaz. Las consecuencias podrían serlo aún más. El fertilizante —que hasta ahora había quedado al margen de las sanciones— se encuentra en el ojo de la tormenta. 

En perspectiva. Washington ha destinado más de USD 182 800M en ayuda a Ucrania desde 2022, aumentando la presión para forzar un desenlace. Sin embargo, esta nueva herramienta política podría fracturar más de lo que corrige.

  • Para Rusia, el fertilizante es mucho más que un insumo agrícola: constituye una fuente estratégica de ingresos. Mientras la guerra entra en su cuarto año, con más de 1M de bajas rusas, y una economía cada vez más aislada de Occidente, sectores de exportación como el de fertilizantes se han vuelto esenciales para el Kremlin.

  • Para Latinoamérica, las consecuencias son inmediatas. El fertilizante ruso sostiene las cosechas de exportación que alimentan la generación de divisas, el empleo rural y la seguridad alimentaria. Una ruptura provocada por los aranceles no solo reduciría las cosechas, sino que también podría alimentar la inflación, la migración y la inestabilidad regional.

  • Moscú, por su parte, apuesta a los mercados emergentes con el objetivo de capturar el 25 % del comercio mundial de fertilizantes para 2030, enfocándose en los países BRICS y el mundo en desarrollo. 

Entre líneas. Rusia es el mayor exportador mundial de fertilizantes, con ingresos anuales de USD 13 900M y una participación del 16.6 % en el mercado global.

  • Brasil, principal productor mundial de soya, importó fertilizantes rusos por USD 3700M en 2024, equivalentes a un tercio de su demanda total. Colombia, a su vez, obtiene de Rusia el 25 % de los insumos que utiliza en la producción de café, flores y frutas tropicales.

  • México también depende de estos suministros: en 2024 adquirió más de USD 580M en fertilizantes, principalmente urea, un insumo clave para los cultivos de maíz, trigo y aguacate.

  • Inclusive, EE. UU. está significativamente expuesto; en 2024 importó fertilizantes rusos por USD 1300M, entre ellos insumos esenciales como urea y nitrato de amonio. Estos productos representan hasta el 15 % de los costos totales para los agricultores estadounidenses, en particular para los productores de maíz y soya.

Por qué importa. El Banco Mundial ha identificado los choques de precios en fertilizantes como un factor clave en la inflación alimentaria y la migración en Centroamérica, una dinámica que podría repetirse en todo el sur global, donde la agricultura es una de las principales fuentes de ingresos.

  • En Brasil, el agronegocio representa el 27 % del PIB y genera exportaciones anuales por más de USD 160 000M.

  • Otro ejemplo es la industria mexicana del aguacate, valorada en USD 3000M —de los cuales el 80 % se exporta a EE. UU.—, es especialmente dependiente de la urea.

  • Incluso, algunos líderes del sector exportador en la región, ya desvinculados de los proveedores rusos, advierten que nuevas sanciones podrían provocar retrasos en las entregas, volatilidad de precios y disrupciones en temporadas críticas de siembra. 

Lo que sigue. Los “aranceles secundarios” impulsados por Trump podrían ofrecer un margen de maniobra geopolítico en el corto plazo, pero a un costo estratégico elevado. En el intento de privar a Putin de ingresos, Washington corre el riesgo de sembrar escasez, tanto en el extranjero como en casa.

  • La consecuencia persistente de una diplomacia binaria podría ser el alejamiento de Latinoamérica, empujando a socios clave hacia China y Rusia y profundizando la brecha que Washington busca cerrar.

  • Aunque la intención de poner fin a la guerra en Ucrania mediante presión económica es clara, difícilmente estas medidas obliguen a Putin a ceder.

  • Por el contrario, corren el riesgo de provocar una crisis más profunda: la desestabilización del suministro alimentario mundial en su nivel más básico.

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