Ricardo Quezada, presidente de la Asociación de Navieros de Guatemala (ASONAV), expone con claridad las causas del abandono de los puertos del país. Denuncia más de dos décadas sin inversión y una gestión marcada por la falta de conocimiento técnico. A pesar de la crisis, Guatemala sigue siendo atractiva para las navieras, pero el tiempo se agota.
¿Cómo describiría la situación actual de los puertos del país, especialmente Puerto Quetzal?
— Lo que vemos hoy es algo que venimos anunciando desde hace años. Como navieros, sabíamos que esta crisis iba a llegar, y lamentablemente los gobiernos anteriores no tomaron cartas en el asunto. Ha habido prácticamente cero inversión en los últimos 20 o 25 años. La única excepción fue la construcción de la terminal de contenedores en Puerto Quetzal, que alivió parcialmente lo que pudo haber sido una crisis mayor. Pero no fue suficiente. Puerto Quetzal maneja carga contenerizada, carga a granel y carga general. Y en Santo Tomás de Castilla la situación es similar: escasa inversión y administraciones sin conocimiento técnico sobre puertos. Lo que ha ocurrido es un abandono sistemático.
A pesar de la importancia para la economía, ¿por qué no se les ha prestado atención durante más de dos décadas?
— No tenemos una respuesta clara. Lo que sí sabemos es que hubo advertencias, se tocó la puerta, se llevaron propuestas, pero no hubo eco. Tal vez fue falta de visión, o simplemente no había interés. También influye que las personas a cargo de las entidades portuarias no eran expertas en el tema. Eran figuras políticas o gestores sin formación técnica. Eso impidió que se tomaran decisiones acertadas. Los puertos requieren conocimiento especializado, no improvisación.
¿Influyó la falta de recursos económicos?
— No, definitivamente no. Las portuarias, cuando están bien administradas, generan utilidades. Eso ocurre en Guatemala y en cualquier parte del mundo. El problema no es la falta de dinero, sino la mala gestión. El Estado recauda lo suficiente como para invertir en infraestructura portuaria. Lo que falta es voluntad, planificación y administración eficientes.
¿Y los sindicatos? ¿Han sido un obstáculo para el desarrollo portuario?
— Existen en todos los puertos del mundo. Cuando hay buena comunicación entre la administración y trabajadores, los sindicatos pueden ser aliados. El problema surge cuando no hay diálogo, y se establecen pactos laborales dañinos. En esos casos, se paga mucho a los empleados, pero se produce poco. Además, hay una sobrepoblación en las portuarias. Aun así, Puerto Quetzal y Santo Tomás son puertos nobles. La carga sigue creciendo año con año, lo que demuestra su potencial.
¿Qué cambió en la gestión portuaria con este gobierno?
— Por primera vez en mucho tiempo, hay personas con experiencia en puertos en las juntas directivas y gerencias. Gente que realmente quiere hacer las cosas bien. Aun en medio de la crisis, se están tomando decisiones importantes, especialmente en Empresa Portuaria Quetzal. Un ejemplo claro es el acuerdo con APM Terminals. Se firmó un contrato por servicios, lo que se llama gestión indirecta. APM da el servicio, la portuaria cobra y luego le paga a APM. Este modelo estará vigente hasta el 31 de octubre de 2027. Después se espera una invitación pública para que otras empresas puedan operar esa terminal por un contrato de largo plazo.
¿Hay planes de expansión?
— Sí. Se llegó a un acuerdo con el Cuerpo de Ingenieros de EE. UU. para construir los muelles 5, 6, 7 y 8. Los 7 y 8 serían especializados en contenedores, lo que permitiría competencia sana entre terminales. Si se concreta, sería un salto enorme para la competitividad del país. Se espera que esté listo entre 2029 y 2030.
¿Qué se puede hacer ahora mismo para aliviar la crisis?
— Hoy hay unos 40 barcos en fondeo, de los cuales unos 35 están en espera. Empresas privadas se han unido para dragar los muelles donde operan. También se están permitiendo nuevas grúas, incluso privadas, y se autorizó un remolcador de mayor potencia. Esperamos que los grandes usuarios inviertan en soluciones propias para cargar y descargar más rápido. Además, instituciones como la SAT, MAGA y MINGOB deben agilizar sus procesos. Los importadores también deben buscar depósitos temporales para evitar saturación.
¿Cómo afecta esto a las navieras?
— Las navieras de contenedores y vehículos aún no han sido tan golpeadas. Hoy ya están invirtiendo, pero si seguimos creciendo al 4 o 5 % anual, en dos años estaremos otra vez en problemas. Hay que pensar en soluciones sostenibles y trabajar juntos para agilizar toda la logística.
¿Y cómo ven las navieras internacionales a Guatemala?
— Nos ven bien. Tenemos servicios directos con Asia y buena actividad en el Atlántico Caribe. Pero si descargar o cargar en Guatemala cuesta más, ese costo se traslada al usuario. Podríamos tener mejores tarifas y más competencia si mejoramos nuestras condiciones. En carga general y graneles, hay preocupación por los tiempos de espera. Se está cobrando desde el día uno, y eso afecta al consumidor final. Aún no hemos perdido el interés de las navieras, pero debemos actuar.
Para entender mejor este negocio, ¿cuántas navieras operan actualmente en Guatemala?
— Unas 14 o 15 navieras principales del mundo de contenedores operan aquí. Las de vehículos también están presentes. Seguimos siendo atractivos, y con las señales positivas de Puerto Quetzal, esperamos más oportunidades a mediano plazo. Eso se traduciría en mejores servicios y tarifas para los guatemaltecos.
Un mensaje final…
— La crisis portuaria no es exclusiva del administrador del puerto. Es una crisis compartida por todos los usuarios: navieras, importadores, exportadores. También hay escasez de pilotos y problemas en carreteras. Como guatemaltecos, debemos dejar de pisarnos el zapato unos a otros y empezar a construir juntos. No se trata solo de exigirle al gobierno, sino de apoyarnos entre todos. Si lo hacemos, podemos demostrarle al comercio internacional que Guatemala está lista, unida y capaz.
Ricardo Quezada, presidente de la Asociación de Navieros de Guatemala (ASONAV), expone con claridad las causas del abandono de los puertos del país. Denuncia más de dos décadas sin inversión y una gestión marcada por la falta de conocimiento técnico. A pesar de la crisis, Guatemala sigue siendo atractiva para las navieras, pero el tiempo se agota.
¿Cómo describiría la situación actual de los puertos del país, especialmente Puerto Quetzal?
— Lo que vemos hoy es algo que venimos anunciando desde hace años. Como navieros, sabíamos que esta crisis iba a llegar, y lamentablemente los gobiernos anteriores no tomaron cartas en el asunto. Ha habido prácticamente cero inversión en los últimos 20 o 25 años. La única excepción fue la construcción de la terminal de contenedores en Puerto Quetzal, que alivió parcialmente lo que pudo haber sido una crisis mayor. Pero no fue suficiente. Puerto Quetzal maneja carga contenerizada, carga a granel y carga general. Y en Santo Tomás de Castilla la situación es similar: escasa inversión y administraciones sin conocimiento técnico sobre puertos. Lo que ha ocurrido es un abandono sistemático.
A pesar de la importancia para la economía, ¿por qué no se les ha prestado atención durante más de dos décadas?
— No tenemos una respuesta clara. Lo que sí sabemos es que hubo advertencias, se tocó la puerta, se llevaron propuestas, pero no hubo eco. Tal vez fue falta de visión, o simplemente no había interés. También influye que las personas a cargo de las entidades portuarias no eran expertas en el tema. Eran figuras políticas o gestores sin formación técnica. Eso impidió que se tomaran decisiones acertadas. Los puertos requieren conocimiento especializado, no improvisación.
¿Influyó la falta de recursos económicos?
— No, definitivamente no. Las portuarias, cuando están bien administradas, generan utilidades. Eso ocurre en Guatemala y en cualquier parte del mundo. El problema no es la falta de dinero, sino la mala gestión. El Estado recauda lo suficiente como para invertir en infraestructura portuaria. Lo que falta es voluntad, planificación y administración eficientes.
¿Y los sindicatos? ¿Han sido un obstáculo para el desarrollo portuario?
— Existen en todos los puertos del mundo. Cuando hay buena comunicación entre la administración y trabajadores, los sindicatos pueden ser aliados. El problema surge cuando no hay diálogo, y se establecen pactos laborales dañinos. En esos casos, se paga mucho a los empleados, pero se produce poco. Además, hay una sobrepoblación en las portuarias. Aun así, Puerto Quetzal y Santo Tomás son puertos nobles. La carga sigue creciendo año con año, lo que demuestra su potencial.
¿Qué cambió en la gestión portuaria con este gobierno?
— Por primera vez en mucho tiempo, hay personas con experiencia en puertos en las juntas directivas y gerencias. Gente que realmente quiere hacer las cosas bien. Aun en medio de la crisis, se están tomando decisiones importantes, especialmente en Empresa Portuaria Quetzal. Un ejemplo claro es el acuerdo con APM Terminals. Se firmó un contrato por servicios, lo que se llama gestión indirecta. APM da el servicio, la portuaria cobra y luego le paga a APM. Este modelo estará vigente hasta el 31 de octubre de 2027. Después se espera una invitación pública para que otras empresas puedan operar esa terminal por un contrato de largo plazo.
¿Hay planes de expansión?
— Sí. Se llegó a un acuerdo con el Cuerpo de Ingenieros de EE. UU. para construir los muelles 5, 6, 7 y 8. Los 7 y 8 serían especializados en contenedores, lo que permitiría competencia sana entre terminales. Si se concreta, sería un salto enorme para la competitividad del país. Se espera que esté listo entre 2029 y 2030.
¿Qué se puede hacer ahora mismo para aliviar la crisis?
— Hoy hay unos 40 barcos en fondeo, de los cuales unos 35 están en espera. Empresas privadas se han unido para dragar los muelles donde operan. También se están permitiendo nuevas grúas, incluso privadas, y se autorizó un remolcador de mayor potencia. Esperamos que los grandes usuarios inviertan en soluciones propias para cargar y descargar más rápido. Además, instituciones como la SAT, MAGA y MINGOB deben agilizar sus procesos. Los importadores también deben buscar depósitos temporales para evitar saturación.
¿Cómo afecta esto a las navieras?
— Las navieras de contenedores y vehículos aún no han sido tan golpeadas. Hoy ya están invirtiendo, pero si seguimos creciendo al 4 o 5 % anual, en dos años estaremos otra vez en problemas. Hay que pensar en soluciones sostenibles y trabajar juntos para agilizar toda la logística.
¿Y cómo ven las navieras internacionales a Guatemala?
— Nos ven bien. Tenemos servicios directos con Asia y buena actividad en el Atlántico Caribe. Pero si descargar o cargar en Guatemala cuesta más, ese costo se traslada al usuario. Podríamos tener mejores tarifas y más competencia si mejoramos nuestras condiciones. En carga general y graneles, hay preocupación por los tiempos de espera. Se está cobrando desde el día uno, y eso afecta al consumidor final. Aún no hemos perdido el interés de las navieras, pero debemos actuar.
Para entender mejor este negocio, ¿cuántas navieras operan actualmente en Guatemala?
— Unas 14 o 15 navieras principales del mundo de contenedores operan aquí. Las de vehículos también están presentes. Seguimos siendo atractivos, y con las señales positivas de Puerto Quetzal, esperamos más oportunidades a mediano plazo. Eso se traduciría en mejores servicios y tarifas para los guatemaltecos.
Un mensaje final…
— La crisis portuaria no es exclusiva del administrador del puerto. Es una crisis compartida por todos los usuarios: navieras, importadores, exportadores. También hay escasez de pilotos y problemas en carreteras. Como guatemaltecos, debemos dejar de pisarnos el zapato unos a otros y empezar a construir juntos. No se trata solo de exigirle al gobierno, sino de apoyarnos entre todos. Si lo hacemos, podemos demostrarle al comercio internacional que Guatemala está lista, unida y capaz.