El pasado martes, el presidente Yoon Suk Yeol apareció ante los medios para declarar ley marcial en Corea del Sur, en un autogolpe de Estado fallido.
Panorama general. A altas horas de la noche en Seúl, Yoon Suk Yeol impresionó al mundo al poner a Corea del Sur, una de las democracias más fuertes de Asia, bajo ley marcial. Consecuentemente, el ejército tomó las calles y el presidente ordenó disolver el parlamento. Su pretexto fue que la oposición, presuntamente aliada de Corea del Norte, había paralizado al país y puesto en riesgo su democracia por su simpatía con la potencia nuclear vecina.
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Empero, Suk Yeol no citó ninguna evidencia que respaldara su acusación, lo que generó escepticismo con su actuar.
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El ejército ingresó en la Asamblea Nacional con la intención de disolver el parlamento, pero retrocedieron al ser rociados con extintores por empleados del legislativo. Las tropas no tomaron represalias y abandonaron el edificio
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Siete horas después de la declaración, los legisladores presentes rechazaron unánimemente la orden del presidente, quien se vio obligado a rescindir la ley marcial.
Por qué importa. Aunque Corea del Sur ha estado bajo un régimen de ley marcial anteriormente, es la primera vez que esto sucede desde su democratización en 1987. La última vez que sucedió fue en 1980 y fue impuesta por una junta militar. Corea del Sur es considerada la democracia más sólida de Asia, solamente detrás de Japón, y la cuarta economía más grande del continente y un aliado clave de EE. UU. en Asia.
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Las acciones del presidente han dañado la imagen del país ante el mundo.
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La respuesta legislativa, sin embargo, ha demostrado la solidez de sus instituciones y su resiliencia ante un episodio de abuso de poder como el del martes.
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Aunque el presidente mandó a disolver el legislativo, prohibió las reuniones políticas y puso bajo supervisión estatal a los medios de comunicación, ninguna de sus órdenes se ejecutó exitosamente.
Entre líneas. Las denuncias de Suk Yeol no son del todo infundadas. El presidente gobierna con un legislativo controlado por la oposición, la cual ha bloqueado gran parte de sus políticas y ha puesto al país en un punto muerto en términos de gobernabilidad. Además, los partidos opositores se han demostrado a favor de entablar acercamientos democráticos con Corea del Norte.
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Sin embargo, la falta de evidencia y la decisión radical de declarar la ley marcial indican que fue un intento de autogolpe para suprimir a la oposición y poder gobernar.
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La Asamblea Nacional ha introducido una pieza de correspondencia para someter al presidente a un juicio político, mientras que manifestaciones en las calles y un modesto —inicialmente— paro nacional exigen su renuncia y la de todo su gabinete.
En conclusión. El presidente podría ser destituido si dos tercios del parlamento votan por ello. El oficialismo tiene 108 de 300 diputados en la Asamblea, por lo que, solamente se necesita el favor de ocho diputados de su partido para removerlo del cargo. De los 190 presentes en el parlamento para rechazar la declaración de la ley marcial, 18 eran del partido de gobierno.
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El secretario de Estado de EE. UU., Antony Blinken, afirmó que el gobierno estadounidense no recibió notificación previa de la decisión del presidente surcoreano.
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Suk Yeol pasó de ser un aliado occidental, por su rol en la unificación de gobiernos democráticos en contra del autoritarismo en Asia, a perder su favor.
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De ser ciertas las acusaciones del presidente, su intento de autogolpe para eliminar la oposición fortalecería a supuestos aliados de Kim Jong-un en Corea del Sur.
El pasado martes, el presidente Yoon Suk Yeol apareció ante los medios para declarar ley marcial en Corea del Sur, en un autogolpe de Estado fallido.
Panorama general. A altas horas de la noche en Seúl, Yoon Suk Yeol impresionó al mundo al poner a Corea del Sur, una de las democracias más fuertes de Asia, bajo ley marcial. Consecuentemente, el ejército tomó las calles y el presidente ordenó disolver el parlamento. Su pretexto fue que la oposición, presuntamente aliada de Corea del Norte, había paralizado al país y puesto en riesgo su democracia por su simpatía con la potencia nuclear vecina.
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Empero, Suk Yeol no citó ninguna evidencia que respaldara su acusación, lo que generó escepticismo con su actuar.
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Siete horas después de la declaración, los legisladores presentes rechazaron unánimemente la orden del presidente, quien se vio obligado a rescindir la ley marcial.
Por qué importa. Aunque Corea del Sur ha estado bajo un régimen de ley marcial anteriormente, es la primera vez que esto sucede desde su democratización en 1987. La última vez que sucedió fue en 1980 y fue impuesta por una junta militar. Corea del Sur es considerada la democracia más sólida de Asia, solamente detrás de Japón, y la cuarta economía más grande del continente y un aliado clave de EE. UU. en Asia.
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Las acciones del presidente han dañado la imagen del país ante el mundo.
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La respuesta legislativa, sin embargo, ha demostrado la solidez de sus instituciones y su resiliencia ante un episodio de abuso de poder como el del martes.
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Aunque el presidente mandó a disolver el legislativo, prohibió las reuniones políticas y puso bajo supervisión estatal a los medios de comunicación, ninguna de sus órdenes se ejecutó exitosamente.
Entre líneas. Las denuncias de Suk Yeol no son del todo infundadas. El presidente gobierna con un legislativo controlado por la oposición, la cual ha bloqueado gran parte de sus políticas y ha puesto al país en un punto muerto en términos de gobernabilidad. Además, los partidos opositores se han demostrado a favor de entablar acercamientos democráticos con Corea del Norte.
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Sin embargo, la falta de evidencia y la decisión radical de declarar la ley marcial indican que fue un intento de autogolpe para suprimir a la oposición y poder gobernar.
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La Asamblea Nacional ha introducido una pieza de correspondencia para someter al presidente a un juicio político, mientras que manifestaciones en las calles y un modesto —inicialmente— paro nacional exigen su renuncia y la de todo su gabinete.
En conclusión. El presidente podría ser destituido si dos tercios del parlamento votan por ello. El oficialismo tiene 108 de 300 diputados en la Asamblea, por lo que, solamente se necesita el favor de ocho diputados de su partido para removerlo del cargo. De los 190 presentes en el parlamento para rechazar la declaración de la ley marcial, 18 eran del partido de gobierno.
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El secretario de Estado de EE. UU., Antony Blinken, afirmó que el gobierno estadounidense no recibió notificación previa de la decisión del presidente surcoreano.
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Suk Yeol pasó de ser un aliado occidental, por su rol en la unificación de gobiernos democráticos en contra del autoritarismo en Asia, a perder su favor.
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De ser ciertas las acusaciones del presidente, su intento de autogolpe para eliminar la oposición fortalecería a supuestos aliados de Kim Jong-un en Corea del Sur.