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Pobre primera cosecha

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Redacción República
09 de enero, 2025

A pocos días de cumplirse un año del gobierno de Bernardo Arévalo y del partido Movimiento Semilla, consistentes con su bucólica alegoría, han dado por llamar al primer informe “La primera cosecha”. Si de cosecha se tratase, es exigua, pues pretendieron cosechar sin preparar antes el terreno, paso indispensable.

Más allá de la alegoría, si de logros se hablase —como pretenden hacerlos ver—, hasta ahora solo se ha visto al equipo de Gobierno, en el mejor de los casos, cumplir su función. La mediocridad en la que está sumida buena parte del estamento público llama “logro” al cumplimiento del deber. Vaya cosa.

El abandono en el que anteriores administraciones dejaron muchas instituciones y programas es patente y, como se ha dicho, no es realista esperar que en un año se enderece lo torcido durante lustros; sin embargo, es necio pretender vender como logros los que no son.

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El presidente Arévalo, al inicio de su gestión, logró —ese sí, logro— que los atletas guatemaltecos pudiesen participar en las Olimpiadas de París, pero llamar logro a ejecutar medianamente el presupuesto —pagar la abultada burocracia—, es casi una afrenta; los fondos destinados a inversión tuvieron una ejecución pobre, como la primera cosecha.

En el ámbito legislativo, el oficialismo avanzó algunas iniciativas positivas que estaban engavetadas, como la Ley de Infraestructura Vial Prioritaria. Otras, como la Ley de Competencia —que, más que indispensable, era un capricho— fueron aprobadas solamente con el contubernio de quienes hacía pocos meses los diputados semilleros llamaban corruptos.

Es oportuno recordar cómo se refirió el mandatario al destino de fondos a estructuras opacas y tradicionalmente utilizadas para negocios al margen de la ley, así como que un buen porcentaje del presupuesto (40 %) se iba en corrupción. Ningún logro en ese sentido, pues como moneda de cambio para con sus “aliados” en el Congreso, destinaron una ingente cantidad de dinero a esas estructuras —CODEDES— para el uso, goce y disfrute de diputados distritales. Usaron el presupuesto para lubricar la corrupción y así, se convirtieron en lo que tanto criticaron.

Por otro lado, el presupuesto no solo no bajó [el presupuesto] sino que lo ampliaron en GTQ 14 151M, así que ese porcentaje, o se fue en —más—corrupción o se esfumó, pues tampoco se vio una mejora ostensible en los servicios públicos como para justificar la ampliación.

En lugar de hablar de cosechas, el Gobierno debió de hablar de preparar el terreno, léase inversión pública en infraestructura, simplificación y reducción de trámites, de eliminación de innecesaria —y onerosa— burocracia, y demás medidas que han sido probadas una y otra vez como incentivos para el crecimiento económico y la eficiente gestión gubernamental.

Las buenas gestiones, aunque muy lentas, como la reestructuración de la operación aeroportuaria y separar la parte regulatoria, no germinaron en el primer año. Las carreteras principales y secundarias continúan abandonadas y se limitaron a darle mantenimiento de algunos caminos rurales; ninguno nuevo, tristemente.

El Gobierno descubrirá —parece no haberlo hecho aún— que el período constitucional vuela. Ya han malgastado un 25 %.

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Pobre primera cosecha

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09 de enero, 2025

A pocos días de cumplirse un año del gobierno de Bernardo Arévalo y del partido Movimiento Semilla, consistentes con su bucólica alegoría, han dado por llamar al primer informe “La primera cosecha”. Si de cosecha se tratase, es exigua, pues pretendieron cosechar sin preparar antes el terreno, paso indispensable.

Más allá de la alegoría, si de logros se hablase —como pretenden hacerlos ver—, hasta ahora solo se ha visto al equipo de Gobierno, en el mejor de los casos, cumplir su función. La mediocridad en la que está sumida buena parte del estamento público llama “logro” al cumplimiento del deber. Vaya cosa.

El abandono en el que anteriores administraciones dejaron muchas instituciones y programas es patente y, como se ha dicho, no es realista esperar que en un año se enderece lo torcido durante lustros; sin embargo, es necio pretender vender como logros los que no son.

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El presidente Arévalo, al inicio de su gestión, logró —ese sí, logro— que los atletas guatemaltecos pudiesen participar en las Olimpiadas de París, pero llamar logro a ejecutar medianamente el presupuesto —pagar la abultada burocracia—, es casi una afrenta; los fondos destinados a inversión tuvieron una ejecución pobre, como la primera cosecha.

En el ámbito legislativo, el oficialismo avanzó algunas iniciativas positivas que estaban engavetadas, como la Ley de Infraestructura Vial Prioritaria. Otras, como la Ley de Competencia —que, más que indispensable, era un capricho— fueron aprobadas solamente con el contubernio de quienes hacía pocos meses los diputados semilleros llamaban corruptos.

Es oportuno recordar cómo se refirió el mandatario al destino de fondos a estructuras opacas y tradicionalmente utilizadas para negocios al margen de la ley, así como que un buen porcentaje del presupuesto (40 %) se iba en corrupción. Ningún logro en ese sentido, pues como moneda de cambio para con sus “aliados” en el Congreso, destinaron una ingente cantidad de dinero a esas estructuras —CODEDES— para el uso, goce y disfrute de diputados distritales. Usaron el presupuesto para lubricar la corrupción y así, se convirtieron en lo que tanto criticaron.

Por otro lado, el presupuesto no solo no bajó [el presupuesto] sino que lo ampliaron en GTQ 14 151M, así que ese porcentaje, o se fue en —más—corrupción o se esfumó, pues tampoco se vio una mejora ostensible en los servicios públicos como para justificar la ampliación.

En lugar de hablar de cosechas, el Gobierno debió de hablar de preparar el terreno, léase inversión pública en infraestructura, simplificación y reducción de trámites, de eliminación de innecesaria —y onerosa— burocracia, y demás medidas que han sido probadas una y otra vez como incentivos para el crecimiento económico y la eficiente gestión gubernamental.

Las buenas gestiones, aunque muy lentas, como la reestructuración de la operación aeroportuaria y separar la parte regulatoria, no germinaron en el primer año. Las carreteras principales y secundarias continúan abandonadas y se limitaron a darle mantenimiento de algunos caminos rurales; ninguno nuevo, tristemente.

El Gobierno descubrirá —parece no haberlo hecho aún— que el período constitucional vuela. Ya han malgastado un 25 %.

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