Antes de morir, Alejandro Muyshondt grababa conversaciones sensibles con el círculo cercano a Bukele; grabaciones que le costaron la vida y ahora son públicas.
Panorama general. Siete meses después de su misteriosa muerte –bajo custodia del Estado salvadoreño–, el medio argentino Infobae publicó, en exclusiva, grabaciones de reuniones entre Alejandro Muyshondt y algunos altos funcionarios salvadoreños. Los documentos revelan que, desde el círculo más cercano al presidente, se ocultó deliberadamente la corrupción dentro de su administración.
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De igual manera, las grabaciones de Muyshondt revelan el espionaje dirigido desde el gobierno hacia periodistas y opositores.
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Antes de ser capturado, Muyshondt trabajó como asesor de seguridad para el presidente Bukele, de quien también era amigo personal.
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Parte de su trabajo era recopilar inteligencia, tanto de opositores como de miembros de la administración Bukele. Investigar a este segundo grupo le costó el trabajo, la libertad y, finalmente, la vida.
Por qué importa. En una de las conversaciones publicadas por Infobae, Muyshondt conversa con Ernesto Castro, exsecretario Privado del presidente y actual presidente de la Asamblea Legislativa. Castro intentó atacar la credibilidad de Infobae para desacreditar la autenticidad de los audios —corroborada por expertos—, pero fue incapaz de negar su contenido.
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El otrora asesor de seguridad les informó sobre el involucramiento de Guillermo Gallegos, exdiputado aliado del oficialismo, en una trama de corrupción y narcotráfico.
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Castro acepta la cercanía de Gallegos con Bukele y reconoce tener conocimiento de que el FBI le investiga, desde 2014, por vínculos con el narcotráfico por cobro de viáticos fantasma.
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El exsecretario afirma que el Organismo de Inteligencia del Estado (OIE) les hizo llegar un informe al respecto. Al consultar (Castro) con el presidente sobre qué hacer al respecto, su respuesta fue: “Nada, ahí dejémoslo, que sigan buscando, nos vale verga”.
Entre líneas. La molestia de Castro no se enfocó en Gallegos, sino que, con la OIE, ya que los informes se enfocaron en la corrupción dentro del gobierno de Bukele y no en la oposición. “Vale verga […] Nuestros malos que sean nuestros malos, ahí vemos después estos hijos de puta cómo salimos de ellos, pero los que nos quieren hacer mierda son los de afuera. Lo que tenemos que ver es lo que hace Neto Muyshondt, lo que haga un Norman Quijano, un Rodolfo Parker […]”, afirmó.
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“¿Podrías hacer vos un proyectito chiquito? Cuando te digo chiquito es chiquito de un par de gentes, ¿verdad? Y si vemos que esta mierda nos está tirando información y vale la pena […]. Castro le pidió a Muyshondt montar una oficina clandestina para espiar a la oposición y a la prensa. Se le llamó “proyecto C815”.
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Añadió que intentara hackear a periodistas como Jorge Beltrán Luna (El Diario de Hoy) y a Carlos Dada (director de El Faro), como Muyshondt había hecho en el pasado con la Revista Factum.
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La idea era “saber cuándo se esté armando un reportaje” y sabotear el contacto entre los periodistas y sus fuentes. “Al hacer esto podemos tener muchos elementos para tener contento al hombre (Bukele), son cosas que el hombre necesita”, concluyó Ernesto Castro.
En conclusión. Las filtraciones han salido a la luz debido a un grupo de hackers colaboradores de Muyshondt, que afirman que su muerte fue un asesinato político.
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“Me quieren quebrar el culo y lo peor es que es gente de mi bando”, escribió el exasesor en un mensaje de WhatsApp a uno de ellos. Frustrado por la omisión de Bukele y su círculo cercano, empezó a hacer públicas sus denuncias de corrupción, en 2023. El 9 de agosto de ese año fue capturado.
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El cadáver de Muyshondt tenía señales de tortura, incluyendo una posible lobotomía. En sus últimos días, Alejandro fue diagnosticado con afasia, condición resultante de heridas en la cabeza que impiden leer, escribir e, incluso, hablar.
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A pesar de ser amigo de infancia del presidente y su más importante espía, su preocupación por la corrupción dentro del gobierno de Bukele y toda la información que tenía le costaron la vida a Alejandro Muyshondt.
Antes de morir, Alejandro Muyshondt grababa conversaciones sensibles con el círculo cercano a Bukele; grabaciones que le costaron la vida y ahora son públicas.
Panorama general. Siete meses después de su misteriosa muerte –bajo custodia del Estado salvadoreño–, el medio argentino Infobae publicó, en exclusiva, grabaciones de reuniones entre Alejandro Muyshondt y algunos altos funcionarios salvadoreños. Los documentos revelan que, desde el círculo más cercano al presidente, se ocultó deliberadamente la corrupción dentro de su administración.
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De igual manera, las grabaciones de Muyshondt revelan el espionaje dirigido desde el gobierno hacia periodistas y opositores.
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Antes de ser capturado, Muyshondt trabajó como asesor de seguridad para el presidente Bukele, de quien también era amigo personal.
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Parte de su trabajo era recopilar inteligencia, tanto de opositores como de miembros de la administración Bukele. Investigar a este segundo grupo le costó el trabajo, la libertad y, finalmente, la vida.
Por qué importa. En una de las conversaciones publicadas por Infobae, Muyshondt conversa con Ernesto Castro, exsecretario Privado del presidente y actual presidente de la Asamblea Legislativa. Castro intentó atacar la credibilidad de Infobae para desacreditar la autenticidad de los audios —corroborada por expertos—, pero fue incapaz de negar su contenido.
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El otrora asesor de seguridad les informó sobre el involucramiento de Guillermo Gallegos, exdiputado aliado del oficialismo, en una trama de corrupción y narcotráfico.
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Castro acepta la cercanía de Gallegos con Bukele y reconoce tener conocimiento de que el FBI le investiga, desde 2014, por vínculos con el narcotráfico por cobro de viáticos fantasma.
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El exsecretario afirma que el Organismo de Inteligencia del Estado (OIE) les hizo llegar un informe al respecto. Al consultar (Castro) con el presidente sobre qué hacer al respecto, su respuesta fue: “Nada, ahí dejémoslo, que sigan buscando, nos vale verga”.
Entre líneas. La molestia de Castro no se enfocó en Gallegos, sino que, con la OIE, ya que los informes se enfocaron en la corrupción dentro del gobierno de Bukele y no en la oposición. “Vale verga […] Nuestros malos que sean nuestros malos, ahí vemos después estos hijos de puta cómo salimos de ellos, pero los que nos quieren hacer mierda son los de afuera. Lo que tenemos que ver es lo que hace Neto Muyshondt, lo que haga un Norman Quijano, un Rodolfo Parker […]”, afirmó.
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“¿Podrías hacer vos un proyectito chiquito? Cuando te digo chiquito es chiquito de un par de gentes, ¿verdad? Y si vemos que esta mierda nos está tirando información y vale la pena […]. Castro le pidió a Muyshondt montar una oficina clandestina para espiar a la oposición y a la prensa. Se le llamó “proyecto C815”.
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Añadió que intentara hackear a periodistas como Jorge Beltrán Luna (El Diario de Hoy) y a Carlos Dada (director de El Faro), como Muyshondt había hecho en el pasado con la Revista Factum.
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La idea era “saber cuándo se esté armando un reportaje” y sabotear el contacto entre los periodistas y sus fuentes. “Al hacer esto podemos tener muchos elementos para tener contento al hombre (Bukele), son cosas que el hombre necesita”, concluyó Ernesto Castro.
En conclusión. Las filtraciones han salido a la luz debido a un grupo de hackers colaboradores de Muyshondt, que afirman que su muerte fue un asesinato político.
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“Me quieren quebrar el culo y lo peor es que es gente de mi bando”, escribió el exasesor en un mensaje de WhatsApp a uno de ellos. Frustrado por la omisión de Bukele y su círculo cercano, empezó a hacer públicas sus denuncias de corrupción, en 2023. El 9 de agosto de ese año fue capturado.
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El cadáver de Muyshondt tenía señales de tortura, incluyendo una posible lobotomía. En sus últimos días, Alejandro fue diagnosticado con afasia, condición resultante de heridas en la cabeza que impiden leer, escribir e, incluso, hablar.
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A pesar de ser amigo de infancia del presidente y su más importante espía, su preocupación por la corrupción dentro del gobierno de Bukele y toda la información que tenía le costaron la vida a Alejandro Muyshondt.