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Latinoamérica lidia una guerra de acero contra China

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Sebastián Gennari
25 de junio, 2024

Desde abril, varios países latinoamericanos han procurado proteger a sus industrias metalúrgicas limitando la entrada de acero chino. Con pocos días de diferencia entre sí, México, Chile y Brasil anunciaron mastodónticos aranceles sobre el acero de países sin tratado de libre comercio (TLC) con ellos. 

  • Aunque todavía no hay notificación formal, se prevé que Colombia pronto los imite. Las siderúrgicas colombianas, cuyo producto puede costar el doble del chino, ejercen presión a diario sobre Bogotá. 
  • Como es lógico, ninguna cancillería ni ministerio de comercio ha mencionado a China explícitamente, pero del diseño de las políticas se desprenden las intenciones. 
  • En esta coyuntura, Pekín no se guarda un as bajo la manga. La mayoría de los USD 243 000M que importó de Latinoamérica en 2023 fueron commodities de los que depende su tejido industrial. 

Entre líneas. Latinoamérica, usualmente de inclinación proteccionista, acude tarde a la cita. Es víctima de la guerra comercial que inició durante la presidencia de Donald Trump y que se ha mantenido, como uno de los pocos consensos bipartidistas, durante la administración de Joe Biden.  

  • Biden busca triplicar el arancel sobre el acero chino, que a principios de año se ubicaba en 7.5 %. Trump, nacionalista económico por antonomasia, dice estar ponderando una tasa de más del 60 %.   
  • La Unión Europea, normalmente más librecambista, ha hecho lo propio, buscando proteger su industria automotriz ante la avanzada de vehículos eléctricos chinos. Pekín ha respondido con barreras a los productos agrícolas europeos, cosa que Bruselas considera un trueque justo. 
  • Todo esto ha sumido a las siderúrgicas chinas en una búsqueda desesperada por mercados alternativos. China, debe recordarse, produce más de la mitad del acero del mundo; en 2023, su producción aumentó en un 36.2 %, llegando a las 90.3M de toneladas. 

Panorama general. Es así como Latinoamérica se enfrenta al dumping chino. México es indudablemente el más afectado, de ahí que haya impuesto los aranceles más altos, llegando hasta el 50 % en algunos casos. Chile se mostró un poco más templado, gravando las bolas de acero con un 35.4 % y las barras de acero con un 24.9 %. 

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  • En Brasil, donde las importaciones siderúrgicas aumentaron más de un 30 % el año pasado y 25.4 % en el primer trimestre de 2024, el Gobierno se decantó por subir el arancel del 10.8 al 25 %.  
  • La narrativa en Brasilia recuerda a la de Washington. En su momento, el vicepresidente Geraldo Alckmin habló del deber insoslayable de “preservar los empleos” y proteger la rentabilidad de las siderúrgicas, para que estas puedan modernizarse. 
  • Chile corre el mayor peligro. Al presidente Gabriel Boric le resultaba imposible eludir las ocho resoluciones parlamentarias instándolo a proteger la industria, que representa unos 20 000 empleos a nivel nacional, pero ahora Santiago alberga el temor de que las represalias chinas se centren en la industria del cobre.  

El balance. Latinoamérica es una región vasta y variada. Algunos países, sobre todo los más pequeños, nunca lograron una industrialización completa; pasaron directamente del modelo agroexportador a la economía de servicios. Otros, como Brasil, sí se industrializaron, a pesar de que hoy figuran principalmente como exportadores de commodities

  • En efecto, luego del descrédito industrialización por sustitución de importaciones, gran parte de la región —México siendo, como siempre, la excepción— ha vivido una lenta y casi imperceptible desindustrialización. Esto representa una interminable fuente de ansiedad para ciertos Estados. 
  • La gran mayoría de los líderes latinoamericanos –de izquierda o derecha– buscan entenderse tanto con Pekín como Washington, nutriéndose de las compras e inversiones de ambos. México, por ejemplo, se ha convertido en un intermediario entre EE. UU. y China, que se vale de fábricas mexicanas para evitar los aranceles estadounidenses.  
  • No hay, en resumidas cuentas, intenciones de distanciarse de China; los aranceles se han impuesto por necesidad y, siendo francos, presiones gremiales. 
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25 de junio, 2024

Desde abril, varios países latinoamericanos han procurado proteger a sus industrias metalúrgicas limitando la entrada de acero chino. Con pocos días de diferencia entre sí, México, Chile y Brasil anunciaron mastodónticos aranceles sobre el acero de países sin tratado de libre comercio (TLC) con ellos. 

  • Aunque todavía no hay notificación formal, se prevé que Colombia pronto los imite. Las siderúrgicas colombianas, cuyo producto puede costar el doble del chino, ejercen presión a diario sobre Bogotá. 
  • Como es lógico, ninguna cancillería ni ministerio de comercio ha mencionado a China explícitamente, pero del diseño de las políticas se desprenden las intenciones. 
  • En esta coyuntura, Pekín no se guarda un as bajo la manga. La mayoría de los USD 243 000M que importó de Latinoamérica en 2023 fueron commodities de los que depende su tejido industrial. 

Entre líneas. Latinoamérica, usualmente de inclinación proteccionista, acude tarde a la cita. Es víctima de la guerra comercial que inició durante la presidencia de Donald Trump y que se ha mantenido, como uno de los pocos consensos bipartidistas, durante la administración de Joe Biden.  

  • Biden busca triplicar el arancel sobre el acero chino, que a principios de año se ubicaba en 7.5 %. Trump, nacionalista económico por antonomasia, dice estar ponderando una tasa de más del 60 %.   
  • La Unión Europea, normalmente más librecambista, ha hecho lo propio, buscando proteger su industria automotriz ante la avanzada de vehículos eléctricos chinos. Pekín ha respondido con barreras a los productos agrícolas europeos, cosa que Bruselas considera un trueque justo. 
  • Todo esto ha sumido a las siderúrgicas chinas en una búsqueda desesperada por mercados alternativos. China, debe recordarse, produce más de la mitad del acero del mundo; en 2023, su producción aumentó en un 36.2 %, llegando a las 90.3M de toneladas. 

Panorama general. Es así como Latinoamérica se enfrenta al dumping chino. México es indudablemente el más afectado, de ahí que haya impuesto los aranceles más altos, llegando hasta el 50 % en algunos casos. Chile se mostró un poco más templado, gravando las bolas de acero con un 35.4 % y las barras de acero con un 24.9 %. 

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  • En Brasil, donde las importaciones siderúrgicas aumentaron más de un 30 % el año pasado y 25.4 % en el primer trimestre de 2024, el Gobierno se decantó por subir el arancel del 10.8 al 25 %.  
  • La narrativa en Brasilia recuerda a la de Washington. En su momento, el vicepresidente Geraldo Alckmin habló del deber insoslayable de “preservar los empleos” y proteger la rentabilidad de las siderúrgicas, para que estas puedan modernizarse. 
  • Chile corre el mayor peligro. Al presidente Gabriel Boric le resultaba imposible eludir las ocho resoluciones parlamentarias instándolo a proteger la industria, que representa unos 20 000 empleos a nivel nacional, pero ahora Santiago alberga el temor de que las represalias chinas se centren en la industria del cobre.  

El balance. Latinoamérica es una región vasta y variada. Algunos países, sobre todo los más pequeños, nunca lograron una industrialización completa; pasaron directamente del modelo agroexportador a la economía de servicios. Otros, como Brasil, sí se industrializaron, a pesar de que hoy figuran principalmente como exportadores de commodities

  • En efecto, luego del descrédito industrialización por sustitución de importaciones, gran parte de la región —México siendo, como siempre, la excepción— ha vivido una lenta y casi imperceptible desindustrialización. Esto representa una interminable fuente de ansiedad para ciertos Estados. 
  • La gran mayoría de los líderes latinoamericanos –de izquierda o derecha– buscan entenderse tanto con Pekín como Washington, nutriéndose de las compras e inversiones de ambos. México, por ejemplo, se ha convertido en un intermediario entre EE. UU. y China, que se vale de fábricas mexicanas para evitar los aranceles estadounidenses.  
  • No hay, en resumidas cuentas, intenciones de distanciarse de China; los aranceles se han impuesto por necesidad y, siendo francos, presiones gremiales. 

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