La transición energética está en boga, pero los ambientalistas más fervorosos permanecen impertérritos en su oposición a la minería. Esto ha dado lugar a una bifurcación de Latinoamérica: la riqueza mineral, distribuida de manera más o menos uniforme a lo largo de la región, se extrae de manera desigual, siendo los países norteños los más escépticos.
Datos. La transición energética es imposible sin más minería en Latinoamérica: la región representa el 61 % de las reservas mundiales de litio y el 29 % de la producción global, el 38 % de las reservas mundiales de cobre y el 45 % de su producción global, y el 38 % de tanto las reservas como de la producción de níquel.
- La minería de plata, concentrada en Sudamérica, también promete. La región supera las expectativas, siendo responsable del 48 % de la producción global, aunque posee solo el 39 % de las reservas mundiales.
- Suponiendo que los objetivos ambientales se mantengan intactos —algo cada vez menos probable, dicho sea de paso—, Latinoamérica tendría que multiplicar su producción de litio por 10 en los próximos 20 años.
Norte. Marcel Niedergang, célebre corresponsal internacional de Le Monde, a menudo cuestionaba la existencia de Latinoamérica como un conjunto coherente. Su libro, Las 20 Latino Américas, quizá se exceda, pero la región indudablemente está dividida en dos, a saber, un norte anti-minería y un sur pro-minería.
- Parecería incongruente tildar a México, productor destacado de crudo, oro y plata, de anti-minero. México es un caso sui generis. Su Gobierno de izquierda ha mostrado cierto pragmatismo, pero la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, probablemente implementará el último testamento de AMLO, un paquete de reformas que incluye la prohibición de la minería a cielo abierto.
- Las condiciones para la industria son mucho peores en Centroamérica; la mayoría de sus países han restringido la minería hasta el punto de efectivamente prohibirla. Guatemala y Panamá ahora enfrentan demandas de arbitraje internacional; Panamá arriesga USD 20 000M.
- Tentado por sus reservas de oro, El Salvador ahora reconsidera su prohibición. Nicaragua es el único Estado minero en Centroamérica; el oro es su segundo mayor rubro de exportación. El país acostumbra a vender más oro del que produce, exportando oro venezolano como propio.
Sur. El “sur pro-minero” se limita al sur de Sudamérica. Comienza más allá del Amazonas, no del Darién; tanto Colombia como Ecuador han optado por restringir las operaciones mineras y petroleras, a pesar de depender de estas industrias para sus exportaciones. Es fácil pasar por alto que Colombia es principalmente un exportador de petróleo y carbón.
- El cobre es la principal exportación de Perú y Chile. En 2022, conjuntamente exportaron USD 57 220M en cobre, tanto crudo como refinado. Lima promueve proyectos mineros por valor de USD 55 000M. USD 5000M de estos empezarán a desarrollarse en los próximos dos años.
- Argentina cuenta con las terceras mayores reservas de litio del mundo; su industria extractiva se regula —ligeramente— a nivel provincial. El país espera quintuplicar su producción para finales de 2025, cosa que inquieta a EE. UU. debido a la participación china en las arenas de litio de Argentina.
- En Brasil, Petrobras sigue expandiendo sus actividades petroleras; en abril, asignó USD 73 000M a la exploración y producción. Brasilia también ha buscado respaldar a sus productores de níquel, impactados por la caída de precios globales debido al exceso de oferta de Indonesia.
El porvenir. El Cono Sur, los países andinos y Brasil se muestran más vigorosos en su apoyo a las industrias extractivas. Hay excepciones: la agitación política interna de la Bolivia pro-minera ha frenado la expansión de la industria, mientras que, para República Dominicana, ubicada en una porción generalmente anti-minera de Latinoamérica, el oro es una exportación clave.
- La lista de países favorables a la minería no resulta sorprendente. Perú y Brasil han sido grandes exportadores de commodities durante décadas; muchos de los Estados más al norte han demostrado ser menos hábiles como exportadores, manteniendo inmensos déficits comerciales y dependiendo del turismo y las remesas.
- Para los Estados centroamericanos, el desdén por la minería conlleva dos riesgos: el primero y más urgente es simplemente el desperdicio de una oportunidad de desarrollo.
- El segundo está en los tribunales internacionales, ya que estos países suelen incumplir contratos con empresas mineras, dejándolos expuestos a pagar indemnizaciones luego de perder en arbitrajes internacionales.
La transición energética está en boga, pero los ambientalistas más fervorosos permanecen impertérritos en su oposición a la minería. Esto ha dado lugar a una bifurcación de Latinoamérica: la riqueza mineral, distribuida de manera más o menos uniforme a lo largo de la región, se extrae de manera desigual, siendo los países norteños los más escépticos.
Datos. La transición energética es imposible sin más minería en Latinoamérica: la región representa el 61 % de las reservas mundiales de litio y el 29 % de la producción global, el 38 % de las reservas mundiales de cobre y el 45 % de su producción global, y el 38 % de tanto las reservas como de la producción de níquel.
- La minería de plata, concentrada en Sudamérica, también promete. La región supera las expectativas, siendo responsable del 48 % de la producción global, aunque posee solo el 39 % de las reservas mundiales.
- Suponiendo que los objetivos ambientales se mantengan intactos —algo cada vez menos probable, dicho sea de paso—, Latinoamérica tendría que multiplicar su producción de litio por 10 en los próximos 20 años.
Norte. Marcel Niedergang, célebre corresponsal internacional de Le Monde, a menudo cuestionaba la existencia de Latinoamérica como un conjunto coherente. Su libro, Las 20 Latino Américas, quizá se exceda, pero la región indudablemente está dividida en dos, a saber, un norte anti-minería y un sur pro-minería.
- Parecería incongruente tildar a México, productor destacado de crudo, oro y plata, de anti-minero. México es un caso sui generis. Su Gobierno de izquierda ha mostrado cierto pragmatismo, pero la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, probablemente implementará el último testamento de AMLO, un paquete de reformas que incluye la prohibición de la minería a cielo abierto.
- Las condiciones para la industria son mucho peores en Centroamérica; la mayoría de sus países han restringido la minería hasta el punto de efectivamente prohibirla. Guatemala y Panamá ahora enfrentan demandas de arbitraje internacional; Panamá arriesga USD 20 000M.
- Tentado por sus reservas de oro, El Salvador ahora reconsidera su prohibición. Nicaragua es el único Estado minero en Centroamérica; el oro es su segundo mayor rubro de exportación. El país acostumbra a vender más oro del que produce, exportando oro venezolano como propio.
Sur. El “sur pro-minero” se limita al sur de Sudamérica. Comienza más allá del Amazonas, no del Darién; tanto Colombia como Ecuador han optado por restringir las operaciones mineras y petroleras, a pesar de depender de estas industrias para sus exportaciones. Es fácil pasar por alto que Colombia es principalmente un exportador de petróleo y carbón.
- El cobre es la principal exportación de Perú y Chile. En 2022, conjuntamente exportaron USD 57 220M en cobre, tanto crudo como refinado. Lima promueve proyectos mineros por valor de USD 55 000M. USD 5000M de estos empezarán a desarrollarse en los próximos dos años.
- Argentina cuenta con las terceras mayores reservas de litio del mundo; su industria extractiva se regula —ligeramente— a nivel provincial. El país espera quintuplicar su producción para finales de 2025, cosa que inquieta a EE. UU. debido a la participación china en las arenas de litio de Argentina.
- En Brasil, Petrobras sigue expandiendo sus actividades petroleras; en abril, asignó USD 73 000M a la exploración y producción. Brasilia también ha buscado respaldar a sus productores de níquel, impactados por la caída de precios globales debido al exceso de oferta de Indonesia.
El porvenir. El Cono Sur, los países andinos y Brasil se muestran más vigorosos en su apoyo a las industrias extractivas. Hay excepciones: la agitación política interna de la Bolivia pro-minera ha frenado la expansión de la industria, mientras que, para República Dominicana, ubicada en una porción generalmente anti-minera de Latinoamérica, el oro es una exportación clave.
- La lista de países favorables a la minería no resulta sorprendente. Perú y Brasil han sido grandes exportadores de commodities durante décadas; muchos de los Estados más al norte han demostrado ser menos hábiles como exportadores, manteniendo inmensos déficits comerciales y dependiendo del turismo y las remesas.
- Para los Estados centroamericanos, el desdén por la minería conlleva dos riesgos: el primero y más urgente es simplemente el desperdicio de una oportunidad de desarrollo.
- El segundo está en los tribunales internacionales, ya que estos países suelen incumplir contratos con empresas mineras, dejándolos expuestos a pagar indemnizaciones luego de perder en arbitrajes internacionales.