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La influencia china en Guatemala: R. Evan Ellis, catedrático de la Escuela de Guerra del Ejército de EE. UU., charla con República (I)

.
Sebastián Gennari
04 de julio, 2024

República recientemente entrevistó al Dr. Robert Evan Ellis, catedrático de la Escuela de Guerra del Ejército de EE. UU. y especialista en asuntos latinoamericanos. En la entrevista se abordó la creciente influencia china en Centroamérica, donde sólo Guatemala y Belice aún reconocen a Taiwán. La primera parte de la entrevista puede leerse a continuación. 

Para empezar, ¿quién es R. Evan Ellis? ¿De dónde surge el interés por la región? 

Desde muy joven, tuve una fascinación por todo el mundo más allá de Ohio, mi lugar de nacimiento. Eso me impulsó a estudiar ciencia política. Trabajé los primeros 14 años de mi carrera en asesoría de temas de defensa y guerras del futuro en el sector privado, primero con SAIC y luego con Booz Allen. 

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En 2008 tuve la oportunidad de trabajar con una entidad del Gobierno, liderando un equipo de juegos de guerra con nuestros socios en la región. En 2014 conseguí esta posición como profesor de investigación del Colegio de Guerra del Ejército. Entre 2019 y 2020 tuve la oportunidad excepcional de trabajar para el secretario de Estado, Mike Pompeo, en su grupo de planificación de políticas. Esto me dio un poco de perspectiva del Departamento de Estado, que siempre he guardado conmigo. 

¿Qué estrategias usa China para expandir su influencia en la región? 

Primero hay que reconocer que para China acabar, en la medida de lo posible, con la autonomía de Taiwán y aislarlo internacionalmente es un tema estratégico. El enfoque de China en Centroamérica también forma parte de su competencia estratégica con EE. UU. 

China generalmente busca lograr sus objetivos liderando con sus empresas estatales y su poder como comprador de commodities, prestamista o inversionista. De forma secundaria, pero también muy importante, China avanza sus objetivos tejiendo redes de influencia con los estudiantes que lleva a China con becas Hanban, también con las personas que invita: consultores, académicos, políticos, periodistas, etcétera.  

China siempre opera localmente y se apoya en su diáspora, usando las cámaras de comercio China-País X y las sociedades de amistad China-País X.  

Es indudable que China ha expandido su influencia en Centroamérica. ¿Podría darnos algo de contexto? 

En los últimos 20 años, el avance de China ha sido en países sudamericanos, que, aunque de espíritu occidental, son relativamente lejanos desde la perspectiva de EE. UU. En Centroamérica y México, en cambio, hemos tenido Gobiernos relativamente cooperativos y conservadores. 

Con el cambio de Costa Rica y Panamá, luego de El Salvador y ahora de Nicaragua y Honduras, tenemos un grupo de países cerca de EE. UU., donde hay Gobiernos relativamente débiles institucionalmente, con una transparencia imperfecta. China está avanzando muy rápido en proyectos de infraestructura, influencia y capacitación de periodistas. Cuando miramos a Honduras, no sólo se nota esto, sino también la negociación del tratado de libre comercio (TLC) y el interés chino en expandir su presencia en el eje de transporte regional. 

Esto se ve en Nicaragua con el aeropuerto de Punta Huete y el posible proyecto ferroviario conectando Corinto con Bluefields, es decir, del Pacífico al Atlántico. Cuando miramos el Golfo de Fonseca, también vemos la posibilidad de un puerto en El Salvador. Lo que contemplamos es una serie de Gobiernos muy influidos por China, con relaciones no tan buenas con EE. UU. y con proyectos de infraestructura estratégica operados por China. Es un clúster muy cerca de EE. UU. que da a China muchas opciones de hacer cosas y, en cierta forma, aislar a EE. UU. de otros aliados más al sur. 

Usted acaba de publicar un artículo en The Diplomat describiendo las presiones que China actualmente ejerce sobre Guatemala. ¿Le importaría explayarse? 

Desde una perspectiva estratégica, cuando observamos la posibilidad de una Guatemala ya reconociendo China, quizá con un TLC con China, con proyectos de infraestructura, se entiende una preocupación, pero como parte de una preocupación mucho más grande. 

China siempre busca tejer redes de influencia con periodistas, a veces comprando anuncios en periódicos, a veces invitando a periodistas a China. Por ejemplo, algunos colegas míos me han alertado de este viaje de tres meses por Claudia Méndez, quien entiendo es muy importante por su show ConCriterio. Han viajado otras personas de la Asociación de Periodistas de Guatemala, incluso Juan Antonio Canel Cabrera. También me mencionaron a Mario Rosales, de Canal Antigua.  

Esto es muy consistente con cómo China funciona. Luego se sirven de estas redes de influencia para hablar de forma favorable sobre China o de forma negativa sobre Taiwán.  

Tradicionalmente, Huawei, que ha operado en la región desde los años 90, ha sido muy importante, especialmente en países que no reconocen a China. No me sorprendió averiguar que los representantes de Huawei se han mostrado muy activos en Guatemala, con varios proyectos que introducen peligros informáticos, como el sistema que ahora han vendido a Banrural. 

China a veces empieza tejiendo redes de influencia con importadores, exportadores y personas con interés en hacer cosas con China. Entonces se nota como un grupo automotriz ahora importa vehículos Chang’an. Estas relaciones no surgen de la noche a la mañana: conllevan años de relaciones y viajes a China.  

¿Y lo político? 

Informalmente, algunos colegas guatemaltecos me han indicado que, después de la transición, muchas personas del lado conservador —quizá muy asustados por la manera en que EE. UU. ha ejercido presión sobre varios sectores en Guatemala— han pensado: “Bueno, si EE. UU. nos va a mandar a todos a la cárcel con órdenes de extradición, mejor hacemos como los Ortega y tenemos otras asociaciones y fuentes de ingresos si las cosas van muy mal”. 

Por otro lado, entiendo que el presidente Arévalo y su padre son muy respetados, pero Semilla es un grupo diverso y entre este grupo hay algunos con más simpatía por China y la izquierda. Además, en cierta forma, algunos asocian a Taiwán con un legado de corrupción, contra la cual Semilla combate. En mi opinión, no es completamente justo sólo tachar a Taiwán con esto. 

Imaginemos que Guatemala reconoce a Pekín. ¿Cómo reaccionaría EE. UU.? 

Se vería con preocupación y se haría un esfuerzo por disuadir a Guatemala, especialmente si Guatemala lo hace por sorpresa, como lo hizo Oscar Arias en Costa Rica y Sánchez Cerén en El Salvador. Pero creo que, a pesar de esto, se respeta que Guatemala puede tomar decisiones soberanas. 

Si después de esto el Gobierno empieza a colaborar más con China en temas gubernamentales, como la capacitación policial y la arquitectura de la información, esto podría llevar a Guatemala por un sendero en que, por un lado, se dificulten las relaciones con EE. UU. y, por el otro, el país se entregue a una dependencia cada vez más fuerte, por el peso de China en la compra de productos guatemaltecos, las inversiones y los empleos. 

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La influencia china en Guatemala: R. Evan Ellis, catedrático de la Escuela de Guerra del Ejército de EE. UU., charla con República (I)

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Sebastián Gennari
04 de julio, 2024

República recientemente entrevistó al Dr. Robert Evan Ellis, catedrático de la Escuela de Guerra del Ejército de EE. UU. y especialista en asuntos latinoamericanos. En la entrevista se abordó la creciente influencia china en Centroamérica, donde sólo Guatemala y Belice aún reconocen a Taiwán. La primera parte de la entrevista puede leerse a continuación. 

Para empezar, ¿quién es R. Evan Ellis? ¿De dónde surge el interés por la región? 

Desde muy joven, tuve una fascinación por todo el mundo más allá de Ohio, mi lugar de nacimiento. Eso me impulsó a estudiar ciencia política. Trabajé los primeros 14 años de mi carrera en asesoría de temas de defensa y guerras del futuro en el sector privado, primero con SAIC y luego con Booz Allen. 

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En 2008 tuve la oportunidad de trabajar con una entidad del Gobierno, liderando un equipo de juegos de guerra con nuestros socios en la región. En 2014 conseguí esta posición como profesor de investigación del Colegio de Guerra del Ejército. Entre 2019 y 2020 tuve la oportunidad excepcional de trabajar para el secretario de Estado, Mike Pompeo, en su grupo de planificación de políticas. Esto me dio un poco de perspectiva del Departamento de Estado, que siempre he guardado conmigo. 

¿Qué estrategias usa China para expandir su influencia en la región? 

Primero hay que reconocer que para China acabar, en la medida de lo posible, con la autonomía de Taiwán y aislarlo internacionalmente es un tema estratégico. El enfoque de China en Centroamérica también forma parte de su competencia estratégica con EE. UU. 

China generalmente busca lograr sus objetivos liderando con sus empresas estatales y su poder como comprador de commodities, prestamista o inversionista. De forma secundaria, pero también muy importante, China avanza sus objetivos tejiendo redes de influencia con los estudiantes que lleva a China con becas Hanban, también con las personas que invita: consultores, académicos, políticos, periodistas, etcétera.  

China siempre opera localmente y se apoya en su diáspora, usando las cámaras de comercio China-País X y las sociedades de amistad China-País X.  

Es indudable que China ha expandido su influencia en Centroamérica. ¿Podría darnos algo de contexto? 

En los últimos 20 años, el avance de China ha sido en países sudamericanos, que, aunque de espíritu occidental, son relativamente lejanos desde la perspectiva de EE. UU. En Centroamérica y México, en cambio, hemos tenido Gobiernos relativamente cooperativos y conservadores. 

Con el cambio de Costa Rica y Panamá, luego de El Salvador y ahora de Nicaragua y Honduras, tenemos un grupo de países cerca de EE. UU., donde hay Gobiernos relativamente débiles institucionalmente, con una transparencia imperfecta. China está avanzando muy rápido en proyectos de infraestructura, influencia y capacitación de periodistas. Cuando miramos a Honduras, no sólo se nota esto, sino también la negociación del tratado de libre comercio (TLC) y el interés chino en expandir su presencia en el eje de transporte regional. 

Esto se ve en Nicaragua con el aeropuerto de Punta Huete y el posible proyecto ferroviario conectando Corinto con Bluefields, es decir, del Pacífico al Atlántico. Cuando miramos el Golfo de Fonseca, también vemos la posibilidad de un puerto en El Salvador. Lo que contemplamos es una serie de Gobiernos muy influidos por China, con relaciones no tan buenas con EE. UU. y con proyectos de infraestructura estratégica operados por China. Es un clúster muy cerca de EE. UU. que da a China muchas opciones de hacer cosas y, en cierta forma, aislar a EE. UU. de otros aliados más al sur. 

Usted acaba de publicar un artículo en The Diplomat describiendo las presiones que China actualmente ejerce sobre Guatemala. ¿Le importaría explayarse? 

Desde una perspectiva estratégica, cuando observamos la posibilidad de una Guatemala ya reconociendo China, quizá con un TLC con China, con proyectos de infraestructura, se entiende una preocupación, pero como parte de una preocupación mucho más grande. 

China siempre busca tejer redes de influencia con periodistas, a veces comprando anuncios en periódicos, a veces invitando a periodistas a China. Por ejemplo, algunos colegas míos me han alertado de este viaje de tres meses por Claudia Méndez, quien entiendo es muy importante por su show ConCriterio. Han viajado otras personas de la Asociación de Periodistas de Guatemala, incluso Juan Antonio Canel Cabrera. También me mencionaron a Mario Rosales, de Canal Antigua.  

Esto es muy consistente con cómo China funciona. Luego se sirven de estas redes de influencia para hablar de forma favorable sobre China o de forma negativa sobre Taiwán.  

Tradicionalmente, Huawei, que ha operado en la región desde los años 90, ha sido muy importante, especialmente en países que no reconocen a China. No me sorprendió averiguar que los representantes de Huawei se han mostrado muy activos en Guatemala, con varios proyectos que introducen peligros informáticos, como el sistema que ahora han vendido a Banrural. 

China a veces empieza tejiendo redes de influencia con importadores, exportadores y personas con interés en hacer cosas con China. Entonces se nota como un grupo automotriz ahora importa vehículos Chang’an. Estas relaciones no surgen de la noche a la mañana: conllevan años de relaciones y viajes a China.  

¿Y lo político? 

Informalmente, algunos colegas guatemaltecos me han indicado que, después de la transición, muchas personas del lado conservador —quizá muy asustados por la manera en que EE. UU. ha ejercido presión sobre varios sectores en Guatemala— han pensado: “Bueno, si EE. UU. nos va a mandar a todos a la cárcel con órdenes de extradición, mejor hacemos como los Ortega y tenemos otras asociaciones y fuentes de ingresos si las cosas van muy mal”. 

Por otro lado, entiendo que el presidente Arévalo y su padre son muy respetados, pero Semilla es un grupo diverso y entre este grupo hay algunos con más simpatía por China y la izquierda. Además, en cierta forma, algunos asocian a Taiwán con un legado de corrupción, contra la cual Semilla combate. En mi opinión, no es completamente justo sólo tachar a Taiwán con esto. 

Imaginemos que Guatemala reconoce a Pekín. ¿Cómo reaccionaría EE. UU.? 

Se vería con preocupación y se haría un esfuerzo por disuadir a Guatemala, especialmente si Guatemala lo hace por sorpresa, como lo hizo Oscar Arias en Costa Rica y Sánchez Cerén en El Salvador. Pero creo que, a pesar de esto, se respeta que Guatemala puede tomar decisiones soberanas. 

Si después de esto el Gobierno empieza a colaborar más con China en temas gubernamentales, como la capacitación policial y la arquitectura de la información, esto podría llevar a Guatemala por un sendero en que, por un lado, se dificulten las relaciones con EE. UU. y, por el otro, el país se entregue a una dependencia cada vez más fuerte, por el peso de China en la compra de productos guatemaltecos, las inversiones y los empleos. 

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