Tres exfuncionarios del gobierno de Bernardo Arévalo terminaron saliendo del gabinete por escándalos personales, señalamientos o falta de resultados; sin embargo, fueron reubicados en cargos diplomáticos bien remunerados. Las designaciones contrastan con el discurso de profesionalización del servicio exterior impulsado por el propio Arévalo cuando integró la comisión legislativa de Relaciones Exteriores.
Por qué importa. El nombramiento de Santiago Palomo como embajador ante la Santa Sede se convirtió en la señal más visible de una tendencia: funcionarios que salieron por crisis de gestión o escándalos internos terminan premiados con cargos diplomáticos.
- Palomo dejó la Secretaría de Comunicación Social en un contexto de cuestionamientos al desempeño institucional y a la dificultad para mejorar la percepción pública del gobierno.
- Su nuevo puesto ante el Vaticano le otorga un salario de GTQ 83 995 mensuales, a pesar de no tener carrera diplomática ni experiencia técnica en servicio exterior.
- El movimiento recuerda que otros funcionarios con salidas complicadas también recibieron embajadas, alimentando la percepción de que el cuerpo diplomático sirve como “puente de plata”.
En el radar. Antes de Palomo, Oswaldo Samayoa protagonizó una salida polémica tras revelarse una relación sentimental con la directora administrativa cuando dirigía COPADEH.
- La crisis interna derivó renuncia el 31 de diciembre de 2024, pero no fue una ruptura con el gobierno, sino un ascenso discreto.
- Samayoa fue nombrado ministro consejero en Costa Rica el 25 de enero de 2025, con un salario mensual de GTQ 49 360.
- Su traslado al exterior se dio sin cuestionamientos públicos por parte del Ejecutivo, lo que sugiere que el episodio se buscó cerrar mediante una salida silenciosa.
Entre líneas. El caso de Marco Livio Díaz tomó un giro administrativo distinto, luego de su salida de la Superintendencia de Administración Tributaria (SAT), ya que fue designado embajador en Honduras mientras continúa en curso un expediente abierto por el Ministerio Público (MP) relacionado con denuncias presentadas por contribuyentes vinculados al caso B410.
- Durante su gestión al frente de la SAT, Díaz hizo públicas denuncias sobre presuntas presiones vinculadas a la investigación de una estructura fiscal señalada por posible defraudación superior a GTQ 300 M.
- A su vez, el MP abrió una investigación basada en acusaciones que señalan una posible derivación de casos —para su “resolución”— hacia la firma Moore Díaz Reyes, vinculada a familiares del exfuncionario.
- Su designación como embajador, con un ingreso mensual de GTQ 54 138, no tiene sustento técnico ni profesional alguno.
Ahora qué. Los tres nombramientos abren un debate más amplio: si las designaciones obedecen a necesidades diplomáticas reales o si el servicio exterior es un recurso del cual los mandatarios echan mano para colocar a aliados que salieron mal parados de su función.
- El desafío es mayor porque el propio mandatario prometió la profesionalización como estándar institucional. Cuando era diputado, Bernardo Arévalo impulsó reformas para elevar las exigencias de ingreso al servicio exterior y depurar nombramientos políticos, lo que vuelve estos casos especialmente contradictorios.
- Si el Ejecutivo no explica criterios, corre el riesgo de reafirmar la vieja práctica de convertir embajadas en compensaciones por salidas problemáticas, más que en funciones de Estado.
- El presidente, pero también el canciller, Carlos Ramiro Martínez —un diplomático de carrera—, aplican un doble rasero, evidentemente.
Tres exfuncionarios del gobierno de Bernardo Arévalo terminaron saliendo del gabinete por escándalos personales, señalamientos o falta de resultados; sin embargo, fueron reubicados en cargos diplomáticos bien remunerados. Las designaciones contrastan con el discurso de profesionalización del servicio exterior impulsado por el propio Arévalo cuando integró la comisión legislativa de Relaciones Exteriores.
Por qué importa. El nombramiento de Santiago Palomo como embajador ante la Santa Sede se convirtió en la señal más visible de una tendencia: funcionarios que salieron por crisis de gestión o escándalos internos terminan premiados con cargos diplomáticos.
- Palomo dejó la Secretaría de Comunicación Social en un contexto de cuestionamientos al desempeño institucional y a la dificultad para mejorar la percepción pública del gobierno.
- Su nuevo puesto ante el Vaticano le otorga un salario de GTQ 83 995 mensuales, a pesar de no tener carrera diplomática ni experiencia técnica en servicio exterior.
- El movimiento recuerda que otros funcionarios con salidas complicadas también recibieron embajadas, alimentando la percepción de que el cuerpo diplomático sirve como “puente de plata”.
En el radar. Antes de Palomo, Oswaldo Samayoa protagonizó una salida polémica tras revelarse una relación sentimental con la directora administrativa cuando dirigía COPADEH.
- La crisis interna derivó renuncia el 31 de diciembre de 2024, pero no fue una ruptura con el gobierno, sino un ascenso discreto.
- Samayoa fue nombrado ministro consejero en Costa Rica el 25 de enero de 2025, con un salario mensual de GTQ 49 360.
- Su traslado al exterior se dio sin cuestionamientos públicos por parte del Ejecutivo, lo que sugiere que el episodio se buscó cerrar mediante una salida silenciosa.
Entre líneas. El caso de Marco Livio Díaz tomó un giro administrativo distinto, luego de su salida de la Superintendencia de Administración Tributaria (SAT), ya que fue designado embajador en Honduras mientras continúa en curso un expediente abierto por el Ministerio Público (MP) relacionado con denuncias presentadas por contribuyentes vinculados al caso B410.
- Durante su gestión al frente de la SAT, Díaz hizo públicas denuncias sobre presuntas presiones vinculadas a la investigación de una estructura fiscal señalada por posible defraudación superior a GTQ 300 M.
- A su vez, el MP abrió una investigación basada en acusaciones que señalan una posible derivación de casos —para su “resolución”— hacia la firma Moore Díaz Reyes, vinculada a familiares del exfuncionario.
- Su designación como embajador, con un ingreso mensual de GTQ 54 138, no tiene sustento técnico ni profesional alguno.
Ahora qué. Los tres nombramientos abren un debate más amplio: si las designaciones obedecen a necesidades diplomáticas reales o si el servicio exterior es un recurso del cual los mandatarios echan mano para colocar a aliados que salieron mal parados de su función.
- El desafío es mayor porque el propio mandatario prometió la profesionalización como estándar institucional. Cuando era diputado, Bernardo Arévalo impulsó reformas para elevar las exigencias de ingreso al servicio exterior y depurar nombramientos políticos, lo que vuelve estos casos especialmente contradictorios.
- Si el Ejecutivo no explica criterios, corre el riesgo de reafirmar la vieja práctica de convertir embajadas en compensaciones por salidas problemáticas, más que en funciones de Estado.
- El presidente, pero también el canciller, Carlos Ramiro Martínez —un diplomático de carrera—, aplican un doble rasero, evidentemente.
EL TIPO DE CAMBIO DE HOY ES DE: