Kaja Kallas es la nueva jefa al frente de la diplomacia europea. Viene bien preparada. Con energía y savia nuevas en un momento crítico. Sustituye a Josep Borrell. El exministro español de Exteriores en ocasiones irritó a algunos Estados miembros adoptando posiciones que no siempre reflejaban el consenso en el bloque. Pertenece a una de las familias fundadoras de la actual Estonia.
Su ascendencia es en parte letona y alemana del Báltico, por lado paterno. Se graduó en Derecho por la Universidad de Tartu en 1999. En 2010 se unió al Partido Reformista de Estonia.
Diputada entre 2011 y 2014. Seguidamente, eurodiputada hasta 2018. En 2021, se convirtió en la primera mujer en estar a cargo del Ejecutivo del país báltico. Es, por tanto, la primera exjefa de Gobierno en desempeñar el cargo de Alta Representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad.
Su padre, Siim Kallas, fue primer ministro de Estonia (2002-2003). Y, posteriormente, vicepresidente de la Comisión y comisario europeo durante una década. Kaja Kallas asume el cargo de cinco años con la firme decisión de plantar cara a Rusia.
Considera su invasión de Ucrania lanzada en 2022 una amenaza para Europa. En respuesta a la ofensiva de Putin, y como una clara señal de su posición, la entonces primera ministra mandó desmantelar todas las referencias y monumentos respecto a la URSS en el país.
Ha venido siendo una de las voces más fuertes de la UE y la OTAN en favor del suministro de armamento a Ucrania y del endurecimiento de las sanciones contra el Kremlin. Cuando nació, en 1977, Estonia todavía formaba parte de la URSS.
“Crecí tras el telón de acero sin ninguna posibilidad de elegir, sin libertad”. Advierte, asimismo, de “coaliciones de autócratas formándose a nuestro alrededor y giros geopolíticos amenazantes en todo el mundo”.
Los europeos temen quedarse solos en su apoyo a Ucrania, y sufrir las consecuencias de un acuerdo de paz obtenido contra los intereses de Kiev. Por ello, el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, el 20 de enero, será su primera prueba de fuego.
El magnate ha prometido poner el fin al conflicto “en 24 horas”, dando a entender que podría dejar de brindar apoyo militar a Ucrania. En su esfuerzo por convencer al próximo presidente, juega a su favor la afición compartida con Trump por el golf y – más importante – el hecho de que cada vez que ha ido a EE. UU. se ha reunido con republicanos. Es casi seguro, además, que se alineará con las demandas de Trump relativas a un incremento del gasto militar en Europa.
Muestra de ello es que en los cien primeros días de su mandato, Kallas propondrá medidas para reforzar la industria de Defensa en Europa, en colaboración con el comisario europeo del ramo.
Es este, un cargo de nueva creación que recae en el ex primer ministro lituano Andrius Kubilius. Desde el comienzo mismo de la invasión rusa de Ucrania, Kallas ha insistido en la necesidad de que Europa refuerce su seguridad en un corto plazo de tres a cinco años para prepararse ante un eventual conflicto militar. Rechaza cualquier tipo de negociación con el Kremlin.
“La agresión no debe tener ningún tipo de rédito”. Pese a las dificultades presupuestarias del Servicio de Acción Exterior de la UE —que contará con EUR 34M menos para su funcionamiento en 2025—, Kallas se ha comprometido a salvaguardar la red de misiones europeas en el exterior. En pleno pulso con China y Rusia, no cerrará ninguna delegación. Tampoco en Latinoamérica. “Necesitamos más presencia europea y no menos”.
Tiene una gran valedora en Ursula von der Leyen, la presidenta conservadora de la Comisión. La alemana habló de los desafíos que esperan a Kallas: “guerras, conflictos y sufrimiento”. Junto a Ucrania son ejemplos de ello Oriente Medio y África.
Un contexto en el que “Europa debe desempeñar un papel más decidido e importante”. Cabe decir que Kallas es la persona indicada para mantener a la UE centrada en el gran desafío para su seguridad que afronta en los cinco próximos años: Rusia. Su llegada, en definitiva, es una buena noticia para la política exterior de la Unión.
Kaja Kallas es la nueva jefa al frente de la diplomacia europea. Viene bien preparada. Con energía y savia nuevas en un momento crítico. Sustituye a Josep Borrell. El exministro español de Exteriores en ocasiones irritó a algunos Estados miembros adoptando posiciones que no siempre reflejaban el consenso en el bloque. Pertenece a una de las familias fundadoras de la actual Estonia.
Su ascendencia es en parte letona y alemana del Báltico, por lado paterno. Se graduó en Derecho por la Universidad de Tartu en 1999. En 2010 se unió al Partido Reformista de Estonia.
Diputada entre 2011 y 2014. Seguidamente, eurodiputada hasta 2018. En 2021, se convirtió en la primera mujer en estar a cargo del Ejecutivo del país báltico. Es, por tanto, la primera exjefa de Gobierno en desempeñar el cargo de Alta Representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad.
Su padre, Siim Kallas, fue primer ministro de Estonia (2002-2003). Y, posteriormente, vicepresidente de la Comisión y comisario europeo durante una década. Kaja Kallas asume el cargo de cinco años con la firme decisión de plantar cara a Rusia.
Considera su invasión de Ucrania lanzada en 2022 una amenaza para Europa. En respuesta a la ofensiva de Putin, y como una clara señal de su posición, la entonces primera ministra mandó desmantelar todas las referencias y monumentos respecto a la URSS en el país.
Ha venido siendo una de las voces más fuertes de la UE y la OTAN en favor del suministro de armamento a Ucrania y del endurecimiento de las sanciones contra el Kremlin. Cuando nació, en 1977, Estonia todavía formaba parte de la URSS.
“Crecí tras el telón de acero sin ninguna posibilidad de elegir, sin libertad”. Advierte, asimismo, de “coaliciones de autócratas formándose a nuestro alrededor y giros geopolíticos amenazantes en todo el mundo”.
Los europeos temen quedarse solos en su apoyo a Ucrania, y sufrir las consecuencias de un acuerdo de paz obtenido contra los intereses de Kiev. Por ello, el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, el 20 de enero, será su primera prueba de fuego.
El magnate ha prometido poner el fin al conflicto “en 24 horas”, dando a entender que podría dejar de brindar apoyo militar a Ucrania. En su esfuerzo por convencer al próximo presidente, juega a su favor la afición compartida con Trump por el golf y – más importante – el hecho de que cada vez que ha ido a EE. UU. se ha reunido con republicanos. Es casi seguro, además, que se alineará con las demandas de Trump relativas a un incremento del gasto militar en Europa.
Muestra de ello es que en los cien primeros días de su mandato, Kallas propondrá medidas para reforzar la industria de Defensa en Europa, en colaboración con el comisario europeo del ramo.
Es este, un cargo de nueva creación que recae en el ex primer ministro lituano Andrius Kubilius. Desde el comienzo mismo de la invasión rusa de Ucrania, Kallas ha insistido en la necesidad de que Europa refuerce su seguridad en un corto plazo de tres a cinco años para prepararse ante un eventual conflicto militar. Rechaza cualquier tipo de negociación con el Kremlin.
“La agresión no debe tener ningún tipo de rédito”. Pese a las dificultades presupuestarias del Servicio de Acción Exterior de la UE —que contará con EUR 34M menos para su funcionamiento en 2025—, Kallas se ha comprometido a salvaguardar la red de misiones europeas en el exterior. En pleno pulso con China y Rusia, no cerrará ninguna delegación. Tampoco en Latinoamérica. “Necesitamos más presencia europea y no menos”.
Tiene una gran valedora en Ursula von der Leyen, la presidenta conservadora de la Comisión. La alemana habló de los desafíos que esperan a Kallas: “guerras, conflictos y sufrimiento”. Junto a Ucrania son ejemplos de ello Oriente Medio y África.
Un contexto en el que “Europa debe desempeñar un papel más decidido e importante”. Cabe decir que Kallas es la persona indicada para mantener a la UE centrada en el gran desafío para su seguridad que afronta en los cinco próximos años: Rusia. Su llegada, en definitiva, es una buena noticia para la política exterior de la Unión.