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Historia incompleta

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Marcos Jacobo Suárez Sipmann
17 de diciembre, 2024

La politóloga española, Arantxa Tirado, publicó en 2021 El Lawfare: Golpes de Estado en nombre de la ley. El término tiene varios significados. La interpretación de la autora puede traducirse como guerra judicial. Es decir, el uso de la ley de manera partidista. Una estrategia de carácter militar, con apariencia de legalidad, a través de la cual los poderosos someten voluntades. Una modalidad de cambio de régimen.

Nos habla asimismo del concepto de guerra híbrida, que combina más elementos de los utilizados en las guerras convencionales. Es una nueva forma de intervención en defensa de intereses propios llevada a cabo de una forma más elaborada. Engloba el lawfare, estrategia que hace uso de la ley para detener o revertir reformas sociales. La autora, aunque reconoce que no ha sido un fenómeno ejercido exclusivamente contra los líderes de izquierda, “es contra ellos que se ha ensañado con mayor ímpetu”. En cuanto a la guerra híbrida menciona el caso de la CICIG en Guatemala. No obstante, pasa de puntillas sobre su - cuando menos - polémica actuación.

Considera el golpe blando una tipología de subversión de la voluntad popular. Un instrumento que pretende provocar un cambio de régimen por una vía sutil, donde puede tener cabida – o no – el lawfare. Sí comparten la manipulación de la opinión pública necesaria para instaurar la idea de la necesidad de sacar a determinado liderazgo político.

La atención se centra en Latinoamérica y el Caribe (LAC). Analiza, entre otros, el acoso sufrido por gobiernos como el de Hugo Chávez, Lula da Silva, Rafael Correa, Cristina Kirchner o AMLO. El máximo exponente del lawfare es, por supuesto, el “imperialismo norteamericano” en connivencia con las reaccionarias élites locales.

El hecho diferencial del lawfare o guerra jurídica es usar herramientas aparentemente dentro del marco de lo legal, como la ley y los tribunales. El operativo judicial está enfocado al cambio de régimen. Es decir, el objetivo de esas causas judiciales es neutralizar a mandatarios de una izquierda plural representante de una voluntad soberana.

Tras los golpes de Estado convencionales, las dictaduras, represiones y contrainsurgencias (se entiende que todas de tendencia derechista), el establishment aplica en la actualidad tácticas más sutiles de cambio de régimen.  

Los golpes de Estado clásicos han sido desacreditados con el tiempo. Igual que la perspectiva del “imperialismo”. Se opta por esta nueva modalidad que articula el uso torticero de la ley. Las causas creadas generalmente concitan consenso social al ser llevadas a cabo en nombre de valores universales. Ejemplos: la defensa de la democracia o la lucha contra la corrupción.

Quizá la forma del juicio político a la presidenta Dilma Rousseff fuera cuestionable, pero… ¿fue una excusa el caso de corrupción de Lava Jato? ¿O más tarde los de Petrobras y Odebrecht?

Los medios de comunicación resultan indispensables para este entramado que se apoya en ellos. Estos difunden sentencias, muchas veces antes de que los tribunales determinen la culpabilidad. En esos juicios paralelos, los medios desatan campañas de descrédito y provocan el “asesinato civil” de la imagen de las personas. Todo ello se realiza con una intencionalidad de cambio de régimen cuyo fin último, en Latinoamérica, es provocar una reconfiguración geopolítica del continente.

La profesora Tirado sostiene que el caso de Venezuela “ejemplifica como pocos la estrategia de búsqueda del cambio de régimen por implosión”. Recuerda el Caracazo como el primer alzamiento contra el neoliberalismo en Latinoamérica en 1989. Habla del “alzamiento cívico-militar de 1992 en el que participó Hugo Chávez”. Después refiere su victoria electoral. No parece dar excesiva importancia al hecho de que el comandante —antes de líder progresista— fue un militar golpista. Como condenado a prisión, conservó su derecho de sufragio activo. Más difícil de entender resulta que, pese a haber sido amnistiado, pudiera presentarse como candidato.

Quien firma esta reseña, trabajó en Venezuela en 1998 durante los últimos meses del gobierno Caldera y la campaña electoral. Y han sido numerosos mis posteriores publicaciones sobre los abusos y violaciones de derechos humanos del régimen.

Con Chávez y la sucesión de victorias progresistas (Bolivia, Argentina, Brasil…), Latinoamérica pasó a ser un bloque de poder contra hegemónico. Mecanismos de concertación e integración, como ALBA, UNASUR y CELAC, en años posteriores, cuando la derecha recupera espacios, son “atacados y desmantelados”. Hoy desaparecidas en la práctica o en un segundo plano geopolítico con muchas dificultades derivadas de las “dificultades económicas” de Venezuela y Cuba.

No obstante, en otros lugares, donde anteriormente no había llegado nunca la izquierda al Gobierno, hay nuevos gobiernos con gran peso geopolítico, como México o Chile.

Ante la eficacia del lawfare, la autora alerta del peligro de expansión a Europa. Cabe decir lo mismo que respecto a LAC. Seamos precavidos, sí, mas sin ser tendenciosos. Así, en España – y sin siquiera entrar en guerras jurídicas – no es de recibo que al tiempo que se agita el fantasma de la extrema derecha se califique a Podemos o Sumar, con epítetos inofensivos como izquierda alternativa. Basta de generalizaciones y etiquetas simplistas.  

La autora es Doctora en Relaciones Internacionales por la Universidad Autónoma de Barcelona y doctora en Estudios Latinoamericanos por la UNAM.  

Al libro de la profesora no le falta rigor y es recomendable. Sin embargo, es parcial. Conviene leerlo bajo un prisma desideologizado y manteniendo una perspectiva abierta.

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Historia incompleta

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Marcos Jacobo Suárez Sipmann
17 de diciembre, 2024

La politóloga española, Arantxa Tirado, publicó en 2021 El Lawfare: Golpes de Estado en nombre de la ley. El término tiene varios significados. La interpretación de la autora puede traducirse como guerra judicial. Es decir, el uso de la ley de manera partidista. Una estrategia de carácter militar, con apariencia de legalidad, a través de la cual los poderosos someten voluntades. Una modalidad de cambio de régimen.

Nos habla asimismo del concepto de guerra híbrida, que combina más elementos de los utilizados en las guerras convencionales. Es una nueva forma de intervención en defensa de intereses propios llevada a cabo de una forma más elaborada. Engloba el lawfare, estrategia que hace uso de la ley para detener o revertir reformas sociales. La autora, aunque reconoce que no ha sido un fenómeno ejercido exclusivamente contra los líderes de izquierda, “es contra ellos que se ha ensañado con mayor ímpetu”. En cuanto a la guerra híbrida menciona el caso de la CICIG en Guatemala. No obstante, pasa de puntillas sobre su - cuando menos - polémica actuación.

Considera el golpe blando una tipología de subversión de la voluntad popular. Un instrumento que pretende provocar un cambio de régimen por una vía sutil, donde puede tener cabida – o no – el lawfare. Sí comparten la manipulación de la opinión pública necesaria para instaurar la idea de la necesidad de sacar a determinado liderazgo político.

La atención se centra en Latinoamérica y el Caribe (LAC). Analiza, entre otros, el acoso sufrido por gobiernos como el de Hugo Chávez, Lula da Silva, Rafael Correa, Cristina Kirchner o AMLO. El máximo exponente del lawfare es, por supuesto, el “imperialismo norteamericano” en connivencia con las reaccionarias élites locales.

El hecho diferencial del lawfare o guerra jurídica es usar herramientas aparentemente dentro del marco de lo legal, como la ley y los tribunales. El operativo judicial está enfocado al cambio de régimen. Es decir, el objetivo de esas causas judiciales es neutralizar a mandatarios de una izquierda plural representante de una voluntad soberana.

Tras los golpes de Estado convencionales, las dictaduras, represiones y contrainsurgencias (se entiende que todas de tendencia derechista), el establishment aplica en la actualidad tácticas más sutiles de cambio de régimen.  

Los golpes de Estado clásicos han sido desacreditados con el tiempo. Igual que la perspectiva del “imperialismo”. Se opta por esta nueva modalidad que articula el uso torticero de la ley. Las causas creadas generalmente concitan consenso social al ser llevadas a cabo en nombre de valores universales. Ejemplos: la defensa de la democracia o la lucha contra la corrupción.

Quizá la forma del juicio político a la presidenta Dilma Rousseff fuera cuestionable, pero… ¿fue una excusa el caso de corrupción de Lava Jato? ¿O más tarde los de Petrobras y Odebrecht?

Los medios de comunicación resultan indispensables para este entramado que se apoya en ellos. Estos difunden sentencias, muchas veces antes de que los tribunales determinen la culpabilidad. En esos juicios paralelos, los medios desatan campañas de descrédito y provocan el “asesinato civil” de la imagen de las personas. Todo ello se realiza con una intencionalidad de cambio de régimen cuyo fin último, en Latinoamérica, es provocar una reconfiguración geopolítica del continente.

La profesora Tirado sostiene que el caso de Venezuela “ejemplifica como pocos la estrategia de búsqueda del cambio de régimen por implosión”. Recuerda el Caracazo como el primer alzamiento contra el neoliberalismo en Latinoamérica en 1989. Habla del “alzamiento cívico-militar de 1992 en el que participó Hugo Chávez”. Después refiere su victoria electoral. No parece dar excesiva importancia al hecho de que el comandante —antes de líder progresista— fue un militar golpista. Como condenado a prisión, conservó su derecho de sufragio activo. Más difícil de entender resulta que, pese a haber sido amnistiado, pudiera presentarse como candidato.

Quien firma esta reseña, trabajó en Venezuela en 1998 durante los últimos meses del gobierno Caldera y la campaña electoral. Y han sido numerosos mis posteriores publicaciones sobre los abusos y violaciones de derechos humanos del régimen.

Con Chávez y la sucesión de victorias progresistas (Bolivia, Argentina, Brasil…), Latinoamérica pasó a ser un bloque de poder contra hegemónico. Mecanismos de concertación e integración, como ALBA, UNASUR y CELAC, en años posteriores, cuando la derecha recupera espacios, son “atacados y desmantelados”. Hoy desaparecidas en la práctica o en un segundo plano geopolítico con muchas dificultades derivadas de las “dificultades económicas” de Venezuela y Cuba.

No obstante, en otros lugares, donde anteriormente no había llegado nunca la izquierda al Gobierno, hay nuevos gobiernos con gran peso geopolítico, como México o Chile.

Ante la eficacia del lawfare, la autora alerta del peligro de expansión a Europa. Cabe decir lo mismo que respecto a LAC. Seamos precavidos, sí, mas sin ser tendenciosos. Así, en España – y sin siquiera entrar en guerras jurídicas – no es de recibo que al tiempo que se agita el fantasma de la extrema derecha se califique a Podemos o Sumar, con epítetos inofensivos como izquierda alternativa. Basta de generalizaciones y etiquetas simplistas.  

La autora es Doctora en Relaciones Internacionales por la Universidad Autónoma de Barcelona y doctora en Estudios Latinoamericanos por la UNAM.  

Al libro de la profesora no le falta rigor y es recomendable. Sin embargo, es parcial. Conviene leerlo bajo un prisma desideologizado y manteniendo una perspectiva abierta.

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