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Hernando de Soto: “Sin propiedad no hay capital, y sin capital no hay desarrollo ni estabilidad social”

Foto: La República
Luis Gonzalez
09 de noviembre, 2025

El economista Hernando de Soto advierte que sin propiedad formal no hay capital, y sin capital no hay desarrollo ni estabilidad social. En esta entrevista, analiza el impacto de la informalidad, la desconexión política con la economía global y la urgencia de reconocer derechos de propiedad más allá de las fronteras. También reflexiona sobre el liderazgo, la integración internacional y el papel de la sociedad civil. La conversación se dio en el marco del foro "Propiedad y Desarrollo: Guatemala hacia un país de propietarios", organizado por el Observatorio de Derechos de Propiedad.

Doctor De Soto, usted conoce Guatemala desde hace más de 40 años. En su intervención destacó una conclusión contundente: la ley existe, pero no se cumple. ¿Cuál es su visión sobre el país en este contexto?

—Mire, el consuelo de nosotros, los tontos, como digo en broma con mis amigos, es que lo mismo ocurre en el Perú. Y no solo en Perú, sino en buena parte de América Latina. Es un fenómeno vergonzoso. África ya nos está sobrepasando en crecimiento y estabilidad. Si las cifras del Observatorio son correctas, y el 70% de los activos en Guatemala no están bajo un régimen formal de propiedad, estamos hablando de una economía donde la mayoría vive en posesión informal. Eso significa que no están integrados a la economía global ni a la revolución industrial. Son países de proletarios y artesanos operando en microempresas, y eso no lleva a la prosperidad.

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¿Qué consecuencias trae esta falta de garantía sobre la propiedad?

—Si Guatemala es similar a lo que ocurre en Perú, Colombia o Venezuela, lo que viene es más autoritarismo. Cuando hay desorden, la gente tiende a elegir líderes con vocación dictatorial. Y eso se alimenta de una clase social resentida que empieza a tomar conciencia de su discriminación. No se trata de dar caridad, sino de otorgar los mismos derechos que tienen todos. Si no lo hacemos, se genera una clase subversiva inevitable. En cambio, cuando los que tienen propiedad permiten que otros accedan a los mismos derechos, se fortalece el orden social.

Siempre ha relacionado la formalidad con el derecho de propiedad. ¿Qué impacto tiene una economía informal tan alta en este tema?

—La propiedad es, en esencia, información. Es documentación que dice quién es usted y dónde está. Cuando usted usa una tarjeta de crédito, no está transfiriendo dinero, está transfiriendo identidad y ubicación. Eso genera orden. El valor nace del acuerdo entre personas sobre lo que poseen. No es solo una relación entre usted y su hectárea, sino entre usted y yo sobre nuestros derechos sobre esa hectárea. La propiedad permite que nos relacionemos dentro de la economía.

¿Podría dar un ejemplo concreto de cómo la propiedad impulsa el desarrollo?

—Recientemente, una empresa de Elon Musk nos invitó a colaborar en la titulación de asteroides y Marte. ¿Por qué? Porque él entiende que quien tiene la propiedad tiene el control. Si yo mando un cohete sin derechos sobre Marte, y Musk sí los tiene, él me lo quita. La propiedad define cómo nos movemos en el mundo. Y más allá de la tierra, permite usar activos como garantía para obtener crédito. En EE. UU., el 95% del capital de inversión proviene de títulos de propiedad, no del Estado. Si usted no le da propiedad al 70% de los guatemaltecos, los está privando de riqueza, crédito y capital. Está fomentando una revolución, no sé si en 100 años o en uno, pero es inevitable.

Mencionó que si no se logra resolver el problema de la propiedad dentro del país, se puede recurrir a mercados extranjeros. ¿Cómo funciona esa opción?

—Es una opción válida y cada vez más utilizada. Hoy, un guatemalteco o un peruano puede crear derechos de propiedad en Estados Unidos o Europa. Yo mismo he registrado mis libros y patentes fuera del Perú, y gracias a convenios internacionales, esos derechos están protegidos también dentro de mi país. Es un salto hacia afuera. Si los políticos no quieren perder poder local, entonces es la sociedad civil la que debe reaccionar.

Durante la conferencia se habló de que los guatemaltecos tienen una cultura jurídica distinta. ¿Cómo influye eso en el contexto global?

—Es cierto que tenemos culturas distintas, pero el mundo global no se va a adaptar ni al Perú ni a Guatemala. Nosotros debemos adaptarnos al consenso global. China lo entendió. Aunque mantienen su identidad, se han integrado al sistema occidental. TikTok es un ejemplo: es chino, pero funciona en todo el mundo. Si fueran “distintos” en el sentido de no adaptarse, no tendrían los resultados que tienen hoy.

¿Por qué en Latinoamérica seguimos teniendo leyes que no se cumplen?

—Hay varias razones. Primero, nos hemos quedado en el siglo XIX. En esa época, Estados Unidos era como nosotros ahora: invasiones, crimen, desorden. Pero ellos evolucionaron. Nosotros no hemos tenido élites con visión global. Además, nuestro sistema jurídico basado en el derecho romano crea estructuras verticales y complejas. Y culturalmente, nos sentimos cómodos en casa, somos afectivos, cercanos. Pero eso no basta. Estamos rezagados y descontentos. La evasión y la extorsión son síntomas de ese malestar.

Ha dicho que el mundo ya no se divide entre izquierda y derecha. ¿Cómo ve esa evolución ideológica?

—China es comunista, pero con un propósito capitalista. China ha demostrado que puede formar capital más rápido que EE. UU. Hoy tenemos dos modelos capitalistas: uno con fuerte intervención estatal (China) y otro con menos (EE. UU.). En cambio, Latinoamérica sigue atrapada en una polarización ideológica obsoleta. Es hora de mirar hacia afuera y ponerse al día.

¿Y por qué esa desconexión persiste en la clase política?

—En el caso del Perú, es por una mediocridad política espantosa. Nos hemos vuelto muy locales. Es un fenómeno que ocurre en países que se sienten satisfechos con logros pasados. Mire a los ingleses, franceses o estadounidenses: todos se descuidaron y hoy enfrentan consecuencias internas por no haber gestionado bien su diversidad y sus relaciones globales. Nosotros también nos hemos descuidado.

Para cerrar, ¿cuál es su libro más vendido?

—El Misterio del Capital. Ha vendido más de cinco millones de ejemplares. Es probablemente el libro de economía más vendido en América Latina, fuera del ámbito de la novela.

¿A qué atribuye ese éxito?

—Porque toca una fibra esencial: explica por qué los pobres tienen activos, pero no capital. Muestra cómo la propiedad formal transforma la economía. La gente lo entiende porque habla de su realidad. No es teoría abstracta, es práctica. Y porque plantea una solución: integrar a los excluidos mediante el reconocimiento de sus derechos de propiedad.

 

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Hernando de Soto: “Sin propiedad no hay capital, y sin capital no hay desarrollo ni estabilidad social”

Foto: La República
Luis Gonzalez
09 de noviembre, 2025

El economista Hernando de Soto advierte que sin propiedad formal no hay capital, y sin capital no hay desarrollo ni estabilidad social. En esta entrevista, analiza el impacto de la informalidad, la desconexión política con la economía global y la urgencia de reconocer derechos de propiedad más allá de las fronteras. También reflexiona sobre el liderazgo, la integración internacional y el papel de la sociedad civil. La conversación se dio en el marco del foro "Propiedad y Desarrollo: Guatemala hacia un país de propietarios", organizado por el Observatorio de Derechos de Propiedad.

Doctor De Soto, usted conoce Guatemala desde hace más de 40 años. En su intervención destacó una conclusión contundente: la ley existe, pero no se cumple. ¿Cuál es su visión sobre el país en este contexto?

—Mire, el consuelo de nosotros, los tontos, como digo en broma con mis amigos, es que lo mismo ocurre en el Perú. Y no solo en Perú, sino en buena parte de América Latina. Es un fenómeno vergonzoso. África ya nos está sobrepasando en crecimiento y estabilidad. Si las cifras del Observatorio son correctas, y el 70% de los activos en Guatemala no están bajo un régimen formal de propiedad, estamos hablando de una economía donde la mayoría vive en posesión informal. Eso significa que no están integrados a la economía global ni a la revolución industrial. Son países de proletarios y artesanos operando en microempresas, y eso no lleva a la prosperidad.

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¿Qué consecuencias trae esta falta de garantía sobre la propiedad?

—Si Guatemala es similar a lo que ocurre en Perú, Colombia o Venezuela, lo que viene es más autoritarismo. Cuando hay desorden, la gente tiende a elegir líderes con vocación dictatorial. Y eso se alimenta de una clase social resentida que empieza a tomar conciencia de su discriminación. No se trata de dar caridad, sino de otorgar los mismos derechos que tienen todos. Si no lo hacemos, se genera una clase subversiva inevitable. En cambio, cuando los que tienen propiedad permiten que otros accedan a los mismos derechos, se fortalece el orden social.

Siempre ha relacionado la formalidad con el derecho de propiedad. ¿Qué impacto tiene una economía informal tan alta en este tema?

—La propiedad es, en esencia, información. Es documentación que dice quién es usted y dónde está. Cuando usted usa una tarjeta de crédito, no está transfiriendo dinero, está transfiriendo identidad y ubicación. Eso genera orden. El valor nace del acuerdo entre personas sobre lo que poseen. No es solo una relación entre usted y su hectárea, sino entre usted y yo sobre nuestros derechos sobre esa hectárea. La propiedad permite que nos relacionemos dentro de la economía.

¿Podría dar un ejemplo concreto de cómo la propiedad impulsa el desarrollo?

—Recientemente, una empresa de Elon Musk nos invitó a colaborar en la titulación de asteroides y Marte. ¿Por qué? Porque él entiende que quien tiene la propiedad tiene el control. Si yo mando un cohete sin derechos sobre Marte, y Musk sí los tiene, él me lo quita. La propiedad define cómo nos movemos en el mundo. Y más allá de la tierra, permite usar activos como garantía para obtener crédito. En EE. UU., el 95% del capital de inversión proviene de títulos de propiedad, no del Estado. Si usted no le da propiedad al 70% de los guatemaltecos, los está privando de riqueza, crédito y capital. Está fomentando una revolución, no sé si en 100 años o en uno, pero es inevitable.

Mencionó que si no se logra resolver el problema de la propiedad dentro del país, se puede recurrir a mercados extranjeros. ¿Cómo funciona esa opción?

—Es una opción válida y cada vez más utilizada. Hoy, un guatemalteco o un peruano puede crear derechos de propiedad en Estados Unidos o Europa. Yo mismo he registrado mis libros y patentes fuera del Perú, y gracias a convenios internacionales, esos derechos están protegidos también dentro de mi país. Es un salto hacia afuera. Si los políticos no quieren perder poder local, entonces es la sociedad civil la que debe reaccionar.

Durante la conferencia se habló de que los guatemaltecos tienen una cultura jurídica distinta. ¿Cómo influye eso en el contexto global?

—Es cierto que tenemos culturas distintas, pero el mundo global no se va a adaptar ni al Perú ni a Guatemala. Nosotros debemos adaptarnos al consenso global. China lo entendió. Aunque mantienen su identidad, se han integrado al sistema occidental. TikTok es un ejemplo: es chino, pero funciona en todo el mundo. Si fueran “distintos” en el sentido de no adaptarse, no tendrían los resultados que tienen hoy.

¿Por qué en Latinoamérica seguimos teniendo leyes que no se cumplen?

—Hay varias razones. Primero, nos hemos quedado en el siglo XIX. En esa época, Estados Unidos era como nosotros ahora: invasiones, crimen, desorden. Pero ellos evolucionaron. Nosotros no hemos tenido élites con visión global. Además, nuestro sistema jurídico basado en el derecho romano crea estructuras verticales y complejas. Y culturalmente, nos sentimos cómodos en casa, somos afectivos, cercanos. Pero eso no basta. Estamos rezagados y descontentos. La evasión y la extorsión son síntomas de ese malestar.

Ha dicho que el mundo ya no se divide entre izquierda y derecha. ¿Cómo ve esa evolución ideológica?

—China es comunista, pero con un propósito capitalista. China ha demostrado que puede formar capital más rápido que EE. UU. Hoy tenemos dos modelos capitalistas: uno con fuerte intervención estatal (China) y otro con menos (EE. UU.). En cambio, Latinoamérica sigue atrapada en una polarización ideológica obsoleta. Es hora de mirar hacia afuera y ponerse al día.

¿Y por qué esa desconexión persiste en la clase política?

—En el caso del Perú, es por una mediocridad política espantosa. Nos hemos vuelto muy locales. Es un fenómeno que ocurre en países que se sienten satisfechos con logros pasados. Mire a los ingleses, franceses o estadounidenses: todos se descuidaron y hoy enfrentan consecuencias internas por no haber gestionado bien su diversidad y sus relaciones globales. Nosotros también nos hemos descuidado.

Para cerrar, ¿cuál es su libro más vendido?

—El Misterio del Capital. Ha vendido más de cinco millones de ejemplares. Es probablemente el libro de economía más vendido en América Latina, fuera del ámbito de la novela.

¿A qué atribuye ese éxito?

—Porque toca una fibra esencial: explica por qué los pobres tienen activos, pero no capital. Muestra cómo la propiedad formal transforma la economía. La gente lo entiende porque habla de su realidad. No es teoría abstracta, es práctica. Y porque plantea una solución: integrar a los excluidos mediante el reconocimiento de sus derechos de propiedad.

 

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