Mañana se decidirá el rumbo de la mayor potencia del mundo, con una contienda cerrada, pero decantándose por los republicanos.
Panorama general. Tras casi dos años desde que el expresidente Donald Trump anunció su candidatura para 2024, la campaña está en sus últimas 24 horas. Las elecciones apuntan a ser las más ajustadas de la historia de EE. UU. Es previsible no tener resultados definitivos hasta días después del 5 de noviembre.
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Si bien, la mayoría de los estados se definirán la propia noche del martes, se espera que en otros —como Pensilvania— sea demasiado ajustado para tener algo definitivo mañana.
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Esto nos enfrenta a un escenario similar al de 2020, donde las tendencias cambiaron en horas de la madrugada, generando incertidumbre e incredulidad entre los votantes.
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Pensilvania será el estado decisivo, sin el cual es poco probable una victoria tanto para republicanos como para demócratas.
¿Cómo funciona? El sistema electoral de EE. UU. es distinto al del resto del mundo. El voto popular no decide el ganador, sino el voto electoral. Este consiste en un Colegio Electoral compuesto por delegados de los 50 estados de la Unión. El número de delegados por cada estado depende de la cantidad de habitantes de este. De manera que, entre más poblado el estado, mayor el número de votos electorales que recibe.
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El candidato que gana la mayoría más uno en un estado se lleva el total de votos designados. Solamente Nebraska y Maine reparten sus votos proporcionalmente entre el ganador del estado y los ganadores en sus distritos.
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El nuevo presidente es el primero en obtener la mayoría simple de votos electorales: 270. Con 43 de 50 de los estados ya definidos para uno u otro partido, los 74 votos de los siete estados en disputa son los que tardarán en decidirse.
Por qué importa. La cobertura de República de este proceso electoral ha resaltado la importancia de Pensilvania. Los siete estados pendulares en esta elección son: Nevada (6 votos electorales), Arizona (11), Georgia (16), Carolina del Norte (16), Wisconsin (10), Michigan (15) y Pensilvania (19). Trump aventaja a Harris en Arizona, Georgia, Carolina del Norte y, en menor medida, en Nevada y Pensilvania. Harris lleva la ventaja en Wisconsin y Michigan.
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Excluyendo a Pensilvania de la ecuación, tal como están las encuestas y las predicciones a día de hoy, Harris obtendría 251 votos electorales y Trump 268. Ninguno podría ganar la presidencia, al no llegar a los 270.
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Incluso si los demócratas ganaran Nevada (257 a 262), siguen sin poder ganar la elección sin Pensilvania y sus 19 votos electorales. Es el distrito de mayor magnitud entre todos los estados bisagra.
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Los modelos más acertados le dan a Trump un 53 % de probabilidad de ganar Pensilvania, pero el agregado de encuestas refleja un 48.3 % a 48 % a favor del republicano en intención de voto.
En el radar. Considerando los votos totales de Pensilvania en 2020, la elección podría decidirse por solamente 20 000 de 6.9M en el estado. Esos votos representan un 0.002 % del total en Pensilvania y un 0.00012 % de los 160M que se esperan a nivel nacional. Tanto los demócratas como los republicanos lucharán por cada voto en Pensilvania, que, por las distintas modalidades de voto —en persona el 5 de noviembre, por correo, anticipado y provisional—, tomará más de una noche contabilizarlos todos.
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De acuerdo con la legislación de Pensilvania, si la diferencia entre dos candidatos es de un 0.5 % o menos, se activa un recuento automático, como sucedió entre Bush y Al Gore en Florida en el 2000.
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Con Donald Trump en su última elección presidencial, pocos republicanos se atreverían a poner en riesgo su futuro y capital político con un líder cuya carrera habría terminado.
En conclusión. Los demócratas tienen altas posibilidades de ganar el voto popular, pero son los republicanos los favoritos a ganar la presidencia, el Senado y la Cámara de Representantes. Las probabilidades de victoria se sitúan entre un 51 y un 55 % para Trump, resultado de 40 000 simulaciones de un agregado de 135 encuestas.
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El resultado más probable es de 287 votos electorales para los republicanos, contra 250 de los demócratas. Tanto esta, como cualquier otra predicción, empero, es una moneda al aire. La certeza de cualquier escenario es baja.
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La crisis de legitimidad del sistema electoral y la polarización de esta elección presagian un conteo largo, tenso y potencialmente conflictivo.
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Sin embargo, sin ese sistema, EE. UU. tendría una tiranía demócrata casi asegurada, debido a la densidad poblacional de los estados que usualmente les favorecen.
Mañana se decidirá el rumbo de la mayor potencia del mundo, con una contienda cerrada, pero decantándose por los republicanos.
Panorama general. Tras casi dos años desde que el expresidente Donald Trump anunció su candidatura para 2024, la campaña está en sus últimas 24 horas. Las elecciones apuntan a ser las más ajustadas de la historia de EE. UU. Es previsible no tener resultados definitivos hasta días después del 5 de noviembre.
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Si bien, la mayoría de los estados se definirán la propia noche del martes, se espera que en otros —como Pensilvania— sea demasiado ajustado para tener algo definitivo mañana.
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Esto nos enfrenta a un escenario similar al de 2020, donde las tendencias cambiaron en horas de la madrugada, generando incertidumbre e incredulidad entre los votantes.
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Pensilvania será el estado decisivo, sin el cual es poco probable una victoria tanto para republicanos como para demócratas.
¿Cómo funciona? El sistema electoral de EE. UU. es distinto al del resto del mundo. El voto popular no decide el ganador, sino el voto electoral. Este consiste en un Colegio Electoral compuesto por delegados de los 50 estados de la Unión. El número de delegados por cada estado depende de la cantidad de habitantes de este. De manera que, entre más poblado el estado, mayor el número de votos electorales que recibe.
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El candidato que gana la mayoría más uno en un estado se lleva el total de votos designados. Solamente Nebraska y Maine reparten sus votos proporcionalmente entre el ganador del estado y los ganadores en sus distritos.
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El nuevo presidente es el primero en obtener la mayoría simple de votos electorales: 270. Con 43 de 50 de los estados ya definidos para uno u otro partido, los 74 votos de los siete estados en disputa son los que tardarán en decidirse.
Por qué importa. La cobertura de República de este proceso electoral ha resaltado la importancia de Pensilvania. Los siete estados pendulares en esta elección son: Nevada (6 votos electorales), Arizona (11), Georgia (16), Carolina del Norte (16), Wisconsin (10), Michigan (15) y Pensilvania (19). Trump aventaja a Harris en Arizona, Georgia, Carolina del Norte y, en menor medida, en Nevada y Pensilvania. Harris lleva la ventaja en Wisconsin y Michigan.
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Excluyendo a Pensilvania de la ecuación, tal como están las encuestas y las predicciones a día de hoy, Harris obtendría 251 votos electorales y Trump 268. Ninguno podría ganar la presidencia, al no llegar a los 270.
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Incluso si los demócratas ganaran Nevada (257 a 262), siguen sin poder ganar la elección sin Pensilvania y sus 19 votos electorales. Es el distrito de mayor magnitud entre todos los estados bisagra.
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Los modelos más acertados le dan a Trump un 53 % de probabilidad de ganar Pensilvania, pero el agregado de encuestas refleja un 48.3 % a 48 % a favor del republicano en intención de voto.
En el radar. Considerando los votos totales de Pensilvania en 2020, la elección podría decidirse por solamente 20 000 de 6.9M en el estado. Esos votos representan un 0.002 % del total en Pensilvania y un 0.00012 % de los 160M que se esperan a nivel nacional. Tanto los demócratas como los republicanos lucharán por cada voto en Pensilvania, que, por las distintas modalidades de voto —en persona el 5 de noviembre, por correo, anticipado y provisional—, tomará más de una noche contabilizarlos todos.
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De acuerdo con la legislación de Pensilvania, si la diferencia entre dos candidatos es de un 0.5 % o menos, se activa un recuento automático, como sucedió entre Bush y Al Gore en Florida en el 2000.
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Con Donald Trump en su última elección presidencial, pocos republicanos se atreverían a poner en riesgo su futuro y capital político con un líder cuya carrera habría terminado.
En conclusión. Los demócratas tienen altas posibilidades de ganar el voto popular, pero son los republicanos los favoritos a ganar la presidencia, el Senado y la Cámara de Representantes. Las probabilidades de victoria se sitúan entre un 51 y un 55 % para Trump, resultado de 40 000 simulaciones de un agregado de 135 encuestas.
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El resultado más probable es de 287 votos electorales para los republicanos, contra 250 de los demócratas. Tanto esta, como cualquier otra predicción, empero, es una moneda al aire. La certeza de cualquier escenario es baja.
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La crisis de legitimidad del sistema electoral y la polarización de esta elección presagian un conteo largo, tenso y potencialmente conflictivo.
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Sin embargo, sin ese sistema, EE. UU. tendría una tiranía demócrata casi asegurada, debido a la densidad poblacional de los estados que usualmente les favorecen.