Este libro recopila textos del periodista y escritor venezolano, Moisés Naím, donde aborda las grandes cuestiones que nos acechan como sociedad.
“Lo que nos está pasando" trata desde el Estado de derecho hasta la posverdad pasando por temas como la emergencia climática, la inteligencia artificial, la crisis de las democracias, etc. Ofrece una colección de columnas escritas entre 2016 y 2023. Reproducidas tal como fueron publicadas. De hecho, es una continuación de Repensar el mundo: 111 sorpresas del siglo XXI (2016).
En el prólogo cita a José Ortega y Gasset: “Lo que nos pasa es, precisamente, el hecho de no saber lo que nos pasa […] Esa es siempre la sensación vital que asedia al hombre en periodos de crisis históricas”.
Habla de que pocas veces aparecen noticias trascendentales. Ofrece un ejemplo revelador. En la declaración final de la cumbre de la OTAN de Bucarest de 2008 un lector hubiese tenido que llegar al párrafo ¡veintitrés! para llegar al detalle que llevaría a Europa a su peor guerra en 80 años.
Es el referido a la apertura de negociaciones con Ucrania para su adhesión a la Alianza. Ningún medio lo interpretó correctamente. La nota de Reuters llevaba como título "Putin a la OTAN: Seamos amigos".
Punto de partida y base de la obra es la enorme incertidumbre a la que nos enfrentamos como sociedad. Con valentía, el autor pretende reflejar y analizar los problemas, huyendo de la banalidad y los lugares comunes.
Cuando pensamos en déficits e imperfecciones, muy pocas veces reparamos en la ciudadanía. “Hay que esforzarse en buscar mejores líderes.
Pero también hay que mejorar la calidad de los seguidores”. Así, cuando denuncia la charlatanería de muchos dirigentes, señala que no es menos cierto que en una democracia, este tipo de liderazgos hacen fortuna porque una parte de la sociedad los ampara y apoya. Es decir, los votantes son asimismo responsables de lo que está pasando en la crisis de las democracias.
En la actualidad los sistemas de gobierno suelen oscilar entre autocracias rampantes y democracias populistas. Los autócratas desean acumular más poder y no ser cuestionados por sus decisiones.
Para ello, y entre otras acciones polémicas y controvertidas, restringen la libertad de los medios de comunicación y ponen en duda el Estado de derecho. Dirigentes como Vladímir Putin, Nicolás Maduro y Donald Trump recurren a estas medidas.
Algunos líderes acaban cruzando la delgada línea roja que separa la democracia del populismo. Se presentan como intérpretes de la voluntad popular estableciendo una relación cuasi mesiánica con el pueblo. Para otros, ganar unas elecciones acaba justificando casi todo. Las minorías quedan entonces en situación vulnerable.
Llama la atención su comparación de Andrés Manuel López Obrador, AMLO, y el dirigente israelí Benjamín Netanyahu, Bibi. “Como personas no podrían ser más diferentes […] pero han adoptado la misma estrategia política: el ataque frontal a la democracia”.
Ya sea por las pulsiones autoritarias como las “democratizadoras”, los sistemas políticos están inmersos en una crisis permanente.
Analiza las tres P que hoy socavan la democracia. Populismo, polarización y posverdad la están demoliendo. Entre otras cosas llevan al continuismo que elimina cualquier posibilidad de alternancia y regeneración.
El “Índice del Estado de derecho” (del World Justice Project), señala que este ha empeorado en 82 países (59 % de los incluidos). En LAC, 18 de los 32 de la región han vivido una degradación de este.
Es muy revelador su relato de lo acontecido en Venezuela, historia que describe como la de un Estado fallido. El desencadenante fue, es cierto, el deterioro socioeconómico, la profunda decepción y el malestar en la sociedad.
Mas, de nuevo, la ciudadanía no es inocente en lo ocurrido: Hugo Chávez alcanzó el poder por los votos. Y cabe preguntarse hasta qué punto la movilidad del capital y la globalización favorecen las democracias. Porque, casi todos los países que tienen petróleo son dictaduras.
Si hay alguien que debiera leer esta obra con atención es una parte de la izquierda que –como la española– ha visto en Latinoamérica la solución a sus problemas.
El autor, exministro de Fomento de Venezuela durante la presidencia de Carlos Andrés Pérez y exdirector de la revista Foreign Policy, sabe enumerar magistralmente los desafíos y efectos de la crisis de los grandes poderes en el mundo actual.
Las soluciones que aporta abogan por una revitalización democrática, con un fortalecimiento de los partidos políticos y una mayor cooperación entre los países.
El texto trata muchos más temas de interés que los enumerados aquí. Con ello provoca más preguntas que respuestas. Y eso, en definitiva, es lo que caracteriza un buen libro.
Este libro recopila textos del periodista y escritor venezolano, Moisés Naím, donde aborda las grandes cuestiones que nos acechan como sociedad.
“Lo que nos está pasando" trata desde el Estado de derecho hasta la posverdad pasando por temas como la emergencia climática, la inteligencia artificial, la crisis de las democracias, etc. Ofrece una colección de columnas escritas entre 2016 y 2023. Reproducidas tal como fueron publicadas. De hecho, es una continuación de Repensar el mundo: 111 sorpresas del siglo XXI (2016).
En el prólogo cita a José Ortega y Gasset: “Lo que nos pasa es, precisamente, el hecho de no saber lo que nos pasa […] Esa es siempre la sensación vital que asedia al hombre en periodos de crisis históricas”.
Habla de que pocas veces aparecen noticias trascendentales. Ofrece un ejemplo revelador. En la declaración final de la cumbre de la OTAN de Bucarest de 2008 un lector hubiese tenido que llegar al párrafo ¡veintitrés! para llegar al detalle que llevaría a Europa a su peor guerra en 80 años.
Es el referido a la apertura de negociaciones con Ucrania para su adhesión a la Alianza. Ningún medio lo interpretó correctamente. La nota de Reuters llevaba como título "Putin a la OTAN: Seamos amigos".
Punto de partida y base de la obra es la enorme incertidumbre a la que nos enfrentamos como sociedad. Con valentía, el autor pretende reflejar y analizar los problemas, huyendo de la banalidad y los lugares comunes.
Cuando pensamos en déficits e imperfecciones, muy pocas veces reparamos en la ciudadanía. “Hay que esforzarse en buscar mejores líderes.
Pero también hay que mejorar la calidad de los seguidores”. Así, cuando denuncia la charlatanería de muchos dirigentes, señala que no es menos cierto que en una democracia, este tipo de liderazgos hacen fortuna porque una parte de la sociedad los ampara y apoya. Es decir, los votantes son asimismo responsables de lo que está pasando en la crisis de las democracias.
En la actualidad los sistemas de gobierno suelen oscilar entre autocracias rampantes y democracias populistas. Los autócratas desean acumular más poder y no ser cuestionados por sus decisiones.
Para ello, y entre otras acciones polémicas y controvertidas, restringen la libertad de los medios de comunicación y ponen en duda el Estado de derecho. Dirigentes como Vladímir Putin, Nicolás Maduro y Donald Trump recurren a estas medidas.
Algunos líderes acaban cruzando la delgada línea roja que separa la democracia del populismo. Se presentan como intérpretes de la voluntad popular estableciendo una relación cuasi mesiánica con el pueblo. Para otros, ganar unas elecciones acaba justificando casi todo. Las minorías quedan entonces en situación vulnerable.
Llama la atención su comparación de Andrés Manuel López Obrador, AMLO, y el dirigente israelí Benjamín Netanyahu, Bibi. “Como personas no podrían ser más diferentes […] pero han adoptado la misma estrategia política: el ataque frontal a la democracia”.
Ya sea por las pulsiones autoritarias como las “democratizadoras”, los sistemas políticos están inmersos en una crisis permanente.
Analiza las tres P que hoy socavan la democracia. Populismo, polarización y posverdad la están demoliendo. Entre otras cosas llevan al continuismo que elimina cualquier posibilidad de alternancia y regeneración.
El “Índice del Estado de derecho” (del World Justice Project), señala que este ha empeorado en 82 países (59 % de los incluidos). En LAC, 18 de los 32 de la región han vivido una degradación de este.
Es muy revelador su relato de lo acontecido en Venezuela, historia que describe como la de un Estado fallido. El desencadenante fue, es cierto, el deterioro socioeconómico, la profunda decepción y el malestar en la sociedad.
Mas, de nuevo, la ciudadanía no es inocente en lo ocurrido: Hugo Chávez alcanzó el poder por los votos. Y cabe preguntarse hasta qué punto la movilidad del capital y la globalización favorecen las democracias. Porque, casi todos los países que tienen petróleo son dictaduras.
Si hay alguien que debiera leer esta obra con atención es una parte de la izquierda que –como la española– ha visto en Latinoamérica la solución a sus problemas.
El autor, exministro de Fomento de Venezuela durante la presidencia de Carlos Andrés Pérez y exdirector de la revista Foreign Policy, sabe enumerar magistralmente los desafíos y efectos de la crisis de los grandes poderes en el mundo actual.
Las soluciones que aporta abogan por una revitalización democrática, con un fortalecimiento de los partidos políticos y una mayor cooperación entre los países.
El texto trata muchos más temas de interés que los enumerados aquí. Con ello provoca más preguntas que respuestas. Y eso, en definitiva, es lo que caracteriza un buen libro.