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El poder que no se ve: diputados que operan en la sombra

.
Ana González
08 de junio, 2025

Suelen pasar desapercibidos en el hemiciclo. Rara vez toman la palabra y casi no figuran en los medios de comunicación. Sin embargo, eso no significa que carezcan de poder dentro del Congreso.

Por qué importa. El peso político de ciertos diputados puede ser determinante para que una iniciativa avance en la agenda legislativa o, por el contrario, se convierta en un obstáculo.

Aunque el Congreso de la República está compuesto por 160 parlamentarios, todos elegidos para representar a la ciudadanía, en la práctica, son pocos los que realmente influyen en las decisiones. Aún menos son aquellos que logran ejercer ese poder desde un perfil bajo.

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En esta legislatura, al menos cuatro diputados ejemplifican esta estrategia de operar con bajo perfil, mientras mantienen un peso considerable en el Legislativo.

Ellos son: Carlos López Girón y su hijo, Carlos López Maldonado; Julio López Escobar, sobrino de Roberto López, más conocido como el Rey del Tenis, y Felipe Alejos.

Lo indispensable. Carlos López Girón regresó al Congreso en 2024, luego de haber sido detenido por el caso Plazas Fantasma. Tras el cierre del proceso, volvió a postularse y recuperó la curul que había ocupado durante cuatro legislaturas, representando a Quiché.

  • Su hijo, Carlos López Maldonado, ganó la reelección, pero esta vez no por la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), sino por el partido Cabal. En la actualidad, lidera una de las facciones internas de esa agrupación, opuesta a la línea de Luis Aguirre, quien es el jefe de bloque.
  • Julio López Escobar, también miembro de Cabal y cercano al grupo de López, representa al departamento de Huehuetenango. Es hijo de Julio López Villatoro, quien también debió dejar su curul tras salir a luz el caso de Plazas Fantasma, pero contrario a Girón, no tuvo los votos en el 2023 para volver al Congreso.
  • Por su parte, Felipe Alejos ha sido diputado desde 2012 y es ampliamente reconocido como un operador político con incidencia en el sistema de justicia, principalmente, donde los procesos en su contra no avanzan.

En conclusión. Aunque muchos de estos diputados mantienen un perfil muy bajo, su capacidad de influencia dentro del Congreso es innegable. La discreción con la que actúan no debe confundirse con inactividad.

  • Por el contrario, su poder se manifiesta en negociaciones clave, en el control de ciertas alianzas internas y en su habilidad para buscar inclinar la balanza legislativa, incluso, sin protagonismo mediático.
  • Su poder no se mide en discursos encendidos en el hemiciclo, ni en entrevistas a medios de comunicación, tampoco en presentar iniciativas de ley. Su eficacia busca incidir en las decisiones importantes del Congreso.
  • Eso sí, no toda su influencia en el Congreso se traduce en progreso; muchas veces, el verdadero obstáculo para avanzar proviene precisamente de quienes saben moverse sin ser vistos.
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Suelen pasar desapercibidos en el hemiciclo. Rara vez toman la palabra y casi no figuran en los medios de comunicación. Sin embargo, eso no significa que carezcan de poder dentro del Congreso.

Por qué importa. El peso político de ciertos diputados puede ser determinante para que una iniciativa avance en la agenda legislativa o, por el contrario, se convierta en un obstáculo.

Aunque el Congreso de la República está compuesto por 160 parlamentarios, todos elegidos para representar a la ciudadanía, en la práctica, son pocos los que realmente influyen en las decisiones. Aún menos son aquellos que logran ejercer ese poder desde un perfil bajo.

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Ellos son: Carlos López Girón y su hijo, Carlos López Maldonado; Julio López Escobar, sobrino de Roberto López, más conocido como el Rey del Tenis, y Felipe Alejos.

Lo indispensable. Carlos López Girón regresó al Congreso en 2024, luego de haber sido detenido por el caso Plazas Fantasma. Tras el cierre del proceso, volvió a postularse y recuperó la curul que había ocupado durante cuatro legislaturas, representando a Quiché.

  • Su hijo, Carlos López Maldonado, ganó la reelección, pero esta vez no por la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), sino por el partido Cabal. En la actualidad, lidera una de las facciones internas de esa agrupación, opuesta a la línea de Luis Aguirre, quien es el jefe de bloque.
  • Julio López Escobar, también miembro de Cabal y cercano al grupo de López, representa al departamento de Huehuetenango. Es hijo de Julio López Villatoro, quien también debió dejar su curul tras salir a luz el caso de Plazas Fantasma, pero contrario a Girón, no tuvo los votos en el 2023 para volver al Congreso.
  • Por su parte, Felipe Alejos ha sido diputado desde 2012 y es ampliamente reconocido como un operador político con incidencia en el sistema de justicia, principalmente, donde los procesos en su contra no avanzan.

En conclusión. Aunque muchos de estos diputados mantienen un perfil muy bajo, su capacidad de influencia dentro del Congreso es innegable. La discreción con la que actúan no debe confundirse con inactividad.

  • Por el contrario, su poder se manifiesta en negociaciones clave, en el control de ciertas alianzas internas y en su habilidad para buscar inclinar la balanza legislativa, incluso, sin protagonismo mediático.
  • Su poder no se mide en discursos encendidos en el hemiciclo, ni en entrevistas a medios de comunicación, tampoco en presentar iniciativas de ley. Su eficacia busca incidir en las decisiones importantes del Congreso.
  • Eso sí, no toda su influencia en el Congreso se traduce en progreso; muchas veces, el verdadero obstáculo para avanzar proviene precisamente de quienes saben moverse sin ser vistos.

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