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Desde su génesis, el Crédito Tob’anik ha entregado apenas el 1.3 % del fondo disponible

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Isabel Ortiz
18 de septiembre, 2025

El Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación (MAGA) lanzó a inicios de 2025 el Crédito Tob’anik, un programa con un presupuesto inicial de GTQ 500M destinado a financiar a pequeños y medianos productores agrícolas. Sin embargo, a casi cuatro meses de su puesta en marcha, los datos indican que el avance en la colocación del crédito sigue siendo sumamente limitado. 

  

Qué destacar. Según reportes oficiales, al cierre de agosto, el monto desembolsado a 67 beneficiarios asciende —solamente— a GTQ 6.45M, apenas un 1.3 % del fondo total disponible. 

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  • Esto indica que más del 98 % del presupuesto aún no se ha traducido en apoyo efectivo, pese a que el 84 % de los fondos (casi GTQ 42M) han sido aprobados y asignados a cooperativas de ahorro y crédito para su gestión. 

  • Las cooperativas han recibido desembolsos parciales por GTQ 71M, equivalente al 14 % del total aprobado. 

  • Sin embargo, la colocación final enfrenta obstáculos. Especialistas apuntan a factores como la temporalidad de la producción agrícola, la poca experiencia crediticia de los beneficiarios y la complejidad de manejar créditos agrícolas dentro de las entidades financieras. 

 

Entre líneas. Fuentes cercanas al proceso resaltan que el programa no está diseñado para todos los agricultores. En particular, los productores de subsistencia con baja capacidad de pago quedan fuera del alcance del crédito, ya que endeudarse en esas condiciones podría ser insostenible. El enfoque está en pequeños y medianos productores comerciales que venden excedentes en el mercado y que, gracias a mayores ingresos, pueden devolver el préstamo. 

  • El Crédito Tob’anik ofrece una tasa de interés de 10.5 %, considerada competitiva frente a las tasas de más del 20 % que predominan en el sector rural. Esta ventaja busca motivar a los agricultores a integrarse al sistema financiero formal y acceder a un capital que impulse su productividad. 

  • La estrategia de canalizar los recursos a través de cooperativas de ahorro y crédito responde a la necesidad de acercar el financiamiento a las comunidades rurales, donde la banca tradicional tiene escasa presencia. Sin embargo, este modelo enfrenta el reto de adaptarse a los ciclos de siembra y cosecha, promover el programa de manera efectiva y generar confianza entre los potenciales beneficiarios. 

  • Expertos advierten que el éxito del programa no debe evaluarse de manera inmediata, pues la agricultura depende de factores naturales y económicos que condicionan la decisión de tomar un crédito. 

 

El otro lado. Si bien la estrategia busca apoyar principalmente a pequeños agricultores, que representan casi el 88 % de los beneficiarios actuales, la cifra real de productores atendidos es aún reducida frente a la magnitud del fondo aprobado.  

  • En cuanto a la cobertura geográfica, departamentos como Chimaltenango, Sololá y Alta Verapaz concentraron la mayoría de los beneficiarios, financiando cultivos diversos como aguacate, maíz, café, papa y hortalizas. 

  • Los programas similares en otros países muestran que la aceleración en la colocación requiere tiempo y esfuerzos sostenidos para alcanzar un impacto amplio. 

  • Pero la distribución geográfica también muestra que la llegada del crédito a zonas alejadas y más vulnerables aún es limitada y puede ampliarse. 

En conclusión. El Crédito Tob’anik es una iniciativa pública para facilitar crédito; su relevancia será medida por resultados y eficiencia en la canalización hacia el sector productivo. El reto principal será superar obstáculos administrativos y financieros, sincronizar los desembolsos con los ciclos agrícolas y acelerar la promoción del programa. 

  • La efectividad del programa dependerá de indicadores claros, auditorías a cooperativas y seguimiento cercano por parte del MAGA. Solo así este crédito podrá convertirse en un instrumento real de desarrollo rural y un motor para la seguridad alimentaria del país, más allá de las cifras actuales, que todavía reflejan un impacto limitado. 

 

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Desde su génesis, el Crédito Tob’anik ha entregado apenas el 1.3 % del fondo disponible

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Isabel Ortiz
18 de septiembre, 2025

El Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación (MAGA) lanzó a inicios de 2025 el Crédito Tob’anik, un programa con un presupuesto inicial de GTQ 500M destinado a financiar a pequeños y medianos productores agrícolas. Sin embargo, a casi cuatro meses de su puesta en marcha, los datos indican que el avance en la colocación del crédito sigue siendo sumamente limitado. 

  

Qué destacar. Según reportes oficiales, al cierre de agosto, el monto desembolsado a 67 beneficiarios asciende —solamente— a GTQ 6.45M, apenas un 1.3 % del fondo total disponible. 

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  • Esto indica que más del 98 % del presupuesto aún no se ha traducido en apoyo efectivo, pese a que el 84 % de los fondos (casi GTQ 42M) han sido aprobados y asignados a cooperativas de ahorro y crédito para su gestión. 

  • Las cooperativas han recibido desembolsos parciales por GTQ 71M, equivalente al 14 % del total aprobado. 

  • Sin embargo, la colocación final enfrenta obstáculos. Especialistas apuntan a factores como la temporalidad de la producción agrícola, la poca experiencia crediticia de los beneficiarios y la complejidad de manejar créditos agrícolas dentro de las entidades financieras. 

 

Entre líneas. Fuentes cercanas al proceso resaltan que el programa no está diseñado para todos los agricultores. En particular, los productores de subsistencia con baja capacidad de pago quedan fuera del alcance del crédito, ya que endeudarse en esas condiciones podría ser insostenible. El enfoque está en pequeños y medianos productores comerciales que venden excedentes en el mercado y que, gracias a mayores ingresos, pueden devolver el préstamo. 

  • El Crédito Tob’anik ofrece una tasa de interés de 10.5 %, considerada competitiva frente a las tasas de más del 20 % que predominan en el sector rural. Esta ventaja busca motivar a los agricultores a integrarse al sistema financiero formal y acceder a un capital que impulse su productividad. 

  • La estrategia de canalizar los recursos a través de cooperativas de ahorro y crédito responde a la necesidad de acercar el financiamiento a las comunidades rurales, donde la banca tradicional tiene escasa presencia. Sin embargo, este modelo enfrenta el reto de adaptarse a los ciclos de siembra y cosecha, promover el programa de manera efectiva y generar confianza entre los potenciales beneficiarios. 

  • Expertos advierten que el éxito del programa no debe evaluarse de manera inmediata, pues la agricultura depende de factores naturales y económicos que condicionan la decisión de tomar un crédito. 

 

El otro lado. Si bien la estrategia busca apoyar principalmente a pequeños agricultores, que representan casi el 88 % de los beneficiarios actuales, la cifra real de productores atendidos es aún reducida frente a la magnitud del fondo aprobado.  

  • En cuanto a la cobertura geográfica, departamentos como Chimaltenango, Sololá y Alta Verapaz concentraron la mayoría de los beneficiarios, financiando cultivos diversos como aguacate, maíz, café, papa y hortalizas. 

  • Los programas similares en otros países muestran que la aceleración en la colocación requiere tiempo y esfuerzos sostenidos para alcanzar un impacto amplio. 

  • Pero la distribución geográfica también muestra que la llegada del crédito a zonas alejadas y más vulnerables aún es limitada y puede ampliarse. 

En conclusión. El Crédito Tob’anik es una iniciativa pública para facilitar crédito; su relevancia será medida por resultados y eficiencia en la canalización hacia el sector productivo. El reto principal será superar obstáculos administrativos y financieros, sincronizar los desembolsos con los ciclos agrícolas y acelerar la promoción del programa. 

  • La efectividad del programa dependerá de indicadores claros, auditorías a cooperativas y seguimiento cercano por parte del MAGA. Solo así este crédito podrá convertirse en un instrumento real de desarrollo rural y un motor para la seguridad alimentaria del país, más allá de las cifras actuales, que todavía reflejan un impacto limitado. 

 

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