La historia apunta a repetirse; tal como ocurrió el año pasado, los diputados se preparan para aprobar el presupuesto nacional en nocturnidad, mientras los guatemaltecos descansan, y ellos se frotan las manos con los miles de millones de quetzales que pronto estarán bajo su control. No es dinero propio, claro está: son impuestos que siguen llegando y deuda que el país aguanta, mientras la excusa oficial se disfraza bajo el lema de “un pueblo digno”.
En la práctica, lo que se cocina en el Congreso es un festín político. Los legisladores no solo hacen cuentas de cuánto les tocará mediante varias ONG creadas a la medida, sino que también ven la oportunidad de comprar voluntades y votos en sus comunidades con el erario. La aprobación del presupuesto se convierte en un “gana y gana” para quienes poco les importa seguir endeudando al país sin que ello signifique inversión real o bienestar para la población. Si pudieran, no tendrían empacho en volver a aumentar sus salarios; al final, el bolsillo del ciudadano aguanta y la vergüenza —que no tienen— pasa.
Ayer, en la sesión de Jefes de Bloque, se aprobó una agenda que excluye la discusión del presupuesto nacional. ¿Qué sí incluyó? El presupuesto del Organismo Legislativo, otro abuso disfrazado de trámite, para mantener una entidad que, más que ayuda, es una carga para los guatemaltecos.
¿Por qué no se agendó el presupuesto general? Porque los diputados, en reunión el lunes por la tarde, estaban ocupados negociando cuánto dinero más asignar a los Consejos de Desarrollo, ese barril sin fondo donde cabe todo: compra de voluntades, proyectos fantasmas y, lo más grave, un mecanismo que también sirve al crimen organizado para lavar dinero. Así lo discutieron en la Comisión de Finanzas: cuánto más para ministros, diputados y alcaldes, todos sacando provecho del sistema.
Bajo el lema de la “nueva primavera”, las nuevas ONG proliferarán como hongos, listas para recibir fondos públicos sin control ni transparencia. Mientras tanto, el discurso oficial insiste en que todo es por el pueblo, cuando en realidad es por los bolsillos de quienes legislan.
Guatemala se enfrenta, una vez más, a la misma historia: un presupuesto convertido en botín político, aprobado en la oscuridad, sin debate real y con consecuencias que pagan todos los guatemaltecos. La deuda crece, la corrupción se fortalece y la esperanza de un Estado eficiente sigue siendo solo eso: esperanza.
Aunque el presupuesto de GTQ 163 469M no estaba en la agenda para la sesión de hoy a las 14:00 horas, se incorporará de manera repentina, tal como ya se tenía previsto. Todo apunta a que se repetirá la historia: aprobar un presupuesto marcado por un alto déficit, un endeudamiento excesivo y asignaciones cuestionadas por corrupción.
La historia apunta a repetirse; tal como ocurrió el año pasado, los diputados se preparan para aprobar el presupuesto nacional en nocturnidad, mientras los guatemaltecos descansan, y ellos se frotan las manos con los miles de millones de quetzales que pronto estarán bajo su control. No es dinero propio, claro está: son impuestos que siguen llegando y deuda que el país aguanta, mientras la excusa oficial se disfraza bajo el lema de “un pueblo digno”.
En la práctica, lo que se cocina en el Congreso es un festín político. Los legisladores no solo hacen cuentas de cuánto les tocará mediante varias ONG creadas a la medida, sino que también ven la oportunidad de comprar voluntades y votos en sus comunidades con el erario. La aprobación del presupuesto se convierte en un “gana y gana” para quienes poco les importa seguir endeudando al país sin que ello signifique inversión real o bienestar para la población. Si pudieran, no tendrían empacho en volver a aumentar sus salarios; al final, el bolsillo del ciudadano aguanta y la vergüenza —que no tienen— pasa.
Ayer, en la sesión de Jefes de Bloque, se aprobó una agenda que excluye la discusión del presupuesto nacional. ¿Qué sí incluyó? El presupuesto del Organismo Legislativo, otro abuso disfrazado de trámite, para mantener una entidad que, más que ayuda, es una carga para los guatemaltecos.
¿Por qué no se agendó el presupuesto general? Porque los diputados, en reunión el lunes por la tarde, estaban ocupados negociando cuánto dinero más asignar a los Consejos de Desarrollo, ese barril sin fondo donde cabe todo: compra de voluntades, proyectos fantasmas y, lo más grave, un mecanismo que también sirve al crimen organizado para lavar dinero. Así lo discutieron en la Comisión de Finanzas: cuánto más para ministros, diputados y alcaldes, todos sacando provecho del sistema.
Bajo el lema de la “nueva primavera”, las nuevas ONG proliferarán como hongos, listas para recibir fondos públicos sin control ni transparencia. Mientras tanto, el discurso oficial insiste en que todo es por el pueblo, cuando en realidad es por los bolsillos de quienes legislan.
Guatemala se enfrenta, una vez más, a la misma historia: un presupuesto convertido en botín político, aprobado en la oscuridad, sin debate real y con consecuencias que pagan todos los guatemaltecos. La deuda crece, la corrupción se fortalece y la esperanza de un Estado eficiente sigue siendo solo eso: esperanza.
Aunque el presupuesto de GTQ 163 469M no estaba en la agenda para la sesión de hoy a las 14:00 horas, se incorporará de manera repentina, tal como ya se tenía previsto. Todo apunta a que se repetirá la historia: aprobar un presupuesto marcado por un alto déficit, un endeudamiento excesivo y asignaciones cuestionadas por corrupción.
EL TIPO DE CAMBIO DE HOY ES DE: