Es sabido que Javier Milei y Pedro Sánchez –el presidente de Argentina y el del Gobierno español, respectivamente– se aborrecen mutuamente, dando lugar a una especie de pantomima de crisis diplomática. La manzana de la discordia fue una intervención de Óscar Puente, el ministro de Transportes español, quien acusó al presidente argentino de “ingerir sustancias”.
- Buenos Aires se dio por aludido. El portavoz de Milei, Manuel Adorni, insistió en que el Gobierno español pidiera disculpas, lo cual –evidentemente– no ocurrió. Se avecinaba una sorpresa: Milei habría de viajar a la península ibérica, no en calidad de presidente, sino como invitado del partido político Vox.
- Y así fue. Vox convocó a la derecha europea a un mitin multitudinario en el Palacio Vistalegre. Milei lisonjeó al líder de Vox, diciendo: “Cuando yo era un ser despreciable, el único que me abrazó fue Santiago Abascal”.
- Pero Milei, errático y cómico —quizá a esto le debe el éxito—, no se contuvo; tildó de “corrupta” a Begoña Gómez, esposa de Sánchez. Madrid llamó a consultas a su embajadora en Buenos Aires, María Jesús Alonso, a quien luego retiró definitivamente.
Entre líneas. Desde la abstracción, parecería tratarse de una típica, aunque pintoresca, crisis diplomática entre dos Estados: ambos se dan por agraviados y el pundonor les impele a exigir disculpas. Esto oculta la realidad de la disputa, que no es de carácter nacional, mucho menos diplomático, sino personalísima.
- Prueba de esto es la actitud de Vox, el más derechista de los partidos en el Congreso español. El partido se ha posicionado del lado de Milei y afirma que él fue “demasiado educado” en su respuesta a los insultos.
- Si verdaderamente se tratase de alguna afrenta a la patria, de algún insulto a España como tal, Vox habría reaccionado de otro modo. En efecto, Vox concluye que está ante una guerra ideológica en la que es más cercano a Milei, que a su máximo enemigo doméstico, el PSOE de Sánchez.
- La Casa Rosada lo interpreta en la misma clave. En el mitin de Vox, habló del socialismo como una tendencia “cancerígena”, para luego referirse a Sánchez como un “socialista arrogante”.
Lo concreto. No peligran, por tanto, las relaciones reales. No se interrumpirá el comercio entre dos países francamente cercanos; no debe sorprender a nadie que, habiendo quedado desfasada la noticia en el círculo mediático, se restauren los intercambios más o menos cordiales, aunque siempre con la tensión de las diferencias políticas insuperables.
- Sánchez ha dejado a Buenos Aires sin embajadora española por consideraciones esencialmente domésticas. A sus ojos, Milei pecó al hablar de Begoña Gómez, investigada por tráfico de influencias y considerada corrupta por la derecha española.
- La investigación se hizo pública a finales de abril. Sánchez, disgustado, anunció una suerte de retiro espiritual de cinco días, para sopesar si mantenerse o no en el cargo. Pasado el plazo, se reintegró a la política, considerando que su partido le exigía quedarse. Siempre fue una mascarada ardid.
- Los más cínicos sugieren que Sánchez se aprovechó de la situación para presentarse como defensor de su esposa y desapegado al poder. Sea como fuere, no puede aceptar –al menos de momento– cualquier cuestionamiento a su mujer, mucho menos de un mandatario extranjero.
El balance. La diplomacia iberoamericana se ha mostrado inusualmente activa en los últimos meses. Esta escaramuza hispano-argentina no goza del mismo calibre que las disputas en torno a Palestina o la riña entre Ecuador y México. Aun así, no carece de elementos reseñables.
- Hablando con pocos matices –pues el fenómeno no es absoluto– el mundo hispano tiene, cada vez más, una política más cosmopolita, donde las divisiones son más ideológicas que nacionales.
- Lo curioso no es la simpatía entre políticos de países distintos. Eso siempre se ha dado. Lo digno de mención es que finalmente se está dando entre figuras de derecha; la cooperación solía estar limitada a la izquierda, reunida, por ejemplo, en el Foro de São Paulo y el Grupo de Puebla.
Es sabido que Javier Milei y Pedro Sánchez –el presidente de Argentina y el del Gobierno español, respectivamente– se aborrecen mutuamente, dando lugar a una especie de pantomima de crisis diplomática. La manzana de la discordia fue una intervención de Óscar Puente, el ministro de Transportes español, quien acusó al presidente argentino de “ingerir sustancias”.
- Buenos Aires se dio por aludido. El portavoz de Milei, Manuel Adorni, insistió en que el Gobierno español pidiera disculpas, lo cual –evidentemente– no ocurrió. Se avecinaba una sorpresa: Milei habría de viajar a la península ibérica, no en calidad de presidente, sino como invitado del partido político Vox.
- Y así fue. Vox convocó a la derecha europea a un mitin multitudinario en el Palacio Vistalegre. Milei lisonjeó al líder de Vox, diciendo: “Cuando yo era un ser despreciable, el único que me abrazó fue Santiago Abascal”.
- Pero Milei, errático y cómico —quizá a esto le debe el éxito—, no se contuvo; tildó de “corrupta” a Begoña Gómez, esposa de Sánchez. Madrid llamó a consultas a su embajadora en Buenos Aires, María Jesús Alonso, a quien luego retiró definitivamente.
Entre líneas. Desde la abstracción, parecería tratarse de una típica, aunque pintoresca, crisis diplomática entre dos Estados: ambos se dan por agraviados y el pundonor les impele a exigir disculpas. Esto oculta la realidad de la disputa, que no es de carácter nacional, mucho menos diplomático, sino personalísima.
- Prueba de esto es la actitud de Vox, el más derechista de los partidos en el Congreso español. El partido se ha posicionado del lado de Milei y afirma que él fue “demasiado educado” en su respuesta a los insultos.
- Si verdaderamente se tratase de alguna afrenta a la patria, de algún insulto a España como tal, Vox habría reaccionado de otro modo. En efecto, Vox concluye que está ante una guerra ideológica en la que es más cercano a Milei, que a su máximo enemigo doméstico, el PSOE de Sánchez.
- La Casa Rosada lo interpreta en la misma clave. En el mitin de Vox, habló del socialismo como una tendencia “cancerígena”, para luego referirse a Sánchez como un “socialista arrogante”.
Lo concreto. No peligran, por tanto, las relaciones reales. No se interrumpirá el comercio entre dos países francamente cercanos; no debe sorprender a nadie que, habiendo quedado desfasada la noticia en el círculo mediático, se restauren los intercambios más o menos cordiales, aunque siempre con la tensión de las diferencias políticas insuperables.
- Sánchez ha dejado a Buenos Aires sin embajadora española por consideraciones esencialmente domésticas. A sus ojos, Milei pecó al hablar de Begoña Gómez, investigada por tráfico de influencias y considerada corrupta por la derecha española.
- La investigación se hizo pública a finales de abril. Sánchez, disgustado, anunció una suerte de retiro espiritual de cinco días, para sopesar si mantenerse o no en el cargo. Pasado el plazo, se reintegró a la política, considerando que su partido le exigía quedarse. Siempre fue una mascarada ardid.
- Los más cínicos sugieren que Sánchez se aprovechó de la situación para presentarse como defensor de su esposa y desapegado al poder. Sea como fuere, no puede aceptar –al menos de momento– cualquier cuestionamiento a su mujer, mucho menos de un mandatario extranjero.
El balance. La diplomacia iberoamericana se ha mostrado inusualmente activa en los últimos meses. Esta escaramuza hispano-argentina no goza del mismo calibre que las disputas en torno a Palestina o la riña entre Ecuador y México. Aun así, no carece de elementos reseñables.
- Hablando con pocos matices –pues el fenómeno no es absoluto– el mundo hispano tiene, cada vez más, una política más cosmopolita, donde las divisiones son más ideológicas que nacionales.
- Lo curioso no es la simpatía entre políticos de países distintos. Eso siempre se ha dado. Lo digno de mención es que finalmente se está dando entre figuras de derecha; la cooperación solía estar limitada a la izquierda, reunida, por ejemplo, en el Foro de São Paulo y el Grupo de Puebla.