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Bryan Wellmann: El operador reciclado que salió en defensa de Semilla

.
Luis Gonzalez
28 de agosto, 2025

En redes sociales, se desató una polémica, tras la publicación de una serie de videos por parte del Movimiento Cívico Nacional (MCN).

En las grabaciones —difundidas con un tono irónico y creativo—, Pablo Guerra, miembro de MCN, entregaba “regalos simbólicos” a diputados oficialistas y sus aliados, entre ellos, el presidente del Congreso, Nery Ramos, y la diputada Elena Motta —a quien, por ejemplo, obsequió un diccionario en alusión a sus intervenciones con términos inventados como “jóvenas”.

Los videos, que buscaban resaltar los excesos, banalidades y contradicciones de varios miembros del Congreso, provocaron la reacción inmediata de algunos operadores políticos y usuarios en redes sociales.

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Entre ellos, destacó Bryan Wellmann Girón, quien tan solo días después de haberse publicado los videos, buscó personalmente a Guerra para grabar un video —cuestionándolo a él y a sus acciones—, material que luego comenzó a circular en redes sociales de forma coordinada entre operadores y simpatizantes del Movimiento Semilla.

La enardecida discusión que se generó a raíz del cruce dejó sobre la mesa una interrogante inevitable: ¿quién es Wellmann? Y aún más importante, —considerando que no suele figurar de esta forma—, ¿por qué lo hizo esta vez?

Wellmann tiene un largo historial de paso por distintos proyectos políticos. Inició como activista y operador cercano al Partido Líder de Manuel Baldizón, donde coordinó estructuras territoriales y de campaña, y más tarde se vinculó a la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), integrándose a los círculos más cercanos de Sandra Torres.

En 2019 buscó una curul como candidato de la UNE; no resultó electo. Para 2023 ya se presentaba bajo otra bandera, la del partido Victoria, donde coordinó la estructura metropolitana y encabezó la planilla de diputados distritales en las elecciones de ese año.

En paralelo, ocupó algunos cargos públicos: fue director de la DIGEF en el Ministerio de Educación durante el gobierno de Jimmy Morales y posteriormente asesor en la Presidencia del Congreso bajo Allan Rodríguez, funciones que lo acercaron al oficialismo de turno.

Esa combinación de candidaturas frustradas, asesorías legislativas y vínculos con distintos cuestionables políticos, lo ha convertido en un operador reciclado; parece no importarle dónde se coloque o a quién se vincule.

Ese historial ayuda a explicar por qué Wellmann reaccionó con virulencia ante la fiscalización ciudadana dirigida a los diputados del Movimiento Semilla y sus aliados.

Según fuentes legislativas, dirigentes del extinto partido oficial, liderados por Samuel Pérez, estarían explorando el uso del partido Victoria como plan de contingencia para 2028, conscientes de que su nuevo proyecto político, Raíces, podría no alcanzar a consolidarse a tiempo.

En ese escenario, Victoria se perfila como un vehículo alternativo, y actores como Wellmann actúan como piezas útiles para proteger los intereses de quienes ya han empezado a negociar bajo esa lógica.

El incidente con Pablo Guerra no es, entonces, un simple roce en redes sociales. Evidencia la forma en que la política guatemalteca sigue entrelazando operadores reciclados, partidos con dueños familiares y alianzas inesperadas.

Wellmann encarna esa figura híbrida: funcionario devenido en candidato, opositor vuelto aliado, y ahora defensor de un espacio que podría servir de salvavidas a quienes buscan garantizarse un lugar en la próxima contienda.

En la política guatemalteca, los silencios y las embestidas rara vez son casualidad; en este caso, responden a cálculos que ya miran hacia 2028. 

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Bryan Wellmann: El operador reciclado que salió en defensa de Semilla

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Luis Gonzalez
28 de agosto, 2025

En redes sociales, se desató una polémica, tras la publicación de una serie de videos por parte del Movimiento Cívico Nacional (MCN).

En las grabaciones —difundidas con un tono irónico y creativo—, Pablo Guerra, miembro de MCN, entregaba “regalos simbólicos” a diputados oficialistas y sus aliados, entre ellos, el presidente del Congreso, Nery Ramos, y la diputada Elena Motta —a quien, por ejemplo, obsequió un diccionario en alusión a sus intervenciones con términos inventados como “jóvenas”.

Los videos, que buscaban resaltar los excesos, banalidades y contradicciones de varios miembros del Congreso, provocaron la reacción inmediata de algunos operadores políticos y usuarios en redes sociales.

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Entre ellos, destacó Bryan Wellmann Girón, quien tan solo días después de haberse publicado los videos, buscó personalmente a Guerra para grabar un video —cuestionándolo a él y a sus acciones—, material que luego comenzó a circular en redes sociales de forma coordinada entre operadores y simpatizantes del Movimiento Semilla.

La enardecida discusión que se generó a raíz del cruce dejó sobre la mesa una interrogante inevitable: ¿quién es Wellmann? Y aún más importante, —considerando que no suele figurar de esta forma—, ¿por qué lo hizo esta vez?

Wellmann tiene un largo historial de paso por distintos proyectos políticos. Inició como activista y operador cercano al Partido Líder de Manuel Baldizón, donde coordinó estructuras territoriales y de campaña, y más tarde se vinculó a la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), integrándose a los círculos más cercanos de Sandra Torres.

En 2019 buscó una curul como candidato de la UNE; no resultó electo. Para 2023 ya se presentaba bajo otra bandera, la del partido Victoria, donde coordinó la estructura metropolitana y encabezó la planilla de diputados distritales en las elecciones de ese año.

En paralelo, ocupó algunos cargos públicos: fue director de la DIGEF en el Ministerio de Educación durante el gobierno de Jimmy Morales y posteriormente asesor en la Presidencia del Congreso bajo Allan Rodríguez, funciones que lo acercaron al oficialismo de turno.

Esa combinación de candidaturas frustradas, asesorías legislativas y vínculos con distintos cuestionables políticos, lo ha convertido en un operador reciclado; parece no importarle dónde se coloque o a quién se vincule.

Ese historial ayuda a explicar por qué Wellmann reaccionó con virulencia ante la fiscalización ciudadana dirigida a los diputados del Movimiento Semilla y sus aliados.

Según fuentes legislativas, dirigentes del extinto partido oficial, liderados por Samuel Pérez, estarían explorando el uso del partido Victoria como plan de contingencia para 2028, conscientes de que su nuevo proyecto político, Raíces, podría no alcanzar a consolidarse a tiempo.

En ese escenario, Victoria se perfila como un vehículo alternativo, y actores como Wellmann actúan como piezas útiles para proteger los intereses de quienes ya han empezado a negociar bajo esa lógica.

El incidente con Pablo Guerra no es, entonces, un simple roce en redes sociales. Evidencia la forma en que la política guatemalteca sigue entrelazando operadores reciclados, partidos con dueños familiares y alianzas inesperadas.

Wellmann encarna esa figura híbrida: funcionario devenido en candidato, opositor vuelto aliado, y ahora defensor de un espacio que podría servir de salvavidas a quienes buscan garantizarse un lugar en la próxima contienda.

En la política guatemalteca, los silencios y las embestidas rara vez son casualidad; en este caso, responden a cálculos que ya miran hacia 2028. 

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