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Belice: tan cerca, pero aún tan lejos de Guatemala

.
Ana González
14 de septiembre, 2025

Han pasado siete años desde que más de 1.7 millones de guatemaltecos acudieron a las urnas para decir “sí” y permitir que sea la Corte Internacional de Justicia (CIJ) la que decida sobre el diferendo territorial que se disputa con Belice. Aunque podría pensarse que ya transcurrió un tiempo prudencial, aún no existe certeza de cuándo habrá una resolución. “Es incierto, los procesos ante la CIJ no llevan un calendario o cronograma escrito”, explicaron las autoridades del Ministerio de Relaciones Exteriores (Minex).

El abogado y ex canciller Gabriel Orellana coincide en que el camino será largo. A su criterio, el estudio del caso podría tardar muchos años más, pues son decisiones que no se toman a la ligera. “Se trata de una decisión de fondo y, para citar algunos precedentes, cuando la Corte ha conocido casos similares —aunque no idénticos al de Belice—, en ocasiones ha tardado hasta 10 años en emitir una resolución”, señaló.

Para ilustrar lo complejo de estos procesos, Orellana recordó el caso del diferendo entre Venezuela y Guyana, considerado muy parecido e incluso un poco más avanzado que el de Guatemala. En ese proceso, más allá de los 11 mil kilómetros en disputa, basta con observar que solo el alegato de una de las partes, en este caso Guyana, consta de 50 tomos.

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En el caso guatemalteco, el Minex detalla que el reclamo es territorial, insular y marítimo, pero sin brindar mayor detalles, pues aseguran que la información es reservada. Pero ha trascendido que, en total, se disputan unos 11 mil km2, es decir, casi la mitad del territorio beliceño.

Por ello, advierte Orellana, no hay que dejarse llevar por las apariencias ni pensar que se trata de un caso sencillo, como los que suelen presentarse ante la Corte de Constitucionalidad en Guatemala o en otras cortes nacionales. A esto se suma que intervienen una considerable cantidad de factores externos que pueden alargar aún más el camino hacia una resolución definitiva.

Un conflicto de siglos

Aunque algunos documentos muestran que Guatemala reclamaba todos los derechos al momento de su independencia en 1821, la base del conflicto parece remontarse incluso más atrás, hasta 1783. Si bien Belice fue reconocido como Estado en 1981 por la ONU y por Guatemala diez años después, el reclamo territorial persiste.

Ambos países aceptaron que la resolución de la CIJ no es apelable, por lo que se espera que la corte finalmente ponga fin a esta disputa histórica.

La importancia de tener claras las fronteras radica en que actualmente la zona de adyacencia carece de señalización y control adecuados, lo que la convierte en una de las áreas más inseguras de la región, afectada por narcotráfico, tráfico de especies y contrabando.

A esto se suman los enfrentamientos entre guatemaltecos y beliceños. Un caso que resonó con fuerza ocurrió el 20 de abril de 2016, cuando Julio Alvarado, un menor de 13 años, fue alcanzado por balas de soldados beliceños mientras caminaba junto a su padre, falleciendo en el incidente.

¿Quién gana y quién pierde con la resolución de la CIJ?

Belice puede perder la mitad de su territorio y Guatemala tiene todo para ganar, pero también se debe establecer. A criterio de Orellana, el país no cuenta con un sistema político lo suficientemente maduro como para enfrentar un problema que en su momento manejaron Estados más avanzados.

“Hoy no se percibe ningún partido político con una proyección clara o un plan definido sobre cómo abordar la situación con Belice [...]todavía queda mucho camino por recorrer”, concluyó.

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Belice: tan cerca, pero aún tan lejos de Guatemala

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Han pasado siete años desde que más de 1.7 millones de guatemaltecos acudieron a las urnas para decir “sí” y permitir que sea la Corte Internacional de Justicia (CIJ) la que decida sobre el diferendo territorial que se disputa con Belice. Aunque podría pensarse que ya transcurrió un tiempo prudencial, aún no existe certeza de cuándo habrá una resolución. “Es incierto, los procesos ante la CIJ no llevan un calendario o cronograma escrito”, explicaron las autoridades del Ministerio de Relaciones Exteriores (Minex).

El abogado y ex canciller Gabriel Orellana coincide en que el camino será largo. A su criterio, el estudio del caso podría tardar muchos años más, pues son decisiones que no se toman a la ligera. “Se trata de una decisión de fondo y, para citar algunos precedentes, cuando la Corte ha conocido casos similares —aunque no idénticos al de Belice—, en ocasiones ha tardado hasta 10 años en emitir una resolución”, señaló.

Para ilustrar lo complejo de estos procesos, Orellana recordó el caso del diferendo entre Venezuela y Guyana, considerado muy parecido e incluso un poco más avanzado que el de Guatemala. En ese proceso, más allá de los 11 mil kilómetros en disputa, basta con observar que solo el alegato de una de las partes, en este caso Guyana, consta de 50 tomos.

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En el caso guatemalteco, el Minex detalla que el reclamo es territorial, insular y marítimo, pero sin brindar mayor detalles, pues aseguran que la información es reservada. Pero ha trascendido que, en total, se disputan unos 11 mil km2, es decir, casi la mitad del territorio beliceño.

Por ello, advierte Orellana, no hay que dejarse llevar por las apariencias ni pensar que se trata de un caso sencillo, como los que suelen presentarse ante la Corte de Constitucionalidad en Guatemala o en otras cortes nacionales. A esto se suma que intervienen una considerable cantidad de factores externos que pueden alargar aún más el camino hacia una resolución definitiva.

Un conflicto de siglos

Aunque algunos documentos muestran que Guatemala reclamaba todos los derechos al momento de su independencia en 1821, la base del conflicto parece remontarse incluso más atrás, hasta 1783. Si bien Belice fue reconocido como Estado en 1981 por la ONU y por Guatemala diez años después, el reclamo territorial persiste.

Ambos países aceptaron que la resolución de la CIJ no es apelable, por lo que se espera que la corte finalmente ponga fin a esta disputa histórica.

La importancia de tener claras las fronteras radica en que actualmente la zona de adyacencia carece de señalización y control adecuados, lo que la convierte en una de las áreas más inseguras de la región, afectada por narcotráfico, tráfico de especies y contrabando.

A esto se suman los enfrentamientos entre guatemaltecos y beliceños. Un caso que resonó con fuerza ocurrió el 20 de abril de 2016, cuando Julio Alvarado, un menor de 13 años, fue alcanzado por balas de soldados beliceños mientras caminaba junto a su padre, falleciendo en el incidente.

¿Quién gana y quién pierde con la resolución de la CIJ?

Belice puede perder la mitad de su territorio y Guatemala tiene todo para ganar, pero también se debe establecer. A criterio de Orellana, el país no cuenta con un sistema político lo suficientemente maduro como para enfrentar un problema que en su momento manejaron Estados más avanzados.

“Hoy no se percibe ningún partido político con una proyección clara o un plan definido sobre cómo abordar la situación con Belice [...]todavía queda mucho camino por recorrer”, concluyó.

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