Mañana 9 de mayo se conmemoran 75 años de la Declaración Schuman, pronunciada en 1950 por el entonces ministro de Asuntos Exteriores francés, Robert Schuman. Su propuesta dio lugar a la creación de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), embrión de la hoy Unión Europea (UE).
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La intención política era clara: reconciliar a Francia y Alemania tras dos guerras mundiales y sentar las bases de una Europa unida, democrática y en paz.
En perspectiva. La integración europea, desde sus inicios, ha sido un proyecto político destinado a consolidar la paz, defender los valores democráticos y construir una identidad común entre Estados soberanos.
- El proceso ha sido un experimento único en la historia de las relaciones internacionales. De seis países fundadores se ha pasado a veintisiete. Las instituciones comunes regulan desde el comercio hasta los derechos fundamentales.
- El Parlamento Europeo, elegido por sufragio universal desde 1979, ha ido ganando poder legislativo, reflejo de una voluntad de acercar la toma de decisiones a los ciudadanos.
- El Consejo Europeo, la Comisión y el Tribunal de Justicia han sido piezas clave en la construcción de una gobernanza supranacional que ha desafiado el modelo tradicional de soberanía.
Por qué importa. Políticamente, la UE ha contribuido decisivamente a la democratización de Europa del Este tras la caída del Muro de Berlín.
- Los criterios de Copenhague, exigidos para la adhesión, han promovido el respeto al Estado de derecho, la independencia judicial y la libertad de prensa.
- Sin embargo, el camino no ha estado exento de tensiones: sobre todo, el auge de movimientos euroescépticos.
- Siguen siendo asignaturas pendientes los conflictos entre gobiernos nacionales y las instituciones comunitarias. También los déficits de legitimidad y participación.
Ecos regionales. Europa ha ejercido una influencia política notable en Latinoamérica. Su modelo de integración ha servido como referencia para los intentos latinoamericanos de cooperación regional, aunque con resultados desiguales.
- La UE ha sido un actor relevante en la defensa de los derechos humanos, la democracia y el multilateralismo. Ha acompañado procesos de paz, como el de Colombia, y ha condenado de forma clara las rupturas del orden democrático (Venezuela, Nicaragua).
- La relación se ha fortalecido con cumbres, diálogos estratégicos y acuerdos de asociación que no solo abarcan lo económico, sino también la gobernanza, el medio ambiente y la cooperación política.
- Con la ratificación el año pasado del Acuerdo de Asociación con Centroamérica por el Consejo de la UE el comercio birregional se ampliará y diversificará de conformidad con la OMC y este convenio.
Punto de fricción. La UE enfrenta hoy retos políticos de magnitud. El Brexit (2016) marcó un punto de inflexión y reveló la fragilidad de la unidad europea frente a la desafección ciudadana.
- Las tensiones internas por el Estado de derecho en países como Hungría o Polonia han desatado debates sobre los límites de la soberanía nacional dentro del marco comunitario.
- La guerra en Ucrania ha obligado a redefinir su política exterior y de seguridad, reforzando la idea de una “autonomía estratégica”.
- Se necesitan respuestas políticas comunes a desafíos globales: la crisis climática, la transformación digital, las migraciones, y la necesidad de reformar el modelo institucional para una posible ampliación hacia los Balcanes Occidentales, Ucrania o Moldavia.
En conclusión. La experiencia europea enseña que una integración sólida requiere voluntad política sostenida, instituciones fuertes y un compromiso real con valores compartidos. Su futuro dependerá de su habilidad para evolucionar políticamente sin perder su esencia fundacional.
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A 75 años de la Declaración Schuman, el proyecto europeo sigue siendo una apuesta ambiciosa por la paz, la democracia y la cooperación multilateral.
Mañana 9 de mayo se conmemoran 75 años de la Declaración Schuman, pronunciada en 1950 por el entonces ministro de Asuntos Exteriores francés, Robert Schuman. Su propuesta dio lugar a la creación de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), embrión de la hoy Unión Europea (UE).
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La intención política era clara: reconciliar a Francia y Alemania tras dos guerras mundiales y sentar las bases de una Europa unida, democrática y en paz.
En perspectiva. La integración europea, desde sus inicios, ha sido un proyecto político destinado a consolidar la paz, defender los valores democráticos y construir una identidad común entre Estados soberanos.
- El proceso ha sido un experimento único en la historia de las relaciones internacionales. De seis países fundadores se ha pasado a veintisiete. Las instituciones comunes regulan desde el comercio hasta los derechos fundamentales.
- El Parlamento Europeo, elegido por sufragio universal desde 1979, ha ido ganando poder legislativo, reflejo de una voluntad de acercar la toma de decisiones a los ciudadanos.
- El Consejo Europeo, la Comisión y el Tribunal de Justicia han sido piezas clave en la construcción de una gobernanza supranacional que ha desafiado el modelo tradicional de soberanía.
Por qué importa. Políticamente, la UE ha contribuido decisivamente a la democratización de Europa del Este tras la caída del Muro de Berlín.
- Los criterios de Copenhague, exigidos para la adhesión, han promovido el respeto al Estado de derecho, la independencia judicial y la libertad de prensa.
- Sin embargo, el camino no ha estado exento de tensiones: sobre todo, el auge de movimientos euroescépticos.
- Siguen siendo asignaturas pendientes los conflictos entre gobiernos nacionales y las instituciones comunitarias. También los déficits de legitimidad y participación.
Ecos regionales. Europa ha ejercido una influencia política notable en Latinoamérica. Su modelo de integración ha servido como referencia para los intentos latinoamericanos de cooperación regional, aunque con resultados desiguales.
- La UE ha sido un actor relevante en la defensa de los derechos humanos, la democracia y el multilateralismo. Ha acompañado procesos de paz, como el de Colombia, y ha condenado de forma clara las rupturas del orden democrático (Venezuela, Nicaragua).
- La relación se ha fortalecido con cumbres, diálogos estratégicos y acuerdos de asociación que no solo abarcan lo económico, sino también la gobernanza, el medio ambiente y la cooperación política.
- Con la ratificación el año pasado del Acuerdo de Asociación con Centroamérica por el Consejo de la UE el comercio birregional se ampliará y diversificará de conformidad con la OMC y este convenio.
Punto de fricción. La UE enfrenta hoy retos políticos de magnitud. El Brexit (2016) marcó un punto de inflexión y reveló la fragilidad de la unidad europea frente a la desafección ciudadana.
- Las tensiones internas por el Estado de derecho en países como Hungría o Polonia han desatado debates sobre los límites de la soberanía nacional dentro del marco comunitario.
- La guerra en Ucrania ha obligado a redefinir su política exterior y de seguridad, reforzando la idea de una “autonomía estratégica”.
- Se necesitan respuestas políticas comunes a desafíos globales: la crisis climática, la transformación digital, las migraciones, y la necesidad de reformar el modelo institucional para una posible ampliación hacia los Balcanes Occidentales, Ucrania o Moldavia.
En conclusión. La experiencia europea enseña que una integración sólida requiere voluntad política sostenida, instituciones fuertes y un compromiso real con valores compartidos. Su futuro dependerá de su habilidad para evolucionar políticamente sin perder su esencia fundacional.
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A 75 años de la Declaración Schuman, el proyecto europeo sigue siendo una apuesta ambiciosa por la paz, la democracia y la cooperación multilateral.