Para muchos hispanos en Estados Unidos, el nombre de Jeffrey Epstein ha sido eso mismo: ruido de fondo. Un nombre ligado a gente poderosa, un chisme oscuro de hombres ricos y una isla, y una muerte en una cárcel federal que nunca terminó de cuadrar.
Ahora su nombre volvió al centro de la política americana. El Congreso aprobó, y el presidente Donald Trump firmó, una ley que obliga al Departamento de Justicia a publicar todos los documentos no clasificados que tenga sobre Epstein. En Florida, el gobernador Ron DeSantis ya se había movido en esa dirección al firmar una ley que permite a los tribunales divulgar los registros del gran jurado del caso de Epstein de 2006 en Palm Beach. Juntas, esas dos cosas mandan un mensaje claro: por fin se está empujando al gobierno a dejar de esconder lo que sabía y cuándo lo supo.
Para nuestra comunidad, la pregunta es sencilla: ¿qué significa realmente todo esto, y por qué ahora todo el mundo volvió a hablar de Epstein?
QUIÉN FUE JEFFREY EPSTEIN
Jeffrey Epstein no era solo “un millonario que conocía famosos”. Era un financiero nacido en Nueva York y un delincuente sexual convicto. Empezó como maestro en una escuela privada en Manhattan y luego dio el salto al mundo financiero, hasta manejar su propia firma de inversiones. Ese trabajo le abrió puertas que valían más que el cheque: acceso directo a gente muy rica y muy influyente, como ejecutivos, académicos, políticos, donantes, hasta miembros de la realeza.
Según los fiscales federales y los testimonios jurados de varias víctimas, Epstein usó ese acceso para montar una red de niñas y jóvenes menores de edad, algunas de apenas 14 años, que eran explotadas sexualmente por él. En 2008, después de una investigación local en Palm Beach, logró lo que hoy se ve claramente como un acuerdo “a su medida”: un trato suave a nivel estatal que le evitó enfrentar cargos federales fuertes por trata.
En 2019, fiscales federales en Nueva York finalmente lo acusaron de tráfico sexual de menores. Antes de llegar a juicio, Epstein apareció muerto en su celda en una cárcel federal. Oficialmente dijeron que fue suicidio, pero la combinación de cámaras que “no funcionaban”, fallas en la vigilancia y demasiadas casualidades solo aumentó la sospecha de que había intereses poderosos protegiéndose.
POR QUÉ LOS ARCHIVOS DE EPSTEIN VUELVEN AHORA
Hace años que sabemos que Epstein era un depredador sexual, que tenía amigos muy bien conectados y que el sistema le falló a sus víctimas. La discusión de ahora no es para redescubrir sus crímenes, sino para ver qué más sigue guardado en los archivos del gobierno y a quién puede salpicar.
La nueva ley, conocida como Epstein Files Transparency Act, aprobada por el Congreso y firmada por Trump, le ordena al fiscal general que publique todos los documentos no clasificados del Departamento de Justicia relacionados con Epstein. La ley permite tachar información para proteger a las víctimas, la seguridad nacional y las investigaciones en curso, pero no permite esconder documentos solo porque puedan avergonzar a figuras importantes o a grandes instituciones.
POR QUÉ LOS DEMÓCRATAS AHORA QUIEREN HABLAR DE EPSTEIN
Los demócratas en Washington no acaban de descubrir quién era Epstein. Lo que cambió fue su realidad política. Después de perder la Casa Blanca, la Cámara de Representantes y el Senado en 2024, el partido demócrata lleva tiempo sin poder señalar grandes éxitos en temas como economía, inflación o la crisis en la frontera.
También tuvieron cuatro años completos con Joe Biden en la presidencia para exigir la publicación de estos documentos y nunca se movieron con esta urgencia. El timing no es casualidad. Hablar de Epstein ahora les da otro tema para distraer, les permite llenar titulares y les abre la puerta para tratar de pegarle la palabra “Epstein” a Trump, y por extensión a los republicanos, en vez de tener que rendir cuentas por su propio récord.
LOS MENSAJES VIRALES Y EL BOCHINCHE DEMÓCRATA
La política alrededor de Epstein no es de un solo lado. Documentos recientes del patrimonio de Epstein, publicados o filtrados, incluyen mensajes de texto entre Epstein y la delegada Stacey Plaskett, demócrata que representa a las Islas Vírgenes de Estados Unidos. Esos mensajes se enviaron durante la audiencia de la Cámara en 2019 donde testificó Michael Cohen, el ex-abogado de Trump que estaba en ese momento – con la obsesión que los demócratas siempre han tenido en contra del mismo presidente Trump – intentando testificar en contra del presidente Trump.
En ese momento, Epstein ya era un delincuente sexual convicto. Las preguntas de Plaskett a Cohen iban casi en la misma línea de los temas que Epstein le escribía por texto. Ya que recientemente se revelaron estos textos, tan reciente como en los últimos días, los republicanos intentaron censurarla, naturalmente. Ellos argumentaron que era totalmente inapropiado que una congresista estuviera coordinando, de facto, con un depredador sexual convicto mientras interrogaba a un testigo vinculado a Trump. El intento de censura fracasó, pero para muchos conservadores confirmó algo que ya intuían: las relaciones de Epstein en Washington no eran cosa de un solo partido, y varios de los demócratas que hoy se dan golpes de pecho hablando de él no tuvieron problema en tratar con Epstein aun después de su condena.
QUÉ SIGNIFICA TODO ESTO Y QUÉ DEBE ENTENDER LA COMUNIDAD HISPANA
Entonces, ¿qué debemos sacar en claro los votantes hispanos de todo esto? Primero, que la publicación de estos archivos importa, antes que nada, por las víctimas. Detrás de cada página hay una persona que fue abusada cuando era menor de edad, muchas veces viniendo de familias trabajadoras o situaciones vulnerables. Cualquier divulgación tiene que protegerlas a ellas de más daño. Su seguridad y su privacidad tienen que ir primero, por encima de los talking points y de la guerra mediática.
Segundo, los archivos pueden que no traigan una lista nueva de nombres “bomba”, pero sí pueden confirmar hasta dónde llegaba la red de Epstein, quién siguió reuniéndose con él después de su condena de 2008 y cómo tanto el gobierno federal como autoridades estatales doblaron las reglas a favor de un depredador con conexiones. Los demócratas van a tratar de usar cualquier detalle para embarrar a Trump y a los republicanos rumbo a las elecciones de medio término. Los conservadores inteligentes, en cambio, van a insistir en la transparencia total y en algo clave: que muchas de las instituciones que se venden como “guardianes de la moral” (universidades de élite, ONGs, donantes liberales y medios tradicionales) fueron precisamente las que le abrieron la puerta a Epstein por años.
Para las familias hispanas, nada de esto suena extraño. Venimos de países donde los de arriba se protegen entre ellos, sea en América Latina o en Washington, D.C. El expediente Epstein no se trata solo de un hombre monstruoso, sino de una clase de élite que se creyó por encima de las reglas.
A medida que se vayan conociendo estos archivos, nuestro papel como comunidad es sencillo pero importante: exigir transparencia completa, exigir consecuencias reales y exigir que la justicia funcione igual para todos, incluyendo los que tienen dinero, poder y una isla privada, no solo para la gente común que no tiene ni abogado, ni conexiones, ni micrófono.
Para muchos hispanos en Estados Unidos, el nombre de Jeffrey Epstein ha sido eso mismo: ruido de fondo. Un nombre ligado a gente poderosa, un chisme oscuro de hombres ricos y una isla, y una muerte en una cárcel federal que nunca terminó de cuadrar.
Ahora su nombre volvió al centro de la política americana. El Congreso aprobó, y el presidente Donald Trump firmó, una ley que obliga al Departamento de Justicia a publicar todos los documentos no clasificados que tenga sobre Epstein. En Florida, el gobernador Ron DeSantis ya se había movido en esa dirección al firmar una ley que permite a los tribunales divulgar los registros del gran jurado del caso de Epstein de 2006 en Palm Beach. Juntas, esas dos cosas mandan un mensaje claro: por fin se está empujando al gobierno a dejar de esconder lo que sabía y cuándo lo supo.
Para nuestra comunidad, la pregunta es sencilla: ¿qué significa realmente todo esto, y por qué ahora todo el mundo volvió a hablar de Epstein?
QUIÉN FUE JEFFREY EPSTEIN
Jeffrey Epstein no era solo “un millonario que conocía famosos”. Era un financiero nacido en Nueva York y un delincuente sexual convicto. Empezó como maestro en una escuela privada en Manhattan y luego dio el salto al mundo financiero, hasta manejar su propia firma de inversiones. Ese trabajo le abrió puertas que valían más que el cheque: acceso directo a gente muy rica y muy influyente, como ejecutivos, académicos, políticos, donantes, hasta miembros de la realeza.
Según los fiscales federales y los testimonios jurados de varias víctimas, Epstein usó ese acceso para montar una red de niñas y jóvenes menores de edad, algunas de apenas 14 años, que eran explotadas sexualmente por él. En 2008, después de una investigación local en Palm Beach, logró lo que hoy se ve claramente como un acuerdo “a su medida”: un trato suave a nivel estatal que le evitó enfrentar cargos federales fuertes por trata.
En 2019, fiscales federales en Nueva York finalmente lo acusaron de tráfico sexual de menores. Antes de llegar a juicio, Epstein apareció muerto en su celda en una cárcel federal. Oficialmente dijeron que fue suicidio, pero la combinación de cámaras que “no funcionaban”, fallas en la vigilancia y demasiadas casualidades solo aumentó la sospecha de que había intereses poderosos protegiéndose.
POR QUÉ LOS ARCHIVOS DE EPSTEIN VUELVEN AHORA
Hace años que sabemos que Epstein era un depredador sexual, que tenía amigos muy bien conectados y que el sistema le falló a sus víctimas. La discusión de ahora no es para redescubrir sus crímenes, sino para ver qué más sigue guardado en los archivos del gobierno y a quién puede salpicar.
La nueva ley, conocida como Epstein Files Transparency Act, aprobada por el Congreso y firmada por Trump, le ordena al fiscal general que publique todos los documentos no clasificados del Departamento de Justicia relacionados con Epstein. La ley permite tachar información para proteger a las víctimas, la seguridad nacional y las investigaciones en curso, pero no permite esconder documentos solo porque puedan avergonzar a figuras importantes o a grandes instituciones.
POR QUÉ LOS DEMÓCRATAS AHORA QUIEREN HABLAR DE EPSTEIN
Los demócratas en Washington no acaban de descubrir quién era Epstein. Lo que cambió fue su realidad política. Después de perder la Casa Blanca, la Cámara de Representantes y el Senado en 2024, el partido demócrata lleva tiempo sin poder señalar grandes éxitos en temas como economía, inflación o la crisis en la frontera.
También tuvieron cuatro años completos con Joe Biden en la presidencia para exigir la publicación de estos documentos y nunca se movieron con esta urgencia. El timing no es casualidad. Hablar de Epstein ahora les da otro tema para distraer, les permite llenar titulares y les abre la puerta para tratar de pegarle la palabra “Epstein” a Trump, y por extensión a los republicanos, en vez de tener que rendir cuentas por su propio récord.
LOS MENSAJES VIRALES Y EL BOCHINCHE DEMÓCRATA
La política alrededor de Epstein no es de un solo lado. Documentos recientes del patrimonio de Epstein, publicados o filtrados, incluyen mensajes de texto entre Epstein y la delegada Stacey Plaskett, demócrata que representa a las Islas Vírgenes de Estados Unidos. Esos mensajes se enviaron durante la audiencia de la Cámara en 2019 donde testificó Michael Cohen, el ex-abogado de Trump que estaba en ese momento – con la obsesión que los demócratas siempre han tenido en contra del mismo presidente Trump – intentando testificar en contra del presidente Trump.
En ese momento, Epstein ya era un delincuente sexual convicto. Las preguntas de Plaskett a Cohen iban casi en la misma línea de los temas que Epstein le escribía por texto. Ya que recientemente se revelaron estos textos, tan reciente como en los últimos días, los republicanos intentaron censurarla, naturalmente. Ellos argumentaron que era totalmente inapropiado que una congresista estuviera coordinando, de facto, con un depredador sexual convicto mientras interrogaba a un testigo vinculado a Trump. El intento de censura fracasó, pero para muchos conservadores confirmó algo que ya intuían: las relaciones de Epstein en Washington no eran cosa de un solo partido, y varios de los demócratas que hoy se dan golpes de pecho hablando de él no tuvieron problema en tratar con Epstein aun después de su condena.
QUÉ SIGNIFICA TODO ESTO Y QUÉ DEBE ENTENDER LA COMUNIDAD HISPANA
Entonces, ¿qué debemos sacar en claro los votantes hispanos de todo esto? Primero, que la publicación de estos archivos importa, antes que nada, por las víctimas. Detrás de cada página hay una persona que fue abusada cuando era menor de edad, muchas veces viniendo de familias trabajadoras o situaciones vulnerables. Cualquier divulgación tiene que protegerlas a ellas de más daño. Su seguridad y su privacidad tienen que ir primero, por encima de los talking points y de la guerra mediática.
Segundo, los archivos pueden que no traigan una lista nueva de nombres “bomba”, pero sí pueden confirmar hasta dónde llegaba la red de Epstein, quién siguió reuniéndose con él después de su condena de 2008 y cómo tanto el gobierno federal como autoridades estatales doblaron las reglas a favor de un depredador con conexiones. Los demócratas van a tratar de usar cualquier detalle para embarrar a Trump y a los republicanos rumbo a las elecciones de medio término. Los conservadores inteligentes, en cambio, van a insistir en la transparencia total y en algo clave: que muchas de las instituciones que se venden como “guardianes de la moral” (universidades de élite, ONGs, donantes liberales y medios tradicionales) fueron precisamente las que le abrieron la puerta a Epstein por años.
Para las familias hispanas, nada de esto suena extraño. Venimos de países donde los de arriba se protegen entre ellos, sea en América Latina o en Washington, D.C. El expediente Epstein no se trata solo de un hombre monstruoso, sino de una clase de élite que se creyó por encima de las reglas.
A medida que se vayan conociendo estos archivos, nuestro papel como comunidad es sencillo pero importante: exigir transparencia completa, exigir consecuencias reales y exigir que la justicia funcione igual para todos, incluyendo los que tienen dinero, poder y una isla privada, no solo para la gente común que no tiene ni abogado, ni conexiones, ni micrófono.
EL TIPO DE CAMBIO DE HOY ES DE: