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La tarea de reconstruir una nación desde la democracia.

Claudia Jo Ríos
17 de marzo, 2019

Los espacios democráticos se han reducido en la Guatemala del 2019.

Frente a unas elecciones inciertas con un panorama nada alentador, la campaña electoral arranca mañana Lunes 18 de Marzo y tendrá una duración de 3 meses.

Hasta hoy, el listado oficial de candidatos a la presidencia de la República no aparece.

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90 días serán el marco para que los candidatos tengan la oportunidad presentar al electorado sus propuestas valiéndose de mecanismos limitados por el Tribunal Supremo electoral quien forma arbitraria, ha establecido reglas del juego que atentan directamente contra la libertad de expresión.

Los medios de comunicación nos hemos visto frenados tanto por la forma en que se han manejado las inscripciones de los candidatos,

La libertad de expresión constringida por una serie de leyes que han limitado el claro rol de los medios de comunicación de informar a la población con el fin de que los guatemaltecos puedan elegir de forma inteligente.

Nada más oportuno que hablar con un personaje con amplia experiencia en materia de análisis e incidencia en la política.

La falta de certeza en las instituciones es el reto más grande para Guatemala, y el desafío, sobrevivir a los extremismos nacionalistas que redundan precisamente en esa fortaleza institucional inexistente que ahoga a los guatemaltecos.

El nuevo libro del consultor de crisis y ex embajador guatemalteco en Washington, Julio Ligorría aborda desde una perspectiva aguda, las complicaciones que han generado una crisis crónica en Guatemala.

¿Podremos sobrevivir a la des-estructuración institucional que el crimen organizado está provocando?

Guatemala frente al espejo, la nueva publicación de Ligorría, es un análisis del contexto actual del país.

La perspectiva que el consultor y diplomático, emplea para tratar de comprender la problemática nacional, resulta sumamente familiar para muchas naciones en vías de desarrollo.

En esta entrevista, sobresale el relato y valoración que Ligorría hace de la existencia de la comisión internacional adscrita a ONU, para combatir la corrupción en Guatemala.

Sobretodo por la intención de replicar la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala –CICIG, por su acrónimo- en otras naciones, como El Salvador.

Pareciera que los esfuerzos de un nuevo apoyo de la comunidad internacional para presionar los sistema jurídicos y políticos de las naciones donde el sistema de justicia no funciona adecuadamente, se han convertido en el problema.

-¿Cómo define el contenido de Guatemala frente al espejo?

Es un ejercicio para entender la situación de nuestra nación desde una óptica que se puede aplicar a otros países.
Trato de llevar al lector de la mano primero ante el diagnóstico de una situación, como solemos hacerlo en el trabajo de consultoría, y explorar la crisis desde diferentes ángulos, para entenderla y para encontrarle salida. Invito al lector profundizar en diferentes temas desde su propia óptica con el fin de recrear un ejercicio mental cuyo trasfondo es empujar a los ciudadanos a cuestionar y comprender su realidad para participar en el proceso de solucionar las crisis.

Creo que esa es una invitación para la nuevas generaciones a reactivar la participación del ciudadano en política no partidaria.

-¿Qué considera usted podría provocar una crisis como las que viven otras naciones como Guatemala en el resto del continente?

Los grandes problemas vienen de períodos donde hay irregularidades en procesos históricos, muchos de ellos con terribles resultados de inequidad. Cuando eso ocurre, fallan los mecanismos de control social, es decir, la institucionalidad desfallece y pierde la capacidad de hacer valer la justicia. 

Esto permite que se generen tremendas desigualdades y con ello, se desquebraje la estructura social y política de las naciones. Esto provoca descontento, ingobernabilidad y deterioro del entorno en que se desarrollan las naciones.

El efecto polarizador de la asimetría en la aplicación de la justicia, especialmente,  hace que el enfrentamiento entre ciudadanos sea cada vez más frecuente, con la consecuencia de un deterioro progresivo de la institucionalidad de las repúblicas.

Así que la falta de oportunidades, de justicia y de esfuerzos de nación para resolver los problemas, hacen que se destruya un país, tal y como ocurre hoy a Guatemala. Al final del camino, es importante el diagnóstico, pero más valiosa resulta la identificación de la solución. Es la mejor forma que tienen los ciudadanos de apoyar a sus países.

– Usted habla de justicia. De alguna manera, esa era una de las misiones de la CICIG, a la cual usted critica. ¿No hay contradicción en este punto?

Mi crítica no se centra en el modelo, sino contra la tergiversación que vivió en los últimos años bajo el mando del colombiano Iván Velásquez. Comparto, como muchos otros guatemaltecos, la preocupación de varios congresistas norteamericanos en el sentido que no se puede alcanzar la justicia cometiendo ilegalidades.

Ciertamente, el gobierno guatemalteco apoyó la creación de la CICIG cuando surgió la propuesta, pero nunca se pensó que la comunidad internacional terminaría avalando el trabajo de un grupo que ha sido capaz de emplear a reos y delincuentes como testigos contra terceras personas, o que ha cambiado testimonios de éstos por ventajas negociadas. 

Si le suma a esto el uso del recurso de linchamiento mediático para preparar casos y con ello, la consecuente violación al derecho de presunción de inocencia, se comprenderá por qué es inaceptable el trabajo reciente de esa comisión.

Respecto a CICIG

No cuestiono el origen ni el diseño de la CICIG. Cuestiono las aberraciones que ha cometido la comisión en su desesperación por cumplir su mandato. La tarea que le encomendaron es muy difícil de lograr porque se hacen necesarios cambios profundos en el aparato judicial que deben preceder el accionar de una comisión de esta naturaleza. Pero de este punto a la autorización moral para que viole la ley a su antojo, hay un muy cuestionable trecho. Los países no puede aceptar que el fin justifica los medios pues eso equivale a aceptar, por ejemplo, la confesión bajo tortura o la persecución de ideas o adversarios por parte de las autoridades.  

Es inadmisible la falta de transparencia en las cuentas que la Comisión debería hacer públicas sobre sus gastos,  porque es un ente con financiamiento multilateral, esta última, la ausencia en CICIG de un protocolo de cuenta-dancia, es un elemento difícil de comprender. Creo que pensar en una especie de policía y fiscalía multinacional con poderes superiores al Estado, es una forma de admitir un proceso de colonización. Guatemala y otros países no pueden ser un laboratorio político para la ONU ni para nadie. 

-¿Podría ser buena una CICIG para naciones, como El Salvador, Nicaragua o Venezuela?

Una Comisión de este tipo es claramente un modelo de intervención extranjera.

Claro que es necesaria la búsqueda de justicia como mecanismo para apoyar a las naciones y obligar a los gobiernos y sus ciudadanos para cumplir con el marco legal mínimo, pero desde la óptica de la comisión si se hace necesario para sus objetivos, hay que violar la ley y eso es inaceptable.

Veamos el caso concreto de lugares donde la ley queda supeditada a objetivos políticos. En Venezuela y Nicaragua, por ejemplo, los gobiernos manipulan a los tribunales y concentran la persecución legal contra sus opositores en los organismos de seguridad y justicia. Bajo coacción o por afinidad, los jueces desfiguran su tarea y se convierten en vulgares esbirros con agenda predefinida, muy alejada de la justicia y la ley. Algo así ocurrió con la CICIG, porque en busca de un objetivo político del comisionado Velásquez, polarizó al país, generó caos financiero, destruyó la institucionalidad buena o mala que había y aún hoy desde el exterior trata de imponer un gobierno usando cuanto subterfugio tiene a su alcance.

En resumen: no creo que un modelo como la CICIG sea solución para nadie. No voy a defender regímenes antidemocráticos, como los de Venezuela y Nicaragua, pero creo que el mundo se equivoca pensando en que un modelo de prueba como el de la CICIG es la solución.

¿Qué es lo que puede destruir, en el contexto actual, a países en Latinoamérica que son considerados unas democracias?

El populismo, la ignorancia y las ocurrencias. La irresponsabilidad que impera en algunos sectores que instrumentalizados por gestores altamente politizados ha desarrollado un clima social y político  muy particular, pues hay zozobra, desconfianza y una pérdida de memoria histórica que aterra.

¿Cuáles diría son las principales amenazas modernas que viven los países en la región Latinoamericana?

Es curioso, esa misma pregunta, quizá en otro contexto me fue formulada hace poco, la experiencia me indica que la pérdida de valores sociales ineludibles: respeto a la ley, alteración de la perspectiva social, aceptación al abuso,  deterioro de la solvencia moral colectiva, ataque sistemático a la unidad de la familia y a la vida desde su gestación como las políticas a favor del aborto o el matrimonio entre personas del mismo sexo, en fin allí están las amenazas más notables.  

¿Y los principales desafíos que enfrenta la región en los próximos años?

Sobrevivir a los extremismos nacionalistas. Sobrevivir a la desestructuración de instituciones que está provocando el crimen organizado y de nuevo sobrevivir a la ignorancia y a las graciosas ocurrencias de gobernantes sin sentido de Estado, pero si con mucho sentido ideológico. 

Luego esta la necesaria reinvención a la que se estan viendo comvocados los lideragos políticos en todo el mundo. La inmediatez de la comunicación en la redes sociales ha precipitado el hartazgo de la gente en relación a los lideragos convencionales, de tal suerte que veremos mas y mas jugadores independientes acuerpados por estructuras no tadicionales de la política.

¿Cómo observa la llegada de la derecha radical en Brasil? 

De la manera que observé a Chávez cuando asumió en Venezuela. Me explico: todo extremismo trae tragedia y destrucción porque destruye los mecanismos de pesos y contrapesos del sistema republicano y democrático.

Ni la extrema derecha, ni la extrema izquierda serán soluciones constructivas nunca.

Julio Ligorría

¿ Andrés Manuel López Obrador es extrema izquierda?

AMLO es disrupción en su más clara expresión. Hasta este momento, observo en él un populismo repleto de ocurrencias con sentido de mercadeo político. Fíjese usted que a pesar de sus incoherencias, las encuestas dicen que la popularidad de AMLO esta intocable, es más el último indicador muestra que ha subido. 

¿Cómo ve en este momento Venezuela?

Veo luz al final del túnel y espero no sea un ferrocarril en contra de vía. Creo que hoy si se tiene una oportunidad real de que la democracia retorne a la tierra de Bolívar, ya era hora que la oposición venezolana se uniera alrededor de valores superiores y abandonara la mezquindad política que le ha caracterizado en los últimos años, donde mas parecían ser parte del problema que de la solución. Hay dos factores determinantes en esto, Trump y Guaido. 

¿Pero cómo observa el desenlace a la crisis, pues el tema aún no es claro?

Vea, no se si ustedes tengan registro, pero yo no lo tengo, y puedo arriesgarme a decir que en los últimos cien años no ha habido una alineación tan cohesionada de intereses entre América Latina y los Estados Unidos, incluso con el acompañamiento de la Unión Europea, en torno a un tema, y en este caso en torno a la urgente salida del poder de Nicolás Maduro y sus socios.

Luego, veo a los Estados Unidos jugando las cartas con mucha precisión político diplomática. Los mensajes del Senador Marco Rubio por ejemplo, son impecables en la ruta de desmontaje del Madurismo, incluso ofreciendo amnistías y “Puentes de Plata” para la jerarquía del chavismo. Acciones inéditas en la historia de las relaciones hemisféricas. Luego observe lo que yo llamo diplomacia de Twitter que implementan tanto el Secretario Pompeo como el asesor de seguridad nacional John Bolton.

La salida de Venezuela, esta semana, de todo el personal diplomático de EEUU debería ser un signo de alta preocupación para Maduro y su pandilla. La mención que hizo esta semana el Canciller español sobre que considera el asilo para ministros del actual gobierno venezolano, es otra señal muy precisa en dirección a un desenlace. Veremos.

¿Pero que sucederá si Maduro no acepta una salida pacífica?

Mire en estas situaciones es muy fácil especular y causar daño, y eso es lo menos que yo querría hacer, creo que este es un momento para colaborar con esa salida sin daños colaterales, lo cual advierto difícil por lo primario que se perciben Maduro y su entorno. Si ellos no tienen una lectura correcta de cómo están las condiciones van a sufrir mucho, eso me queda claro.

¿Y después de Maduro?

Es evidente que el Presidente encargado Juan Guaidó ha jugado un rol clave en todo el desenlace de la antesala final, pero me queda claro que los hilos de coherencia estratégica y dirección del futuro están en otros jugadores de mayor calado, que serán los grandes protagonistas de la reconstrucción y el restablecimiento de la democracia.

¿Los Estados Unidos?

No, no los Estados Unidos. Los venezolanos, ¿con sus nuevos liderazgos al frente?

¿Algunos en mente?

Si, sin duda, allí veremos a Leopoldo López y su equipo, pero además estoy seguro que emergerá una nueva generación de líderes y dirigentes que con la madurez de lo vivido sabrán reconstruir Venezuela y ponerla donde se merece estar.

La tarea de reconstruir una nación desde la democracia.

Claudia Jo Ríos
17 de marzo, 2019

Los espacios democráticos se han reducido en la Guatemala del 2019.

Frente a unas elecciones inciertas con un panorama nada alentador, la campaña electoral arranca mañana Lunes 18 de Marzo y tendrá una duración de 3 meses.

Hasta hoy, el listado oficial de candidatos a la presidencia de la República no aparece.

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90 días serán el marco para que los candidatos tengan la oportunidad presentar al electorado sus propuestas valiéndose de mecanismos limitados por el Tribunal Supremo electoral quien forma arbitraria, ha establecido reglas del juego que atentan directamente contra la libertad de expresión.

Los medios de comunicación nos hemos visto frenados tanto por la forma en que se han manejado las inscripciones de los candidatos,

La libertad de expresión constringida por una serie de leyes que han limitado el claro rol de los medios de comunicación de informar a la población con el fin de que los guatemaltecos puedan elegir de forma inteligente.

Nada más oportuno que hablar con un personaje con amplia experiencia en materia de análisis e incidencia en la política.

La falta de certeza en las instituciones es el reto más grande para Guatemala, y el desafío, sobrevivir a los extremismos nacionalistas que redundan precisamente en esa fortaleza institucional inexistente que ahoga a los guatemaltecos.

El nuevo libro del consultor de crisis y ex embajador guatemalteco en Washington, Julio Ligorría aborda desde una perspectiva aguda, las complicaciones que han generado una crisis crónica en Guatemala.

¿Podremos sobrevivir a la des-estructuración institucional que el crimen organizado está provocando?

Guatemala frente al espejo, la nueva publicación de Ligorría, es un análisis del contexto actual del país.

La perspectiva que el consultor y diplomático, emplea para tratar de comprender la problemática nacional, resulta sumamente familiar para muchas naciones en vías de desarrollo.

En esta entrevista, sobresale el relato y valoración que Ligorría hace de la existencia de la comisión internacional adscrita a ONU, para combatir la corrupción en Guatemala.

Sobretodo por la intención de replicar la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala –CICIG, por su acrónimo- en otras naciones, como El Salvador.

Pareciera que los esfuerzos de un nuevo apoyo de la comunidad internacional para presionar los sistema jurídicos y políticos de las naciones donde el sistema de justicia no funciona adecuadamente, se han convertido en el problema.

-¿Cómo define el contenido de Guatemala frente al espejo?

Es un ejercicio para entender la situación de nuestra nación desde una óptica que se puede aplicar a otros países.
Trato de llevar al lector de la mano primero ante el diagnóstico de una situación, como solemos hacerlo en el trabajo de consultoría, y explorar la crisis desde diferentes ángulos, para entenderla y para encontrarle salida. Invito al lector profundizar en diferentes temas desde su propia óptica con el fin de recrear un ejercicio mental cuyo trasfondo es empujar a los ciudadanos a cuestionar y comprender su realidad para participar en el proceso de solucionar las crisis.

Creo que esa es una invitación para la nuevas generaciones a reactivar la participación del ciudadano en política no partidaria.

-¿Qué considera usted podría provocar una crisis como las que viven otras naciones como Guatemala en el resto del continente?

Los grandes problemas vienen de períodos donde hay irregularidades en procesos históricos, muchos de ellos con terribles resultados de inequidad. Cuando eso ocurre, fallan los mecanismos de control social, es decir, la institucionalidad desfallece y pierde la capacidad de hacer valer la justicia. 

Esto permite que se generen tremendas desigualdades y con ello, se desquebraje la estructura social y política de las naciones. Esto provoca descontento, ingobernabilidad y deterioro del entorno en que se desarrollan las naciones.

El efecto polarizador de la asimetría en la aplicación de la justicia, especialmente,  hace que el enfrentamiento entre ciudadanos sea cada vez más frecuente, con la consecuencia de un deterioro progresivo de la institucionalidad de las repúblicas.

Así que la falta de oportunidades, de justicia y de esfuerzos de nación para resolver los problemas, hacen que se destruya un país, tal y como ocurre hoy a Guatemala. Al final del camino, es importante el diagnóstico, pero más valiosa resulta la identificación de la solución. Es la mejor forma que tienen los ciudadanos de apoyar a sus países.

– Usted habla de justicia. De alguna manera, esa era una de las misiones de la CICIG, a la cual usted critica. ¿No hay contradicción en este punto?

Mi crítica no se centra en el modelo, sino contra la tergiversación que vivió en los últimos años bajo el mando del colombiano Iván Velásquez. Comparto, como muchos otros guatemaltecos, la preocupación de varios congresistas norteamericanos en el sentido que no se puede alcanzar la justicia cometiendo ilegalidades.

Ciertamente, el gobierno guatemalteco apoyó la creación de la CICIG cuando surgió la propuesta, pero nunca se pensó que la comunidad internacional terminaría avalando el trabajo de un grupo que ha sido capaz de emplear a reos y delincuentes como testigos contra terceras personas, o que ha cambiado testimonios de éstos por ventajas negociadas. 

Si le suma a esto el uso del recurso de linchamiento mediático para preparar casos y con ello, la consecuente violación al derecho de presunción de inocencia, se comprenderá por qué es inaceptable el trabajo reciente de esa comisión.

Respecto a CICIG

No cuestiono el origen ni el diseño de la CICIG. Cuestiono las aberraciones que ha cometido la comisión en su desesperación por cumplir su mandato. La tarea que le encomendaron es muy difícil de lograr porque se hacen necesarios cambios profundos en el aparato judicial que deben preceder el accionar de una comisión de esta naturaleza. Pero de este punto a la autorización moral para que viole la ley a su antojo, hay un muy cuestionable trecho. Los países no puede aceptar que el fin justifica los medios pues eso equivale a aceptar, por ejemplo, la confesión bajo tortura o la persecución de ideas o adversarios por parte de las autoridades.  

Es inadmisible la falta de transparencia en las cuentas que la Comisión debería hacer públicas sobre sus gastos,  porque es un ente con financiamiento multilateral, esta última, la ausencia en CICIG de un protocolo de cuenta-dancia, es un elemento difícil de comprender. Creo que pensar en una especie de policía y fiscalía multinacional con poderes superiores al Estado, es una forma de admitir un proceso de colonización. Guatemala y otros países no pueden ser un laboratorio político para la ONU ni para nadie. 

-¿Podría ser buena una CICIG para naciones, como El Salvador, Nicaragua o Venezuela?

Una Comisión de este tipo es claramente un modelo de intervención extranjera.

Claro que es necesaria la búsqueda de justicia como mecanismo para apoyar a las naciones y obligar a los gobiernos y sus ciudadanos para cumplir con el marco legal mínimo, pero desde la óptica de la comisión si se hace necesario para sus objetivos, hay que violar la ley y eso es inaceptable.

Veamos el caso concreto de lugares donde la ley queda supeditada a objetivos políticos. En Venezuela y Nicaragua, por ejemplo, los gobiernos manipulan a los tribunales y concentran la persecución legal contra sus opositores en los organismos de seguridad y justicia. Bajo coacción o por afinidad, los jueces desfiguran su tarea y se convierten en vulgares esbirros con agenda predefinida, muy alejada de la justicia y la ley. Algo así ocurrió con la CICIG, porque en busca de un objetivo político del comisionado Velásquez, polarizó al país, generó caos financiero, destruyó la institucionalidad buena o mala que había y aún hoy desde el exterior trata de imponer un gobierno usando cuanto subterfugio tiene a su alcance.

En resumen: no creo que un modelo como la CICIG sea solución para nadie. No voy a defender regímenes antidemocráticos, como los de Venezuela y Nicaragua, pero creo que el mundo se equivoca pensando en que un modelo de prueba como el de la CICIG es la solución.

¿Qué es lo que puede destruir, en el contexto actual, a países en Latinoamérica que son considerados unas democracias?

El populismo, la ignorancia y las ocurrencias. La irresponsabilidad que impera en algunos sectores que instrumentalizados por gestores altamente politizados ha desarrollado un clima social y político  muy particular, pues hay zozobra, desconfianza y una pérdida de memoria histórica que aterra.

¿Cuáles diría son las principales amenazas modernas que viven los países en la región Latinoamericana?

Es curioso, esa misma pregunta, quizá en otro contexto me fue formulada hace poco, la experiencia me indica que la pérdida de valores sociales ineludibles: respeto a la ley, alteración de la perspectiva social, aceptación al abuso,  deterioro de la solvencia moral colectiva, ataque sistemático a la unidad de la familia y a la vida desde su gestación como las políticas a favor del aborto o el matrimonio entre personas del mismo sexo, en fin allí están las amenazas más notables.  

¿Y los principales desafíos que enfrenta la región en los próximos años?

Sobrevivir a los extremismos nacionalistas. Sobrevivir a la desestructuración de instituciones que está provocando el crimen organizado y de nuevo sobrevivir a la ignorancia y a las graciosas ocurrencias de gobernantes sin sentido de Estado, pero si con mucho sentido ideológico. 

Luego esta la necesaria reinvención a la que se estan viendo comvocados los lideragos políticos en todo el mundo. La inmediatez de la comunicación en la redes sociales ha precipitado el hartazgo de la gente en relación a los lideragos convencionales, de tal suerte que veremos mas y mas jugadores independientes acuerpados por estructuras no tadicionales de la política.

¿Cómo observa la llegada de la derecha radical en Brasil? 

De la manera que observé a Chávez cuando asumió en Venezuela. Me explico: todo extremismo trae tragedia y destrucción porque destruye los mecanismos de pesos y contrapesos del sistema republicano y democrático.

Ni la extrema derecha, ni la extrema izquierda serán soluciones constructivas nunca.

Julio Ligorría

¿ Andrés Manuel López Obrador es extrema izquierda?

AMLO es disrupción en su más clara expresión. Hasta este momento, observo en él un populismo repleto de ocurrencias con sentido de mercadeo político. Fíjese usted que a pesar de sus incoherencias, las encuestas dicen que la popularidad de AMLO esta intocable, es más el último indicador muestra que ha subido. 

¿Cómo ve en este momento Venezuela?

Veo luz al final del túnel y espero no sea un ferrocarril en contra de vía. Creo que hoy si se tiene una oportunidad real de que la democracia retorne a la tierra de Bolívar, ya era hora que la oposición venezolana se uniera alrededor de valores superiores y abandonara la mezquindad política que le ha caracterizado en los últimos años, donde mas parecían ser parte del problema que de la solución. Hay dos factores determinantes en esto, Trump y Guaido. 

¿Pero cómo observa el desenlace a la crisis, pues el tema aún no es claro?

Vea, no se si ustedes tengan registro, pero yo no lo tengo, y puedo arriesgarme a decir que en los últimos cien años no ha habido una alineación tan cohesionada de intereses entre América Latina y los Estados Unidos, incluso con el acompañamiento de la Unión Europea, en torno a un tema, y en este caso en torno a la urgente salida del poder de Nicolás Maduro y sus socios.

Luego, veo a los Estados Unidos jugando las cartas con mucha precisión político diplomática. Los mensajes del Senador Marco Rubio por ejemplo, son impecables en la ruta de desmontaje del Madurismo, incluso ofreciendo amnistías y “Puentes de Plata” para la jerarquía del chavismo. Acciones inéditas en la historia de las relaciones hemisféricas. Luego observe lo que yo llamo diplomacia de Twitter que implementan tanto el Secretario Pompeo como el asesor de seguridad nacional John Bolton.

La salida de Venezuela, esta semana, de todo el personal diplomático de EEUU debería ser un signo de alta preocupación para Maduro y su pandilla. La mención que hizo esta semana el Canciller español sobre que considera el asilo para ministros del actual gobierno venezolano, es otra señal muy precisa en dirección a un desenlace. Veremos.

¿Pero que sucederá si Maduro no acepta una salida pacífica?

Mire en estas situaciones es muy fácil especular y causar daño, y eso es lo menos que yo querría hacer, creo que este es un momento para colaborar con esa salida sin daños colaterales, lo cual advierto difícil por lo primario que se perciben Maduro y su entorno. Si ellos no tienen una lectura correcta de cómo están las condiciones van a sufrir mucho, eso me queda claro.

¿Y después de Maduro?

Es evidente que el Presidente encargado Juan Guaidó ha jugado un rol clave en todo el desenlace de la antesala final, pero me queda claro que los hilos de coherencia estratégica y dirección del futuro están en otros jugadores de mayor calado, que serán los grandes protagonistas de la reconstrucción y el restablecimiento de la democracia.

¿Los Estados Unidos?

No, no los Estados Unidos. Los venezolanos, ¿con sus nuevos liderazgos al frente?

¿Algunos en mente?

Si, sin duda, allí veremos a Leopoldo López y su equipo, pero además estoy seguro que emergerá una nueva generación de líderes y dirigentes que con la madurez de lo vivido sabrán reconstruir Venezuela y ponerla donde se merece estar.

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