EL TIPO DE CAMBIO DE HOY ES DE: La zona regiomontana de México se prepara para inaugurar el edificio más alto de Latinoamérica. La Torre Rise, con apertura prevista para el verano de 2026, redefinirá el skyline regional y colocará a la ciudad en la élite global de los rascacielos.
Por qué importa. El proyecto inmobiliario con 484 metros marca un salto de escala que trasciende la arquitectura: reposiciona a la ciudad en el circuito global de inversión, turismo y negocios, con liderazgo privado y visión de largo plazo.
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Con esa altura superará a cualquier edificio de la región y quedará solo detrás del One World Trade Center en el continente. Un mensaje claro de ambición urbana y confianza del capital privado.
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El proyecto consolida a Monterrey como polo de rascacielos, ampliando por más de 170 metros la brecha frente a la Torre Obispado y redefiniendo su perfil internacional.
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Llega en la antesala del Mundial de la FIFA 2026, cuando la ciudad busca infraestructura, imagen y servicios acordes a estándares globales.
Datos clave. La Torre Rise fue concebida como un complejo de uso mixto de gran densidad y eficiencia. Su programa integra trabajo, vivienda, hotelería y comercio, bajo una lógica de ciudad vertical que optimiza suelo, tiempo y conectividad en una zona estratégica.
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El diseño contempla 96 niveles habitables: 35 de oficinas corporativas, 22 residenciales, 10 de hotel de lujo y cuatro plantas comerciales, articulados para flujos diferenciados y alta eficiencia operativa.
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Incorpora el SkyDeck 360°, mirador panorámico en los niveles superiores, y una tirolesa a más de 400 metros, combinando experiencia urbana, turismo y monetización del activo.
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La obra inició en 2023 y su cronograma apunta al verano de 2026, alineando ejecución privada con una ventana de visibilidad internacional sin precedentes.
Entre líneas. Más allá de la altura, el proyecto apuesta por sostenibilidad, bienestar y desempeño técnico. La torre busca competir en estándares, no solo en récords, integrando criterios ambientales y de confort que hoy pesan en decisiones corporativas y residenciales.
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Suma más de 4000 metros cuadrados de áreas verdes y una fachada de cristal con control térmico, diseñada para reducir carga energética y mejorar confort interior.
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Las esquinas curvas minimizan el impacto del viento, optimizando estabilidad estructural y experiencia del usuario en alturas extremas.
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Cuenta con certificaciones LEED Silver, Green Globes, Building EQ y Well, posicionándola entre los rascacielos más avanzados de la región.
Ahora qué. La ubicación en la colonia Obispado refuerza su rol simbólico y funcional. Desde un punto elevado, frente al río Santa Catarina, la torre se proyecta como nuevo ícono urbano y catalizador de inversión privada de largo plazo.
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El emplazamiento combina tradición y centralidad, potenciando valor inmobiliario sin depender de subsidios ni planificación estatista.
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Para desarrolladores, el proyecto valida la densificación vertical como estrategia eficiente en ciudades competitivas.
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“Es un parteaguas urbano”, afirmó Juan Pérez, director de proyecto, al destacar impacto económico y posicionamiento global.
La zona regiomontana de México se prepara para inaugurar el edificio más alto de Latinoamérica. La Torre Rise, con apertura prevista para el verano de 2026, redefinirá el skyline regional y colocará a la ciudad en la élite global de los rascacielos.
Por qué importa. El proyecto inmobiliario con 484 metros marca un salto de escala que trasciende la arquitectura: reposiciona a la ciudad en el circuito global de inversión, turismo y negocios, con liderazgo privado y visión de largo plazo.
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Con esa altura superará a cualquier edificio de la región y quedará solo detrás del One World Trade Center en el continente. Un mensaje claro de ambición urbana y confianza del capital privado.
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El proyecto consolida a Monterrey como polo de rascacielos, ampliando por más de 170 metros la brecha frente a la Torre Obispado y redefiniendo su perfil internacional.
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Llega en la antesala del Mundial de la FIFA 2026, cuando la ciudad busca infraestructura, imagen y servicios acordes a estándares globales.
Datos clave. La Torre Rise fue concebida como un complejo de uso mixto de gran densidad y eficiencia. Su programa integra trabajo, vivienda, hotelería y comercio, bajo una lógica de ciudad vertical que optimiza suelo, tiempo y conectividad en una zona estratégica.
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El diseño contempla 96 niveles habitables: 35 de oficinas corporativas, 22 residenciales, 10 de hotel de lujo y cuatro plantas comerciales, articulados para flujos diferenciados y alta eficiencia operativa.
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Incorpora el SkyDeck 360°, mirador panorámico en los niveles superiores, y una tirolesa a más de 400 metros, combinando experiencia urbana, turismo y monetización del activo.
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La obra inició en 2023 y su cronograma apunta al verano de 2026, alineando ejecución privada con una ventana de visibilidad internacional sin precedentes.
Entre líneas. Más allá de la altura, el proyecto apuesta por sostenibilidad, bienestar y desempeño técnico. La torre busca competir en estándares, no solo en récords, integrando criterios ambientales y de confort que hoy pesan en decisiones corporativas y residenciales.
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Suma más de 4000 metros cuadrados de áreas verdes y una fachada de cristal con control térmico, diseñada para reducir carga energética y mejorar confort interior.
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Las esquinas curvas minimizan el impacto del viento, optimizando estabilidad estructural y experiencia del usuario en alturas extremas.
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Cuenta con certificaciones LEED Silver, Green Globes, Building EQ y Well, posicionándola entre los rascacielos más avanzados de la región.
Ahora qué. La ubicación en la colonia Obispado refuerza su rol simbólico y funcional. Desde un punto elevado, frente al río Santa Catarina, la torre se proyecta como nuevo ícono urbano y catalizador de inversión privada de largo plazo.
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El emplazamiento combina tradición y centralidad, potenciando valor inmobiliario sin depender de subsidios ni planificación estatista.
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Para desarrolladores, el proyecto valida la densificación vertical como estrategia eficiente en ciudades competitivas.
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“Es un parteaguas urbano”, afirmó Juan Pérez, director de proyecto, al destacar impacto económico y posicionamiento global.
