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El mercado inmobiliario mira al calendario

.
María José Aresti
18 de noviembre, 2025

El bono demográfico y envejecimiento acelerado plantean un desafío urbano ineludible en las ciudades latinoamericanas: cómo diseñar urbes capaces de sostener a una población mayor y, al mismo tiempo, absorber a millones de jóvenes que ingresarán a la vida productiva.

Cómo funciona. El cambio del bono demográfico coincide con una urbanización acelerada y fragmentada. Para la industria inmobiliaria, esto abre el dilema de cómo responder a dos presiones simultáneas: jóvenes que necesitan vivienda accesible y adultos mayores que exigirán entornos adaptados.

  • Un reciente informe de la CEPAL señala que la transición etaria afecta productividad y sostenibilidad fiscal. También modifica patrones de consumo y ubicación residencial en el largo plazo.

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  • Ignacio Basterrechea, director de proyectos de URBOP, detalla que “el 40 % de la población es joven”. Convertir ese bono en desarrollo real requiere vivienda conectada, servicios cercanos y reglas claras para construir.

  • El sector inmobiliario enfrenta un escenario donde densidad, cercanía y movilidad determinarán competitividad: proyectos alejados de empleo y servicios perderán valor relativo.

En el radar. El panorama redefine qué significa “vivienda adecuada”. Diseño universal, accesibilidad, cercanía a salud y transporte serán estándar, no diferenciadores. Al mismo tiempo, cohousing seniormultifamily accesible y vivienda intergeneracional emergen como nichos con demanda creciente.

  • Las ciudades debieran adaptar parte de su infraestructura para convertirse en entornos “amigables”, con transporte público accesible, espacios verdes y servicios de proximidad.

  • Para el sector, esto implica oportunidades en tipologías más pequeñas, ubicaciones mejor conectadas y proyectos que integren movilidad, comercio de cercanía y servicios esenciales.

  • “Este enfoque urbano no solo mejoraría la calidad de vida, sino que generaría oportunidades para arquitectos, urbanistas, ingenieros y empresas del sector inmobiliario”, menciona la CEPAL.

Entre líneas. Basterrechea advierte que Guatemala duplicó su huella urbana entre 2000 y 2013 sin infraestructura previa. Los costos de drenaje, movilidad y servicios terminan encareciendo el metro cuadrado.

  • Actualmente, solo el 8 % de la población usa transporte público, cuando hace una década era un 30 %. El resto se volcó a motocicletas o vehículos, lo que incrementó la saturación vial.

  • Sin centros de empleo en ciudades secundarias, fenómenos como el colapso de Carretera a El Salvador se replicarán: vivienda lejos del trabajo, congestión crónica y servicios rebasados.

  • Las regiones con potencial —Escuintla, Retalhuleu, Quetzaltenango, Petén— requieren planificación coordinada y visión compartida para atraer industrias, empleo y vivienda asequible.

Ahora qué. Guatemala necesita ciudades preparadas para una población que requerirá entornos inclusivos, cercanos y funcionales. La industria debe anticipar tendencias: tipologías versátiles, barrios compactos, movilidad segura y servicios integrados. La demanda futura no será solo por unidades, sino por experiencias urbanas completas.

  • “Todo debe enfocarse en las personas”, insiste Basterrechea. Eso implica entornos donde jóvenes y adultos mayores encuentren trabajo, servicios y vida cotidiana sin depender de distancias imposibles.

  • El sector tiene espacio para liderar: proyectos que integren comercio, salud básica, coworking y movilidad. Ecosistemas capaces de sostener población joven y adulta mayor sin fricciones.

  • La sostenibilidad del mercado dependerá de apostar por suelo bien ubicado, infraestructura compartida y modelos de inversión que premien densidad y mezcla de usos.

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María José Aresti
18 de noviembre, 2025

El bono demográfico y envejecimiento acelerado plantean un desafío urbano ineludible en las ciudades latinoamericanas: cómo diseñar urbes capaces de sostener a una población mayor y, al mismo tiempo, absorber a millones de jóvenes que ingresarán a la vida productiva.

Cómo funciona. El cambio del bono demográfico coincide con una urbanización acelerada y fragmentada. Para la industria inmobiliaria, esto abre el dilema de cómo responder a dos presiones simultáneas: jóvenes que necesitan vivienda accesible y adultos mayores que exigirán entornos adaptados.

  • Un reciente informe de la CEPAL señala que la transición etaria afecta productividad y sostenibilidad fiscal. También modifica patrones de consumo y ubicación residencial en el largo plazo.

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  • Ignacio Basterrechea, director de proyectos de URBOP, detalla que “el 40 % de la población es joven”. Convertir ese bono en desarrollo real requiere vivienda conectada, servicios cercanos y reglas claras para construir.

  • El sector inmobiliario enfrenta un escenario donde densidad, cercanía y movilidad determinarán competitividad: proyectos alejados de empleo y servicios perderán valor relativo.

En el radar. El panorama redefine qué significa “vivienda adecuada”. Diseño universal, accesibilidad, cercanía a salud y transporte serán estándar, no diferenciadores. Al mismo tiempo, cohousing seniormultifamily accesible y vivienda intergeneracional emergen como nichos con demanda creciente.

  • Las ciudades debieran adaptar parte de su infraestructura para convertirse en entornos “amigables”, con transporte público accesible, espacios verdes y servicios de proximidad.

  • Para el sector, esto implica oportunidades en tipologías más pequeñas, ubicaciones mejor conectadas y proyectos que integren movilidad, comercio de cercanía y servicios esenciales.

  • “Este enfoque urbano no solo mejoraría la calidad de vida, sino que generaría oportunidades para arquitectos, urbanistas, ingenieros y empresas del sector inmobiliario”, menciona la CEPAL.

Entre líneas. Basterrechea advierte que Guatemala duplicó su huella urbana entre 2000 y 2013 sin infraestructura previa. Los costos de drenaje, movilidad y servicios terminan encareciendo el metro cuadrado.

  • Actualmente, solo el 8 % de la población usa transporte público, cuando hace una década era un 30 %. El resto se volcó a motocicletas o vehículos, lo que incrementó la saturación vial.

  • Sin centros de empleo en ciudades secundarias, fenómenos como el colapso de Carretera a El Salvador se replicarán: vivienda lejos del trabajo, congestión crónica y servicios rebasados.

  • Las regiones con potencial —Escuintla, Retalhuleu, Quetzaltenango, Petén— requieren planificación coordinada y visión compartida para atraer industrias, empleo y vivienda asequible.

Ahora qué. Guatemala necesita ciudades preparadas para una población que requerirá entornos inclusivos, cercanos y funcionales. La industria debe anticipar tendencias: tipologías versátiles, barrios compactos, movilidad segura y servicios integrados. La demanda futura no será solo por unidades, sino por experiencias urbanas completas.

  • “Todo debe enfocarse en las personas”, insiste Basterrechea. Eso implica entornos donde jóvenes y adultos mayores encuentren trabajo, servicios y vida cotidiana sin depender de distancias imposibles.

  • El sector tiene espacio para liderar: proyectos que integren comercio, salud básica, coworking y movilidad. Ecosistemas capaces de sostener población joven y adulta mayor sin fricciones.

  • La sostenibilidad del mercado dependerá de apostar por suelo bien ubicado, infraestructura compartida y modelos de inversión que premien densidad y mezcla de usos.

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