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El Llamado Urgente para Reactivar el Desarrollo Inmobiliario

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Manola Flores / Gerente comercial Idea Central |
30 de julio, 2025

La industria de la construcción en Guatemala representa un pilar fundamental de nuestra economía. Solo en 2024, el sector generó una huella económica total de más de Q 200 mil millones (aproximadamente USD 25 600 millones), lo que equivale al 23.7 % del PIB. Es decir, uno de cada cinco quetzales que circulan en la economía está vinculado directa o indirectamente al sector de la construcción y desarrollo inmobiliario. Este impacto también se traduce en más de 500,000 empleos directos e indirectos, y cada proyecto puede generar hasta 1,000 puestos de trabajo, lo que subraya su rol clave en la generación de empleo, inversión y progreso para el país.

En el presente año, sin embargo, se han identificado diversos retos que están generando retrasos en la entrega de proyectos inmobiliarios. Lejos de buscar señalar responsables, es momento de reconocer las oportunidades de mejora y trabajar de forma articulada para acelerar el desarrollo. Existen tres factores principales que merecen atención:

1. Escasez de mano de obra:

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Uno de los principales desafíos que enfrenta el sector es la creciente escasez de mano de obra calificada. Esta situación se ha intensificado año con año debido a la migración, la falta de relevo generacional y el desinterés por los oficios técnicos. Como resultado, se observa una presión al alza en los costos laborales, lo que refleja una escasez estructural de talento frente al dinamismo del sector. Sin embargo, este reto también representa una oportunidad única: incluir a más mujeres en el campo de la construcción y fortalecer los programas de capacitación técnica en alianza con el sector privado y educativo. Apostar por el desarrollo del talento local no solo es necesario, sino estratégico para garantizar la continuidad y sostenibilidad del sector.

2. Procesos administrativos, una oportunidad para transformar la gestión urbana:

En los últimos años, los tiempos para obtener licencias de construcción se han extendido considerablemente, alcanzando hasta 36 meses en algunos casos. Este fenómeno también responde al crecimiento del número de desarrollos en distintas zonas del país, lo que ha superado la capacidad de respuesta de algunas instituciones responsables del desarrollo urbano, tanto municipales como nacionales (como MARN y CONRED).

Más allá del impacto directo en la ejecución de proyectos, esta situación evidencia la necesidad de modernizar los procesos administrativos asociados al desarrollo urbano. Lejos de ser solo un reto, esta realidad representa una oportunidad para revisar y optimizar los procedimientos, apostando por la digitalización, la claridad normativa y una mejor coordinación institucional. Agilizar estos procesos no solo facilitaría la labor de los desarrolladores, sino que permitiría a las ciudades planificar mejor su crecimiento y asegurar un desarrollo más ordenado.

Vale la pena destacar que un edificio bien planificado puede generar hasta 100 veces más ingresos fiscales que una vivienda unifamiliar, contribuyendo significativamente a financiar servicios e infraestructura urbana. En este sentido, modernizar los procesos no es solo una mejora operativa, sino una estrategia clave para fortalecer las finanzas municipales y la calidad de vida urbana.

3. Relaciones con las comunidades:

Construir confianza desde el inicio En algunos proyectos, se han registrado demoras derivadas de preocupaciones o molestias manifestadas por vecinos. Estas situaciones subrayan la importancia de promover el diálogo desde etapas tempranas, fomentar la escucha activa y construir consensos que permitan una convivencia armónica entre los nuevos desarrollos y las comunidades existentes.

Creemos que una ciudad que crece con diálogo, crece mejor. Por eso, consideramos clave fortalecer los espacios de comunicación con las comunidades desde el inicio del proyecto. Esto requiere apertura, voluntad de escuchar y, sobre todo, reconocer que el desarrollo inmobiliario no solo impulsa la economía, sino que también responde a una demanda creciente de vivienda.

Guatemala cuenta con una de las poblaciones más jóvenes de la región: según la pirámide demográfica, cada año miles de nuevos hogares se forman y requieren soluciones habitacionales en zonas urbanas con acceso a servicios, empleo y transporte. Guatemala tiene una población joven y en crecimiento. Con un incremento anual de alrededor de un 1.6 %, se forman unos 60,000 nuevos hogares al año, cada uno con familia y expectativas de vivienda digna. Esta dinámica poblacional genera una presión constante sobre la oferta de vivienda formal, especialmente en las ciudades intermedias y la metrópoli. Este ritmo constante refuerza la urgencia de una planificación urbana participativa desde el inicio del proyecto. El déficit habitacional acumulado supera los dos millones de unidades, lo que evidencia la urgencia de facilitar el desarrollo ordenado de nuevos proyectos.

Por eso, promover herramientas como el diálogo comunitario, canales de comunicación abiertos y espacios de escucha se vuelve fundamental. Construir consenso social desde el inicio permite que los proyectos sean mejor comprendidos, más sólidos y verdaderamente integrados en su entorno.

Un llamado a la colaboración

Es importante comprender que los retrasos no solo impactan a los futuros propietarios de vivienda, sino que también generan altos costos financieros para los desarrolladores. Muchos desarrolladores deben financiar un alto porcentaje de la obra con recursos propios o créditos puente, mientras los clientes han realizado ya un compromiso económico anticipado. Esta situación genera presiones financieras que podrían evitarse con procesos más ágiles y una mejor coordinación entre actores clave. A pesar de los incrementos en costos operativos, la mayoría mantiene el precio pactado y, en muchos casos, ofrece reembolsos a quienes deciden no esperar más.

Por ello, construir relaciones de confianza entre comunidades, autoridades y desarrolladores no es solo un ideal, sino una necesidad para lograr ciudades más sostenibles, inclusivas y resilientes.

El futuro del desarrollo en Guatemala no está en manos de unos pocos, sino en la colaboración y la comprensión de todos. Desde vecinos que apoyan el crecimiento, hasta autoridades que agilizan trámites y desarrolladores comprometidos con la calidad y la transparencia, todos somos parte de esta transformación.

Es hora de construir no solo edificios, sino una comunidad más unida, informada y consciente de su papel en el progreso del país.

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El Llamado Urgente para Reactivar el Desarrollo Inmobiliario

Manola Flores / Gerente comercial Idea Central |
30 de julio, 2025
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La industria de la construcción en Guatemala representa un pilar fundamental de nuestra economía. Solo en 2024, el sector generó una huella económica total de más de Q 200 mil millones (aproximadamente USD 25 600 millones), lo que equivale al 23.7 % del PIB. Es decir, uno de cada cinco quetzales que circulan en la economía está vinculado directa o indirectamente al sector de la construcción y desarrollo inmobiliario. Este impacto también se traduce en más de 500,000 empleos directos e indirectos, y cada proyecto puede generar hasta 1,000 puestos de trabajo, lo que subraya su rol clave en la generación de empleo, inversión y progreso para el país.

En el presente año, sin embargo, se han identificado diversos retos que están generando retrasos en la entrega de proyectos inmobiliarios. Lejos de buscar señalar responsables, es momento de reconocer las oportunidades de mejora y trabajar de forma articulada para acelerar el desarrollo. Existen tres factores principales que merecen atención:

1. Escasez de mano de obra:

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Uno de los principales desafíos que enfrenta el sector es la creciente escasez de mano de obra calificada. Esta situación se ha intensificado año con año debido a la migración, la falta de relevo generacional y el desinterés por los oficios técnicos. Como resultado, se observa una presión al alza en los costos laborales, lo que refleja una escasez estructural de talento frente al dinamismo del sector. Sin embargo, este reto también representa una oportunidad única: incluir a más mujeres en el campo de la construcción y fortalecer los programas de capacitación técnica en alianza con el sector privado y educativo. Apostar por el desarrollo del talento local no solo es necesario, sino estratégico para garantizar la continuidad y sostenibilidad del sector.

2. Procesos administrativos, una oportunidad para transformar la gestión urbana:

En los últimos años, los tiempos para obtener licencias de construcción se han extendido considerablemente, alcanzando hasta 36 meses en algunos casos. Este fenómeno también responde al crecimiento del número de desarrollos en distintas zonas del país, lo que ha superado la capacidad de respuesta de algunas instituciones responsables del desarrollo urbano, tanto municipales como nacionales (como MARN y CONRED).

Más allá del impacto directo en la ejecución de proyectos, esta situación evidencia la necesidad de modernizar los procesos administrativos asociados al desarrollo urbano. Lejos de ser solo un reto, esta realidad representa una oportunidad para revisar y optimizar los procedimientos, apostando por la digitalización, la claridad normativa y una mejor coordinación institucional. Agilizar estos procesos no solo facilitaría la labor de los desarrolladores, sino que permitiría a las ciudades planificar mejor su crecimiento y asegurar un desarrollo más ordenado.

Vale la pena destacar que un edificio bien planificado puede generar hasta 100 veces más ingresos fiscales que una vivienda unifamiliar, contribuyendo significativamente a financiar servicios e infraestructura urbana. En este sentido, modernizar los procesos no es solo una mejora operativa, sino una estrategia clave para fortalecer las finanzas municipales y la calidad de vida urbana.

3. Relaciones con las comunidades:

Construir confianza desde el inicio En algunos proyectos, se han registrado demoras derivadas de preocupaciones o molestias manifestadas por vecinos. Estas situaciones subrayan la importancia de promover el diálogo desde etapas tempranas, fomentar la escucha activa y construir consensos que permitan una convivencia armónica entre los nuevos desarrollos y las comunidades existentes.

Creemos que una ciudad que crece con diálogo, crece mejor. Por eso, consideramos clave fortalecer los espacios de comunicación con las comunidades desde el inicio del proyecto. Esto requiere apertura, voluntad de escuchar y, sobre todo, reconocer que el desarrollo inmobiliario no solo impulsa la economía, sino que también responde a una demanda creciente de vivienda.

Guatemala cuenta con una de las poblaciones más jóvenes de la región: según la pirámide demográfica, cada año miles de nuevos hogares se forman y requieren soluciones habitacionales en zonas urbanas con acceso a servicios, empleo y transporte. Guatemala tiene una población joven y en crecimiento. Con un incremento anual de alrededor de un 1.6 %, se forman unos 60,000 nuevos hogares al año, cada uno con familia y expectativas de vivienda digna. Esta dinámica poblacional genera una presión constante sobre la oferta de vivienda formal, especialmente en las ciudades intermedias y la metrópoli. Este ritmo constante refuerza la urgencia de una planificación urbana participativa desde el inicio del proyecto. El déficit habitacional acumulado supera los dos millones de unidades, lo que evidencia la urgencia de facilitar el desarrollo ordenado de nuevos proyectos.

Por eso, promover herramientas como el diálogo comunitario, canales de comunicación abiertos y espacios de escucha se vuelve fundamental. Construir consenso social desde el inicio permite que los proyectos sean mejor comprendidos, más sólidos y verdaderamente integrados en su entorno.

Un llamado a la colaboración

Es importante comprender que los retrasos no solo impactan a los futuros propietarios de vivienda, sino que también generan altos costos financieros para los desarrolladores. Muchos desarrolladores deben financiar un alto porcentaje de la obra con recursos propios o créditos puente, mientras los clientes han realizado ya un compromiso económico anticipado. Esta situación genera presiones financieras que podrían evitarse con procesos más ágiles y una mejor coordinación entre actores clave. A pesar de los incrementos en costos operativos, la mayoría mantiene el precio pactado y, en muchos casos, ofrece reembolsos a quienes deciden no esperar más.

Por ello, construir relaciones de confianza entre comunidades, autoridades y desarrolladores no es solo un ideal, sino una necesidad para lograr ciudades más sostenibles, inclusivas y resilientes.

El futuro del desarrollo en Guatemala no está en manos de unos pocos, sino en la colaboración y la comprensión de todos. Desde vecinos que apoyan el crecimiento, hasta autoridades que agilizan trámites y desarrolladores comprometidos con la calidad y la transparencia, todos somos parte de esta transformación.

Es hora de construir no solo edificios, sino una comunidad más unida, informada y consciente de su papel en el progreso del país.

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