Andrés Bolaños Amerling: “La vocación ambiental es un rasgo distintivo de la construcción en Costa Rica”
Ciudad, infraestructura y territorio se vuelven parte de la misma conversación. Desde esa mirada, Andrés Bolaños Amerling, director país de Progreso en Costa Rica, analiza cómo ha cambiado la relación entre industria y entorno.
El directivo conversó con República Inmobiliaria desde la planta ubicada en Colorado de Abangares, Guanacaste, sobre la integración de la empresa al tejido productivo local, el aprendizaje de trabajar con comunidades, la identidad de las obras que hoy se levantan en tierras costarrincences.
¿Cómo asume ser el primer costarricense en dirigir Progreso en su país?
—Luego de 20 años en la industria, asumir como el primer costarricense en liderar la compañía ha sido una responsabilidad muy valiosa y estimulante. La llegada de Cementos Progreso a Costa Rica es un proceso que concebimos como un desarrollo mucho más cercano, porque estamos construyendo nuestra propia casa.
No somos una empresa extranjera operando en otro país, sino actores locales construyendo, junto a otros, el país donde queremos vivir. Así lo sentimos: con cercanía, arraigo y convicción de que lo que hacemos genera valor, desarrollo y empleo para nuestra propia gente.
¿Cuándo sintió que la operación pasó al tejido productivo local?
—Costa Rica es autosuficiente en cemento, y eso nos coloca como una parte relevante del motor de desarrollo del país. Generar 540 empleos directos es motivo de orgullo, especialmente porque se trata de empleo formal, de calidad y con un enfoque permanente en el desarrollo de capacidades.
Hablamos de mano de obra técnica especializada, que se forma y evoluciona. Por eso trascendemos el producto: nos concebimos como un catalizador del tejido industrial, comercial y productivo del país. Eso representa un logro importante para nosotros.
¿Cuál ha sido el aprendizaje al unir el ADN guatemalteco con la forma costarricense?
—Más allá de servir a un mercado de materiales de construcción, uno de los aprendizajes más valiosos ha sido vernos como familia, vecinos y aliados de las comunidades y empresas con las que trabajamos. Ese enfoque es universal y ha sido especialmente significativo para nosotros.
Fortalecer la relación con clientes, proveedores y comunidades cercanas a nuestras operaciones genera orgullo, porque sentimos que consolidamos una red sólida y confiable.
¿Cómo describiría la evolución del sector construcción en Costa Rica?
—La industria ha evolucionado hacia procesos más industrializados y tecnificados. La inversión que llega al país exige mayores estándares, lo que obliga a las empresas constructoras y al sector en su conjunto a elevar su nivel.
Gran parte de esta presión proviene de la inversión extranjera directa, especialmente de compañías de manufactura liviana de alto valor agregado. Esa exigencia nos impulsa a estar a la altura, y consideramos que hemos respondido adecuadamente.
Persisten retos importantes, como el fortalecimiento de la infraestructura portuaria, aeroportuaria y vial. Es un desafío común en la región y aún queda mucho por hacer.
¿Qué le piden hoy a la industria que no exigían hace cinco años?
—La inversión más sofisticada que llega hoy al país exige a sus proveedores mayores estándares. Nos piden demostrar y certificar el uso responsable de los recursos, incluidos los residuos generados en la industria.
La formalidad social, ambiental, ética y de cumplimiento se ha vuelto indispensable. Para nosotros, estos principios no son negociables, y hoy podemos comunicarlos y certificarlos con claridad, ofreciendo tranquilidad a quienes hacen negocios con nosotros.
El Premio a la Excelencia nació en Guatemala hace tres décadas. Ahora llega a Costa Rica. ¿Qué vio en la industria costarricense que le hizo pensar que era el momento correcto para traerlo?
—Al escuchar a nuestros clientes entendimos que somos habilitadores de obras que merecen ser mostradas. El Premio a la Excelencia busca precisamente visibilizar proyectos industriales, comerciales y de vivienda con identidad y valor arquitectónico.
El concreto, incluso en aplicaciones como el concreto de colores, permite expresar esa identidad. El certamen se convierte en una plataforma para compartir experiencias y mostrar, con alcance regional, el nivel de la industria costarricense.
En 2026, las obras ganadoras competirán con proyectos de toda Centroamérica. Desde su perspectiva, ¿qué caracteriza a una obra “auténticamente costarricense” que pueda resonar fuera del país?
—Muchas obras, especialmente vinculadas al turismo, buscan una relación armónica con su entorno. Respetan colores, texturas y el manejo eficiente de la energía.
Esa vocación ambiental, profundamente arraigada en Costa Rica, es un rasgo distintivo de sus edificaciones y un valor que puede proyectarse más allá de sus fronteras.
Un comentario final…
—Estamos muy orgullosos de cumplir tres años como Progreso Costa Rica. Hemos construido el proyecto de adentro hacia afuera, con un equipo identificado con el objetivo de edificar un país donde todos queremos vivir.
Ese propósito lo compartimos con clientes, proveedores y vecinos, con la convicción de actuar como un ciudadano corporativo responsable.
Andrés Bolaños Amerling: “La vocación ambiental es un rasgo distintivo de la construcción en Costa Rica”
Ciudad, infraestructura y territorio se vuelven parte de la misma conversación. Desde esa mirada, Andrés Bolaños Amerling, director país de Progreso en Costa Rica, analiza cómo ha cambiado la relación entre industria y entorno.
El directivo conversó con República Inmobiliaria desde la planta ubicada en Colorado de Abangares, Guanacaste, sobre la integración de la empresa al tejido productivo local, el aprendizaje de trabajar con comunidades, la identidad de las obras que hoy se levantan en tierras costarrincences.
¿Cómo asume ser el primer costarricense en dirigir Progreso en su país?
—Luego de 20 años en la industria, asumir como el primer costarricense en liderar la compañía ha sido una responsabilidad muy valiosa y estimulante. La llegada de Cementos Progreso a Costa Rica es un proceso que concebimos como un desarrollo mucho más cercano, porque estamos construyendo nuestra propia casa.
No somos una empresa extranjera operando en otro país, sino actores locales construyendo, junto a otros, el país donde queremos vivir. Así lo sentimos: con cercanía, arraigo y convicción de que lo que hacemos genera valor, desarrollo y empleo para nuestra propia gente.
¿Cuándo sintió que la operación pasó al tejido productivo local?
—Costa Rica es autosuficiente en cemento, y eso nos coloca como una parte relevante del motor de desarrollo del país. Generar 540 empleos directos es motivo de orgullo, especialmente porque se trata de empleo formal, de calidad y con un enfoque permanente en el desarrollo de capacidades.
Hablamos de mano de obra técnica especializada, que se forma y evoluciona. Por eso trascendemos el producto: nos concebimos como un catalizador del tejido industrial, comercial y productivo del país. Eso representa un logro importante para nosotros.
¿Cuál ha sido el aprendizaje al unir el ADN guatemalteco con la forma costarricense?
—Más allá de servir a un mercado de materiales de construcción, uno de los aprendizajes más valiosos ha sido vernos como familia, vecinos y aliados de las comunidades y empresas con las que trabajamos. Ese enfoque es universal y ha sido especialmente significativo para nosotros.
Fortalecer la relación con clientes, proveedores y comunidades cercanas a nuestras operaciones genera orgullo, porque sentimos que consolidamos una red sólida y confiable.
¿Cómo describiría la evolución del sector construcción en Costa Rica?
—La industria ha evolucionado hacia procesos más industrializados y tecnificados. La inversión que llega al país exige mayores estándares, lo que obliga a las empresas constructoras y al sector en su conjunto a elevar su nivel.
Gran parte de esta presión proviene de la inversión extranjera directa, especialmente de compañías de manufactura liviana de alto valor agregado. Esa exigencia nos impulsa a estar a la altura, y consideramos que hemos respondido adecuadamente.
Persisten retos importantes, como el fortalecimiento de la infraestructura portuaria, aeroportuaria y vial. Es un desafío común en la región y aún queda mucho por hacer.
¿Qué le piden hoy a la industria que no exigían hace cinco años?
—La inversión más sofisticada que llega hoy al país exige a sus proveedores mayores estándares. Nos piden demostrar y certificar el uso responsable de los recursos, incluidos los residuos generados en la industria.
La formalidad social, ambiental, ética y de cumplimiento se ha vuelto indispensable. Para nosotros, estos principios no son negociables, y hoy podemos comunicarlos y certificarlos con claridad, ofreciendo tranquilidad a quienes hacen negocios con nosotros.
El Premio a la Excelencia nació en Guatemala hace tres décadas. Ahora llega a Costa Rica. ¿Qué vio en la industria costarricense que le hizo pensar que era el momento correcto para traerlo?
—Al escuchar a nuestros clientes entendimos que somos habilitadores de obras que merecen ser mostradas. El Premio a la Excelencia busca precisamente visibilizar proyectos industriales, comerciales y de vivienda con identidad y valor arquitectónico.
El concreto, incluso en aplicaciones como el concreto de colores, permite expresar esa identidad. El certamen se convierte en una plataforma para compartir experiencias y mostrar, con alcance regional, el nivel de la industria costarricense.
En 2026, las obras ganadoras competirán con proyectos de toda Centroamérica. Desde su perspectiva, ¿qué caracteriza a una obra “auténticamente costarricense” que pueda resonar fuera del país?
—Muchas obras, especialmente vinculadas al turismo, buscan una relación armónica con su entorno. Respetan colores, texturas y el manejo eficiente de la energía.
Esa vocación ambiental, profundamente arraigada en Costa Rica, es un rasgo distintivo de sus edificaciones y un valor que puede proyectarse más allá de sus fronteras.
Un comentario final…
—Estamos muy orgullosos de cumplir tres años como Progreso Costa Rica. Hemos construido el proyecto de adentro hacia afuera, con un equipo identificado con el objetivo de edificar un país donde todos queremos vivir.
Ese propósito lo compartimos con clientes, proveedores y vecinos, con la convicción de actuar como un ciudadano corporativo responsable.
EL TIPO DE CAMBIO DE HOY ES DE: