En la entrada del cementerio de La Verbena, designado para fallecidos por Covid-19, decenas de carrozas fúnebres esperan el ingreso de nuevos cadáveres.
La imponente reja que resguarda el cementerio, es ahora una barrera impenetrable para los seres queridos de aquellos que perdieron la vida contra el virus, ese que ha dejado 547 fallecidos y 13 mil 769 contagios en total, según la última actualización del lunes por la noche.
No hay funerales. La despedida debe hacerse en plena calle, con la suficiente distancia del auto que transporta el féretro. La angustia es una constante frente a la necrópolis, famosa por haber alojado a los muertos sin reconocer y por resguardar fosas comunes de víctimas del conflicto armado guatemalteco.
Otras noticias: Guatemala registra 624 nuevos casos de Covid-19 en 24 horas
Protocolos por Covid
En apenas tres horas de la mañana del lunes en el cementerio, llegaron una decena de carrozas, en su mayoría acompañadas por sus familiares. Entre los vehículos, uno procedente del Seguro Social llegó con un cuerpo denominado XX, al no haber sido reclamado por familiares en el estricto período de seis horas para el manejo de cuerpos víctimas de enfermedades emergentes infecciosas, como lo determina el Ministerio de Salud.
Según cifras oficiales de dicha cartera, solo el lunes 16 personas perdieron la vida a causa de la Covid-19, aunque los datos de la cartera sanitaria han sido cuestionados, algunos congresistas de la oposición han señalado variaciones y cambios en los datos totales, es decir un subregistro. E incluso el propio Ministerio ha reconocido haber repetido cifras en una oportunidad.
La portavoz de Salud, Julia Barrera, asegura que el cementerio ha recibido (hasta el 11 de junio, según la última información recibida) 153 cuerpos (111 masculinos y 42 femeninos) y afirma que solo llegan allí fallecidos “que no son reclamados por familiares o los familiares carecían de un lugar para inhumarlos”, pero la realidad contradice al protocolo.
En las afueras del cementerio, un hombre hace una video llamada con un familiar para despedir al cuerpo de su mamá, que yace dentro de una camioneta. En la otra mano, sostiene una toalla para secar las amargas lágrimas y el coraje contenido.
Las despedidas
Una familia interrumpe a lo lejos la despedida al llegar a La Verbena detrás de un vehículo funerario, que lleva altoparlantes en el techo y que resuena en todo el vecindario. Del auto particular desciende una mujer con sus dos hermanos menores y con su esposo. Están aún confundidos por lo que acaba de pasar pero deben despedir, en esas condiciones sórdidas, a su madre, de solo 49 años.
“La semana pasada mi mamá tuvo síntomas respiratorios. Pensamos al principio que era una sinusitis pero el sábado la tuvimos que llevar al hospital porque tenía fiebres muy altas y decía que le costaba respirar. Nos la entregaron fallecida y nos dijeron que era por posible Covid-19. No le hicieron la prueba“, dice la hija mayor, que prefiere no identificarse.
Otro hombre junto a su esposa vivió la misma situación. Su padre, de 78 años de edad, llegó hace cinco días a la emergencia del San Juan de Dios por una diarrea intensa y “nos lo entregaron así, confirmado por Covid-19, en una bolsa negra”.
Del sureño departamento de Escuintla llegó otro cuerpo que, según el personal de la funeraria que lo transportaba hacia el cementerio, llevaba dos días dentro de la carroza. La familia llegó una hora más tarde, hacinada dentro de un taxi para decir adiós en la puerta de ingreso de La Verbena.
En la entrada del cementerio de La Verbena, designado para fallecidos por Covid-19, decenas de carrozas fúnebres esperan el ingreso de nuevos cadáveres.
La imponente reja que resguarda el cementerio, es ahora una barrera impenetrable para los seres queridos de aquellos que perdieron la vida contra el virus, ese que ha dejado 547 fallecidos y 13 mil 769 contagios en total, según la última actualización del lunes por la noche.
No hay funerales. La despedida debe hacerse en plena calle, con la suficiente distancia del auto que transporta el féretro. La angustia es una constante frente a la necrópolis, famosa por haber alojado a los muertos sin reconocer y por resguardar fosas comunes de víctimas del conflicto armado guatemalteco.
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Protocolos por Covid
En apenas tres horas de la mañana del lunes en el cementerio, llegaron una decena de carrozas, en su mayoría acompañadas por sus familiares. Entre los vehículos, uno procedente del Seguro Social llegó con un cuerpo denominado XX, al no haber sido reclamado por familiares en el estricto período de seis horas para el manejo de cuerpos víctimas de enfermedades emergentes infecciosas, como lo determina el Ministerio de Salud.
Según cifras oficiales de dicha cartera, solo el lunes 16 personas perdieron la vida a causa de la Covid-19, aunque los datos de la cartera sanitaria han sido cuestionados, algunos congresistas de la oposición han señalado variaciones y cambios en los datos totales, es decir un subregistro. E incluso el propio Ministerio ha reconocido haber repetido cifras en una oportunidad.
La portavoz de Salud, Julia Barrera, asegura que el cementerio ha recibido (hasta el 11 de junio, según la última información recibida) 153 cuerpos (111 masculinos y 42 femeninos) y afirma que solo llegan allí fallecidos “que no son reclamados por familiares o los familiares carecían de un lugar para inhumarlos”, pero la realidad contradice al protocolo.
En las afueras del cementerio, un hombre hace una video llamada con un familiar para despedir al cuerpo de su mamá, que yace dentro de una camioneta. En la otra mano, sostiene una toalla para secar las amargas lágrimas y el coraje contenido.
Las despedidas
Una familia interrumpe a lo lejos la despedida al llegar a La Verbena detrás de un vehículo funerario, que lleva altoparlantes en el techo y que resuena en todo el vecindario. Del auto particular desciende una mujer con sus dos hermanos menores y con su esposo. Están aún confundidos por lo que acaba de pasar pero deben despedir, en esas condiciones sórdidas, a su madre, de solo 49 años.
“La semana pasada mi mamá tuvo síntomas respiratorios. Pensamos al principio que era una sinusitis pero el sábado la tuvimos que llevar al hospital porque tenía fiebres muy altas y decía que le costaba respirar. Nos la entregaron fallecida y nos dijeron que era por posible Covid-19. No le hicieron la prueba“, dice la hija mayor, que prefiere no identificarse.
Otro hombre junto a su esposa vivió la misma situación. Su padre, de 78 años de edad, llegó hace cinco días a la emergencia del San Juan de Dios por una diarrea intensa y “nos lo entregaron así, confirmado por Covid-19, en una bolsa negra”.
Del sureño departamento de Escuintla llegó otro cuerpo que, según el personal de la funeraria que lo transportaba hacia el cementerio, llevaba dos días dentro de la carroza. La familia llegó una hora más tarde, hacinada dentro de un taxi para decir adiós en la puerta de ingreso de La Verbena.