El Papa Francisco realizó este viernes el llamado Urbi et Orbi (saludo al mundo) y proclamó el mensaje de que “todos estamos llamados a remar juntos” contra el coronavirus.
“Al igual que a los discípulos del Evangelio, nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa. Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos”, dijo el Sumo Pontífice.
Con estas palabras, Francisco inició su reflexión centrándose en el Evangelio según San Marcos, capítulo 5, versículo 35, luego de escuchar la Palabra desde el atrio de la Basílica de San Pedro, en el momento extraordinario de oración convocado por él, el domingo 22 de marzo, por la emergencia sanitaria por coronavirus.
“Nos encontramos asustados y perdidos” pero en esta barca “estamos todos, al igual que esos discípulos, que hablan con una única voz y con angustia dicen: ‘perecemos’, también nosotros descubrimos que no podemos seguir cada uno por nuestra cuenta, sino juntos”, enfatizó el Papa.
Jesús calma la tempestad
Reflexionando sobre el Evangelio de San Marcos, el Papa habla de la “tempestad”:
“La tempestad desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto esas falsas y superfluas seguridades con las que habíamos construido nuestras agendas, proyectos, rutinas y prioridades”.
Para Francisco, la tempestad también nos muestra “cómo habíamos dejado dormido y abandonado lo que alimenta, sostiene y da fuerza a nuestra vida y a nuestra comunidad”.
En su mensaje enfatiza que “todas esas tentativas de anestesiar con aparentes rutinas “salvadoras”, incapaces de “apelar a las raíces y evocar la memoria de nuestros ancianos, privándonos así de la inmunidad necesaria para hacerle frente a la adversidad”.
Pero esta tempestad también nos quita el “maquillaje” de los estereotipos con los que disfrazábamos nuestros egos siempre pretenciosos de querer aparentar y deje al descubierto “esa (bendita) pertenencia común de la que no podemos ni queremos evadirnos; esa pertenencia de hermanos”.
- Deberías leer:
Homilía completa del Papa Francisco en el momento extraordinario de oración por la pandemia
El grito del planeta
El Pontífice también elevó una súplica en estos momentos de prueba: “mientras estamos en mares agitados, te suplicamos: Despierta, Señor”.
El Papa asegura que “hemos avanzado rápidamente, sintiéndonos fuertes y capaces de todo y codiciosos de ganancias”.
“Nos hemos dejado absorber por lo material y trastornar por la prisa”.
Es en este momento en el que el Papa, dirigiéndose a Dios, asegura que “no nos hemos detenido ante sus llamadas”, tampoco “nos hemos despertado ante guerras e injusticias del mundo” ni “hemos escuchado el grito de los pobres y de nuestro planeta gravemente enfermo”.
Y Agrega “hemos continuado imperturbables, pensando en mantenernos siempre sanos en un mundo enfermo”.
“Convertíos”, el llamado del Papa
“Señor, nos diriges una llamada, una llamada a la fe. Que no es tanto creer que Tú existes, sino ir hacia ti y confiar en ti”, dice Francisco.
“En esta Cuaresma resuena la llamada urgente: Convertíos”, en la que llama a tomar este tiempo de prueba como un momento de elección.
“No es el momento de tu juicio, sino de nuestro juicio, el tiempo para elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa, para separar lo que es necesario de lo que no lo es”, añade el religioso.
También es el tiempo “de restablecer el rumbo de la vida hacia ti, Señor, y hacia los demás”, puntualiza.
“Sigamos el ejemplo de los olvidados”2
El Papa también pide que se dirija la mirada a tantos compañeros de viaje que son ejemplares, pues, ante el miedo han reaccionado dando la propia vida”.
El Papa se refiere a la entrega de personas comunes “corrientemente olvidadas” que no aparecen “en portadas de diarios y de revistas, ni en las grandes pasarelas del último show”.
Pero, sin lugar a dudas, “están escribiendo hoy los acontecimientos decisivos de nuestra historia: médicos, enfermeros y enfermeras, encargados de reponer los productos en los supermercados, limpiadoras, cuidadoras, transportistas, fuerzas de seguridad, voluntarios, sacerdotes, religiosas y tantos pero tantos otros que comprendieron que nadie se salva solo”.
La oración y el servicio silencioso
“Invitemos a Jesús a la barca de nuestra vida”, pide el Papa y “entreguémosle nuestros temores, para que los venza”.
Francisco asegura que si se hace esto, experimentaremos, al igual que los discípulos, que “con Él a bordo, no se naufraga”.
En este sentido, el Pontífice pone un ejemplo gráfico: “Tenemos un ancla: en su Cruz hemos sido salvados.
“Tenemos un timón: en su Cruz hemos sido rescatados. Tenemos una esperanza: en su Cruz hemos sido sanados y abrazados para que nadie ni nada nos separe de su amor redentor”, dijo.
Al final de su reflexión, el Papa pidió que Dios bendiga “al mundo”, dé salud “a los cuerpos” y consuele “los corazones”.
“Nos pides que no sintamos temor, pero nuestra fe es débil y tenemos miedo”, concluyó Francisco.
El Papa Francisco realizó este viernes el llamado Urbi et Orbi (saludo al mundo) y proclamó el mensaje de que “todos estamos llamados a remar juntos” contra el coronavirus.
“Al igual que a los discípulos del Evangelio, nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa. Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos”, dijo el Sumo Pontífice.
Con estas palabras, Francisco inició su reflexión centrándose en el Evangelio según San Marcos, capítulo 5, versículo 35, luego de escuchar la Palabra desde el atrio de la Basílica de San Pedro, en el momento extraordinario de oración convocado por él, el domingo 22 de marzo, por la emergencia sanitaria por coronavirus.
“Nos encontramos asustados y perdidos” pero en esta barca “estamos todos, al igual que esos discípulos, que hablan con una única voz y con angustia dicen: ‘perecemos’, también nosotros descubrimos que no podemos seguir cada uno por nuestra cuenta, sino juntos”, enfatizó el Papa.
Jesús calma la tempestad
Reflexionando sobre el Evangelio de San Marcos, el Papa habla de la “tempestad”:
“La tempestad desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto esas falsas y superfluas seguridades con las que habíamos construido nuestras agendas, proyectos, rutinas y prioridades”.
Para Francisco, la tempestad también nos muestra “cómo habíamos dejado dormido y abandonado lo que alimenta, sostiene y da fuerza a nuestra vida y a nuestra comunidad”.
En su mensaje enfatiza que “todas esas tentativas de anestesiar con aparentes rutinas “salvadoras”, incapaces de “apelar a las raíces y evocar la memoria de nuestros ancianos, privándonos así de la inmunidad necesaria para hacerle frente a la adversidad”.
Pero esta tempestad también nos quita el “maquillaje” de los estereotipos con los que disfrazábamos nuestros egos siempre pretenciosos de querer aparentar y deje al descubierto “esa (bendita) pertenencia común de la que no podemos ni queremos evadirnos; esa pertenencia de hermanos”.
- Deberías leer:
Homilía completa del Papa Francisco en el momento extraordinario de oración por la pandemia
El grito del planeta
El Pontífice también elevó una súplica en estos momentos de prueba: “mientras estamos en mares agitados, te suplicamos: Despierta, Señor”.
El Papa asegura que “hemos avanzado rápidamente, sintiéndonos fuertes y capaces de todo y codiciosos de ganancias”.
“Nos hemos dejado absorber por lo material y trastornar por la prisa”.
Es en este momento en el que el Papa, dirigiéndose a Dios, asegura que “no nos hemos detenido ante sus llamadas”, tampoco “nos hemos despertado ante guerras e injusticias del mundo” ni “hemos escuchado el grito de los pobres y de nuestro planeta gravemente enfermo”.
Y Agrega “hemos continuado imperturbables, pensando en mantenernos siempre sanos en un mundo enfermo”.
“Convertíos”, el llamado del Papa
“Señor, nos diriges una llamada, una llamada a la fe. Que no es tanto creer que Tú existes, sino ir hacia ti y confiar en ti”, dice Francisco.
“En esta Cuaresma resuena la llamada urgente: Convertíos”, en la que llama a tomar este tiempo de prueba como un momento de elección.
“No es el momento de tu juicio, sino de nuestro juicio, el tiempo para elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa, para separar lo que es necesario de lo que no lo es”, añade el religioso.
También es el tiempo “de restablecer el rumbo de la vida hacia ti, Señor, y hacia los demás”, puntualiza.
“Sigamos el ejemplo de los olvidados”2
El Papa también pide que se dirija la mirada a tantos compañeros de viaje que son ejemplares, pues, ante el miedo han reaccionado dando la propia vida”.
El Papa se refiere a la entrega de personas comunes “corrientemente olvidadas” que no aparecen “en portadas de diarios y de revistas, ni en las grandes pasarelas del último show”.
Pero, sin lugar a dudas, “están escribiendo hoy los acontecimientos decisivos de nuestra historia: médicos, enfermeros y enfermeras, encargados de reponer los productos en los supermercados, limpiadoras, cuidadoras, transportistas, fuerzas de seguridad, voluntarios, sacerdotes, religiosas y tantos pero tantos otros que comprendieron que nadie se salva solo”.
La oración y el servicio silencioso
“Invitemos a Jesús a la barca de nuestra vida”, pide el Papa y “entreguémosle nuestros temores, para que los venza”.
Francisco asegura que si se hace esto, experimentaremos, al igual que los discípulos, que “con Él a bordo, no se naufraga”.
En este sentido, el Pontífice pone un ejemplo gráfico: “Tenemos un ancla: en su Cruz hemos sido salvados.
“Tenemos un timón: en su Cruz hemos sido rescatados. Tenemos una esperanza: en su Cruz hemos sido sanados y abrazados para que nadie ni nada nos separe de su amor redentor”, dijo.
Al final de su reflexión, el Papa pidió que Dios bendiga “al mundo”, dé salud “a los cuerpos” y consuele “los corazones”.
“Nos pides que no sintamos temor, pero nuestra fe es débil y tenemos miedo”, concluyó Francisco.