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El Museo del Hermitage, la joya de San Petersburgo

Luis Gonzalez
25 de junio, 2018

El origen del Museo del Hermitage, actualmente uno de los más importantes del mundo, fue la compra en 1764, por parte de Catalina la Grande, de la invaluable Colección Gotzkowsky,  225 pinturas que pertenecían al rey Frederick II de Prusia, obras de artistas como Rubens, Rembrandt, Van Dyck, Tiziano, Rafael y Holbein, entre otros.

Entre 1765 y 1766 Catalina ordenó la construcción de un edificio de dos pisos anexado al Palacio de Invierno, ubicado en la Plaza del Palacio, para hacer reuniones íntimas y mostrar parte de sus colecciones de arte, que no paraban de crecer.  

Este nuevo edificio fue bautizado más tarde como “Pequeño Hermitage“. Su estilo neoclásico armoniza perfectamente con el del Palacio de Invierno. La fachada está decorada con columnas  corintias y los dos pabellones opuestos, al norte y al sur, fueron conectados a los otros edificios del complejo mediante galerías y un Jardín Colgante.

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En 1769 Catalina adquirió la Colección Bruhl, compuesta por grabados, dibujos y más de 600 cuadros de artistas holandeses, franceses, italianos y alemanes.

En 1771 un nuevo edificio, levantado próximo al Malecón del Neva, se agregó al complejo: el Gran Hermitage, de tres pisos en estilo neoclásico y con una fachada decorada con líneas verticales y horizontales. En 1792 se agregó a este edificio la Sala Rafael, para albergar frescos provenientes del Vaticano. Más tarde se construyó un puente que conectaba este edificio con el Teatro, construido entre 1783 y 1787 al otro lado del Canal de Invierno.

Nuevas colecciones se agregaron en 1772 (Colección Antoine Crozat), 1781 (Colección Conde Baudouin) y 1787 (Colección John Lyde-Brown).

Entre 1787 y 1795 se construyó la Sala San Jorge o Sala del Trono, de 800 m2 de superficie, con columnas corintias de mármol de varios colores, pisos de madera y ornamentos de bronce. Fue destruida en el incendio de 1837 y reconstruida, aunque no  como la original.

Se cree que durante su vida Catalina II compró alrededor de 4.000 pinturas, 10.000 grabados, 10.000 dibujos, 38.000 libros y 16.000 monedas y medallas. 

Texto 101 Viajes

El Museo del Hermitage, la joya de San Petersburgo

Luis Gonzalez
25 de junio, 2018

El origen del Museo del Hermitage, actualmente uno de los más importantes del mundo, fue la compra en 1764, por parte de Catalina la Grande, de la invaluable Colección Gotzkowsky,  225 pinturas que pertenecían al rey Frederick II de Prusia, obras de artistas como Rubens, Rembrandt, Van Dyck, Tiziano, Rafael y Holbein, entre otros.

Entre 1765 y 1766 Catalina ordenó la construcción de un edificio de dos pisos anexado al Palacio de Invierno, ubicado en la Plaza del Palacio, para hacer reuniones íntimas y mostrar parte de sus colecciones de arte, que no paraban de crecer.  

Este nuevo edificio fue bautizado más tarde como “Pequeño Hermitage“. Su estilo neoclásico armoniza perfectamente con el del Palacio de Invierno. La fachada está decorada con columnas  corintias y los dos pabellones opuestos, al norte y al sur, fueron conectados a los otros edificios del complejo mediante galerías y un Jardín Colgante.

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En 1769 Catalina adquirió la Colección Bruhl, compuesta por grabados, dibujos y más de 600 cuadros de artistas holandeses, franceses, italianos y alemanes.

En 1771 un nuevo edificio, levantado próximo al Malecón del Neva, se agregó al complejo: el Gran Hermitage, de tres pisos en estilo neoclásico y con una fachada decorada con líneas verticales y horizontales. En 1792 se agregó a este edificio la Sala Rafael, para albergar frescos provenientes del Vaticano. Más tarde se construyó un puente que conectaba este edificio con el Teatro, construido entre 1783 y 1787 al otro lado del Canal de Invierno.

Nuevas colecciones se agregaron en 1772 (Colección Antoine Crozat), 1781 (Colección Conde Baudouin) y 1787 (Colección John Lyde-Brown).

Entre 1787 y 1795 se construyó la Sala San Jorge o Sala del Trono, de 800 m2 de superficie, con columnas corintias de mármol de varios colores, pisos de madera y ornamentos de bronce. Fue destruida en el incendio de 1837 y reconstruida, aunque no  como la original.

Se cree que durante su vida Catalina II compró alrededor de 4.000 pinturas, 10.000 grabados, 10.000 dibujos, 38.000 libros y 16.000 monedas y medallas. 

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