Esa gesta revolucionaria era un movimiento integrado por estudiantes universitarios, gremio magisterial, los sindicatos obreros y sociedad en general que hartos de la situación represiva, continuada por Ponce Vaides al caer Jorge Ubico, salieron a marchar para ejercer presión y pedir su renuncia. Ese 20 de octubre empezó la primavera democrática para Guatemala.
“La revolución de octubre es irrepetible, yo ya no voy a ver otra revolución de octubre. Tenía 13 años”, recuerda José Barnoya, médico y escritor que nos abrió la puerta a los recuerdos de aquella fecha.
“Estudiaba bachillerato en el instituto para varones. Mi padre fue muy activo políticamente y se opuso durante los 14 años a la satrapía del General Ubico. Fue uno de los 311 firmantes del manifiesto de los ciudadanos distinguidos que exigían que se restituyeran las garantías constitucionales. Días más tarde 52 médicos presentaron un manifiesto donde le exigían la renuncia por atrocidades que había hecho en contra de los estudiantes universitarios”, cuenta el doctor Barnoya.
“Fue un movimiento espontáneo y muy lindo en el que participó todo el pueblo de Guatemala. Este movimiento fue el mismo que eligió al doctor Juan José Arévalo. Todo fue algo hermoso y lindo que mi generación vivimos en una forma alegre, entusiasta y amigable”, recuerda.
En aquellos diez años de primavera, como se le conoce al período de 1944 a 1954, se respiraba cultura por todas partes, afirma Barnoya. “Había libros por todos lados y baratos, había educación, teatro, ballet, música sinfónica, óperas, traían movimientos operáticos de otros lados, era una primavera democrática que hizo mucho en nuestra formación”.
Una Guatemala que despertó
En abril del 2015 luego que se diera a conocer la red de defraudación “La Línea” por la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) y el Ministerio Público, en la que estaban involucrados altos funcionarios del gobierno de Otto Pérez Molina se motivó la indignación en la sociedad guatemalteca, que dijo un “hasta aquí” y salió a las calles a exigir la renuncia de sus gobernantes.
Al igual que aquella sociedad del 44, salieron inspirados por sus abuelos a gritar su indignación junto con sus padres y compartir esta victoria. El canto del Himno Nacional en las plazas centrales de casi todo el país, la luna de Xelajú en Quetzaltenango y la hermandad creada robustecieron la energía de una sociedad que por mucho tiempo permaneció callada.
“Cuando empezaron las manifestaciones en abril de este año, yo me entusiasmé mucho porque iba gente muy noble, valiente, entusiasta. Fui a todas a pegar de gritos a exigir la renuncia del presidente y la vicepresidenta”, cuenta Barnoya.
Pero ya no pasó nada. “Después de la renuncia de estos funcionarios y de la captura de estos corruptos que colaboraron con el gobierno ya no sucedió nada. El congreso sigue exactamente igual con los mismos diputados solo que tránsfugas. Se pasan de un chiquero a otro”, dice el también médico.
A pesar del poco alentador futuro político inmediato Barnoya ve con buenos ojos a la juventud actual aunque les haga falta ideología y liderazgo. “Yo creo que la juventud de hoy ya estudia más y aprenden de los buenos maestros. En las universidades privadas hay personas muy preparadas que saben de historia, de filosofía. Ya saben qué hacer si llegan al gobierno. Tengo esperanzas en que la juventud tengan cultura política, que tenga ideales y vean hacia dónde van. Que no solo exijan que renuncien sino que pidan reivindicaciones para el pueblo, que pidan educación, adelantos tecnológicos, salud, y sobre todo honestidad porque creo que los políticos vengan van a ser igual de deshonestos que los que estaban. Hay una crisis de valores, no hay ética, moral y liderazgo pero no los culpo, todo eso es consecuencia de gobiernos represivos”, afirma.
Barnoya afirma que tuvo sus esperanzas de que este despertar iba a desembocar en una revolución. “Pensé que después de esto iban a pedir la renuncia de los diputados.
Este año 2015 sin duda fue un momento para que la ciudadanía recuperara la fe en su sociedad y en lo que puede conseguir. Romper dictaduras de tajo, pelear por que la justicia llegue a todos los guatemaltecos, hacer cambios que se vean y se sientan, leyes para todos, mejores salarios, oportunidades de educarse, vivir la cultura, la música, sin brechas sociales, ni razas, abrazar la igualdad son algunos de los valores que se pelearon hace 71 año y que aún hoy siguen vigentes esas causas.
Haya sido Jorge Ubico, Federico Ponce Vaides, Otto Pérez Molina o Roxana Baldetti, nada satisface más a una sociedad que el fin de la injusticia y la caída del gobernante corrupto. Verlos tras las rejas cura de alguna manera la cicatriz del alma, por el momento. Ahora lo que toca reconstruir el país.
Esa gesta revolucionaria era un movimiento integrado por estudiantes universitarios, gremio magisterial, los sindicatos obreros y sociedad en general que hartos de la situación represiva, continuada por Ponce Vaides al caer Jorge Ubico, salieron a marchar para ejercer presión y pedir su renuncia. Ese 20 de octubre empezó la primavera democrática para Guatemala.
“La revolución de octubre es irrepetible, yo ya no voy a ver otra revolución de octubre. Tenía 13 años”, recuerda José Barnoya, médico y escritor que nos abrió la puerta a los recuerdos de aquella fecha.
“Estudiaba bachillerato en el instituto para varones. Mi padre fue muy activo políticamente y se opuso durante los 14 años a la satrapía del General Ubico. Fue uno de los 311 firmantes del manifiesto de los ciudadanos distinguidos que exigían que se restituyeran las garantías constitucionales. Días más tarde 52 médicos presentaron un manifiesto donde le exigían la renuncia por atrocidades que había hecho en contra de los estudiantes universitarios”, cuenta el doctor Barnoya.
“Fue un movimiento espontáneo y muy lindo en el que participó todo el pueblo de Guatemala. Este movimiento fue el mismo que eligió al doctor Juan José Arévalo. Todo fue algo hermoso y lindo que mi generación vivimos en una forma alegre, entusiasta y amigable”, recuerda.
En aquellos diez años de primavera, como se le conoce al período de 1944 a 1954, se respiraba cultura por todas partes, afirma Barnoya. “Había libros por todos lados y baratos, había educación, teatro, ballet, música sinfónica, óperas, traían movimientos operáticos de otros lados, era una primavera democrática que hizo mucho en nuestra formación”.
Una Guatemala que despertó
En abril del 2015 luego que se diera a conocer la red de defraudación “La Línea” por la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) y el Ministerio Público, en la que estaban involucrados altos funcionarios del gobierno de Otto Pérez Molina se motivó la indignación en la sociedad guatemalteca, que dijo un “hasta aquí” y salió a las calles a exigir la renuncia de sus gobernantes.
Al igual que aquella sociedad del 44, salieron inspirados por sus abuelos a gritar su indignación junto con sus padres y compartir esta victoria. El canto del Himno Nacional en las plazas centrales de casi todo el país, la luna de Xelajú en Quetzaltenango y la hermandad creada robustecieron la energía de una sociedad que por mucho tiempo permaneció callada.
“Cuando empezaron las manifestaciones en abril de este año, yo me entusiasmé mucho porque iba gente muy noble, valiente, entusiasta. Fui a todas a pegar de gritos a exigir la renuncia del presidente y la vicepresidenta”, cuenta Barnoya.
Pero ya no pasó nada. “Después de la renuncia de estos funcionarios y de la captura de estos corruptos que colaboraron con el gobierno ya no sucedió nada. El congreso sigue exactamente igual con los mismos diputados solo que tránsfugas. Se pasan de un chiquero a otro”, dice el también médico.
A pesar del poco alentador futuro político inmediato Barnoya ve con buenos ojos a la juventud actual aunque les haga falta ideología y liderazgo. “Yo creo que la juventud de hoy ya estudia más y aprenden de los buenos maestros. En las universidades privadas hay personas muy preparadas que saben de historia, de filosofía. Ya saben qué hacer si llegan al gobierno. Tengo esperanzas en que la juventud tengan cultura política, que tenga ideales y vean hacia dónde van. Que no solo exijan que renuncien sino que pidan reivindicaciones para el pueblo, que pidan educación, adelantos tecnológicos, salud, y sobre todo honestidad porque creo que los políticos vengan van a ser igual de deshonestos que los que estaban. Hay una crisis de valores, no hay ética, moral y liderazgo pero no los culpo, todo eso es consecuencia de gobiernos represivos”, afirma.
Barnoya afirma que tuvo sus esperanzas de que este despertar iba a desembocar en una revolución. “Pensé que después de esto iban a pedir la renuncia de los diputados.
Este año 2015 sin duda fue un momento para que la ciudadanía recuperara la fe en su sociedad y en lo que puede conseguir. Romper dictaduras de tajo, pelear por que la justicia llegue a todos los guatemaltecos, hacer cambios que se vean y se sientan, leyes para todos, mejores salarios, oportunidades de educarse, vivir la cultura, la música, sin brechas sociales, ni razas, abrazar la igualdad son algunos de los valores que se pelearon hace 71 año y que aún hoy siguen vigentes esas causas.
Haya sido Jorge Ubico, Federico Ponce Vaides, Otto Pérez Molina o Roxana Baldetti, nada satisface más a una sociedad que el fin de la injusticia y la caída del gobernante corrupto. Verlos tras las rejas cura de alguna manera la cicatriz del alma, por el momento. Ahora lo que toca reconstruir el país.