La propuesta del Tren Eléctrico Transcontinental (TET) promete revolucionar la movilidad y comercio en Latinoamérica. El megaproyecto, presentado por el Instituto de Ingenieros de Minas del Perú (IIMP) conectaría Panamá con países del sur.
En perspectiva. La ambiciosa iniciativa del TET se plantea como una solución innovadora para mejorar la conectividad. Este proyecto ferroviario tiene el potencial de cambiar de raíz comercio y turismo, facilitando el transporte de mercancías y personas.
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El recorrido abarcará más de 3000 km de recorrido, desde el Canal de Panamá hacia Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Bolivia, Argentina, Paraguay, Brasil, Uruguay, Venezuela y las Guyanas.
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Según Robert Salameh, arquitecto líder del proyecto, “el tren sería más eficiente que las carreteras convencionales.” Tendría una capacidad para transportar hasta 12 veces más carga que los camiones tradicionales.
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La inversión inicial estimada es de USD 9000M y podría traer consigo beneficios económicos significativos que superan el costo. Se calcula que su construcción generaría miles de empleos durante su fase inicial.
Entre líneas. Uno de los aspectos más relevantes es su relación con el Puerto de Chancay, inaugurado en noviembre. Esta infraestructura portuaria podría ser clave para facilitar el comercio internacional desde tierras andinas.
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Flavia Villafuerte, del Ministerio de Energía y Minas, resaltó que el puerto alentará la construcción del tren. Perú se convertiría en un eje turístico mundial y mejoraría su conexión con países vecinos.
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“El desarrollo del tren es un gran reto para el sector público”, afirmó. Será fundamental la coordinación efectiva entre los gobiernos involucrados para llevar a cabo esta iniciativa.
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De acuerdo con el IIMP la construcción atravesaría 11 zonas del país de manera directa y 3 parcialmente. Estas son responsables del 50 % (USD 31 483M) de las exportaciones de Perú de los USD 64 000M anuales en minería, hidrocarburos, agro y manufactura.
Sí, pero. A pesar de su potencial transformador, el plan enfrenta retos capitales antes de su implementación. Sobresalen dos: la coordinación entre los gobiernos y la obtención de financiamiento son cruciales para su éxito.
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La resolución de cuestiones técnicas y ambientales también será fundamental para garantizar que cumpla con estándares sostenibles. Esto requerirá un enfoque colaborativo entre los países participantes.
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La obtención de financiamiento será otro obstáculo crítico. Se espera que 2025 sea un año clave para atraer inversores interesados en este megaproyecto.
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Si se superan estos retos, el TET podría sentar las bases para una nueva era de conectividad y desarrollo en Latinoamérica, optimizando además del comercio, la integración social y cultural entre los integrantes.
¿Ahora qué? El impacto del tren eléctrico extiende sus beneficios más allá del comercio. Tiene implicaciones significativas para el turismo en el área.
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Conectando diversas culturas y paisajes emblemáticos, podría convertirse en un hub turístico relevante. Favorecería el acceso a destinos; desde las playas panameñas hasta las montañas chilenas.
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La red ferroviaria fomentaría el turismo interno al promover áreas menos conocidas y dinamizar las economías locales. A su vez, generaría un efecto multiplicador en sectores como la agricultura y la logística.
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“El momento es ahora debido a la necesidad que nos encontramos”, concluyó Villafuerte. Comentó que este proyecto se discute desde hace años y que su implementación es crucial para el desarrollo económico regional.
Balance. El Tren Eléctrico Transcontinental representa una visión ambiciosa para Latinoamérica. Tiene el potencial no solo de transformar economías, sino de posicionar a la región como un modelo integrador en términos de desarrollo sostenible y turístico al conectar países y culturas.
La propuesta del Tren Eléctrico Transcontinental (TET) promete revolucionar la movilidad y comercio en Latinoamérica. El megaproyecto, presentado por el Instituto de Ingenieros de Minas del Perú (IIMP) conectaría Panamá con países del sur.
En perspectiva. La ambiciosa iniciativa del TET se plantea como una solución innovadora para mejorar la conectividad. Este proyecto ferroviario tiene el potencial de cambiar de raíz comercio y turismo, facilitando el transporte de mercancías y personas.
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El recorrido abarcará más de 3000 km de recorrido, desde el Canal de Panamá hacia Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Bolivia, Argentina, Paraguay, Brasil, Uruguay, Venezuela y las Guyanas.
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Según Robert Salameh, arquitecto líder del proyecto, “el tren sería más eficiente que las carreteras convencionales.” Tendría una capacidad para transportar hasta 12 veces más carga que los camiones tradicionales.
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La inversión inicial estimada es de USD 9000M y podría traer consigo beneficios económicos significativos que superan el costo. Se calcula que su construcción generaría miles de empleos durante su fase inicial.
Entre líneas. Uno de los aspectos más relevantes es su relación con el Puerto de Chancay, inaugurado en noviembre. Esta infraestructura portuaria podría ser clave para facilitar el comercio internacional desde tierras andinas.
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Flavia Villafuerte, del Ministerio de Energía y Minas, resaltó que el puerto alentará la construcción del tren. Perú se convertiría en un eje turístico mundial y mejoraría su conexión con países vecinos.
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“El desarrollo del tren es un gran reto para el sector público”, afirmó. Será fundamental la coordinación efectiva entre los gobiernos involucrados para llevar a cabo esta iniciativa.
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De acuerdo con el IIMP la construcción atravesaría 11 zonas del país de manera directa y 3 parcialmente. Estas son responsables del 50 % (USD 31 483M) de las exportaciones de Perú de los USD 64 000M anuales en minería, hidrocarburos, agro y manufactura.
Sí, pero. A pesar de su potencial transformador, el plan enfrenta retos capitales antes de su implementación. Sobresalen dos: la coordinación entre los gobiernos y la obtención de financiamiento son cruciales para su éxito.
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La resolución de cuestiones técnicas y ambientales también será fundamental para garantizar que cumpla con estándares sostenibles. Esto requerirá un enfoque colaborativo entre los países participantes.
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La obtención de financiamiento será otro obstáculo crítico. Se espera que 2025 sea un año clave para atraer inversores interesados en este megaproyecto.
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Si se superan estos retos, el TET podría sentar las bases para una nueva era de conectividad y desarrollo en Latinoamérica, optimizando además del comercio, la integración social y cultural entre los integrantes.
¿Ahora qué? El impacto del tren eléctrico extiende sus beneficios más allá del comercio. Tiene implicaciones significativas para el turismo en el área.
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Conectando diversas culturas y paisajes emblemáticos, podría convertirse en un hub turístico relevante. Favorecería el acceso a destinos; desde las playas panameñas hasta las montañas chilenas.
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La red ferroviaria fomentaría el turismo interno al promover áreas menos conocidas y dinamizar las economías locales. A su vez, generaría un efecto multiplicador en sectores como la agricultura y la logística.
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“El momento es ahora debido a la necesidad que nos encontramos”, concluyó Villafuerte. Comentó que este proyecto se discute desde hace años y que su implementación es crucial para el desarrollo económico regional.
Balance. El Tren Eléctrico Transcontinental representa una visión ambiciosa para Latinoamérica. Tiene el potencial no solo de transformar economías, sino de posicionar a la región como un modelo integrador en términos de desarrollo sostenible y turístico al conectar países y culturas.