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TLC con Corea: su verdadero alcance

.
Marcos Jacobo Suárez Sipmann
25 de noviembre, 2025

La ratificación del TLC entre Corea del Sur y Centroamérica por parte de Guatemala va más allá de comercio e inversiones. Abre una agenda de gobernanza económica y reconfiguración estratégica de toda la región.

Qué destacar. La competitividad de Corea del Sur se basa en normas estrictas, cadenas de suministro integradas, adopción tecnológica acelerada y estándares industriales que presionan a sus contrapartes a modernizar sus sistemas.

  • Por esta razón, la ratificación pendiente del TLC, llevada finalmente a cabo, no debe interpretarse solo como acceso preferencial.

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  • Es una invitación —en realidad, exigencia— para elevar la calidad institucional de la región.

  • El verdadero impacto dependerá menos del arancel y más de la capacidad de Guatemala y sus vecinos de cumplir, medir y sostener dichas exigencias.

Lo indispensable. Para David Juárez, presidente de la Cámara Guatemalteco Coreana de Comercio, la ratificación fortalecerá la relación bilateral al facilitar el comercio, reducir aranceles, promover inversión y cooperación técnica. Habrá mayor facilidad y diversificación.

  • “Se abrirán oportunidades concretas para una mayor integración con Centroamérica en áreas como agroindustria, manufactura ligera, modernización de infraestructura y logística”.

  • El directivo prevé un incremento en proyectos de cooperación tecnológica y capacitación laboral.

  • Y pronostica, asimismo, un mayor dinamismo en el intercambio empresarial.

En el radar. Una perspectiva poco discutida es la gobernanza de la calidad. Corea opera bajo marcos rigurosos de certificación, trazabilidad y seguridad alimentaria.

  • Además de mejorar procesos, esto obliga a Guatemala a reformar la institucionalidad encargada de emitir certificaciones, fiscalizar la sanidad y auditar la cadena productiva.

  • Bien aprovechado, el tratado puede convertirse en una presión positiva para depurar sistemas que hoy frenan la competitividad.

  • Ignorar esta dimensión equivale a renunciar al valor agregado del acuerdo.

Entre líneas. Otro ángulo estratégico es la competencia geoeconómica regional. El TLC puede intensificar la rivalidad entre países centroamericanos por captar inversión coreana.

  • Corea invertirá donde existan estados capaces de cumplir reglas, ejecutar proyectos y garantizar seguridad jurídica.

  • Esta competencia beneficiará a la región si se traduce en reformas. También puede profundizar asimetrías si unos avanzan y otros se estancan. Guatemala compite con Costa Rica, El Salvador y Panamá. No con Corea.

  • En palabras de Juárez, para no quedar rezagada en la región, debe agilizar la infraestructura logística y trámites aduaneros, implementar políticas de atracción de inversión más competitivas y fortalecer su base productiva local.

Por qué importa. Una perspectiva esencial es la arquitectura productiva. Si Guatemala no genera una política industrial mínima —orientada a clústers, logística, talento técnico y adopción tecnológica— el tratado solo ampliará el comercio de bienes primarios.

  • Seúl no busca únicamente materias primas; busca socios capaces de integrarse a procesos productivos complejos. Sin una estrategia de desarrollo industrial, Guatemala corre el riesgo de quedarse como proveedor marginal, mientras otros capturan manufactura, electrónica liviana y agroindustria avanzada.

  • El tratado abre una discusión que rara vez se aborda: la resiliencia económica regional. Integrarse a Corea implica hacerlo a redes globales vulnerables a disrupciones logísticas, tensiones geopolíticas y cambios tecnológicos acelerados.

  • Para Centroamérica, esto exige construir infraestructura moderna, diversificar proveedores y fortalecer la capacidad de respuesta ante choques externos. No basta con exportar más; se necesita un modelo económico menos frágil.

Lo que sigue. La ratificación del TLC es una oportunidad… y una prueba de madurez institucional. Su impacto dependerá de la capacidad de Guatemala —y la región— para transformar sus estructuras productivas, elevar estándares y competir. Ya no basta con abrir mercados: hay que estar a la altura de ellos.

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TLC con Corea: su verdadero alcance

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Marcos Jacobo Suárez Sipmann
25 de noviembre, 2025

La ratificación del TLC entre Corea del Sur y Centroamérica por parte de Guatemala va más allá de comercio e inversiones. Abre una agenda de gobernanza económica y reconfiguración estratégica de toda la región.

Qué destacar. La competitividad de Corea del Sur se basa en normas estrictas, cadenas de suministro integradas, adopción tecnológica acelerada y estándares industriales que presionan a sus contrapartes a modernizar sus sistemas.

  • Por esta razón, la ratificación pendiente del TLC, llevada finalmente a cabo, no debe interpretarse solo como acceso preferencial.

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  • Es una invitación —en realidad, exigencia— para elevar la calidad institucional de la región.

  • El verdadero impacto dependerá menos del arancel y más de la capacidad de Guatemala y sus vecinos de cumplir, medir y sostener dichas exigencias.

Lo indispensable. Para David Juárez, presidente de la Cámara Guatemalteco Coreana de Comercio, la ratificación fortalecerá la relación bilateral al facilitar el comercio, reducir aranceles, promover inversión y cooperación técnica. Habrá mayor facilidad y diversificación.

  • “Se abrirán oportunidades concretas para una mayor integración con Centroamérica en áreas como agroindustria, manufactura ligera, modernización de infraestructura y logística”.

  • El directivo prevé un incremento en proyectos de cooperación tecnológica y capacitación laboral.

  • Y pronostica, asimismo, un mayor dinamismo en el intercambio empresarial.

En el radar. Una perspectiva poco discutida es la gobernanza de la calidad. Corea opera bajo marcos rigurosos de certificación, trazabilidad y seguridad alimentaria.

  • Además de mejorar procesos, esto obliga a Guatemala a reformar la institucionalidad encargada de emitir certificaciones, fiscalizar la sanidad y auditar la cadena productiva.

  • Bien aprovechado, el tratado puede convertirse en una presión positiva para depurar sistemas que hoy frenan la competitividad.

  • Ignorar esta dimensión equivale a renunciar al valor agregado del acuerdo.

Entre líneas. Otro ángulo estratégico es la competencia geoeconómica regional. El TLC puede intensificar la rivalidad entre países centroamericanos por captar inversión coreana.

  • Corea invertirá donde existan estados capaces de cumplir reglas, ejecutar proyectos y garantizar seguridad jurídica.

  • Esta competencia beneficiará a la región si se traduce en reformas. También puede profundizar asimetrías si unos avanzan y otros se estancan. Guatemala compite con Costa Rica, El Salvador y Panamá. No con Corea.

  • En palabras de Juárez, para no quedar rezagada en la región, debe agilizar la infraestructura logística y trámites aduaneros, implementar políticas de atracción de inversión más competitivas y fortalecer su base productiva local.

Por qué importa. Una perspectiva esencial es la arquitectura productiva. Si Guatemala no genera una política industrial mínima —orientada a clústers, logística, talento técnico y adopción tecnológica— el tratado solo ampliará el comercio de bienes primarios.

  • Seúl no busca únicamente materias primas; busca socios capaces de integrarse a procesos productivos complejos. Sin una estrategia de desarrollo industrial, Guatemala corre el riesgo de quedarse como proveedor marginal, mientras otros capturan manufactura, electrónica liviana y agroindustria avanzada.

  • El tratado abre una discusión que rara vez se aborda: la resiliencia económica regional. Integrarse a Corea implica hacerlo a redes globales vulnerables a disrupciones logísticas, tensiones geopolíticas y cambios tecnológicos acelerados.

  • Para Centroamérica, esto exige construir infraestructura moderna, diversificar proveedores y fortalecer la capacidad de respuesta ante choques externos. No basta con exportar más; se necesita un modelo económico menos frágil.

Lo que sigue. La ratificación del TLC es una oportunidad… y una prueba de madurez institucional. Su impacto dependerá de la capacidad de Guatemala —y la región— para transformar sus estructuras productivas, elevar estándares y competir. Ya no basta con abrir mercados: hay que estar a la altura de ellos.

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