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Por la libertad, contra el socialismo

Arte: Gab@
Marcos Jacobo Suárez Sipmann
06 de agosto, 2024

En esta ocasión reseñamos un clásico: Camino de servidumbre (1944) de Friedrich August von Hayek. Se cumplen ochenta años de su publicación. Y hace medio siglo, el autor recibió el Premio Nobel de Economía (1974) por su trabajo en teoría monetaria y análisis de las interacciones entre economía e instituciones sociales.

La de Hayek (1899-1992), economista y filósofo, es una de las manifestaciones más populares de la escuela austriaca dentro del liberalismo. Es conocido por su crítica al socialismo y la planificación central.

Su tesis es que “socialismo” y “totalitarismo” son en esencia lo mismo. Hijos del colectivismo, un modelo de organización incompatible con la libertad humana.

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Conviene resaltar que se escribió en la II GM. Uno de sus objetivos era advertir a Inglaterra que no siguiera la idea de que el socialismo conduciría a una supuesta libertad auténtica y sincera. Sostiene que es una premisa falsa planteada para obtener más adeptos a la ideología.

Todas las formas de planificación económica —y, por ende, el totalitarismo— ya fueran el nazismo o el socialismo, desembocan en la tiranía y supresión de las libertades. Utilizó los modelos de la URSS y la Alemania nazi para ejemplificar cómo llegaron a esa situación tras recorrer el “camino a la servidumbre”.

Argumenta que, en un sistema de planificación central, la asignación de recursos es responsabilidad de un pequeño grupo. La incapacidad de procesar la cantidad de información requerida para hacerlo provoca, en consecuencia, una enorme concentración de poder en manos de un número limitado de burócratas. Esto lleva a desacuerdos sobre la implementación de esas políticas. Y ello, a su vez, al uso de la fuerza por parte del gobierno para que sus medidas sean acatadas.

La planificación centralizada siempre resultará en fracasos. La excusa para estos reveses, según los socialistas, será la falta de poder para actuar libremente. Así, intentarán aumentar cada vez más su cuota de poder dentro del mercado. Los planes para vencer la resistencia equivalieron a un uso más extendido de la violencia contra aquellos en desacuerdo con el gobierno y la imposición de restricciones a la población en general. El empleo de la coacción crecería como una falsa solución a los problemas de escasez y miseria, en un círculo vicioso que llevaría fatalmente a estos países al totalitarismo.

Era algo evidente en ese entonces en varios países europeos y el mundo. Hayek ataca el gigantismo estatal que veía formarse y que culminaría en la servidumbre, es decir, en el surgimiento de regímenes socialistas. Estos sistemas solían proyectar su descontento en los empresarios, fomentando la falsa idea de que son explotadores que solo buscan el beneficio.

Los socialistas consideraban egoísta el ambiente empresarial. Ensalzaban sus propios regímenes con discursos que enfatizaban el bienestar de la población. Sin embargo, lo que la realidad mostraba era que esta ideología llevaba al empeoramiento de los índices de libertad y prosperidad del pueblo.

Los regímenes burocráticos fueron en gran parte responsables de causar pobreza. El Estado es incapaz de estar presente en todas las operaciones que se realizan en el mercado. Los costos de oportunidad de hacer negocios y la pérdida de ingresos a los que lleva una estructura centralizada y funcionarial en exceso son incalculables.

Hayek concluye que la implementación de un sistema centralizado nunca logrará sus objetivos. Conducirá al aumento de la miseria y a la escasez de bienes básicos para la población.

No han faltado críticas al libro. Una de ellas censura la visión casi maniquea o injustificadamente dualística tanto de Hayek como de su predecesor, Ludwig von Mises. Puede haber soluciones diversas. Otra, aunque coincide con la falta de conocimiento de los planificadores, señala que el autor falla en establecer el problema central: la ausencia de la propiedad privada de los medios de producción.

Con todo, las ideas de Hayek tuvieron un gran impacto en el pensamiento del siglo XX. Influyó en figuras políticas como Margaret Thatcher. Según él, ninguna intervención estatal en la economía queda impune. Solo en una sociedad libre y un mercado surgido del establecimiento voluntario de relaciones sociales, el progreso se combinará con las libertades civiles.

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Por la libertad, contra el socialismo

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Marcos Jacobo Suárez Sipmann
06 de agosto, 2024

En esta ocasión reseñamos un clásico: Camino de servidumbre (1944) de Friedrich August von Hayek. Se cumplen ochenta años de su publicación. Y hace medio siglo, el autor recibió el Premio Nobel de Economía (1974) por su trabajo en teoría monetaria y análisis de las interacciones entre economía e instituciones sociales.

La de Hayek (1899-1992), economista y filósofo, es una de las manifestaciones más populares de la escuela austriaca dentro del liberalismo. Es conocido por su crítica al socialismo y la planificación central.

Su tesis es que “socialismo” y “totalitarismo” son en esencia lo mismo. Hijos del colectivismo, un modelo de organización incompatible con la libertad humana.

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Conviene resaltar que se escribió en la II GM. Uno de sus objetivos era advertir a Inglaterra que no siguiera la idea de que el socialismo conduciría a una supuesta libertad auténtica y sincera. Sostiene que es una premisa falsa planteada para obtener más adeptos a la ideología.

Todas las formas de planificación económica —y, por ende, el totalitarismo— ya fueran el nazismo o el socialismo, desembocan en la tiranía y supresión de las libertades. Utilizó los modelos de la URSS y la Alemania nazi para ejemplificar cómo llegaron a esa situación tras recorrer el “camino a la servidumbre”.

Argumenta que, en un sistema de planificación central, la asignación de recursos es responsabilidad de un pequeño grupo. La incapacidad de procesar la cantidad de información requerida para hacerlo provoca, en consecuencia, una enorme concentración de poder en manos de un número limitado de burócratas. Esto lleva a desacuerdos sobre la implementación de esas políticas. Y ello, a su vez, al uso de la fuerza por parte del gobierno para que sus medidas sean acatadas.

La planificación centralizada siempre resultará en fracasos. La excusa para estos reveses, según los socialistas, será la falta de poder para actuar libremente. Así, intentarán aumentar cada vez más su cuota de poder dentro del mercado. Los planes para vencer la resistencia equivalieron a un uso más extendido de la violencia contra aquellos en desacuerdo con el gobierno y la imposición de restricciones a la población en general. El empleo de la coacción crecería como una falsa solución a los problemas de escasez y miseria, en un círculo vicioso que llevaría fatalmente a estos países al totalitarismo.

Era algo evidente en ese entonces en varios países europeos y el mundo. Hayek ataca el gigantismo estatal que veía formarse y que culminaría en la servidumbre, es decir, en el surgimiento de regímenes socialistas. Estos sistemas solían proyectar su descontento en los empresarios, fomentando la falsa idea de que son explotadores que solo buscan el beneficio.

Los socialistas consideraban egoísta el ambiente empresarial. Ensalzaban sus propios regímenes con discursos que enfatizaban el bienestar de la población. Sin embargo, lo que la realidad mostraba era que esta ideología llevaba al empeoramiento de los índices de libertad y prosperidad del pueblo.

Los regímenes burocráticos fueron en gran parte responsables de causar pobreza. El Estado es incapaz de estar presente en todas las operaciones que se realizan en el mercado. Los costos de oportunidad de hacer negocios y la pérdida de ingresos a los que lleva una estructura centralizada y funcionarial en exceso son incalculables.

Hayek concluye que la implementación de un sistema centralizado nunca logrará sus objetivos. Conducirá al aumento de la miseria y a la escasez de bienes básicos para la población.

No han faltado críticas al libro. Una de ellas censura la visión casi maniquea o injustificadamente dualística tanto de Hayek como de su predecesor, Ludwig von Mises. Puede haber soluciones diversas. Otra, aunque coincide con la falta de conocimiento de los planificadores, señala que el autor falla en establecer el problema central: la ausencia de la propiedad privada de los medios de producción.

Con todo, las ideas de Hayek tuvieron un gran impacto en el pensamiento del siglo XX. Influyó en figuras políticas como Margaret Thatcher. Según él, ninguna intervención estatal en la economía queda impune. Solo en una sociedad libre y un mercado surgido del establecimiento voluntario de relaciones sociales, el progreso se combinará con las libertades civiles.

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