Petén enfrenta una crisis eléctrica estructural que limita su desarrollo económico y deteriora la calidad de vida. Aunque el Estado ya definió una solución técnica de largo plazo, su ejecución tomará tiempo. La promesa es clara: salir del apagón. La espera, no tanto.
Qué destacar. Petén opera hoy con una infraestructura eléctrica diseñada para otra época. La demanda creció más rápido que la red, generando un cuello de botella que afecta hogares, comercios y empresas. Su caso expone los límites de una tardía planificación energética.
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La línea de transmisión actual es de 69 kV, insuficiente para cubrir una demanda cercana a 60 MW, cuando hace dos décadas la región requería apenas 4 MW, según datos del sector eléctrico.
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El consumo crece a un ritmo promedio del 14 % anual, casi tres veces más que el promedio nacional, presionando un sistema que ya opera al límite y sin márgenes de respaldo.
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Los apagones frecuentes y los daños a equipos eléctricos se volvieron parte del día a día, afectando productividad, inversión privada y calidad de vida en el departamento más extenso del país.
Datos clave. La solución técnica ya fue autorizada, pero su ejecución evidencia los retos operativos y de gobernanza que acompañan los grandes proyectos de infraestructura en Guatemala, especialmente en territorios alejados del centro del país.
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El INDE construirá una nueva línea de transmisión de 230 kV, autorizada por la CNEE mediante la resolución CNEE-363-2025, bajo la modalidad de Iniciativa Propia y con ejecución prevista a tres años.
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El proyecto implica negociar derechos de paso con más de 300 propietarios, un factor crítico que suele retrasar obras estratégicas y poner a prueba la seguridad jurídica y la coordinación institucional.
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La línea tendrá unos 200 km, requerirá ampliar la subestación Modesto Méndez y contará con apoyo de TRECSA para reconfigurar infraestructura y cumplir condiciones técnicas y ambientales.
Entre líneas. El giro en la ejecución del proyecto revela tensiones entre capacidad financiera, prioridades políticas y realismo técnico. Lo que se anunció como urgente terminó reconfigurándose por limitaciones presupuestarias y operativas.
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En octubre de 2024, el MEM planteó licitar la obra por unos GTQ 800M, alegando falta de recursos del INDE y explorando la participación de empresas internacionales especializadas.
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“No es un proyecto fácil por la distancia”, advirtió entonces Víctor Hugo Ventura, exministro de Energía y Minas, anticipando los desafíos logísticos que hoy siguen vigentes.
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La licitación nunca se concretó y el proyecto pasó al INDE y su empresa ETCEE, una decisión que reduce incertidumbre, pero traslada el riesgo de ejecución al sector público.
En conclusión. La nueva línea de transmisión es necesaria, pero no inmediata. Petén saldrá del apagón, aunque el costo de la espera será alto si no se cumplen plazos y controles técnicos con rigor institucional.
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El INDE prevé inversiones por GTQ 27 000M entre 2026 y 2035, incluyendo medidas paliativas como bancos de capacitores por GTQ 40M para estabilizar el sistema actual.
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La presión demográfica, el turismo y la expansión inmobiliaria exigen energía confiable para proteger inversión, propiedad privada y actividad productiva en la región.
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Si el cronograma se cumple, Petén contará en 2028 con una red moderna, capaz de sostener crecimiento económico y reducir pérdidas que hoy pagan hogares y empresas.
Petén enfrenta una crisis eléctrica estructural que limita su desarrollo económico y deteriora la calidad de vida. Aunque el Estado ya definió una solución técnica de largo plazo, su ejecución tomará tiempo. La promesa es clara: salir del apagón. La espera, no tanto.
Qué destacar. Petén opera hoy con una infraestructura eléctrica diseñada para otra época. La demanda creció más rápido que la red, generando un cuello de botella que afecta hogares, comercios y empresas. Su caso expone los límites de una tardía planificación energética.
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La línea de transmisión actual es de 69 kV, insuficiente para cubrir una demanda cercana a 60 MW, cuando hace dos décadas la región requería apenas 4 MW, según datos del sector eléctrico.
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El consumo crece a un ritmo promedio del 14 % anual, casi tres veces más que el promedio nacional, presionando un sistema que ya opera al límite y sin márgenes de respaldo.
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Los apagones frecuentes y los daños a equipos eléctricos se volvieron parte del día a día, afectando productividad, inversión privada y calidad de vida en el departamento más extenso del país.
Datos clave. La solución técnica ya fue autorizada, pero su ejecución evidencia los retos operativos y de gobernanza que acompañan los grandes proyectos de infraestructura en Guatemala, especialmente en territorios alejados del centro del país.
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El INDE construirá una nueva línea de transmisión de 230 kV, autorizada por la CNEE mediante la resolución CNEE-363-2025, bajo la modalidad de Iniciativa Propia y con ejecución prevista a tres años.
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El proyecto implica negociar derechos de paso con más de 300 propietarios, un factor crítico que suele retrasar obras estratégicas y poner a prueba la seguridad jurídica y la coordinación institucional.
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La línea tendrá unos 200 km, requerirá ampliar la subestación Modesto Méndez y contará con apoyo de TRECSA para reconfigurar infraestructura y cumplir condiciones técnicas y ambientales.
Entre líneas. El giro en la ejecución del proyecto revela tensiones entre capacidad financiera, prioridades políticas y realismo técnico. Lo que se anunció como urgente terminó reconfigurándose por limitaciones presupuestarias y operativas.
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En octubre de 2024, el MEM planteó licitar la obra por unos GTQ 800M, alegando falta de recursos del INDE y explorando la participación de empresas internacionales especializadas.
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“No es un proyecto fácil por la distancia”, advirtió entonces Víctor Hugo Ventura, exministro de Energía y Minas, anticipando los desafíos logísticos que hoy siguen vigentes.
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La licitación nunca se concretó y el proyecto pasó al INDE y su empresa ETCEE, una decisión que reduce incertidumbre, pero traslada el riesgo de ejecución al sector público.
En conclusión. La nueva línea de transmisión es necesaria, pero no inmediata. Petén saldrá del apagón, aunque el costo de la espera será alto si no se cumplen plazos y controles técnicos con rigor institucional.
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El INDE prevé inversiones por GTQ 27 000M entre 2026 y 2035, incluyendo medidas paliativas como bancos de capacitores por GTQ 40M para estabilizar el sistema actual.
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La presión demográfica, el turismo y la expansión inmobiliaria exigen energía confiable para proteger inversión, propiedad privada y actividad productiva en la región.
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Si el cronograma se cumple, Petén contará en 2028 con una red moderna, capaz de sostener crecimiento económico y reducir pérdidas que hoy pagan hogares y empresas.
EL TIPO DE CAMBIO DE HOY ES DE: